lunes, 15 de septiembre de 2025

Después de 45 Años, un Policía Todavía Busca a su Ladrón (de bases) favorito.

J.J. Guinn era oficial de policía y scout a medio tiempo cuando firmó a Rickey Henderson. Su vínculo, y la conexión de Guinn con muchos otros peloteros, va más allá del beisbol.
Alex Coffey. The New York Times. 9 de julio de 2021.
Alrededor de las 5:30 pm del último día de junio, dos viejos amigos se encontraron en el portón de los medios de comunicación del lado oeste del Oakland Coliseum. Era la primera vez que se veían en más de un año, pero habían resistido a períodos más largos. Sus vidas nunca fluyeron en caminos paralelos. Uno fue un pelotero generacional. El otro un scout de beisbol a medio tiempo quien pasaba sus día patrullando las calles de Berkeley, Calif., como oficial de policía. Rickey Henderson, el inquilino del Salón de la Fama ampliamente reconocido como el bateador abridor y robador más grande de la historia del beisbol, apretó sus brazos alrededor de J.J. Guinn en un efusivo abrazo. Los dos subieron lentamente hacia el palco de Henderson en el segundo nivel del estadio. Habían pasado 45 años desde que, urgidos por Guinn, los Atléticos de Oakland seleccionaron a Henderson en la cuarta ronda del draft de Major League Baseball. El draft, un evento anual realizado en junio, que este año fue movido a julio para coincidir con el juego de estrellas, comienza este domingo 11 de julio en Colorado. Los jugadores de escuelas secundarias y universidades, muchos de los cuales son conocidos solo por los scouts que recorren el país en busca de talento, serán seleccionados por los 30 equipos de beisbol en el primer paso de un largo y difícil viaje hacia las mayores. El día de su draft en 1976, Henderson, quien solo tenía 17 años de edad en ese momento, percibió que permanecería conectado con Guinn. “Ese momento no fue acerca de beisbol”, dijo Henderson. “Yo era el hijo de una madre soltera. No tuve la figura del padre. J.J. estaba interesado en ti, en lo que estabas haciendo, en enseñarte. Nos miraba”. Un Empujón en la Dirección Correcta En su reunión más reciente, Henderson notó un pedazo de papel desteñido en la mano del viejo scout. Guinn, 83, levantó un reporte que data de 1976, y empezó a leer: “Jugador: Henderson, Rickey Henly”, dijo él. “Atleta destacado en tres deportes”. Henderson se sentó y escuchó, sonreía mientras Guinn recitaba sus fortalezas, y parloteaba cuando recitaba sus debilidades Las palabras transportaron a ambos hombres hasta Bushrod Park en North Oakland, hasta una cálida tarde de abril, dos meses antes del draft de ese año. Henderson era un adolescente rechoncho con poco interés en el beisbol. En ese momento tenía la mirada puesta en jugar futbol americano y convertirse en el próximo O.J. Simpson. Preocupados por las lesiones inherentes a ese deporte, Guinn y la madre de Henderson, Bobbie, tenían otros planes.
Cuando se tomó la decisión de que Henderson hiciera carrera en el beisbol, el hombre que un día implantaría las marcas de 2.295 carreras anotadas y 1.406 bases robadas, fue a su habitación y lloró. La decisión contradecía las opiniones de muchas personas que habían visto a Henderson. Los entrenadores de futbol americano elogiaban el físico de Henderson y apreciaban su velocidad. Pero en el beisbol, encontró menos respaldo. Algunos scouts estaban preocupados por su brazo, su estilo de batear agachado, y el hecho de que bateaba a la derecha pero lanzaba a la zurda. Esos scouts se enfocaban en las debilidades de Henderson. Guinn se enfocaba en sus fortalezas: la velocidad de Henderson, sus condiciones atléticas y su rango lateral. Donde otros veían impedimentos, Guinn veía posibilidad. Solo dos equipos de grandes ligas estuvieron presentes en un juego de la American Legion en Bushrod Park ese día de 1976: los Atléticos y los Dodgers de Los Angeles. Después que Henderson se ponchó en sus dos primeros turnos al bate, el scout de los Dodgers se levantó. “He visto suficiente”. Lo recordó Guinn decir. “Tengo que abordar un avión”. Henderson jonroneó en sus próximas dos salidas al plato y Guinn enfebrecidamente tipeó un informe para su director de scouts. Su consejo: Firmen a Rickey Henderson “de inmediato”. Mr. Guinn J.J. Guinn nació en 1937, en Jefferson, Texas, pero pasó su niñez en South Berkeley. Tuvo interacciones positivas con la policía local mientras crecía, y después de estudiar criminología en Santa Rosa Junior College, fue empleado por el Berkeley Police Department en 1969 como oficial de policía pedestre en el sur y oeste de Berkeley. El departamento tenía un programa que buscaba fortalecer las relaciones entre la comunidad y el departamento de policía. Como producto local de Berkeley, Guinn parecía la persona perfecta. De lunes a viernes, de 8 am a 3 pm, Guinn caminaba por algunas de las calles de Berkeley más azotadas por el crimen, buscando conectarse con los residentes a quienes debía protección. Pocos de ellos habían visto un oficial de policía negro. “La mayoría de las personas piensa que esos muchachos de la calle son tontos, pero no lo son”, dijo Guinn. “Saben si pueden confiar en ti. Yo tenía que inspirar esa confianza. Pero debido a que me crié en Berkeley, si no los conocía, ellos conocían a mis hijos, o yo conocía a sus padres. Ellos sabían que yo era sincero”. Sus actividades como scout elevaron su presencia en la comunidad. Se unió a los Atléticos a medio tiempo, luego que un amigo le presentara a John Claiborne, el director del sistema de granjas del equipo, en 1972. El dueño Charlie Finley le ofreció a Guinn un salario de 500$ anuales, el cual aumentó a 1.000$, luego de algún regateo. Guinn estuvo con la organización desde 1972 hasta 1991, y lo máximo que ganó, anualmente, fue 3.500$. De los 10 peloteros que había firmado para Oakland, cuatro llegaron a las grandes ligas. Su enfoque en el trabajo a tiempo completo y en el de medio tiempo era el mismo: busca lo mejor de las personas, y no temas darle la oportunidad a cualquiera.
