sábado, 28 de diciembre de 2024

Rickey Henderson, el ‘Man of Steal,’ del beisbol, fallece a los 65 años de edad.

Ampliamente reconocido como el mejor bateador abridor de cualquier alineación en la historia del beisbol; no era solo uno de los peloteros más excitantes sino también uno de los más excéntricos.
Michael S. Rosenwald. The New York Times. Diciembre 21, 2024.
Rickey Henderson el inquietante y carismático jardinero del Salón de la Fama quien, con su estilo de bateo agachado, velocidad cortante y poder jonronero, fue ampliamente reconocido como el mejor abridor de alineación en la historia de Major League Baseball, ha fallecido. Su deceso fue confirmado por su amigo y antiguo compañero de equipo Dave Winfield, quien dijo en una entrevista que Henderson “fue uno de los mejores peloteros en la historia de Major League Baseball”. No dio detalles adicionales, pero se espera una declaración de la liga. A menudo llamado “the man of steal” por los periodistas deportivos, Henderson mantiene la marca de bases robadas vitalicia con 1.406 __una marca que pareciera que le arrebatarán en lo inmediato, o tal vez nunca. Robó más de 100 bases en tres temporadas, y sus 130 en 1982 todavía es la marca de una temporada. Henderson también ostenta la marca de carreras anotadas con 2.295. Ochenta y una de esas carreras fueron resultado de jonrones para comenzar el juego __otra marca. Sus 2.190 boletos lo ubican en segundo lugar detrás de Barry Bonds. “Sin exagerar una pulgada, se podría tomar 50 inquilinos del Salón de la Fama, y ellos juntos no reúnen tantas marcas importantes como Rickey Henderson”, escribió una vez el estadístico e historiador de beisbol Bill James. Henderson jugó para nueve equipos en 25 temporadas, pero pasó la mayor parte de su carrera con el equipo de su ciudad natal adoptiva, los Atléticos de Oakland (en cuatro ocasiones distintas) y los Yankees de Nueva York. Además de ser uno de los peloteros más excitantes del beisbol, Henderson era legendariamente excéntrico. Desconocía los nombres de muchos de sus compañeros de equipo. Durante la temporada de 1993 perdió tres juegos en agosto con hipotermia luego de quedarse dormido con una bolsa de hielo en su pie lesionado. Enmarcó un cheque de un millón de dólares por un bono en vez de cobrarlo.
Aunque frecuentemente era acusado de ser egocéntrico, Henderson no era estrictamente un pelotero yoista. A menudo se refería a si mismo en tercera persona; una vez dijo, “A Rickey no le gusta cuando no puede encontrar la limosina de Rickey”. En otra ocasión, mientras Henderson jugaba con Oakland, el cátcher Terry Steinbach lo encontró desnudo en el clubhouse murmurando, “Rickey va a tener un juego” cinco minutos antes del juego. “Estoy seguro que estaba bromeando” recordó Steinbach en la biografía de Howard Bryant de 2022, “Rickey: The Life and Legend of an American Original”. “Todavía está en el clubhouse, hablándose, ‘Rickey va a tener un buen día’”. Unos 40 minutos antes del primer pitcheo, Henderson se pone el uniforme y anuncia, “ Rickey está listo!” “Baja por el túnel”, dijo Steinbach. “Toma su bate. Y batea un jonrón”. Henderson era más pequeño que muchos grandes ligas, pero compensaba su tamaño con una combinación de potencia, una gran habilidad para aprovechar las deficiencias de los pitchers, y un brío extremo que muchos peloteros consideraban como bravuconería. Una vez, jugando contra los Orioles, se paró en primera base y pareció gesticular la señal de la paz __dos dedos__ hacia el tercera base Floyd Rayford. “Rayford no sabía lo que él quería transmitir”, escribió el periodista deportivo Joe Posnanski en “The Baseball 100”, en el cual el clasificó a Henderson como el vigésimo cuarto pelotero más grande de todos los tiempos. “Aquel no era el signo de la paz __Rickey estaba indicando el número dos. Y dos pìtcheos después, estaba parado en tercera base con Rayford luego de haber robado dos bases”. Seleccionado por los Atléticos en la cuarta ronda del draft de 1976, Henderson mostró su potencial casi inmediatamente en las ligas menores. Uno de sus entrenadores pensó que podía desafiar las leyes de la física al correr más que la pelota.
