sábado, 21 de diciembre de 2024

Esquina de las Barajitas: 1974 Topps Willie Stargell Bruce Markusen

Los empleados del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y quieren compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
Cuando se trata de reunir una colección de barajitas mediante la obtención al azar de paqueticos que compras en un quiosco o farmacia local, se correr el riesgo de encontrar obstáculos. Para mí, uno de esos años fue 1974. Compraba de manera agresiva un nuevo paquetico de barajitas cada sábado en los quioscos de mi ciudad pero no podía conseguir la barajita que quería: la barajita Topps de Willie Stargell. No estoy seguro de porque me empeciné tanto con la barajita de 1974; en realidad me gustaba mucho más la barajita de 1973, porque era una toma de acción, la cual mostraba a Stargell estirándose para recibir un lanzamiento en primera base antes de la llegada de Del Unser. También prefería la barajita de 1973 de Bobby Bonds, la cual cuenta con una inesperada aparición de Stargell, quien intenta retirar a Bonds en jugada de corre y corre. En comparación, la barajita de Stargell de 1974 luce más ordinaria. Es una buena barajita, pero carece de peculiaridades o curiosidades. Se ve a Stargell, posando antes de un juego de gira de los Piratas de Pittsburgh, sosteniendo un bate listo para la acción. Es una de muchos tipos de tomas que Topps usaba en los días cuando las tomas de acción todavía eran relativamente raras. Nada de eso en verdad me importaba en la primavera de 1974. Me gustaba y admiraba a Willie Stargell tanto que tenía que tener esa barajita. Se convirtió en mi Santo Grial, mi Ballena Blanca, ese verano. Cuando no pude encontrarla en los quioscos, me vi motivado a hacer algo tonto. Decidí tomar, sin permiso, esta escurridiza barajita de beisbol de 1974 de la casa de mi vecino de al lado. Antes que nadie decida llamar a las autoridades por este caso de hurto, recordemos que yo tenía nueve años de edad para ese momento. Notemos también que la justicia fue aplicada, y rápidamente. Mi vecino Hank Taylor __hermano mayor de uno de mis mejores amigos, Alec __ sabía de mi fijación con el toletero de los Piratas. Él sabía que yo había tomado la barajita de Stargell de su escritorio. A un día del hurto, Hank rápida y diligentemente me confrontó por la barajita. Al sentir la humillación de ser capturado culpable por lo que había hecho, admití el crimen y devolví la barajita ese día. Mientras miro en retrospectiva ese incidente años después, me siento tentado a llegar a la siguiente conclusión: A través de Hank Taylor, Willie Stargell me enseñó una importante lección acerca de cuan equivocado fue tomar algo que no me pertenecía.
¿Por qué exactamente me gustaba tanto Willie Stargell en aquellos días? Mis amigos y yo crecimos en Westchester County, principalmente como seguidores de los Mets de Nueva York o los Yankees de Nueva York, con algunos simpatizantes de los Filis de Filadelfia mezclados en buena medida. Solíamos imitar a los bateadores del equipo de casa, como el estilo de patas de paloma de Roy White con los Yankees, o la manera de sostener el madero amarrado de Felix Millán con los Mets. También tratábamos de imitar a los peloteros de otros equipos. Uno de ellos era Joe Morgan, quien regularmente agitaba su codo izquierdo como un ala de pollo mientras esperaba el próximo pitcheo. El otro era Stargell, por la manera inusual como agitaba su bate en círculo rítmico, cual si este fuese aspa de molino. Mientras esperaba cada pitcheo, Stargell se inclinaba hacia adelante y atrás en la caja de bateo, moviendo el bate hacia el frente, señalando por momentos hacia el jardín central, y luego dirigiendo el bate hacia atrás para otra agitación. El movimiento de aspas de molino parecía ayudar a que Stargell ajustara el tiempo de su swing. Eso podría hasta haber ayudado su poder, por la manera como aquellos wind ups de la vieja escuela parecían agregar millas extra a las rectas de los pitchers. De cualquier manera, no pudo haber sido divertido para los lanzadores de la Liga Nacional ver a Stargell prepararse para su próximo swing feroz. Sabíamos del estilo de bateo de Stargell, su prodigioso poder, y su reputación como uno de los tipos buenos del beisbol. Pero no sabíamos la historia completa. Debido a nuestra juventud, no entendíamos que Starg había crecido pobre, en contraste con nuestra cómoda crianza. Buena parte de su juventud Stargell vivió en un proyecto gubernamental en Alameda, Calif. Ahí Stargell y su familia vivían en magras circunstancias, pero encontró relativamente poco racismo en la comunidad integrada del área de la Bahía. Esas circunstancias empezaron a cambiar en 1959, cuando él firmó su primer contrato profesional con los Piratas y se reportó al equipo de ligas menores de la organización afiliado en San Angelo (Texas) en la Sophomore League Clase D. (¿Te puedes imaginar jugando en una liga llamada Sophomore League?)
