Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
viernes, 6 de diciembre de 2024
Doce Momentos Escalofriantes en la Historia de Navegantes del Magallanes.
Esa remontada escalofriante de anoche jueves 05 de diciembre de 2024 me hizo rememorar este texto que armé hace unos meses. La manera como los peloteros fueron capaces de hilvanar batazos (ningún extrabases) y negociar boletos, junto a la manera corajuda de Diego Castillo de correr con el alma para lograr el imparable de pierna, pareciera vislumbrar el punto de inflexión respecto a la química de liderazgo compartido determinante en el engranaje de trabajo de equipo necesario para bordar esa seguidilla de victorias.
Cierto, el beisbol es solo un juego, un pasatiempo, algo adventicio en nuestras vidas de seguidores del deporte, sin embargo puede haber muchas ocasiones cuando la escena se torna tan solemne, tan crispada, tan punzante que solo una urgencia familiar nos sacaría de esa abstracción. Por supuesto que se prefiere salir con la victoria como compañera luego de una de esas batallas despiadadas, donde la épica se confunde con la tristeza y la alegría casi a la vez y no hay anestesia capaz de aminorar ese aceleramiento progresivo. Que me disculpen los peloteros protagonistas de algunos momentos que seguramente olvidaré o dejaré a un lado. Estos son los que más burbujean en la imprecisión de mi memoria.
1.- El desprendimiento de Carlos García desde tercera base con elevado corto al jardín izquierdo en el cierre del noveno inning del sexto juego de la serie final de la temporada 1993-94 ante Leones del Caracas. La incertidumbre, el vértigo de observar por televisión como El Almirante multiplicaba las zancadas para marcar la carrera de la victoria, determinaba una atmósfera de asfixia que parecía una eternidad. El momento transforma la expectativa televisiva en presencia forzada por el flujo infinito de adrenalina, observar a García deslizarse sobre el plato del estadio José Bernardo Pérez con el mensaje del empate de la serie final, oscila entre bufidos cardíacos y ensayos de saltos atropellados, cargados de agonía. Los segundos parecen suspenderse, el tiempo semeja un reloj de arena atascada, la respiración es una mezcla de infarto y síncope. Cuando el narrador recupera la voz el tumulto de sus compañeros aplasta al Almirante bajo una pirámide que retrataba un momento cincelado a bombazos cardíacos cada vez más redoblados durante el duelo entre Urbano Lugo hijo y Juan Carlos Pulido y rematado por un relevo magistral de John Hudek
2.- La carrera de Dámaso Blanco en el noveno inning de un juego igualado 3-3 ante Leones de Ponce (Puerto Rico) en la Serie del Caribe de 1970. Sandy Alomar padre vino a batear ante Aurelio Monteagudo con Jorge Roque en tercera base, la atmosfera de abstracción era tan punzante que se podía escuchar la caída de un alfiler en las tribunas del estadio de la UCV aquel 10 de febrero de 1970. Dámaso jugaba paralelo a la almohadilla quizás ligeramente adelantado varios metros justo en el ángulo de observar los detalles del wind up de Monteagudo. De pronto observó un movimiento casi imperceptible en las manos de Alomar y algo hizo clic en su cráneo. Justo cuando Monteagudo soltaba la pelota Dámaso arrancó cual velocista de cien metros planos. Alomar tocó la pelota mientras Roque corría a la par de Dámaso en la más vertiginosa carrera. Un suspenso invasivo acalló hasta las voces más afiladas de los vendedores de cerveza. Sin aminorar el paso por un segundo Dámaso tomó la pelota a mano limpia. En las fracciones de segundo cuando Dámaso aún tenía la pelota en la mano, Ray Fosse abría la mascota a la altura del pecho casi montado sobre el plato. Dámaso soltó la pelota y en un desenlace de bang-bang Fosse bloqueó el plato y lograron el out que los salvaba de la amenaza boricua.
