viernes, 23 de mayo de 2025

Los poderes terapéuticos del beisbol.

Ahí estaba el carro volcado sobre su costado. Se trataba de una de esas camionetas de última generación, con todos los avances tecnológicos, igual el ser humano puede hacerlos inservibles con su cúmulo de apremio, desespero, impaciencia. El camión de bomberos llegó y en medio de la gravedad y el dolor, los bomberos iniciaron la rutina distinta propia de las exigencias de cada jornada. Nunca había viso un episodio de Chicago Fire relacionado con cierta preponderancia y contundencia hacia el beisbol, habías visto menciones al hockey, observaciones al futbol americano, asomos del boxeo, pero nada que ver con beisbol. El bombero se asomó a la ventana de la camioneta para de costado sobre el pavimento, con mucho cuidado ejecutó los movimientos para mantener la estabilidad del vehículo. En el fondo estaba un niño de algunos diez, once años de edad. La mirada extraviada y las mejillas estrujadas denotaban un dolor que apenas le permitía sollozos. El bombero preguntó si se podía mover y el niño respondió que le dolía mucho el brazo. Ante la inminencia de las llamas, el bombero pidió permiso y saltó al interior. En medio de la tensión y el dolor, el bombero notó la gorra de los Cachorros de Chicago y le preguntó al niño si era seguidor de los oseznos. Mientras el niño respondía y olvidaba el sufrimiento, el bombero maniobró y lo levantó hasta sacarlo del carro, mientras subían le comentaba que él también había sido aficionado de los cachorros toda su vida. El niño sonrió y mientras apretaba las lágrimas lanzó una mirada al fondo donde yacía una carpeta con barajitas. En medio de alegría de los padres y la diligencia de los paramédicos para trasladarlo a la ambulancia el niño recordó que había dejado las barajitas de los Cachorros en la camioneta. Ante la inminencia del fuego devorando el vehículo, el bombero le dijo que él también tenía una carpeta de barajitas de los Cachorros. Esa misma tarde se las llevó al hospital. Se disculpó porque aquellas barajitas eran del equipo de 1989. El niño mencionó “el equipo de Greg Maddux”, el bombero asintió y juntos sonrieron y recordaron las hazañas de “el Profesor”.
El bombero no sabía como explicarlo, sin embargo había diseñado un plan para subsanar la decepción. No había encontrado sus barajitas. Antes que el niño bajara la mirada, el bombero refirió que había conseguido permiso para que diesen una vuelta por la ciudad en el camión de bomberos. Los padres le ajustaron el cabestrillo del brazo recién operado y lo acompañaron hasta subir al camión. Cuando se detuvieron en el estacionamiento de Wrigley Field, el bombero dio dos palmadas en el hombro del niño. Casi corrieron hasta la tribuna del dugout de los Cachorros y ahí los esperaban varios peloteros de los Cachorros, entre ellos el tercera base Kris Bryant, el pelotero favorito del niño.
Alfonso L. Tusa C. Mayo 23, 2025 ©.

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