Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
martes, 22 de abril de 2025
Dámaso y Dimas.
La recurrente situación de los antesalistas magallaneros teniendo dificultades para manejar lineazos o roletazos candentes sobre la linea de cal detrás de tercera base, o tomar la pelota a mano limpia para frustrar intentos de toque o rodados adormecidos en este inicio de la temporada 2022-23, me hizo rememorar tal vez a los dos mejores terceras bases defensivos que hayan vestido la camiseta de los Navegantes. Resulta insufrible ver la indefensión o falta de recursos con que se ataca o se deja de atacar las pelotas dirigidas a la esquina caliente, de manera tan seguida, que es inevitable superponer las atrapadas, los reflejos, la anticipación con que Dámaso Blanco y Dimas Gutiérrez ejecutaban las jugadas más increíbles alrededor de la tercera base. Tan pronto como sonaba el impacto volaban hacia la línea de cal para capturar la pelota y desde el suelo enviar el más potente disparo hacia primera base. Los bateadores se quedaban mirando hacia tercera base como si allí habitase un monstruo implacable, despiadado.
Si un equipo carece de un tercera base que ejecute las jugadas, que tome esos tizones sobre la raya, que desactive las granadas de los toques de bola frente al plato, que reaccione antes los roletazos invisibles hacia el lado del guante; difícilmente puede ser considerado como contendor. Por eso los pitchers miraban de reojo, por el rabillo del ojo hacia tercera base cuando se inclinaban a buscar la bolsa de las pezrrubia en medio de una situación complicada. Por eso Roberto Muñoz decía que sentía un fresquito en la cara cuando salía un lineazo por la esquina caliente y Dámaso le saltaba cual lince hambriento. Por eso Rich Sauveur o Lester Straker se tocaban la visera de la gorra cuando Dimas venía hasta las proximidades del plato para tomar un toque a mano limpia y reventar al corredor en primera cuando casi pisaba la base. Nada de metérsele de lado a los roletazos más candentes, ni torear las líneas más invisibles. Dámaso desde la naturalidad, Dimas desde el arrojo siempre se ubicaban frente a la pelota.
Cualquiera puede cometer errores, el punto es tener la disposición, el coraje, la épica para enmendarse y regresar con las mejores correcciones luego de cada uno de ellos. Los pitchers sabían que luego de un error Dámaso podía ejecutar la jugada más fantasmal, que Dimas registraba la arcilla de tercera base hasta estremecerla. Regresaban como los contendores más obstinados, como los rivales más obcecados, como los tiburones que han recibido el arponazo más profundo. Si alguna pelota rebotaba de su guante o pomponeaba en sus dedos la rescataban en el aire y lo que enviaba n a primera base era poco menos que un misil. Ni Dámaso ni Dimas contaban con datos sabermétricos, tal vez sus managers les hacían alguna observación cada cierto tiempo, solo trabajaban a punta de memoria, de las previsiones que les aportaba la experiencia, siempre tenían la capacidad para reponerse si la ubicación no había sido la mejor, de un salto podían atacar y alcanzar la pelota.
Siempre me llamó la atención como Dámaso podía bajar hasta casi cinco metros del plato cuando el toque estaba más que cantado, solo pensar que podían cambiar la seña y batear un lineazo estridente me hacía temer por la integridad física del tercera base. Más de una vez escuché o vi como los reflejos de Dámaso le permitía soltar un guantazo para atrapar la pelota frente a su rostro, o lanzarse hacia atrás para capturar un roletazo ígneo que amenazaba con internarse en las profundidades del jardín izquierdo. Ese instinto, esa determinación quedo grabado en aquella Serie del Caribe cuando Dámaso desactivó aquel intento de squeeze play de Santos Alomar, cuando vino corriendo hacia el plato y con la mano limpia tomó la pelota para hacer out al corredor en la mascota del cátcher Ray Fosse, o la vez que descifró las intenciones de Victor Davalillo para abalanzarse cual relámpago sobre el toque de pelota a escasos metros del plato y sobre la marcha disparar a primera base para sacar a Vitico en el salto.
Las intervenciones de Dimas resultaban tan impresionantes y fantásticas que hasta el propio Bill Madlock en un entrenamiento primaveral, de acuerdo a lo reportado por el periodista Rodolfo Mauriello en su columna Extrainning, antesalista regular de los Piratas de Pittsburgh a mediados de los años 1980s, al observar varias atrapadas de Dimas sobre la raya de tercera base delante y detrás de la almohadilla, y otras tantas hacia el lado del guante, además de varios toque tomados a mano limpia en la vecindad del plato; silbó y exclamó; “Unbelievable! ¡Voy a tener que dar lo mejor de mí en estos entrenamientos, sino es muchachito me puede quitar el puesto de titular!” Como nunca en un entrenamiento primaveral, ese día Madlock le pidió al manager que lo incluyera en el juego en el octavo inning, solo para jugar a la defensiva, no importaba si no tomaba turno al bate. Chuck Tanner se quedó mirando a Madlock como diciendo: ¨¿Estás seguro de lo que dices?”
Ahora los terceras bases con excepciones como Nolan Arenado entre otros, parecieran predispuestos a torear los misiles bateados hacia ellos, parecieran olvidar porque a esa posición siempre la han llamado “la esquina caliente”, al punto de que han perdido varios juegos por no ejecutar los fundamentos defensivos esenciales de un tercera base. Cuando se tuvo la oportunidad de apreciar el juego preciso, agresivo e intenso de antesalistas como Dámaso y Dimas, se sufre mucho al observar como de manera frecuente se cometen errores por no atacar la pelota de frente, o no anticipar la jugada, aún cuando ahora se cuenta con sofisticadas herramientas estadísticas. Dámaso y Dimas siempre estaban entre los mejores antesalistas defensivos de la liga venezolana. Aunque esos numeritos son poco conocidos, quienes han tenido la ocasión de revisarlos entienden y reconocen porque estos dos peloteros merecen ser considerados entre los mejores cinco terceras bases defensivos de la liga en toda su historia.
Alfonso L. Tusa C. 18 de noviembre de 2022. ©
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