3. Aquel triple de Gustavo Gil a las profundidades del jardín derecho del estadio José Pérez Colmenares en la apertura del décimo cuarto inning de un juego igualado 3-3. Los Tigres habían empezado ganando 3-0 hasta el cuarto inning, entonces desde el barco “. Y luego en el cierre de ese inning salió para terminar de cerrarles el paso a los Tigres.
4.- La atrapada fantasmal de Melvin Mora ante batazo de Omar Vizquel en el sexto inning del sexto juego de la final 1993-94 con la pizarra nivelada 0-0 en medio del más carbonizante duelo de pitcheo entre Urbano Lugo hijo y Juan Carlos Pulido. La carrera de la ventaja ondeaba en tercera base. El momento crepitaba de suspiros ahogados y un tenue olor a sudores glaciales bajaba por el cuello de todos los que seguían el juego en cualquier rincón a leguas del estadio. Pulido parecía buscar la zona más escondida en la mascota de Clemente Álvarez. Cuando sonó el impacto de la pelota con el bate un suspenso telúrico estremeció las partículas de oxigeno en las narices de los espectadores. Mientras algunos empezaban a levantar los brazos en señal de triunfo y ventaja, otros bajaban la mirada y tragaban hasta que ese bocado de aire se atragantaba en el esófago. Todo cambió en milésimas de segundo, las imágenes televisivas congelaron una sombra desplegada en el jardín central corto y la voz entrecortada de Carlos Tovar Bracho describía como la pelota caía en la malla del guante de Melvin Mora estirado a toda la longitud de su humanidad para lograr un out que heló la sangre y cambió la serie
5.- Jonrón agónico de Clarence Gaston en el décimo tercer inning. La temporada de 1968-69 fue la última de los Navegantes del Magallanes como home club en Caracas. Este juego del 8 de diciembre de 1968 los Navegantes fueron el equipo de casa. Aquella fue una temporada de altibajos para el Magallanes aunque al final lograron clasificar. Gaston fue a tomar turno ante Bob Lee cuando este parecía más imbateable en un relevo de cinco innings y además se encontraba invicto con marca de 8-0. En las tribunas se respiraba una atmósfera de juego interminable y los caraquistas no dejaban de asomar que a su pitcher nadie le iba a anotar. Magallanes estuvo ganando 2-0 hasta el octavo inning cuando los Leones descifraron a Bob Belinsky para igualar la pizarra 2-2. Entonces Napoleón Reyes trajo a relevar a Salvatore Campisi, Bill Butler y a Roberto Muñoz en un forcejeo que desembocó en el décimo tercer inning. Lee empezó retirando a Gustavo Gil, lo cual mantenía muy tensa la atmósfera de competitividad. Entonces Gaston entró al cajón de bateo y enderezó un envío de Lee que describió una parábola que desgarraba la noche con flujos de adrenalina y resuellos cardíaco que estallaron en delirio cuando la pelota aterrizó a mitad de las gradas del jardín central para decretar el manicomio en un estadio pletórico de emociones.
6.- Los amagos de Dave Parker desconcentraron a Gilberto Marcano. El 17 de enero las Águilas del Zulia llegaron ganando el segundo juego de la serie semifinal ante Navegantes del Magallanes 1-0 (habían ganado el primer juego) en medio de un duelo de pitcheo entre Chris Batton versus Gilberto Marcano. En la apertura de aquel noveno inning Marcano empezó dominando a Jimmy Sexton con ratoncito al montículo. Parecía cerca la segunda victoria zuliana, solo que Parker negoció boleto y la temperatura empezó a incrementar con la distancia que tomaba para salir a la conquista de la intermedia. Entonces Mitchell Page descargó un linietazo trepidante que casi tumba el paredón del jardín izquierdo. Parker parecía un mercurio centelleando en las bases. Logró anotar el empate pero hubo de regresar a la antesala porque los árbitros decretaron que la conexión de Page era doble por reglas de terreno. La expectativa reverberaba en cada partícula de aire. Parker empezó a corretear entre la tercera base y un punto cada vez más distante hasta que Marcano metió la pelota en el jardín izquierdo y Parker y Page anotaron las carreras que decidieron el juego.
