martes, 1 de julio de 2025

La memoria de Dave Parker, ‘Cobra’, señala como MLB puede reconstruir su influencia cultural.

La recientemente publicada autobiografía del una vez jugador más valioso de la Liga Nacional es una elegía de cuando el beisbol era un juego más visceral que fue elevado por el poder de las estrellas negras, lo cual MLB parecía dar por sentado.
Nate Sager. USA Today. 1 de abril de 2021.
Dave Parker fue por lo menos un pelotero de seis herramientas, quizás hasta siete, dependiendo de si carisma y contoneo son categorías separadas. Habría sido muy fácil para Parker escribir una autobiografía basada en la nostalgia que arrastra su leyenda, a través de los tuits del siete veces participante en juegos de estrellas como jardinero, usando una franela diseñada por él, lanzando dardos en el dugout de los Piratas de Pittsburgh, o ejecutando un lanzamiento desde la esquina del jardín derecho en el Seattle Kingdome para sacar a un corredor en el plato en el juego de estrellas de 1979, la temporada del último título de Serie Mundial de Pittsburgh. Se consigue mucho más de eso en Cobra: A Life of Baseball and Brotherhood. (Cobra: Una Vida de Baseball y Hermandad) (University of Nebraska Press), el cual Parker escribió con Dave Jordan. En más de 447 páginas hacen una elegía a una era perdida del beisbol, cuando el juego era más fluido que la estática versión de los años 2020s que ha llevado a MLB a reconocer en palabras en Tom Verducci que “jugar a esa lentitud ha empujado al beisbol a una crisis existencial”. Esa era estaba correlacionada con una representación negra en los rosters de MLB considerada entre las más altas de todos los tiempos, alrededor de 27 por ciento, tres veces mayor que la actual del 8 por ciento. Desde 1975 hasta 1979, Parker fue uno de solo cinco peloteros en lograr al menos 30 en WAR, junto con los inquilinos del Salón de la Fama George Brett, Rod Carew, Joe Morgan y Mike Schmidt. Esa media década vale tres cuartas partes de su WAR vitalicio de 40.2. El declive de sus números y testificar sobre su consumo de cocaína en los juicios por drogas de Pittsburgh en 1985, han disminuido sus oportunidades de ingresar al Salón de la Fama del beisbol. La organización de los Piratas donde Parker destacó fue una de las organizaciones de más mente abierta para reclutar y promover el talento racial. En 1971, ellos fueron los primeros en el beisbol en jugar con una alineación con solo peloteros de minorías raciales. A menudo tenían más bateadores talentosos que cupos en su nómina, y tal vez se hubiesen beneficiado si la Liga Nacional como la Americana, hubiera adoptado al bateador designado en 1973. (Eso también podría haber salvado a Parker del desgaste de sus rodillas). La manera como Cobra muestra la compasión por los talentosos compañeros de Parker de ligas menores que no lograban ascender, es un recordatorio de que lo que él y Jordan llaman una “política de oportunidades” que estaba omnipresente cuando había pocas oportunidades para que los peloteros negros accedieran a cargos como entrenadores o gerentes. Una cosa es abrir espacio para el talento, pero los grupos marginales también necesitan ser parte del conocimiento institucional de la industria. Parker pasó sus primeras 15 temporadas en la Liga Nacional, en las cuales nunca tuvo un manager de las minorías raciales.
Parker se fue al beisbol profesional, después de vivir un infortunio como el de Boobie Miles, al tratar de jugar con una rodilla lesionada segó sus sueños de jugar futbol americano en Ohio State. Al ser un jardinero corpulento con rodillas delicadas en la época de los estadios de grama artificial eso pasó factura a sus articulaciones al acercarse a los 30 años de edad, alrededor de ese momento, su agente, Tom Reich negoció un gran contrato que hizo que los aficionados de Pittsburgh la tomaran contra Parker. Esos son los toques grises, pero Parker y Jordan ilustran porque quizás si cada equipo de grandes ligas viera los videos de los Piratas ganadores de la Serie Mundial de 1979, eso les enseñaría a los jugadores de hoy porque hubo una vez cuando el beisbol tenía más influencia cultural. Ese fue un período cuando, por muchas razones internas y externas al beisbol, era posible armar un equipo de campeonato cuya demografía se pareciese a Norteamérica. (Y vamos a estar claros, la primera parte siempre es la más importante). Veamos la manera como Parker y Jordan describen al equipo “We Are Family” del cual el bateador de poder e inquilino del Salón de la fama, Willie Stargell era el líder espiritual en 1979: “Pops lideraba a diez hermanos, ocho amigos blancos, tres panameños, un holandés, un mexicano, y a Phil Garner con su gran tabaco en la boca”. El punto es que Pittsburgh tenía un grupo ecléctico de competidores intensos que parecía no hacer otro esfuerzo que no fuese ganar. Los aficionados al deporte que buscan un equipo en el que puedan ver algo