Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
martes, 7 de enero de 2025
El Juego Casi Perfecto de Tom Seaver.
Algunas personas dirían que fue aquella seguidilla de 11 victorias que tuvieron los Mets de Nueva York luego de tener marca de 18-23 en sus primeros 41 juegos. “Todo empezó a encajar”, dijo Jerry Koosman (el zurdo que representaba la otra parte de ese magnífico tándem de pitcheo con Tom Seaver). Otros dicen que lo que realmente impulsó a los Mets hasta la órbita de un contendiente real en la división este de la Liga Nacional fue un incidente ocurrido el 30 de julio, cuando Cleon Jones provocó el disgusto de Gil Hodges por aparentemente no dar lo mejor de sí ante una pelota bateada hacia el jardín izquierdo. Hodges saltó al campo para sacar a Jones del juego. Jones explicó que tenía un tobillo adolorido. Mucho tiempo después, Joan Hodges (la viuda de Gil) dijo en una entrevista televisiva, que Gil fue a casa esa noche y le dijo que eso no fue planeado o calculado para nada, que él estaba sorprendido ante lo que percibió como una falta de intensidad, caminó fuera del dugout, y siguió caminando, y ya no pudo voltear hacia atrás”. Wayne Coffey, autor de They Said It Couldn’t Be Done. The ’69 Mets, New York City and the most Astounding Season in Baseball History. 2019.
Algunos otros dicen que fue el cambio de Donn Clendenon el 15 de junio de 1969 lo que de hecho fue el inicio del Milagro; los Mets enviaron al jugador del cuadro Kevin Collins y tres peloteros de ligas menores (Steve Renko, Jay Carden y David Colon) a los Expos de Montreal por el poderoso primera base.
También algunos expertos hablan de una doble cartelera que los Mets jugaron ante los Piratas de Pittsburgh en Forbes Field el 12 de septiembre de 1969. En el primer juego, Jerry Koosman lanzó nueve innings, permitió tres imparables para ganar 1-0. Para redondear su actuación empujó la única anotación del juego, con un sencillo en el quinto inning que trajo al plato a Bobby Pfiel, un infielder de respaldo que había empezado el juego como tercera base. En el segundo juego, Don Cardwell estuvo cerca de emular a Koosman, al lanzar ocho innings donde solo aceptó cuatro imparables en un juego donde los Mets volvieron a ganar 1-0. Y otra vez, fue el pitcher quien empujó la única carrera, cuando Cardwell sencilleó hacia la izquierda en el segundo inning para hacer anotar a Bud Harrelson. Hay que hacer notar que los Piratas de 1969 era un buen equipo, terminaron con marca de 88-74, y que Willie Stargell y Roberto Clemente batearon como tercero y cuarto en el primer juego. Stargell también participó en el segundo juego, y Clemente salió como emergente.
Pero para muchas personas de beisbol, el verdadero punto de inflexión de aquellos Milagrosos Mets llegó en los primeros días de julio de 1969. Sin importar que a mediados del mes de agosto, la ventaja de los Cachorros llegaría hasta 10 juegos, este juego le dio a los Mets la resiliencia para venir de atrás. Los Cachorros de Chicago habían llegado a Nueva York, tenían una ventaja de cinco juegos sobre los Mets, “…pero los Cachorros no nos estaban tomando en cuenta seriamente como contendores. No muchas personas lo hacían”, dijo Tom Seaver. Antes del primer juego de la serie, Ron Santo, el tercera base de los Cachorros, comparó la alineación de Chicago con la de los Mets. Recalcó que ellos tenían a una estrella establecida en cada posición, mientras los Mets solo tenían peloteros jóvenes, relativamente poco conocidos. Los Cachorros tenían un gran equipo: Santo, Ernie Banks, Glenn Beckert, Randy Hundley, Don Kessinger, Billy Williams.
“Santo subestimó a nuestro equipo totalmente. Subestimó nuestra defensa, y no estaba al tanto de la clase de pitcheo que teníamos. Teníamos un pitcheo muy fuerte, muy bueno. Nuestro pitcheo era joven, ninguno de nosotros, Jerry Koosman, Gary Gentry, Nolan Ryan, Tug McGraw, habíamos estado más de dos o tres años en las mayores. Me parece que había margen para la especulación”, dijo Seaver.
