miércoles, 30 de julio de 2025

¿Cuántas afrentas ha soportado el Beisbol?

Observar que el equipo de la Liga Americana no cubría el terreno en el inicio el extrainning, te hizo temer que el juego de estrellas de Major League Baseball tendría un desenlace mimetizado en la “evolución” del béisbol moderno. En efecto habría un home run derby para romper la atmósfera de vértigo y suspenso creada por el empate 6-6. Al menos la invasión del bateador designado fue un proceso lento que requirió más de treinta años para establecerse en la Liga Nacional. Ahora hay que ajustarse a los templones concomitantes de una oficina del comisionado insaciable por aligerar el juego. Hay que respirar profundo, hasta reventar el último alveolo de paciencia antes de apagar el televisor, o el i-phone cada vez que el cátcher debe permanecer pasivo ante el corredor que se aproxima al plato porque no puede bloquear hasta no tener la pelota en la mascota, así sentencia la norma nueva. También se necesita tragar mucha saliva cada vez que se ordenó un boleto intencional sin hacer los cuatro lanzamientos desde siempre reglamentarios. Ahora, más allá de la puñalada del corredor fantasma en segunda base en la apertura del décimo inning, ni siquiera habría tal entrada. Aparecieron grupos de bateadores de ambos bandos, con un lanzador propio de la ocasión y presto! Todo se decidiría mediante un torneo de jonrones. ¿Beisbol? Solo vestigios. Tal vez haya más elementos de cricket. En cuestión de minutos se resolvió el desempate, nada que ver con el tie break del tenis o el tiempo extra del baloncesto, en esos deportes se conservan los elementos del juego con toda naturalidad tal cual ocurre en un extrainning legítimo de beisbol. Si la presencia del corredor fantasma al inicio del décimo inning parece una puñalada a la esencia de ecuanimidad propia de cualquier deporte, continuar la acción con un evento que rompe la continuidad del juego, implica una lesión más profunda que podría significar la degeneración o deformación del beisbol en medio de barbaridades como efectuar entrevistas a peloteros en medio de un inning en proceso. Todos los deportes requieren, exigen una concentración total a fin de lograr el objetivo planteado, mucho más cuando se trata de disciplinas donde la cinética juega un papel determinante y continuo. Lidiar con una pelota que puede alcanzar velocidades superiores a las 100 millas por hora, representa un riesgo que solo se puede minimizar mediante un grado máximo de atención. ¿Cómo se justifica entonces que MLB autorice entrevistas en pleno desarrollo del juego? Si se pidiera la opinión o la intervención de los bomberos para hacer un análisis de riesgos durante el desarrollo de un juego de MLB o cualquier liga profesional, de seguro esas entrevistas durante el curso del juego formarían parte de la lista de no conformidades, con sanciones bastante contundentes. Tampoco es comprensible como los periodistas o comunicadores sociales hayan convenido en llevar a cabo entrevistas que podrían significar accidentes complicados, de resultados lamentables. Las veces que has visto esa insensatez, has cambiado de canal o apagado el televisor. ¿Será que el béisbol desaparece de a poco y solo vive en los recuerdos o en los pasos fantasmales de reportajes antiguos, páginas amarillentas quebradizas, grabaciones paralizadas por el óxido de las cintas magnetofónicas? Siempre escuchaste que cada quien tiene sus gustos y en base a ello decide como invertir su tiempo. El beisbol siempre tuvo nueve innings, cada uno con tres outs, cada ponche tres strikes, cada boleto cuatro bolas. Si te agrada el beisbol nunca te quejarás de su lentitud. Eso de que las nuevas generaciones viven a un ritmo atropellado, con mucha velocidad y energía, no es nada nuevo. Quien va a apreciar el juego siempre tendrá tiempo para un extrainning, una conferencia en el montículo o una conversación pitcher y cátcher a medio camino entre el montículo y el plato. Tal vez hay cambios aceptables como el tiempo que tarda el pitcher entre lanzamientos, que el bateador no pueda salirse de la caja de bateo, que el pitcher no pueda hacer más de tres envíos al tratar de hacer out a un corredor.
