Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
martes, 3 de diciembre de 2024
Una Conversación Memorable con la ‘Voz de Dios’.
En su nuevo libro, el antiguo Yankee Paul O’Neill relata una conversación con el inquilino del Salón de la Fama Ted Williams que involucró algún consejo crucial: “No dejes que nadie te cambie”.******************************************************************************************************************************************************************************************
Paul O’Neill y Jack Curry. The New York Times. 22 de mayo de 2022.***********************************************************************************************************************************************************
Su voz era poderosa y directa, como la voz de Dios. De alguna manera, él era un dios. Un dios de bateo llamado Ted Williams llamando a mi teléfono celular, la llamada más impresionante y grata que haya recibido.
Regreso al entrenamiento primaveral a finales de marzo de 1999, donde me ponía metódicamente a punto para otro día con los Yankees. Cada primavera, sudaba y me calentaba y tomaba cientos de swings mientras encontraba el swing confiable que podía llevar a la temporada. Pero ese día en Tampa, estaba ordinario y lento porque en mis últimos 34 turnos solo había conectado de imparable en 4 ocasiones. No tenía equilibrio. No estaba dirigiendo la pelota. Estaba batallando con la gripe y me sentía miserable. Entonces sonó mi teléfono.
“¿Paul? Es Ted Williams,” dijo la voz. “He estado pensando en tí. Eres un tremendo pelotero”. ¿Lo oí correctamente? ¿Se trataba realmente de Ted Williams y de verdad me llamó un tremendo pelotero? Si y si. Coloqué mi mano en el respaldo de la silla, me equilibré, y me senté. Mi reacción inmediata fue sentarme como un estudiante disciplinado en un aula porque quería darle a esta llamada el respeto que merecía.
Sabía que mi hermana Molly, una reportera de The New York Times, tenía una entrevista programada con Ted sobre comida, pesca, y obviamente, un poco de beisbol, también.
Cuando Molly me contó eso, yo estaba admirado de que mi hermana mayor estaba preparada para hablar con uno de los grandes bateadores de todos los tiempos. Le dije a Molly bromeando que tenía dificultades y que ella debería decirle a Ted que yo necesitaba algún consejo. Nunca esperé que la visita de Molly al hogar de Ted resultara en que él me contactara. Todo eso me llevó de vuelta a ser el muchacho cuyo orgulloso padre le había dicho que su swing le hacía recordar el de Williams. No pude acercarme al swing de Williams ni a sus logros, pero estaba deseoso de hablar con ese hombre.
Hasta el día de hoy, hasta con la conexión de mi hermana y su motivación gentíl y esforzada, todavía me sorprende que Ted estuviera dispuesto a llamarme. Todavía me sorprendí más cuando Ted dijo, “Apuesto a que no estás bateando la pelota hacia la otra banda”. Ese comentario me produjo mariposas en el estómago porque mostró que Ted sabía la manera como yo tenía que batear para ser productivo. Para ser exitoso, necesitaba buscar pitcheos en el medio o la parte externa del plato y golpear la pelota hacia la banda contraria. Así que el legendario Ted Williams __un bateador que halaba la pelota y también era lo suficientemente talentoso para ajustarse y batear la pelota por el medio del campo o hacia la banda contraria__ conocía mi enfoque.
“¿Sabes que?” Repliqué.”Tienes razón. Me he estado saliendo hacia el frente muy rápido”. A un minuto de empezar la conversación, trataba de procesar que tan irreal era que Ted Williams __el Ted Williams__ estuviese evaluándome como bateador. Ted ganó seis títulos de bateo, dos premios al jugador más valioso, integró 19 equipos de estrellas, fue el último hombre en batear sobre .400 (en 1941), y terminó su carrera fenomenal con un promedio de .344, 521 jonrones, y una marca de todos los tiempos de .482 de porcentaje de embasado. Fue el héroe que también pausó dos veces su carrera para servir a nuestro país en la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea. ¡Y estaba hablando conmigo de bateo! Fue una llamada muy inspiracional y cargada de nervios porque estaba absorbiendo
cada palabra que Ted pronunciaba. Pero también sentía que había como cien preguntas que necesitaba hacer antes que la voz de Dios colgara. No quería interrumpirlo, así que lo dejé guiar la conversación, y de seguro, Ted dijo algo que me hizo sonreír y sentir que había hecho algo correcto como bateador.
“No dejes que nadie te cambie”, soltó Ted.
Tanto como cualquier consejo de bateo que hubiera recibido, esas palabras resonaron conmigo porque se alineaban con como siempre sentí. Un bateador serio y terco, estaba dedicado a mi enfoque del nivel del swing hasta elevarlo un poco para batear líneas. Creía en ese swing y todavía lo hago. Oír a Williams decir que un bateador no debe dejar que nadie lo cambie fue uno de los puntos resaltantes de la llamada y fue algo que pude haber escuchado por todo el día.
Honestamente, debería haber esperado que Ted enfatizara eso porque lo había escrito en “The Science of Hitting”, su libro en el cual disecó la cosa más difícil de hacer en el deporte: batear una pelota de beisbol. No recuerdo la primera vez que tomé el libro, pero recuerdo haberme enamorado de él. Hay una fotografía de Ted en la portada, su pie delantero está ligeramente levantado, sus ojos enfocados en la pelota, y un lenguaje corporal que grita: “Estoy listo para triturar este pitcheo”. Ted escribió que Lefty O’Doul, quien bató para .349 en su carrera, le dijo, “Hijo, lo que sea que hagas, no dejes que nadie te cambie tu estilo de bateo. Tu estilo eres tú”. Ted obedeció. Yo también.