de nuestra humanidad común podrían identificarse con ese tipo de equipo de pelota más que con uno que busca más las tablas de numeritos con buen movimiento de sus brazos. Es una manera de entender a la gente, y verlos como más de lo que Will Leitch una vez llamó “compiladores robóticos de estadísticas”. También ayudó que la directiva de los Piratas en aquellos días no estaba super obsesionada con las ganancias. El beisbol todavía era un deporte en aquellos días de pre-hipercapitalismo. En la actualidad, MLB está plagada por una falta de acción ante las pelotas bateadas y la indolencia con la cual se corre las bases. En 2021 se va a tratar de usar una pelota ligeramente más pesada, presumiblemente con la intención de disminuir el exceso de swings buscando jonrones y permitir así que los pitchers tengan más confianza para lanzar en la zona de strike y aminoren la cantidad de lanzamientos hacia las esquinas, lo cual contribuye a alargar los juegos. La meta suena similar a lo que Parker describe como el enfoque “slash and dash” de sus equipos en los Piratas. Los bateadores hacían swing, tratando de batear líneas entre dos. Eso se ajustaba a las características de los estadios de grama artificial, que por supuesto causaba todo ese dolor en las rodillas. En 1979, los Piratas anotaron la mayor cantidad de carreras en su liga y fueron primeros en porcentaje de slugging y extrabases, sin liderar en dobles, triples o jonrones. Fueron segundos en jonrones y bases robadas. En comparación sus 148 jonrones hubieran clasificado por debajo de los 29 equipos en 2019, la temporada de 162 juegos más reciente. Solo un equipo de 2019 estuvo a 50 bases robadas de las 180 de aquellos Piratas.
En el podcast de SportsLit del cual soy co-moderador, el autor Rich Cohen dijo recientemente que los competidores “se convierten en lo que es medido”. El contexto de esa observación fue una discusión sobre como las pruebas juveniles de hockey, los exámenes estandarizados y la NFL pueden medir un pequeño componente de destreza, pero a menudo fallan en capturar la competitividad a todo terreno. (El último libro de Cohen es Pee Wees: Confessions of a Hockey Parent, y también es un fanático de los Bears de Chicago que tuvo que ver los esfuerzos de Mitchell Trubisky como quarter back las últimas cuatro temporadas). Parker no lanza arena al rostro de los números analíticos, al señalar que él y sus contemporáneos eran competidores que habrían acogido cualquier cosa que pudiese haberles dado ventaja contra el pitcher. Pero hacer la referencia cruzada de la observación de Cohen respecto a las diferencias entre el juego de los 1970s y el de los 2010s – ‘20s contribuye a guardar esperanzas de que MLB pueda traer de vuelta el juego que existía hacia finales del siglo 20. Ser un esperanzado aficionado del beisbol en la alborada de lo que el Deadspin de Sam Fels ha llamado “el último día inaugural” antes de que expire en diciembre el contrato colectivo entre MLB y el sindicato de peloteros, podría parecer tonto. Pero la esperanza es diferente al optimismo. Significa ver una vía hacia el renacimiento. El optimismo, por otro lado, ignora ciegamente que MLB siempre hará lo más conveniente para los dueños de equipo. Los números analíticos han sido factor determinante en los problemas de ritmo de juego y para que los equipos de MLB los usen como excusa para no firmar peloteros mayores de 30 años de edad, o baluartes cortos de la franquicia como hicieron los Cachorros de Chicago a principios de temporada con el primera base Anthony Rizzo. Pero cualquier cambio que recupere el estilo de juego de los 1970s necesitará mucha información, punto y aparte. Leer ‘Cobra’ también conecta con la creencia de las maneras en que MLB puede acabar con décadas de racismo sistémico desde la integración. (Sacar el juego de estrellas de Georgia no tiene sentido, lo cual significa que eso puede estar más allá del comisionado Rob Manfred). Una acción simbólica sería que el Salón de la Fama del Beisbol designe un verdadero Modern Baseball Committee que observe a los jugadores de la época de Parker que pudieron haber sido subestimados debido a su raza y la falta de los números analíticos aceptados generalmente. Eso significaría enfocarse en la reconciliación y la reconsideración, las cuales forman parte de registrar la historia apropiadamente. Parker estuvo en las papeletas de votación de la BBWAA (Asociación de Periodistas de Beisbol) por el máximo de 15 años, desde 1997 hasta 2011, pero nunca recibió más del 24.5 porciento de apoyo. Dave Jordan alegó recientemente en Baseball by the Book que Parker tiene un “caso holístico” para estar en el salón de la fama, al señalar su fama y el papel que jugó con equipos campeones. El gran Barry Larkin de los Rojos de Cincinnati, también solicitó que Parker, uno de sus mentores, se sentara en primera fila, en la ceremonia de su inducción al Salón de la Fama en 2012.