Observar que el equipo de la Liga Americana no cubría el terreno en el inicio el extrainning, te hizo temer que el juego de estrellas de Major League Baseball tendría un desenlace mimetizado en la “evolución” del béisbol moderno. En efecto habría un home run derby para romper la atmósfera de vértigo y suspenso creada por el empate 6-6. Al menos la invasión del bateador designado fue un proceso lento que requirió más de treinta años para establecerse en la Liga Nacional. Ahora hay que ajustarse a los templones concomitantes de una oficina del comisionado insaciable por aligerar el juego. Hay que respirar profundo, hasta reventar el último alveolo de paciencia antes de apagar el televisor, o el i-phone cada vez que el cátcher debe permanecer pasivo ante el corredor que se aproxima al plato porque no puede bloquear hasta no tener la pelota en la mascota, así sentencia la norma nueva. También se necesita tragar mucha saliva cada vez que se ordenó un boleto intencional sin hacer los cuatro lanzamientos desde siempre reglamentarios. Ahora, más allá de la puñalada del corredor fantasma en segunda base en la apertura del décimo inning, ni siquiera habría tal entrada. Aparecieron grupos de bateadores de ambos bandos, con un lanzador propio de la ocasión y presto! Todo se decidiría mediante un torneo de jonrones. ¿Beisbol? Solo vestigios. Tal vez haya más elementos de cricket. En cuestión de minutos se resolvió el desempate, nada que ver con el tie break del tenis o el tiempo extra del baloncesto, en esos deportes se conservan los elementos del juego con toda naturalidad tal cual ocurre en un extrainning legítimo de beisbol. Si la presencia del corredor fantasma al inicio del décimo inning parece una puñalada a la esencia de ecuanimidad propia de cualquier deporte, continuar la acción con un evento que rompe la continuidad del juego, implica una lesión más profunda que podría significar la degeneración o deformación del beisbol en medio de barbaridades como efectuar entrevistas a peloteros en medio de un inning en proceso. Todos los deportes requieren, exigen una concentración total a fin de lograr el objetivo planteado, mucho más cuando se trata de disciplinas donde la cinética juega un papel determinante y continuo. Lidiar con una pelota que puede alcanzar velocidades superiores a las 100 millas por hora, representa un riesgo que solo se puede minimizar mediante un grado máximo de atención. ¿Cómo se justifica entonces que MLB autorice entrevistas en pleno desarrollo del juego? Si se pidiera la opinión o la intervención de los bomberos para hacer un análisis de riesgos durante el desarrollo de un juego de MLB o cualquier liga profesional, de seguro esas entrevistas durante el curso del juego formarían parte de la lista de no conformidades, con sanciones bastante contundentes. Tampoco es comprensible como los periodistas o comunicadores sociales hayan convenido en llevar a cabo entrevistas que podrían significar accidentes complicados, de resultados lamentables. Las veces que has visto esa insensatez, has cambiado de canal o apagado el televisor. ¿Será que el béisbol desaparece de a poco y solo vive en los recuerdos o en los pasos fantasmales de reportajes antiguos, páginas amarillentas quebradizas, grabaciones paralizadas por el óxido de las cintas magnetofónicas? Siempre escuchaste que cada quien tiene sus gustos y en base a ello decide como invertir su tiempo. El beisbol siempre tuvo nueve innings, cada uno con tres outs, cada ponche tres strikes, cada boleto cuatro bolas. Si te agrada el beisbol nunca te quejarás de su lentitud. Eso de que las nuevas generaciones viven a un ritmo atropellado, con mucha velocidad y energía, no es nada nuevo. Quien va a apreciar el juego siempre tendrá tiempo para un extrainning, una conferencia en el montículo o una conversación pitcher y cátcher a medio camino entre el montículo y el plato. Tal vez hay cambios aceptables como el tiempo que tarda el pitcher entre lanzamientos, que el bateador no pueda salirse de la caja de bateo, que el pitcher no pueda hacer más de tres envíos al tratar de hacer out a un corredor.
