miércoles, 5 de febrero de 2025

Sesenta años de aquel Campeonato Mundial de Beisbol Juvenil.

Siempre me lamentaba en medio de las incidencias de los juegos amateur de series o campeonatos internacionales en los cuales la novena venezolana se enfrentaba a la cubana a comienzos de los años 1970s. Casi siempre salían ganadores los cubanos, tal era el dominio que llegué a preguntarme si lo que decían de los héroes del campeonato mundial de 1941 y los ganadores de la medalla de oro de los juegos panamericanos de 1959, no era más que fantasía, sobre todo los juegos que Venezuela le había ganado a Cuba. En medio de mis sinsabores al escuchar por radio otro juego donde Venezuela perdía con Cuba en un campeonato mundial juvenil, noté como aquel señor de anteojos bifocales y cabellos grises detrás de una frente amplia, sonreía. Elías, el hermano de abuelo que aparecía esporádicamente en las reuniones familiares dominicales, se me acercó a un costado de la roca donde veía las olas marinas estrellarse sobre la arena. “No siempre fue así, ni tampoco el ’41 y el ’59 son las únicas referencias de victorias venezolanas frente a los cubanos. También está un campeonato de beisbol juvenil que se jugó en Caracas en agosto de 1960”. Elías hablaba muy pausado, yo casi le pedía que hablara más rápido, pero de inmediato recordaba las normas del buen oyente que mis padres tanto exigían en casa, al punto de mandarme a mi cuarto de inmediato, o indicarme un cambio de miradas de las más incandescentes cada vez que las rompía. En ese momento abuelo llamó a Elías para que almorzara, ni siquiera el más subyugante olor de limón, ají dulce y la más jugosa pulpa de un sancocho de mero me hizo olvidar de la historia. Me atraganté varias veces entre los pedazos de ocumo y auyama, y la exquisita carne del mero. Abuela me dijo que tuviera cuidado con las espinas. Esa vez me parece que me tragué siete, con la fortuna de que ninguna se atravesó en mi garganta. La ansiedad me retorcía los huesos, cuando ví que Elías todavía iba por la mitad de su plato, tuve que salir por un momento hacia la playa, me quedé entre la espuma de las olas, desde ahí vigilaría el momento cuando Elías se levantara de la mesa.
Como la espera se alargaba me acerqué a la casa ante los gritos característicos de un juego de naipes llamado “truco”. Bajé la mirada y casi entierro la barbilla en mi pecho cuando vi que Elías barajaba las cartas en una mesa plegable y sonreía ante los comentarios de que no se fuera a robar el “perico” (la pieza de más valor en el juego). Papá notó mi disgusto y me lanzó una de aquellas miradas punzantes que en principio me disgustaban pero en la segunda versión me tranquilizaban, me martillaban los pies sobre la tierra y entendía perfectamente el mensaje, “todo tiene su momento, espera y tendrás tu recompensa”. Elías jugaba muy bien al truco, por lo cual tuve que esperar más de media hora. Cuando finalmente perdió un juego, me había ido a darme un chapuzón. Entonces corrí hasta casi caerme entre el agua y la arena. Elías se recostaba en una hamaca de moriche. “Pensaba que te habías olvidado de ese juego”. Tuve que esperar otra media hora a que durmiese la siesta. Como a la séptima piedrita que lancé contra los guarales de la hamaca, Elías asomó la nariz y sonrió. Dijo que pensaba que se me había olvidado lo de aquel juego. “Eso fue un domingo en la mañana, estábamos terminando de cepillar unas puertas de roble en la carpintería y tu abuelo me llamó la atención varias veces porque cuando el se descuidaba yo cambiaba el programa musical que tenía sintonizado y ponía el juego de pelota. Él decía que necesitaba la música para relajarse y hacer mejor su trabajo. Le dije que por Venezuela iba a lanzar un pitcher cumanés. Cuando oyó el nombre de Nicolás Jaimes empezó como siempre a desplegar todos los mapas de su geografía social hasta determinar la familia, la calle y el barrio donde vía aquel pitcher”. Elías se acomodó los anteojos en el tabique nasal y subió un poco en la hamaca. Hacía señas con las manos para indicar como cepillaba las puertas de roble y luego se acercaba a la repisa del radio para cambiar desde Radio Cumaná hasta Radio Sucre.