Los peloteros a menudo hacen lo que hizo Santo, sopesan las alineaciones y pasan por alto el valor del pitcheo. Eso puede llevar a grandes errores. El pitcheo es el factor más importante de cualquier equipo. El pitcheo de calidad puede vencer otros atributos importantes.
“No tengo que recordarle a nadie cuan importante resultó ser el pitcheo para los Mets aquella temporada. Eso está en los libros. Vencimos a los Cachorros en el primer juego de la serie el 8 de julio, al rescatar el juego con tres carreras en el noveno inning, después de estar perdiendo 3-1. Luego del juego, Santo criticó a Don Young, el jardinero central de los Cachorros, por no haber atrapado dos elevados que cayeron para convertirse en imparables en el noveno inning. Leo Durocher, el manager, también criticó a Young”, dijo Seaver.
El próximo juego fue el miércoles, 9 de julio, Jimmy Qualls estaba en el jardín central por los Cachorros en vez de Young. Qualls era un novato con pocos juegos de experiencia en las mayores, y bateaba alrededor de .230.
“Nadie en nuestro equipo sabía nada de Qualls excepto Bobby Pfiel, quien había jugado contra él en las menores. ‘Usualmente conecta la pelota en todas las direcciones del terreno’, me dijo Pfiel. “Lánzale pelotas duras”.
Fue la primera vez que 60.000 personas asistieron a Shea Stadium para ver a los Mets. Nancy, la esposa de Seaver estaba en las tribunas, y también su padre quien había viajado desde la costa oeste y fue al estadio directamente desde el aeropuerto.
“Podía sentir la tensión, la excitación, las expectativas de la multitud más de lo que las había experimentado antes. Eso era estimulante, pero también ponía mucha presión sobre mí. No se podía hacer más nada sino sentirlo. Estuve algo preocupado cuando calenté porque sentí rigidez en el hombro. Me tomó un par de innings para que se relajara, hasta que la adrenalina empezó a fluir para aliviar el hombro”.
Ken Holtzman era el pitcher abridor de los Cachorros y los Mets lo atacaron de inmediato. Tommie Agee conectó el primer envío y consiguió un triple y Pfiel lo empujó con doblete. Habían tomado ventaja cuando Holtzman solo había hecho dos lanzamientos.
Entonces los Mets marcaron dos carreras más en el segundo episodio, Seaver empujó una de ellas con un doble. Y anotaron otra rayita en el séptimo inning cuando Cleon Jones descargó cuadrangular para colocar el marcador 4-0.
“Mientras tanto, yo retiraba a los Cachorros en orden inning tras inning. El hombro que había sentido rígido al inicio del juego empezó a sentirse bien. Estaba lanzando más duro de lo que hubiese logrado antes. Ponché cinco de los primeros seis Cachorros que enfrenté, y cuando bateaban la pelota iba de frente hacia alguien”.
Cuando ponchó los tres bateadores en el segundo inning, el coach de lanzadores Rube Walker, reportó después Newsday, le dijo al manager Gil Hodges, “Tiene suficiente repertorio para lanzar sin hits ni carreras esta noche”.
“Tratas de aislarte del ruido de la multitud durante el juego, de mantener la concentración, pero a medida que el juego avanzaba era más difícil hacerlo. Para el séptimo inning, la multitud coreaba cada pitcheo. Con cada out se levantaban y me ovacionaban”.
En el sexto inning, Ed Kranepool rompió el código de silencio al decir, de acuerdo a la reseña de Newsday, “Está lanzando juego perfecto”.
“Cuando Williams fue a batear para terminar el séptimo inning, fue el vigésimo primer bateador que había retirado en fila. No había caminado a nadie. Yo tenía un juego perfecto. Todos en el estadio lo sabían. Nadie en nuestra banca me decía nada pero yo sabía lo que estaba ocurriendo ¿Cómo no iba a saberlo?”
