viernes, 8 de agosto de 2025

Joe Orsulak ingresa al Salón de la Fama de Orioles de Baltimore.

Uno de los jardineros centrales más completos que haya venido a la Liga Venezolana de Beisbol Profesional Venezolano, y quizás uno de los tres mejores patrulleros centrales de los Navegantes del Magallanes en su historia. Formó junto a Benny Distefano la dupla ofensiva y defensiva en la que los Navegantes forjaron las tres clasificaciones seguidas del período 1983-84 hasta 1985-86 bajo la dirigencia de Tommy Sandt. Orsulak cubría tanto terreno en el campo central que ante el sonido de cualquier batazo en los callejones entre el jardín central y el derecho o el izquierdo, el propio Distefano y Billy Hatcher o Félix Rodríguez apenas si se movían en esa dirección, en cuanto salía el batazo, Orsulak ya tenía dos o tres zancadas adelantadas. Si había corredores en segunda o tercera, se cuidaban mucho de avanzar, conocían muy bien la potencia del brazo de Orsulak. Si el bateador conectaba entre dos y Orsulak cortaba la pelota, ni se le ocurría convertir en doble su conexión. Hace poco los Orioles de Baltimore ingresaron a Joe Orsulak a su Salón de la Fama y eso hace reflexionar por qué no habría una mención o consideración especial para que los Navegantes del Magallanes incluyesen a Orsulak en su Salón de la Fama. Si, apenas jugó tres temporadas con el equipo, las normas de ese salón especifican que el jugador al menos debe haber participado en cinco temporadas con Magallanes o haber jugado en las grandes ligas. Si el asunto tiene más peso en la actuación de la LVBP, habría que recordar que en cada una de las tres temporadas (1983-1984, 1984-1985 y 1985-1986), los Navegantes clasificaron al playoff semifinal. Por otro lado Orsulak aparece entre los mejores jardineros centrales del equipo a lo largo de su historia justo ahí, ahí, con Ken Berry, Clarence Gaston, Gary Woods, Jerry White y Endy Chávez. Tal vez media nariz por delante de todos y un cuarto de nariz por detrás de Endy. Hubo un juego versus Tiburones de La Guaira, en el estadio José Bernardo Pérez, en noviembre de 1983, que fue a extrainning entre otros detalles porque en el transcurso del mismo Orsulak hizo un disparo al plato para hacer out al corredor, la única forma de hacer esa jugada era con tiro tan potente y preciso como el ejecutado por Orsulak. La primera temporada cuando Joe Osulak reforzó al Magallanes (1983-1984) vino con aquella pléyade de prospectos (el jardinero Benny Distefano, el pitcher abridor Mike Bielecki y los relevistas Jeff Zaske y Chris Green) de los Sailors de Lynn (filial AA de Piratas de Pittsburgh) que dirigía Tommy Sandt quien fue contratado como manager de los Navegantes. Billy Hatcher, Joe Orsulak, Ben Callahan, entre otros venían de las filiales de otros equipos del beisbol organizado. Tal vez los números de Orsulak no llamaban tanto la atención como los de Distefano, Bielecki o Hatcher. Clásico ejemplo de elección de los scouts que sorprende a propios y extraños, porque en ciertos o unos cuantos casos, los números carecen de muchos elementos, como aparecer en esos momentos claves del juego, sea en el segundo, noveno o la efervescencia de un extrainning. Así aparecen estos hallazgos que sorprenden hasta al propio autor del descubridor del pelotero porque muchas veces este supera las expectativas.