“Solo había estado media hora en las ligas menores “, escribió Mr. Bryant en su biografía, “pero de inmediato hubo algo en el estilo de Rickey que comprometía hasta a los peloteros profesionales”. Su estilo de batear agachado encogía su ya pequeña zona de strike. (El periodista deportivo de The Los Angeles Times Jim Murray luego escribiría que “Henderson tiene una zona de strike del tamaño del corazón de Hitler”). “Es imposible pitchearle a ese tipo”, recordó un a vez Frank Quintero, quien pitcheara contra Henderson en las ligas menores. “Su zona de strike solo tiene 10s pulgadas de profundidad. Me vuelve loco, y a los árbitros también. Y cuando lanzas un strike__ bum lo manda lejos”. Oakland llamó a Henderson alrededor de la mitad de la temporada de 1979. Los Atléticos pasaban por un momento terrible, pero Henderson bateó .274 y lideró al equipo en bases robadas con 33. La próxima temporada, los Atléticos contrataron a Billy Martin como manager, y el equipo mejoró. También lo hizo Henderson: Bateó ,303, negoció 117 boletos, estafó 100 bases y jugó en el primero de 10 juegos de estrellas durante su carrera. Como robador de bases, era una especie de jugador de poker. Estudiaba a los pitchers para aprender a descifrar sus intenciones. “Ciertos tipos pueden ver a alguien hacer ciertos movimientos con el guante y adivinan que pitcheo viene”, le dijo Henderson a Sports Illustrated en 2008. “Yo no podía hacer eso. Pero puedo llegar a primera base y predecir por sus movimientos si ese pitcher va a lanzar a primera base o hacia el plato”. Justo antes de arrancar, Henderson a veces anunciaba, “Rickey va a salir!” Corría bajito y se deslizaba de cabeza __inspirado por los aviones. “Yo estaba en un avión dormido y el avión rebotó cuando aterrizamos, saltamos y eso me despertó”, le dijo Henderson a Sports Illustrated. “Luego en el vuelo siguiente, estaba el mismo piloto y el avión aterrizó con suavidad. Así que le pregunté al piloto por qué y dijo que para aterrizar un avión con suavidad, hay que mantenerlo en la posición más baja y entonces se ejecuta de manera suave y estable. Igual ocurre con el deslizamiento”. Henderson fue bateador de líneas al inicio de su carrera, pero decidió batear con poder luego de las negociaciones contractuales con los Atléticos después de la temporada de 1982.
“Robé 130 bases y fui al arbitraje, dijeron que él único que ganaría ese salario sería un tipo que batease jonrones”, le dijo Henderson a Sports Illustrated en 2009, justo antes de ser inducido en el Salón de la Fama. “Ahí fue cuando decidí que debía elevar mi juego y hacer algo diferente. Decidí desarrollar el físico”. Henderson bateó un total de solo 35 jonrones durante sus primeras cinco temporadas, pero largó 91 en las siguientes cinco, incluyendo un tope para su carrera de 28 en 1986 para los Yankees luego que fue cambiado en 1984. En Nueva York, Henderson se reencontró con Martin, el volátil manager con quien mantenía una relación padre-hijo. Juntos desarrollaron “Billy Ball”, un estilo agresivo y directo de retar los refinados orígenes del juego. “Billy fue el editor de Billy Ball”, decía a menudo Henderson, “y yo era el autor”. En junio de 1989, con Henderson a punto de declararse agente libre, los Yankees lo enviaron de vuelta a los Atléticos, quienes luchaban por el banderín de la Liga Americana. Henderson, entonces de 30 años de edad, bateaba solo para .247 y había sido sorprendido robando ocho veces. “Los Yankees querían desprenderse su jardinero izquierdo y abridor de la alineación debido a que sentían que sus destrezas habían empezado a desvanecerse”, escribió el reportero de los Yankees, Michael Martinez en The New York Times. Henderson se encendió y bateó más de .500 durante un período de 20 juegos, liderando a los Atléticos hacia los playoffs. Fue el pelotero más valioso de la serie de campeonato de la liga Americana ese año versus Toronto, al batear .400 con dos jonrones, ocho carreras anotadas, siete boletos y ocho bases robadas __”una actuación histórica”, de acuerdo a la Society for American Baseball Research. Oakland barrió a los Gigantes de San Francisco en la Serie Mundial, la cual fue memorablemente interrumpida por un terremoto. La próxima temporada Henderson bateó, .325, anotó 119 carreras, estafó 65 bases e igualó su tope de 28 jonrones y fue nombrado jugador más valioso de la Liga Americana.