Conocido por la mayoría como Mr. Guinn, J.J. había sido pelotero, llegó hasta la categoría AAA. Las lecciones que aprendió se las pasó a su hijo Brian, quien jugó 10 años en las ligas menores y ofreció clínicas gratis para aspirantes a pelotero en San Pablo Park. Uno de los peloteros que asistió a esas clínicas fue Marcus Semien, quien eventualmente jugaría con el nieto de J.J., B.J., en la University of California, Berkeley. “Lo llamábamos ‘Papa Guinn’”, Semien, quien es segunda base estrella de los Azulejos de Toronto esta temporada luego de varios años productivos con los Atléticos, dijo de J.J. Guinn. “Ellos ayudaban a los niños a jugar beisbol cuando tal vez eso no habría sido posible. En el beisbol menor hay muchas cosas que pagar. De niño, yo no podía asumir esos costos. El apoyo de ellos fue muy grande para mí”. Guinn llegó a ser reconocido por hallar peloteros en circunstancias inusuales. Shooty Babitt fue tomado por los Atléticos en la ronda 25 del draft de 1977, por una sugerencia de Guinn, y eventualmente llegó a las mayores. Dijo que Guinn le había dicho que lo había firmado por la manera como salió a buscar un elevado en un día de mucho viento. Él dijo que eso hablaba mucho de mi carácter: Atrapé una pelota ante la cual muchos habrían abandonado”, dijo Babbit. El jardinero Claudell Washington ni siquiera jugaba beisbol en la escuela secundaria cuando Guinn lo descubrió, aún así fue seleccionado dos veces para el equipo del juego de estrellas. Después de retirarse del departamento de policía en 1991, Guinn pasó un tiempo como scout con Atlanta antes de convertirse finalmente en asistente especial a tiempo completo con los Piratas de Pittsburgh. Se retiró en 2002. Cuando habla de su tiempo como scout, Guinn refleja a un hombre marcado por su modestia. En 1991, después que Henderson rompiera la marca vitalicia de robos de base de Lou Brock, Guinn dijo que recibió una llamada de Sports Illustrated para la publicación de un potencial artículo titulado “Cop Catches a Thief” (“El policía atrapa al ladrón”). Guin declinó la oferta. “Ellos solo querían mencionar a Claudell y a Rickey en el artículo”, dijo Guinn. “Les dije que tenían que nombrar a todos los otros peloteros que había firmado, porque vivo en una comunidad donde esos muchachos saben quien eres. Y si los dejas afuera, piensan que eres alguien que solo tiene en cuenta a los de la élite”. El Trabajo Nunca Está Hecho. Guinn dijo que nunca dice a nadie que el firmó a Henderson, porque “el único que necesita saber eso es Rickey”. A través de su relación, el scout hizo un esfuerzo consciente para no aparecer como un adulador. Henderson puede haber sido una estrella, pero muy dentro de él, fue un muchacho de North Oakland. Un muchacho que podía decir si Guinn era sincero o no.
Así que Guinn se mantuvo relajadamente en contacto. Iba a los juegos de los Atléticos para ver a su preciado hallazgo, y a veces Henderson ni siquiera sabía que estaba ahí. Pero cuando lo necesitaba, Guinn se hacía notar. En 1976, Henderson estaba en Boise, Idaho, para su primera temporada de ligas menores, lo cual fue su primera ausencia larga del hogar. Extrañaba a su madre y aún sentía que el futbol americano era su mejor deporte. Cayó en un barranco defensivo, al cometer 12 errores en 46 juegos. Quería abandonar. Guinn le hizo una llamada. “Pienso que a veces creemos que no tenemos oportunidad”, dijo Henderson. “Pero solo hace falta una persona que de verdad te respalde. Decidí, voy a hacerlo, no solo por mí, sino por él. Porque él creyó en mí. Voy a jugar más duro”. Henderson cumplió su promesa, durante toda su carrera para compilar 3.055 imparables, 2.190 boletos, 297 jonrones y 1.115 carreras empujadas. Guinn nunca dejó de observar. En las semanas previas a la inducción de Henderson al Salón de la Fama en 2009, Guinn oyó a personalidades de los medios en la televisión bromear acerca de estar ansiosos por escuchar el discurso de Henderson, porque esperaban que hablara en tercera persona, como Henderson durante sus días de jugador activo. Guinn no iba a dejar que ridiculizaran a su pupilo, así que llamó a un amigo de mucho tiempo en Laney College que dictaba clases de oratoria, y sugirió que Henderson se inscribiera. Fue un proceso de aprendizaje, pero Henderson salió más confiado como orador público, y sintió que el trabajo había valido la pena el día de la inducción. Después de agradecer a su familia inmediata y amigos, a mitad de discurso, Henderson agradeció a Guinn.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 10 de julio de 2021.

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