Orsulak llegó a un equipo Magallanes que venía de quedar eliminado cuatro temporadas seguidas desde 1979-1980 hasta 1982-1983. Aunque seguía habiendo una base de peloteros criollos de cierto nivel con Félix Rodríguez, Ernesto Gómez, Carlos Porte, Alfredo Pedrique, Wolfgang Ramos; el equipo carecía de pitcheo criollo y eso se había agudizado al salir Manuel Sarmiento en un cambio con Tigres de Aragua por quien recibieron al infielder Wolfgang Ramos y el pitcher relevista Nelson Torres Muñoz. Con Distefano en el bosque derecho y Hatcher en la pradera izquierda, Orsulak empezó a demarcar un territorio de grandes atrapadas y acrobáticas jugadas de disparos a las bases que le ganaron reputación como uno de los mejores brazos de jardinero central no solo en la historia del Magallanes sino en los anales de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Tal vez ese se un punto de debate y discusión, solo hay que remitirse a más que los números los testimonios de aficionados, compañeros de equipo y peloteros rivales que compartieron con él, el terreno de juego, periodistas deportivos y conocedores del juego que lo vieron sobresalir a diario en LVBP. Los Orioles de Baltimore anunciaron la exaltación de Orsulak a su Salón de la Fama este marzo de 2025, junto a otro maravilloso jardinero central como lo fue Adam Jones. Relativamente Orsulak estuvo pocos años con los Orioles, lo que algunos podrían asumir como una afrenta o desvarío de los coordinadores de ese Salón de la fama. Y aquí se está de nuevo en ese punto de los números y el rendimiento que reflejan los parámetros de la sabermetría versus muchos episodios que ocurren sobre el campo invisibles a la frialdad de los números como por ejemplo; esas atrapadas fantasmales en momentos cruciales del juego en el cierre del noveno o en la intensidad de un extrainning, disparos desde parajes recónditos del jardín central para sacar el out infartante en tercera base o el propio plato, incluídos. O ese toque de pelota sorpresivo para impulsar a su equipo en medio de la faena más dominante del pitcher rival, la sangre fría para meter ese batazo en el jardín derecho y el central para remolcar el empate de última hora. La reseña de aquel libro recopilación de juegos inolvidables de los Navegantes del Magallanes: 99 más 1. Giner García. Emil Bracho. Luis E. Sequera. Editorial La Brújula. 1996, sorprende y eriza la mirada: Torres con el bate y Orsulak con el guante. Magallanes enfrentaba a Tigres de Aragua en medio de una lucha sin cuartel ante Cardenales de Lara y los propios bengalíes por los dos cupos restantes de la clasificación al playoff semifinal. A veces en el fragor de la victoria hasta muchos de los peloteros dicen que con ese tipo de bateo fulminante de doce o catorce carreras en un juego son invencibles, ellos saben que el bateo es irregular hasta para el propio Ted Williams, Ty Cobb, Rod Carew, Tony Wynn o Pete Rose, que si hoy bateas cuatro imparables mañana te puedes ponchar cuatro veces. Además ¿de qué te vale marcar siete carreras si el adversario responde con ocho? Por eso es que unos cuantos entendidos dicen que el nombre del juego es pitcheo y defensa. En aquel juego del 11 de enero de 1984 en el estado José Pérez Colmenares, el juego llegó empatado 3-3 al cierre del décimo episodio. Chris Green, quien había entrado a relevar a Nelson Torres Muñoz, quien a su vez había relevado al abridor Mike Anderson, tenía el agua al cuello con las bases llenas y el bateador de turno, Luis Bravo en conteo de tres y nada. La atmósfera punzaba por todos lados como las púas dinámicas de un erizo acosado. Los fanáticos de los Tigres vociferaban al bateador que dejase en el terreno al Magallanes. Green se fue detrás del montículo y estrujó varias veces la bolsa de la pezrubia hasta que el árbitro principal se dirigió al montículo y lo conminó a lanzar. La inmensa humanidad del pitcher sepia reflejaba una mezcla de coraje e incertidumbre. Varias veces ladeó el rostro hasta que por fín bajó la barbilla y acordó el lanzamiento con su receptor, Alfredo Torres. Green empezó a colocar la pelota en las esquinas del plato y dominó a Bravo con elevado de foul a primera base.