En el primer episodio Jaimes empezó ponchando a Renold García, pero después se complicó la situación cuando el primera base Ángel Rosillo no pudo manejar un batazo de Valdés y a continuación el campocorto Rigoberto Mora también cometió error ante roletazo encendido de Arcia. Los nervios parecían apoderarse del equipo venezolano, entonces Jaimes logró sortear la dificultad al ponchar al cuarto bate “Tamakún” Martínez y luego también recetó ponche para Ángel Suárez. En el cierre de ese episodio Mora se embasó por error del segunda base Casares, se robó la intermedia, y desde allí llegó a tercera base cuando Rosillo llegó a primera por otro error del antesalista. Desde allí anotó mediante largo elevado de sacrificio del jardinero Jesús Quilarque. Elías se acomodó en la hamaca mientras decía que pasó un tiempo sin escuchar el juego “porque tu abuelo volvió a sintonizar la emisora del programa musical, tuve que esperar a que fuera al baño para volver a poner el juego”. Elías chasqueaba los dedos entre los bordes de la hamaca y señalaba hacia donde abuelo terminaba de apagar las brasas del fogón. “Tuve que escaparme por un momento para escuchar el segundo inning, me encaramé a la mata de guayaba del patio y desde allí escuché que Jaimes había empezado el segundo inning dando boletos consecutivos al primera base Rengel y al camarero Fernández quien había reemplazado a Casares. Tu abuelo había empezado a llamarme, pero no podía perderme de lo que podía pasar en ese inning. El cátcher Davis la rodó delante del montículo y el receptor venezolano, Romero, sacó a Rangel en tercera base. El pitcher Pedro Ferino se ponchó y García bateó roletazo por el campocorto que permitió forzar a Davis en segunda. Entonces salté desde la mata de guayaba y corrí hacia la carpintería, tu abuelo tenía cara de pocos amigos y reclamaba que si iba a seguir en esa guachafita de estar escuchando el juego mejor era que me fuera para la casa”.
Elías ideó que necesitaba ir al baño y se escurrió hasta la pared del patio donde escuchó las incidencias del quinto inning: Pablo Lunar conecto imparable a la derecho, Jaimes siguió con otro incogible por la misma banda que llevó a Lunar hasta la antesala desde donde anotaría la segunda rayita venezolana mediante petardo de Orlando Herrera al jardín central. “Cuando regresé al taller, tu abuelo seguía con el rostro endurecido. Luego de más de media hora sin saber del juego, me aventuré a sintonizarlo por un momento, en el octavo inning los cubanos tenían a García en segunda base, Valdés bateó roletazo violento por el montículo que sorprendió a Jaimes y cuando lanzó a segunda ya era tarde, por lo cual quedaron hombres en primera y segunda con un out. Luego Jaimes apretó el brazo para dominar a Arcia con elevado al jardín derecho. El cuarto bate “Tamakún” Martínez bateó roletazo candente que hizo lucir al antesalista Lunar quien remató la jugada con potente disparo a la inicial. Elías se sentó en la hamaca y afincó los pies sobre el piso de cemento rústico. “Cuando me dirigía hacia el fondo del patio para escuchar el noveno inning, tu abuelo sintonizó el jugo y le dio volumen. Ángel Suarez inició el episodio con imparable. Luego Rangel soltó roletazo cargado hacia la segunda base que hizo lucir a Remigio Hermoso, quien había sustituido a Herrera, al atrapar la pelota para iniciar un dobleplay en combinación con el paracortos Mora. El dominio de Jaimes fue tal que solo permitió tres imparables: el primero en el quinto inning de parte de campocorto García que sirvió para llevar Ferino hasta la antesala donde fue puesto out por Lunar al separarse de la base, el segundo en el octavo cortesía de Rolando Amaro quien emergió por Ferino, y el tercero en el noveno conectado por Suarez. Jaimes propinó diez ponches a los cubanos, incluidos tres seguidos al cuarto bate “Tamakún” Martínez, considerado el terror de los lanzadores de ese campeonato”. Concedió tres boletos.
Alfonso L. Tusa C. © 15 de junio de 2020.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los 11 quienes recibieron y dirigieron juegos sin imparables ni carreras.

Matt Kelly. Febrero 13, 2021. MLB.com Un juego sin imparables ni carreras está conceptuado como uno de los logros individuales más g...