En el séptimo inning, el primer bateador de Chicago, Don Kessinger, bateó una curva alta hacia la raya del jardín izquierdo. “Eso fue todo”, se reportó que dijo Seaver. Pero Cleon Jones corrió y capturó la pelota.
Glenn Beckert conectó un elevado suave a la derecha, una jugada de rutina, pero Ron Swoboda no dio nada por sentado. “Sabes que se trata de un juego perfecto”, dijo después. “Y no quieres ser el aguafiestas que lo estropee”.
El tercera base Ed Charles hizo una buena jugada ante roletazo de Williams para terminar esa entrada.
En el noveno inning, Randy Hundley trató de tocar la pelota, y la inmensa mayoría de los 50.709 aficionados que plenaban Shea Stadium lo abuchearon. Pero la pelota salió de frente a Seaver y fácilmente lo retiró en primera.
A las 10:07 pm, Qualls, un bateador ambidiestro ubicado a la zurda, llegó al plato. El jardinero central Tommie Agee consideró moverse un poco hacia el jardín izquierdo, de acuerdo al reporte de Newsday. “Si alguien iba a romperlo”, fue citado Agee, “Era este tipo”.
Qualls hizo swing ante el primer envío de Seaver, dijo que fue una recta a la altura de la cintura, y bateó una línea profunda hacia el jardín central y el izquierdo, entre Agee y Jones. Seaver agachó la cabeza.
“En su primer turno había conectado una recta hacia la zona de seguridad del jardín derecho. La próxima vez bateó duro una curva hacia primera base. Estaba tratando de hacerle pitcheos diferentes pero parecía tener respuesta para todo”.
Debido a que Seaver no había enfrentado a Qualls antes de este juego, no estaba muy seguro de cómo lanzarle, dijo el cátcher Jerry Grote desde Belton, Texas. “Le dije algo a Tom en el dugout ‘¿Cómo quieres lanzarle?’”
“Dijo que quería hacerle un buen pitcheo pero yo quería que fuera abajo y afuera. Terminó lanzando arriba y Qualls alcanzó la pelota y la conectó. Ese fue su primer juego contra nosotros. No sabíamos mucho de él pero las tres veces conectó duro a Tom”.
Seaver seguía descorazonado años después, al decirle al autor Peter Golenbock en “Amazin”, “Nunca, en ningun aspecto de mi vida, en el beisbol o fuera de este, había experimentado un disgusto como ese. A los 25 años de edad, era muy viejo para llorar”.
El disgusto de Seaver de aquella noche fue comentado desde el dugout de los Mets. “Él es humano, como todos los demás, eso se puede ver en los hombros, en el lenguaje corporal”, dijo desde Fountain Hills, Arizona, el pitcher Jim McAndrew, 75. “El asunto con Seaver era tan único, no dejaba que nada que hubiese pasado hacía cinco minutos le afectara o distrajera de lo que tenía que hacer para seguir adelante. Eso ocurrió y en efecto el dijo ‘que buena broma, pero hay que seguir adelante’.
Grote dijo que no creyó necesario que fuese al montículo. “Sabía que Tom estaba muy disgustado”, dijo él. “Cometió un error, si hubiese lanzado abajo en vez de arriba habría salido un roletazo de frente a él o al short stop”. Seaver retiró los próximos dos bateadores, Willie Smith con elevado en foul a primera base y Don Kessinger con globo a la izquierda, para terminar el juego.
“Cuando caminé desde el dugout a través del túnel que llevaba al clubhouse, vi a Nancy. Tenía lágrimas en sus ojos. ‘¿Por qué estás llorando?’ le dije. “Ganamos 4-0”.
Qualls se encontró con Seaver la semana siguiente en Wrigley Field. “Corríamos en los jardines y él dijo algo acerca de que yo le costé un millón de dólares”, dijo Qualls. “Nos reímos”.
“Todavía me siento de la misma manera ¿Lamentos? ¿Cómo te puedes lamentar de un juego de un imparable que lanzaste en medio de la carrera por el banderín?”
Alfonso L. Tusa C.
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