7.- Un triple fantasmagórico de Wolfgang Ramos. Los Tiburones de La Guaira ganaban 2-1 en el cierre del duodécimo inning la noche del 9 de noviembre de 1983 en el José Bernardo Pérez de Valencia. Ernesto Gómez empezó el inning con sencillo a la izquierda. Allí el manager Tommy Sandt sacó de emergente a Wolfgang Ramos (quien había llegado hacía poco al Magallanes en un cambio) por el camarero Carlos Porte. Jeff Dedmon se mantenía desafiante en la lomita de los escualos y parecía con ventaja. Era muy difícil ver a un relevista como Dedmon encajar dos carreras en una aparición y en el cierre del noveno, luego que La Guaira había tomado ventaja mediante imparable de Juan Francisco Monasterio remolcador de Oswaldo Guillén, Joe Orsulak apareció con imparable al centro y llegó a la intermedia con passed ball del receptor Antonio Córdova, desde allí trajo el mensaje de supervivencia del barco cuando Benny Distefano tronó petardo hacia la derecha. En la apertura del duodécimo inning Guillén remolcó a Gustavo Polidor con lo que de nuevo parecía la estocada final para Magallanes. Entonces en el cierre de ese inning Ramos descargó una línea de altura que curveó y parecía tan ceñida que apuntaba a territorio de foul, solo que a última hora levantó la cal de la raya del jardín derecho y las respiraciones se entrecortaron mientras seguían la carrera desbocada de Gómez y estallaron en éxtasis al pisar el plato. Los escalofríos del triple de Ramos aún erizaban la piel cuando Gómez inició el décimo cuarto inning con imparable, Alfredo Pedrique lo llevó a la intermedia con toque y Stan Cliburn lo remolcó con sencillo al centro.
8.- La sorpresa de aquel cuadrangular de Alejandro Freire ante Omar Daal. El juego inaugural de la serie final de la temporada 1996-97 rezumaba efluvios de esas piezas de pitcheo, esos duelos particulares cada vez más en vías de extinción ante los designios del nuevo beisbol que implica casi un pitcher por inning a partir del sexto tramo. Ramón García y Daal apretaban la marcha con cada inning que pasaba aquella noche del 24 de enero. El juego llegó igualado a una carrera al cierre del octavo inning. Daal enfrascado en tremendo forcejeo con Ramón García parecía en el mejor momento de su trabajo, por eso pocos imaginaban que un novato quien solo había bateado para .269 con 6 carreras empujadas en la temporada regular pudiera representar algún peligro. Cuando Freire hizo contacto con la pelota muchos pensaban que se trataba de un elevado rutinario al jardín izquierdo, solo que a medida que la pelota se aproximaba a los jardines el narrador decía que iba más lejos, lejos hasta que descorchó el jonrón que recargó de euforia aquella noche mientras el novato Freire llegaba saltando al plato en medio de los abrazos de sus compañeros.
9.- Un batazo electrizante de Robert Pérez. Si algún refuerzo estuvo más que justificado para una serie final fue Robert Pérez y Phil Regan no lo dudó un instante para solicitarlo, aún por encima del relevista Kelvim Escobar. Aquel 23 de enero de 2002 se jugaba el primer juego de la serie final. El juego llegó empatado 2-2 al cierre del noveno inning y el ambiente de competitividad remarcaba que esa serie no iba a ser ninguna perita en dulce para nadie. En cuanto el manager de Aragua, Bill Plummer trajo a relevar a Kelvim Escobar para enfrentar a Pérez, su compañero en Cardenales de Lara; la tensión se disparó a mil pulsaciones por segundo. Los Navegantes venían de perder dos series finales seguidas y la expectativa en la tribuna magallanera carcomía las uñas y revolcaba las respiraciones. Cuando Robert Pérez entró a la caja de bateo, se escuchó la más estremecedora música de puertas chirriantes de una película de Hitchcock. De poder a poder Escobar lanzó su recta más meteórica y Pérez respondió con su swing más estroboscópico paran mandar la pelota a la mitad de las gradas del jardín izquierdo para decretar la euforia en el José Bernardo Pérez mientras un reguero de corazones infartados acompañaba el trote del toletero alrededor de las bases.
