Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
sábado, 17 de mayo de 2025
La Noche Antes del juego.
Utilizar al beisbol para explicar la importancia de fallar.
Doug Miller. Parentmap.com. Mayo 25, 2018.
La noche anterior al primer juego formal de mi hijo, Analicé el momento. Aquí está la oportunidad de ser un “verdadero papa”. Enseñar una lección de vida. Conectarme con él en el lenguaje común que compartíamos __el de las bolas y strikes y copas protectoras. Eso último especialmente. Su mamá nunca se pudo identificar con eso.
Así que miré a mi hijo de siete años de edad y le dí las buenas nuevas: “A partir de mañana, otros niños te pitchearan por primera vez. Esta vez no será papá arrodillándose en el suelo para lanzarte la pelota en bombita hasta que la batees. Ahora ellos te van a lanzar duro. Van a tratar de hacerte out. Y ¿adivina qué? Ellos van a tener éxito. Mucho”.
Sus ojos se agrandaron, tal vez desde la de alguna manera repentina y seria inyección de vida y todo ese material de lo grande del beisbol. O quizás yo tenía un pedazo de lechuga atascado en mis dientes. De cualquier manera, había alguna sabiduría al descubrir algo que le acompañaría por el resto de su vida: la posibilidad de fallar.
Le pregunté si sabía quien era Mike Trout.
“Ahh”, dijo él. “Es el mejor beisbolista del mundo. ¿Crees que soy estúpido?”
Ya estábamos llegando a cierto lugar.
Él estaba en lo correcto acerca de Trout. Él sabía que el jardinero central de los Angelinos, quien ni siquiera tenía 24 años de edad, ya había ganado un premio al jugador más valioso de la Liga Americana y terminado en los dos primeros lugares de esa elección en las pasadas cuatro temporadas seguidas.
Pero ocasionalmente, nosotros los padres les decimos a nuestros hijos cosas que ellos no saben. Y ocasionalmente, aunque significativamente en pocas ocasiones, ellos escuchan. “Trout bateó 36 jonrones en 2014”, expliqué, al leer las estadísticas en mi teléfono. “Lideró la Liga Americana con 111 carreras impulsadas. Despachó 173 imparables. Anotó 115 carreras. Robó 16 bases. Esos son números sorprendentes. Pero ¿sabes que más hizo?
En ese momento, mi hijo, estoy seguro, estaba deseando estar en otra parte antes que hablando conmigo, pero de alguna manera estaba tan absorto en lo que yo preguntaba, que respondió. “¿Qué?”
“El se ponchó. Y mucho. Mike Trout se ponchó 184 veces. El tope en la Liga Americana. Eso significa que se poncho alrededor de una tercera parte de sus turnos al bate. Y fue out de otras maneras, suficientes veces hasta llegar a más del 70 por ciento de las veces. Lo cual significa la mayor parte del tiempo”.
Mi hijo no podía creerlo. ¿El gran Mike Trout?
“Pero, pero, pero…”, dijo él.
Por una vez en nuestra coexistencia, yo interrumpí: “Pero”, dije, “tengo algunas buenas noticias para ti”. Durante las primeras dos temporadas del muchacho de “pitcheos de entrenamiento” anteriores a este momento seminal, yo había observado en silencio desde las gradas de madera como los niños sucumbían ante la presión __algunos desde su interior, pero la mayoría por los padres super exigentes.
Los niños hacen errores en el campo corto y lloran. Ellos abanican 12 pitcheos seguidos y lloran. Ellos dejan que una línea entre el jardín izquierdo y el central pase por delante de ellos porque estaban mirando hacia un 737 haciendo su acercamiento final a Sea-Tac. Y siguen mirando al avión, sin darse cuenta de que estaban supuestos a llorar.
Así que yo sabía lo que venía. Competición ruda. Niños golpeando niños con pitcheos porque no tenían idea de a donde iría la pelota una vez que salía de sus manos. Y había mucho más llanto.
“Vas a tener complicaciones”, le dije. “Vas a hacer swing y fallar. Pero también, siempre vas a tener otra oportunidad. Otro turno al bate. Otro juego. No hay razón para rendirse por eso. Entra ahí la próxima vez y batea”.
Él sonrió. Entendió. Pero había una última cosa que necesitaba saber.
“Papá”, dijo él, “¿también tú fallas mucho?”
“Sí”, le dije. “Solo pregúntale a tu madre”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo 16, 2025.
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