Fue allí que Stargell descubrió un mundo diferente, uno más antagonista hacia los afroamericanos. Muchos hoteles, particularmente en el sur, no permitían huéspedes negros, Stargell a veces dormía en catres en los portales traseros de casas privadas cuyos dueños eran otros afroamericanos. Los restaurantes también discriminaban contra los negros. Stargell a menudo tenía que esperar en las cocinas del restaurant, donde le entregaban restos de comida. Otras veces, Stargell tenía que permanecer sentado en el bus del equipo mientras los peloteros blancos comían cómodamente en un restaurante a un costado de la carretera. La hostilidad racial que Stargell y otros peloteros negros experimentaron dejó al toletero sintiéndose comprensiblemente amargado, al menos al inicio de su carrera. También se sentía preocupado por su seguridad. En una ocasión, un hombre blanco amenazó a Stargell con una pistola. El tipo le dijo a Stargell que si llegaba a batear exitosamente en el juego esa noche, le dispararía. “No podía entender como el color de mi piel podía hacer que la gente me odiara por algo que nunca había hecho”, recordó Stargell en el Herald American. Stargell se sobrepuso al racismo para debutar en 1962. Un tipo corpulento, Stargell era un voluminoso pero sorprendentemente ágil jardinero. En el plato, mostraba chispazos de promesa. Aún así, él no empezó realmente a comprometerse con el juego hasta después que sufrió una decepcionante temporada en 1968, cuando bateó para un magro .237 con 24 jonrones. Aunque Stargell pudo haber señalado el mal general del Año del Pitcher, escogió ubicar la culpa en si mismo. “Me preguntaba si todo lo que quería ser era un pelotero que estuviera por ahí 10 años sin lograr nada”, le dijo Stargell a Baseball Digest, “¿o quería ser un pelotero bueno de verdad, un pelotero sobresaliente? Una vez llegué a pensar que todo lo que había que hacer en este juego era llegar al estadio dos horas antes del juego, cumplir la rutina usual, jugar nueve innings, y regresar a casa”.
Stargell empezó a batear con más consistencia en 1969 y ´70, pero no fue hasta 1971, después de un viaje a Vietnam entre temporadas, que se convirtió en estrella nacional. Después de reportarse al entrenamiento primaveral en la mejor condición de su carrera, disfrutó un tórrido primer mes de temporada, al desarrollar un avance exitoso por la marca de jonrones en abril. Para finales de mes, había despachado 11 jonrones, incluyendo un par de juegos de tres jonrones. En la temporada, Stargell batearía 49 jonrones para liderar la liga y terminaría segundo en la votación del jugador más valioso, propulsando a los Piratas a un campeonato mundial en 1971. Para hacer la transición hacia el estrellato, Stargell siguió aprendiendo de liderazgo de su compañero Roberto Clemente. Él observaba la ética de trabajo de Clemente, incluyendo un régimen de prácticas en el cual trataba de impactar un tambor de basura ubicado en tercera base al lanzar la pelota desde el rincón del jardín derecho. Ocho años después del campeonato mundial de los Bucaneros, y mucho después del deceso de su amigo Clemente, Stargell lideró a los Piratas hacia otro título. En el año de “We are Family”, ningún Pirata fue más prominente que Stargell. El indiscutido líder de los Bucaneros de 1979, se convirtió en ejemplo y figura paternal para sus compañeros, la mayoría de ellos eran de 10 a 15 años menores que él. Para entonces, Stargell había establecido la práctica de entregar “Stargell Stars” a los compañeros que lo merecían. Los jugadores adosaban esas estrellas en sus gorras como recompensa por sus contribuciones a las victorias. Stargell prácticamente cargó a los Piratas hacia ese campeonato de 1979. Después de compartir los honores del jugador más valioso con Keith Hernández durante la temporada regular, bateó para .455 con dos vuelacercas en la serie de campeonato de la Liga Nacional, para ganar otra vez el reconocimiento del jugador más valioso. Y luego completó la trifecta de jugador más valioso en la Serie Mundial, donde atormentó a los Orioles de Baltimore a un ritmo de .400 de promedio y tres jonrones. Stargell se convirtió en el primer (y único hasta la fecha) pelotero en barrer con los tres premios de jugador más valioso en la misma temporada.