Observar que el equipo de la Liga Americana no cubría el terreno en el inicio el extrainning, te hizo temer que el juego de estrellas de Major League Baseball tendría un desenlace mimetizado en la “evolución” del béisbol moderno. En efecto habría un home run derby para romper la atmósfera de vértigo y suspenso creada por el empate 6-6. Al menos la invasión del bateador designado fue un proceso lento que requirió más de treinta años para establecerse en la Liga Nacional. Ahora hay que ajustarse a los templones concomitantes de una oficina del comisionado insaciable por aligerar el juego. Hay que respirar profundo, hasta reventar el último alveolo de paciencia antes de apagar el televisor, o el i-phone cada vez que el cátcher debe permanecer pasivo ante el corredor que se aproxima al plato porque no puede bloquear hasta no tener la pelota en la mascota, así sentencia la norma nueva. También se necesita tragar mucha saliva cada vez que se ordenó un boleto intencional sin hacer los cuatro lanzamientos desde siempre reglamentarios. Ahora, más allá de la puñalada del corredor fantasma en segunda base en la apertura del décimo inning, ni siquiera habría tal entrada. Aparecieron grupos de bateadores de ambos bandos, con un lanzador propio de la ocasión y presto! Todo se decidiría mediante un torneo de jonrones. ¿Beisbol? Solo vestigios. Tal vez haya más elementos de cricket. En cuestión de minutos se resolvió el desempate, nada que ver con el tie break del tenis o el tiempo extra del baloncesto, en esos deportes se conservan los elementos del juego con toda naturalidad tal cual ocurre en un extrainning legítimo de beisbol. Si la presencia del corredor fantasma al inicio del décimo inning parece una puñalada a la esencia de ecuanimidad propia de cualquier deporte, continuar la acción con un evento que rompe la continuidad del juego, implica una lesión más profunda que podría significar la degeneración o deformación del beisbol en medio de barbaridades como efectuar entrevistas a peloteros en medio de un inning en proceso. Todos los deportes requieren, exigen una concentración total a fin de lograr el objetivo planteado, mucho más cuando se trata de disciplinas donde la cinética juega un papel determinante y continuo. Lidiar con una pelota que puede alcanzar velocidades superiores a las 100 millas por hora, representa un riesgo que solo se puede minimizar mediante un grado máximo de atención. ¿Cómo se justifica entonces que MLB autorice entrevistas en pleno desarrollo del juego? Si se pidiera la opinión o la intervención de los bomberos para hacer un análisis de riesgos durante el desarrollo de un juego de MLB o cualquier liga profesional, de seguro esas entrevistas durante el curso del juego formarían parte de la lista de no conformidades, con sanciones bastante contundentes. Tampoco es comprensible como los periodistas o comunicadores sociales hayan convenido en llevar a cabo entrevistas que podrían significar accidentes complicados, de resultados lamentables. Las veces que has visto esa insensatez, has cambiado de canal o apagado el televisor. ¿Será que el béisbol desaparece de a poco y solo vive en los recuerdos o en los pasos fantasmales de reportajes antiguos, páginas amarillentas quebradizas, grabaciones paralizadas por el óxido de las cintas magnetofónicas? Siempre escuchaste que cada quien tiene sus gustos y en base a ello decide como invertir su tiempo. El beisbol siempre tuvo nueve innings, cada uno con tres outs, cada ponche tres strikes, cada boleto cuatro bolas. Si te agrada el beisbol nunca te quejarás de su lentitud. Eso de que las nuevas generaciones viven a un ritmo atropellado, con mucha velocidad y energía, no es nada nuevo. Quien va a apreciar el juego siempre tendrá tiempo para un extrainning, una conferencia en el montículo o una conversación pitcher y cátcher a medio camino entre el montículo y el plato. Tal vez hay cambios aceptables como el tiempo que tarda el pitcher entre lanzamientos, que el bateador no pueda salirse de la caja de bateo, que el pitcher no pueda hacer más de tres envíos al tratar de hacer out a un corredor.
Alfonso L. Tusa C. Julio 28, 2025. ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Conversación acerca de Tony Conigliaro

Bruce Markusen. The Hard Ball Times. 17-02-2012. Ha habido pocas tragedias como la de Tony Conigliaro. A la edad de 22 años, él ya había...