Rickey Nelson Henley nació en Chicago en el asiento trasero del Oldsmobile de su familia la mañana de Navidad de 1958. Cuando Rickey tenía 2 años de edad, sus padres, John y Bobbie Henley, se separaron. Su madre se mudó con Rickey y sus hermanos a Pine Bluff, Ark., donde ella se había criado. Poco después, ella se fue a california para buscar trabajo, dejó a los niños con su madre. En california, se casó con Paul Henderson, y la nueva familia se estableció en Oakland. De adolescente, Rickey estaba interesado principalmente en el futbol americano. “Rickey jugaba para tener contacto”, escribió Mr. Bryant en su biografía, “como la vez en séptimo u octavo grado cuando todos los muchachos jugaban en la calle y Rickey salió a capturar un pase, desprendiéndose hasta el final de la calle, desplazándose…desplazándose…y __ bam!__ metió la cabeza contra un carro”. Rickey se levantó y siguió jugando. Aunque él jugaba beisbol en las ligas juveniles, no consideró jugarlo en la escuela secundaria hasta su segundo año, cuando su consejera guía lo llamó a su oficina. El equipo de beisbol tenía pocos peloteros y lo necesitaban, dijo ella. No hay de otra, le respondió. “Ella me ofreció veinticinco centavos”, le dijo a Mr. Bryant. “Veinticinco centavos por separado por cada imparable, carreras anotada, base robada. Me dije, ‘Voy a hacer algún dinero’”. Se incorporó al equipo. En un juego, se ganó 5.25 $. Henderson continuo jugando futbol Americano cada otoño, pero su velocidad y habilidad para batear líneas llamó la atención de los buscadores de talento del beisbol profesional, principalmente de J.J. Guinn, quien trabajaba para los Atléticos. Aún así, Henderson no se decidía por el beisbol, quería jugar en la División I del futbol Americano. Pero su madre, preocupada por las lesiones, lo obligó a escoger el beisbol. Entrevistado para la biografía de Mr. Bryant, este recordaba preguntarle que quería alcanzar.
“Quiero ser el robador de bases más grande de todos los tiempos”, dijo Henderson. El 1 de mayo de 1991, mientras jugaba para los Atléticos, Henderson robó tercera base contra los Yankees. Esa fue su base robada 939, para sobrepasar la marca de Lou Brock. Hubo una celebración en el campo. Al hablar a la multitud mediante un micrófono, Henderson dijo: “Lou Brock fue el símbolo del gran robo de base. Pero hoy, soy el más grande de todos los tiempos”. Información de los sobrevivientes no estuvo disponible de inmediato. La última temporada de Henderson en las ligas mayores fue 2003, con los Dodgers. Pero tuvo dificultades para renunciar y regresó a las ligas menores. Una tarde de 3005, David Grann de The New Yorker visitó a Henderson en San Diego, donde defendía los colores de los Surf Dawgs, un equipo de liga independiente en lo que sería su temporada final. Henderson, escribió Mr. Grann, “parecía impactado por su propia prédica, el enigma de la edad”. Le dijo al reportero, “Hay piezas de este rompecabezas que Rickey todavía está buscando”. Entonces Henderson se puso su camiseta de mangas azules. “El único problema que tengo es un pequeño dolor en la cadera”, dijo él, “y eso no es nada que un poco de hielo no pueda curar”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 26 diciembre 2024.

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