10.- Un vuelacercas impensable de Mario Lisson. El 18 de enero de 2013 los Navegantes del Magallanes llegaron perdiendo 6-1 a la apertura del octavo inning ante Caribes de Anzoategui en su reducto del estadio Alfonso Chico Carrasquel de Puerto La Cruz. Siempre ha resultado muy complicado para el Magallanes ganar en Puerto La Cruz y más en postemporada. Erold Andrus y Ramón Hernández negociaron boletos y empezó a centellear cierto zumbido de aplausos reprimidos desde el rincón más recóndito del estadio. La primera señal de síncope cardíaco punzó las costillas cuando el narrador delineó el impacto de Reegie Corona para sacar la pelota del parque y acercar el marcado 6-4. Todavía quedaban tres carreras más de ventaja, en medio de la emoción quedaban restos de resignación, es difícil remontar una ventaja de ese calibre a esta altura del juego. Luego Elvis Andrus conectó imparable y Eliezer Alfonzo negoció boleto y todo quedó servido para que Mario Lisson la desapareciera en las gradas del jardín central para darle el triunfo al Magallanes 7-6. En la inmensidad del silencio del estadio resonaba la celebración de los seguidores de la nave magallanera.
11.- Estacazo laberíntico de Luis Camaleón García. El 10 de enero de 1965 los Tigres del Licey, el puntero de la liga profesional dominicana terminaba su periplo de cuatro juegos en LVBP en lo que entonces se conocía como series interligas. Los quisqueyanos tenían marca de 2-1 en los primeros tres desafíos ante clubes venezolanos. A mediados del encuentro la pizarra mostraba paridad 5-5. Pero los dominicanos pasaron al frente con una rayita en el octavo y otra en el noveno. En aquel Magallanes de su reaparición en LVBP pocos pensaban que había la disposición y el coraje para reaccionar en el cierre del noveno inning. El manager Alfonso Carrasquel trajo a Pelayo Chacón de bateador emergente por Luis Peñalver y este respondió con imparable ante Bob Humphreys quien pareció apretar el brazo al dominar a Mike White. Después Mike Ricketts despachó doblete para mantener encendida la esperanza. Entonces el reverbero llegó al clímax cuando Gary Kolb negoció boleto para llenar las bases. Allí salió Camaleón García, líder bate de la liga venezolana vigente y destapó un estacazo inmenso que se incrustó más arriba de la mitad de las gradas del jardín izquierdo ante el sobresalto y las bocas abiertas de los presentes.
12.- Vuelacercas de José Francisco “Cheo” Malavé revive al Magallanes. El30 de enero de 1996 Cardenales de Lara dominaba la serie final 3 juegos a 1 y ganaba el quinto juego 6-3 en la conclusión del cuarto inning. Luego de un out Clemente Álvarez conectó doblete a la izquierda. Eddy Díaz siguió con petardo para dejar hombres en las esquinas. Travis Baptist golpeó a Melvin Mora y la adrenalina alcanzó las cercanías del punto de ebullición cuando Edgardo Alfonzo recibió al relevista Kelvim Escobar con linietazo imparable que puso la pizarra 6-4. Entonces la expectativa se expandió por cada escaño del estadio José Bernardo Pérez de Valencia. En cuenta de 2-0 Escobar vino con una lisa por el medio y Malavé tronó el batazo que revolcó el marcador hasta poner al Magallanes a ganar 8-6 con lo cual se cambió el resultado de ese juego y también de esa serie final porque los Navegantes fueron a Barquisimeto y vencieron a los pájaros rojos en los juegos sexto y séptimo.
Alfonso L. Tusa C. 29 junio 2024. ©
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