Los jonrones de Stargell no solo ocurrían con frecuencia; estos alcanzaban longitudes que no habían sido apreciadas en décadas. Stargell revitalizó el interés por medir la distancia de los jonrones, algunos de sus cuadrangulares eran los más largos que se habían visto desde el apogeo de Mickey Mantle en los años 1950s. El currículo de jonrones de Stargell incluía dos que había largado completamente fuera de Dodger Stadium, conocido como un parque muy favorable a los pitchers. Durante la carrera de Stargell, ningún otro pelotero llegó a sacar un jonrón completamente fuera del estadio de Chavez Ravine. Por mucho que los jonrones laberínticos definían a Stargell en el campo, ellos apenas arañaban la superficie de sus contribuciones totales al juego, incluyendo su relación con sus compañeros de equipo y el público en general. A diferencia de los atletas egocéntricos, Willie sabía como conectarse con los aficionados. Después de comprar en restaurant en la sección The Hill de Pittsburgh en 1970, preparó una promoción especial: Cada vez que él bateara un jonrón, el restaurant entregaría pollo gratis a cualquiera que colocara una orden en ese momento. La popular iniciativa llevaría al legendario comentarista de los Piratas Bob Prince a proclamar las palabras, “¡Repartan algo de pollo en the hill!” cada vez que Willie despachaba otro vuelacercas. Stargell no simplemente enfocaba sus esfuerzos hacia la cultura de su restaurant. Él llegaba a todos los aficionados de los Piratas al conversar regularmente con ellos antes de los juegos y firmar autógrafos de manera entusiasta. Para Stargell, eso era parte de su rutina regular, particularmente en Three Rivers Stadium. Los seguidores del juego también notaban la voluntad de Stargell por dedicar tiempo a las causas humanitarias. Durante el lapso entre las temporadas de 1970 y 1971, él participó en una gira por Estados Unidos a beneficio de los soldados estadounidenses que combatían en Vietnam. En el área de Pittsburgh, efectuó trabajo voluntario para los Job Corps y los Neighborhood Youth Corps, al participar en los ghettos como parte de la “War on Poverty”. Se convirtió en presidente de la Black Athletes Foundation, una organización dedicada a ayudar a los atletas afroamericanos a conseguir mejores contratos y endosos mientras también resolvía problemas en la comunidad negra. En quizás su causa mejor conocida, Stargell sirvió como vocero principal de la Sickle Cell Anemia Foundation, para aumentar la conciencia sobre una enfermedad que recibía poca publicidad en los años 1960s. Stargell hizo numerosas apariciones públicas para recaudar fondos para combatir la enfermedad de drepanosito, la cual ataca los glóbulos rojos, principalmente en los afroamericanos. “Muchas personas saben muy poco de esta enfermedad”, dijo Stargell una vez en una entrevista con The New York Times. “Estas personas viven una vida corta y miserable. Necesitamos la ayuda de todos”.
En 1998, solo tres años antes de su deceso, fui privilegiado al conocer a Willie Stargell. En enero de ese año, durante la crudeza de otro invierno del noreste, él vino a Cooperstown como parte de un programa auspìciado por U.S Post Office. Aceptó hablar para un grupo de niños que se habían reunido en el Grandstand Theater del Salón de la Fama. Aunque ninguno de esos muchachos lo vieron jugar, fueron cautivados por su habilidad para inspirar con sus palabras. A pesar de la brecha generacional, él fue capaz de llegarles a esos niños, como siempre me había alcanzado a mí, empezando con aquellos días cuando coleccionaba sus barajitas e imitaba su swing. Después de la charla de Stargell, fui privilegiado al ser incluido en un almuerzo con Willie y otros miembros del personal del Salón de la Fama. Por primera y única vez, tuve la oportunidad de hablar con Stargell cara a cara. Aquel día, esa barajita Topps de 1974 completó un ciclo para mí. Había conocido al hombre que indirectamente me había enseñado una importante lección. Por supuesto, era muy vergonzoso para mí contarle eso. Solo estuve feliz de conocer a un héroe. ________________________________________
Bruce Markusen es gerente de aprendizaje digital y superación en el National Baseball Hall of Fame
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 02 de abril de 2023.

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