En la efervescencia del momento, Torres adelantó tres pasos hacia el montículo y efectuó varias señas hacia los jardineros, Joe Orsulak se movió varios pasos hacia la zona de seguridad, primero hacia la derecha, luego hacia la izquierda. El bateador siguiente era el center fielder de los Tigres, Dallas Williams, que ese día había conectado de 6-3. Green le lanzó uno de sus meteóricos envíos y Williams lo impactó con tal fuerza que parecía que el juego estaba sentenciado. Solo los reflejos auditivos de Orsulak y su rapidez de piernas le permitieron alcanzar el batazo en la zona de seguridad. Nelson García corría en tercera y pensaba que anotaría sin problemas para darle el triunfo a los Tigres, no contaba con la potencia y la rapidez con la que Orsulak había soltado un riflazo invisible que estalló en la mascota de Alfredo Torres para que el árbitro del plato sentenciase sin dudas el out a calle. Los seguidores de los Tigres suspendieron la celebración, mientras Orsulak corría desde los jardines hacia el dugout. Además Joe Orsulak era un bateador cuyo rendimiento siempre estuvo por encima del promedio. En su temporada final (1985-1986) con Navegantes del Magallanes resultó campeón bate con promedio de .331. Hasta ese momento solo ocho peloteros se habían titulado campeones de bateo de LVBP con la camiseta magallanera: Pablo García (1946 : .403), Vidal López (1947-1948 : .374), Jim Pendleton (1949-1950 : .387), Norman Larker (1955-1956 : .340), Luis Camaleón García (1964-1965 : .394), Clarence Gaston (1968-1969 : .383 y 1969-1970 : .360), Dave Parker (1976-1977 : .414), Joe Cannon (1977-1978 : .381). Esa temporada (1985-1986), Orsulak también fue líder en imparables con 80, igualado con Raúl Pérez Tovar. En cuanto a números defensivos, habría que investigar como le fue a Orsulak en esas tres temporadas, se recuerda que era muy respetado su brazo, cada vez que era retado casi siempre completaba el out en tercera o en el plato. Cualquier elevado dirigido a los predios del jardín central y alrededores terminaba haciendo lamentar a los rivales que habían bateado hacia el lugar equivocado. En los alrededores del estadio José Bernardo Pérez de Valencia, específicamente en las gradas del outfield (jardines) había una leyenda entre los aficionados que iban al estadio desde bien temprano para ver las prácticas. Decían que Billy Hatcher, Joe Orsulak y Benny Distefano tenían un torneo privado a ver quien ponía más disparos de aire, al pecho del cátcher Cliburn, desde la zona de seguridad, cada disparo resonaba en la mascota del cátcher como detonaciones de carburardor recién entonado. En cierta ocasión a Orsulak se le resbaló la pelota y su tiro llegó de un bote a la mascota. En cuanto llegaron al dugout con Hatcher y Distefano bromeando por el tiro de un bote, Cliburn estrechó la mano de Orsulak y le dijo que ese era el tiro de mejor ubicación que había recibido en toda su carrera como receptor.
Hace poco los Orioles de Baltimore anunciaron que la clase de los elegidos a su Salón de la Fama para 2025 la conforman Adam Jones, reputado jardinero central; Joe Orsulak por sus significativas cinco temporadas con los oropéndolas, y el locutor Ken Davis. Los tres serán homenajeados el viernes 08 de agosto de 2025 en un almuerzo en Oriole Park organizado por los fundadores del Salón de la Fama de los Orioles, luego antes del juego del 09 de agosto (versus Atléticos de Sacramento) serán honrados en el terreno de juego. Jones pasó 11 de sus 14 temporadas de grandes ligas con un uniforme de los Orioles. Sus 93 asistencias en esas temporadas con los Orioles, están igualadas en segundo lugar en la historia del equipo. Se ubica entre los lideres vitalicios de la franquicia en imparables, jonrones, carreras impulsadas y dobles. Davis fue ganador del Herb Armstrong Award que se entrega al personal no uniformado de los Orioles, se desempeñó como narrador de los juegos de los Orioles via radio o televisión por tres décadas. Orsulak estableció una marca de una temporada para la franquicia mientras lideraba a los jardineros de las ligas mayores con 22 asistencias en 1991 cuando también comandó a los jardineros izquierdos con 13 asistencias. Sus 54 asistencias vitalicias como jardinero lo ubican en el séptimo lugar de la historia de la franquicia.
Alfonso L. Tusa C. 09 abril 2025. ©

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