martes, 26 de agosto de 2025

Willie Horton y Al Kaline.

Muchos de los seguidores del béisbol y los Tigres de Detroit por lo general hablan de Mickey Lolich y Denny McLain, de Bill Freehan y Dick McAuliffe, de Norman Cash y Fred Stanley. Aunque se sabe cuan claves eran Willie Horton y Al Kaline en aquel equipo que ganó la Serie Mundial de 1968 ante los poderosos Cardenales de San Luis, por alguna razón en muchos análisis ellos aparecen en puestos intermedios a la hora de enumerar los héroes de aquel equipo. Ellos parecían conformes con aquellos reportes. Sin embargo al revisar las reseñas de los juegos, los audios y los videos, tanto Horton como Kaline siempre hablaban con su bate, guante o determinación en los momentos más exigentes de cada juego. Desde el manager Mayo Smith hasta el cuidador del clubhouse sabían que la injerencia de Kaline y Horton en ese equipo trascendía lo deportivo. Una prueba de eso proviene del juego del sábado 30 de mayo de 1970 escenificado en Milwaukee County Stadium. Los Tigres de Detroit visitaban a Cerveceros de Milwaukee en el segundo de una serie de tres juegos. Lew Krausse abrió por los Cerveceros y Les Cain por los Tigres. En el cierre del primer inning con las bases llenas, luego que Milwaukee había recortado la ventaja de los Tigres a 2-1, el dominicano Roberto Peña despachó un estacazo entre el jardín derecho y el central que persiguieron Al Kaline y Jim Northrup, en la cinética y de la jugada los jardineros chocaron y cayeron en la grava anaranjada de la zona de seguridad. Kaline llegó a tener la pelota en su guante pero el impacto del choque la sacó de allí. Kaline yacía en el suelo inconsciente y su rostro empezaba a tornarse azul, con la fuerza del impacto las mandíbulas se le habían encajado y se temía por su vida. Desde el jardín izquierdo corrió Horton y sin pensarlo ni ver a nadie separó las mandíbulas de Kaline y le sacó la lengua de la garganta. Luego explicaría que conocía esas técnicas de auxilio desde su época de boxeador. Poco a poco Kaline recuperó el color de su rostro, aunque no pudo continuar jugando y fue sacado en camilla. Al terminar el juego Horton fue a visitar a su compañero de equipo al hospital y allí los médicos le informaron que le había salvado la vida a un hombre. Él respondió que eso nunca se le olvidaría porque en medio de la desesperación y la intensidad del momento Kaline había mordido profundamente a Horton en la muñeca derecha, con una sonrisa en las mejillas declaró que aquel era el mejor autógrafo que podía guardar de su compañero de equipo. Ese incidente quedaría grabado en un libro distinto al de las estadísticas, las páginas donde reposan los episodios paralelos al juego que son tan determinantes en el desempeño de un equipo, como las atrapadas, los tiros y los batazos ganadores.
Alfonso L. Tusa C. Agosto 26, 2025. ©

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