sábado, 8 de febrero de 2025

Mi inesperado Profesor de Escritura: Pedro Martínez.

Observar a un maestro del montículo para mejorar tus habilidades de escritor.
Will Harrison. The New York Times. Baseball newsletter. 12 de Julio de 2023.
Recluido durante la cuarentena del Covid, me obsesioné gradualmente con archivar videos de “vida humana real”, por lo que hurgué en internet en busca de cualquier video que pudiera encontrar de Pedro Martínez, mi pelotero favorito, en acción. Observarlo pitchear fue como tener acceso a las memorias que había olvidado o nunca tuve. Afortunadamente, el juego más ilustre de su carrera __que ocurrió el 10 de septiembre de 1999, cuando su equipo, los Medias rojas de Boston enfrentaron a los Yankees, en Nueva York, en medio de la carrera por el playoff__ ahora está ampliamente disponible en línea. Los espectadores contemporáneos pueden ver lo que para mí no es simplemente un juego de beisbol sino una novela, una ópera, una obra maestra lírica. Ver ese juego se siente como presenciar la obra escrita por Virginia Woolf “Mrs. Dalloway”, en tiempo real, justo frente a usted. Inevitablemente, mi hábito de revisar videos llegó a influenciar mi trabajo. “Así es como se siente escribir últimamente”, escribí en mi diario. “Todo trata de una secuencia de pitcheo, acerca de una variación de oraciones. Hay que desplazar al lector a través del párrafo. Recta, curva, cambio. Oración normal, oración larga, oración corta. Oración directa declarativa, oración periódica, fragmento de oración. Hay que mantenerlos en las puntas de sus pies, seguir lanzando la pelota para pasarlos”. Siempre estoy pensando en el papel que juegan el ritmo y el movimiento en mi prosa y en la de mis escritores favoritos. Me agrada la manera como el lenguaje puede saltar desde mi mente y luego pasar a mis dedos, como una curva al salir de la mano de un pitcher estrella. Estudié a Martínez, primero como pelotero y luego, eventualmente como artista __lo leí de cerca como se haría con un autor modernista. Llegué a aprender que él es un instructor de escritura excelente, por descabellado que suene. Sus juegos más resaltantes son una clase magistral de cómo cambiar registros, como diseñar estrategias, como crear formas y patrones y leitmotivos. Con Martínez se puede aprender como actuar en la página.
El juego ante los Yankees empezó de manera extraña: En el cierre del primer inning, Martínez roza la camiseta del bateador abridor Chuck Knoblauch con una recta adentro, para embasarlo por pelotazo. Muchos de mis trabajos magistrales, también empiezan con algo de debilidad. De hecho: “Mrs. Dalloway dijo que ella misma compraría las flores”, escribió Woolf. ¿Qué tipo e pitcheo es ese? Es una declarativa y confidente oración de apertura, y pone en juego su reclamo: tal vez una recta pegada. “For Lucy had her work cut out for her”. (Porque Lucy tenía su trabajo cortado a su medida) A primera vista aquí tenemos otra recta, pero el “for” inicial pone algo de efecto en ella, convirtiendo una oración declarativa en otra sin sentido o en apéndice de la anterior: curva en la esquina de afuera. Después que Knoblauch es retirado en intento de robo, Martínez retira a los próximos cuatro bateadores antes de lanzar un poco característica recta plana al toletero de los Yankees Chili Davis, quien descarga jonrón hacia las gradas del jardín derecho, para poner la pizarra 1-0 a favor de los Yankees luego de dos innings. Dado lo defectuoso de los dos primeros episodios, podría ser fácil ignorar lo que se transpira. De hecho, varias de las grandes actuaciones de Martínez parecieran estar catalizadas por una restricción de su propia creación, por el aumento de apuestas de un hombre espectáculo. (Considere el juego versus los manta Rayas de Tampa Bay en agosto de 2000 cuando él incitó que las bancas se vaciaran en una batalla campal luego de golpear al bateador abridor, Gerald Williams, antes de lanzar sin permitir imparables por ocho innings completos). Es como si su potencial de pitcheo __su repertorio, como lo llaman los scouts en el beisbol__ fuera un haz de luz poderoso y abultado que debe afinar y precisar mientras el juego avanza.
Para el tercer inning, el haz de luz encandila a los campeones mundiales defensores Yankees, brillando justo en sus ojos. La parte resaltante del inning llega cuando Martínez le lanza una curva a Scott Brosius en cuenta de 0-1, la pelota se dobla como si fuese una montaña rusa, sube y luego baja de pronto con una intensidad que deja a Brosius trastabillando mientras precipita suavemente en la zona de strike. Dos pitcheos después, Martínez lanza una recta alta a través del swing de Brosius para poncharlo; esa vez la pelota hace un hipo más sutil, disparándose hacia arriba mientras se acerca al plato. En el juego de los Yankees, Martínez trabaja, la mayor parte del tiempo a un paso implacable, como si escribiera oraciones completas desde lo más alto de su inspiración, editando solo cuando es necesario. Mientras los innings avanzan también lo hace su total de ponches, lo cual alimenta la energía de los usualmente despiadados bombarderos del Bronx, llevándoles lentamente a su territorio. En el séptimo inning, mientras cuidaba una ventaja de 2-1, ponchó al corazón del orden al bate de Nueva York: Derek Jeter, Paul O’Neill, Bernie Williams. Después que Jeter abanicara, salió una gráfica en pantalla, detallando los líderes en poches de la temporada en la Liga Americana En primer lugar se encuentra Pedro Martínez con 267, y en segundo está Chuck Finley con …167. Para el momento cuando Martínez sube al montículo en el noveno inning la multitud delira de pie. En el jardín derecho, un conglomerado de banderas dominicanas ondea con intensidad, y los chicos de la fraternidad también están de pie. Para ese momento, Martínez ha recetado 14 ponches, retirado todos los 19 bateadores desde el jonrón de Davis y no ha permitido que le pongan la pelota en juego desde el sexto inning. Mientras su maestría aumenta con cada inning exitoso, se empieza a sentir como si estuviera lanzando sin hits ni carreras pero en reversa; parece como si el estadio entero de 55.000 espectadores se hubiese convertido a su favor, todos ellos fanáticos por el arte del pitcheo.
El episodio final no decepciona; la novela obtiene el capítulo final que merece. Con 13 pitcheos, Martínez poncha a cada bateador que enfrenta, fulminando a Knoblauch __el único bateador de los Yankees que no se había ponchado__ con una recta de 97 millas por hora, del tipo que convierte las rodillas del bateador en gelatina. Aquí, Martínez imparte su lección final de escritura: Deje sus mejores recursos para el final, pero no te retrases más de la cuenta. Mientras veía el noveno inning, no puede evitar pensar en Woolf de nuevo, esta vez en la oración concluyente de “To the Lighthouse”, la cual describe a la pintora Lily Briscoe terminando un lienzo en el cual ha estado trabajando toda la novela: “Si, pensó ella, inclinando su pincel en fatiga extrema, he tenido mi visión”.
Will Harrison escribe sobre literatura y artes visuales. Su trabajo ha aparecido en The Baffler, Frieze, BOMB y otras revistas.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 17 de Julio de 2023.

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