Por supuesto, más a menudo que nunca, los comités de veteranos han sido más instancias de favoritismo que del verdadero pensamiento crítico que implican los analíticos WAR, OPS+, ERA+ o FIP. Y ninguno de los distintos comités de veteranos del Salón ha inducido algún pelotero de posición o pitcher abridor de las minorías raciales que jugara en la época de la integración desde el primera base Orlando Cepeda en 1999. (El cerrador Lee Smith y el bateador designado Harold Baines, quien solo tuvo un 39 porciento de sus apariciones vitalicias al plato como jardinero, fueron inducidos en 2019). La próxima ventana de oportunidad para Parker y sus pares llegará cuando el comité de beisbol moderno del salón (1970-87) vote en 2023. Si Parker no es el mejor jardinero dejado fuera del recinto, bien, hay media docena de otros que estuvieron activos en esa era quienes están entre los 150 de todos los tiempos con mejor WAR vitalicio. Cada cual recibió muy poco reconocimiento de la BBWAA. • Dwight Evans (1972-91, 67.1 WAR). El jardinero derecho de los Medias Rojas de Boston es el único pelotero fuera de la llamada era de los esteroides con 1500 carreras anotadas que no está en el Salón de la Fama. Evans nunca recibió más del 10.4% de apoyo de la BBWAA. Reggie Smith (1966-82, 64.6 WAR). En el New Historical Baseball Abstract, Bill James notó que Smith, quien es negro, fue llamado “el otro Reggie”. Reggie Jackson enfrentó un racismo severo en las ligas menores, pero tuvo un éxito compartido en MLB entre Oakland y Nueva York. Jugar en Boston entre los 21 y los 28 años de edad, como escribiera Bill Lee en The Wrong Stuff, llevó a Smith a convertirse en “inseguro” al jugar para una organización “cuya filosofía racial…reflejaba la filosofía de un gran segmento de la población bostoniana”. Smith solo tuvo una aparición en las boletas de votación en 1988. Willie Davis (1960-79, 60.8 WAR). El jardinero central de los Dodgers en los años 1960s tiene la mayor cantidad de imparables para un pelotero que nunca apareció en las papeletas de votación de la BBWAA. Davis fue dejado a un lado en 1985, el cual hubiera sido su primer año de elegibilidad. Jugar sus juegos de anfitrión en Dodger Stadium en la segunda era de pelota muerta de los 1960s, disminuyó sus números ofensivos, y el triple ganador del guante de oro también fue solapado por su homólogo de los Gigantes de San Francisco. Bobby Bonds (1968-81, 57.9 WAR). Hablando de jardineros que eran comparados con Willie Mays constantemente… Durante sus primeras siete temporadas completas (1969-1975), el papa de Barry lideró MLB en carreras anotadas y también estuvo entre los primeros cinco en jonrones y bases robadas, aunque mostraba señales de alcoholismo. Él reconoció su enfermedad después de sus días de jugador activo. Bonds padre nunca recibió más de 11 porciento de apoyo.
• Jim Wynn (1963-77, 55.8 WAR). Wynn, quien falleció en 2020, fue el único con tres resultados verdaderos de .250 / .366 / .436, 129 OPS+ en su línea vitalicia. Wynn fue el único pelotero de los Astros de Houston antes de Jeff Bagwell que bateó más de 35 jonrones en una temporada mientras jugaba en el Astrodomo, estadio muy favorable a los lanzadores. Nunca recibió un solo voto del salón de la fama. Chet Lemon (1975-90, 55.6 WAR). El valor de la carrera de Lemon está a la par de futuros inquilinos del Salón de la Fama como Jeff Kent, Joe Mauer y David Ortiz. Sin embargo, Lemon, un jardinero central cuya carrera terminó a la edad de 36 años debido a un trastorno sanguíneo, recibió solo un voto para el Salón de la fama. Si usted recuerda alguno de estos peloteros, podría ser un viejo. Es posible que usted no los vea como inquilinos del Salón de la Fama, con la excepción de Evans, el único de los mencionados que es blanco. Pero de eso se trata. Los porteros del juego los mantienen lejos de estar más en el radar como candidatos al salón de la fama. Hay que darle todo el crédito a Parker y Jordan por producir una rara autobiografía de beisbol que traslada al lector hasta la era del pelotero y lo hace pensar en el presente del juego. Y ese juego podría regresar. Nunca se sabe.
Nate Sager ha escrito para Yahoo! Sports Canada y Sportsnet. Es co-moderador del SportsLit Podcast, donde él y Neil Acharya discuten los últimos libros deportivos con los autores y atletas
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo de 2022.

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