Mientras Ted seguía su predica, subrayó la importancia de tener el mejor reporte evaluativo de todos acerca de mí. Básicamente, Ted decía que yo necesitaba saber lo que hacía bien y trabajar incansablemente para ser magnífico en eso. Pienso que esa filosofía debería aplicarse a cada atleta. Es un error complicar las cosas tratando de ser algo que no eres o tratando de hacer algo que no eres capaz de hacer. “Conócete como bateador”, dijo Ted. “Conoce quien eres y lo que puedes hacer y ve y hazlo. Pero tienes que conocerte”.
Como siempre había pensado que los bateadores necesitan sentirse cómodos y confiados en la manera como batean, oir a Ted decir lo mismo me reforzó esa idea. Siempre escuché varias voces que llenaron mi mundo con consejos de bateo, pero fui selectivo con las sugerencias que adopté.
Resulta humorístico conceder esto, pero el consejo de Ted me hizo pensar en mis hijos. Cuando llegaba a casa de Yankee Stadium después de los juegos, le lanzaba pelotas de tenis a Aaron y Andy, como mi padre hizo conmigo. Pero ellos siempre estaban tratando de imitar a Derek Jeter o Ken Griffey Jr. cuando practicábamos. Y entendía que era cosas de niños tratando de ser como sus ídolos y los peloteros que veían por televisión. Yo hice igual con Pete Rose, Joe Morgan, y mis héroes de la gran maquinaria roja. Pero después de ver docenas de swings de Jeter y Griffey y pocos swings auténticos de Aaron y Andy, me frustraba porque no le prestaban atención a sus estilos de bateo propios. “No porque se paren como Derek Jeter o hagan swing como Ken Griffey Jr.”, les decía, “Eso significa que van a batear como ellos”.
Bien, digamos que ellos no me escuchaban de la misma forma en que yo escuchaba a mi padre o a Ted. Como Ted, yo de verdad creía en sentirme cómodo de principio a fin, cuando estaba en el plato. Ted fue tan inteligente y tan curioso en cuanto al bateo, hasta preguntó si yo había olfateado la madera quemada del bate luego de un foul. Yo lo había percibido. He hablado con muchas personas quienes no creen que los bateadores puedan oler la madera quemada cuando conectan un pitcheo, debido a la fricción de la madera contra el cuero, es posible percibir ese olor.
En una cita de tres grandes mentes bateadoras, Ted se sentó con Wade Boggs y Don Mattingly en 1986 para hablar de bateo, y Peter Gammons de Sports Illustrated estuvo ahí para describir la escena. En determinado momento, Williams preguntó a Boggs, “¿Has olfateado la madera quemada del bate luego de conectar la pelota?” Boggs estaba abismado y dijo que no. Williams dijo, ”Cada cinco o seis veces que bateaba ante un tipo de buen repertorio, hacía swing fuerte y __oomph__solo bateaba de foul en martillazo. El impacto era muy duro. Y olía la madera quemada del bate. Debió haber sido las costuras de la pelota que impactaron con el bate y la fricción causó la quemadura, eso ocurrió cinco o seis veces”. Boggs meneó la cabeza y dijo, “Tremendo”, lo cual era la única reacción apropiada.
Por más sorprendido que estaba mientras hablaba con Ted, era indudable que la conversación se convirtió en una tertulia entre dos bateadores. De nuevo, él era el experto. Yo escuchaba más que hablaba, pero le pregunté a Ted que tipo de pitcheos buscaba en ciertas situaciones. Fue esclarecedor escuchar a Ted decir que no le gustaba hacer swing al primer pitcheo de un turno al bate porque quería evaluar que tipo de lanzamientos tenía un pitcher en un día determinado. Más que todo, Ted resaltó la importancia de escoger un buen envío para batear. Suena simple, pero no lo es.
He destacado y fallado como bateador, así que sé cuan difícil es tener éxito en las ligas mayores. Con tantos pitchers que lanzan cerca de 100 millas por hora y con bateadores enfrentando varios brazos poderosos por juego, nunca ha sido tan retador batear en las mayores. Pero, en ese difícil tráfago, no todo bateador sigue el consejo de Williams de enfocarse en quienes son y que hacen bien.
La versión actual de Major League Baseball es un mundo hambriento de poder y feliz por el poder. Los jonrones son el activo más deseado. Es visible en la manera como los peloteros tratan de conectar la bola hacia lugares recónditos, es obvio en la forma como los bateadores son recompensados con salarios atractivos, y también es aparente en la manera como los aficionados reaccionan cada vez que una pelota recorre 450 pies. Muchos bateadores están haciendo swing a la parte baja de la pelota para tratar de levantar la pelota en el aire y enviarla a volar sobre la cerca. Mi estrategia era batear la parte superior de la pelota porque creo que eso me daba la mejor oportunidad de hacer contacto y despachar líneas. Ted creía en batear la pelota duro y batearla en el aire. Yo también. Y, de nuevo, mi misión era batear líneas.
Todavía pienso bastante en aquella conversación con Ted. Hay peloteros cuyos nombres son icónicos debido a lo que lograron. Ted Williams es uno de esos nombres gigantescos. Cada pelotero sabe o debería saber los detalles íntimos de la carrera de Salón de la Fama de Williams. Pero, ¿recibir una llamada de él? Eso es insondable. Si yo me hubiera encontrado con Ted en un juego y hubiese hablado de bateo con él por unos minutos, eso también habría sido agradable y surrealista. Hubo algo fenomenal al tener esa llamada personal. Por esos diez minutos poco más o menos, tuve un entrenador de bateo personal y su nombre era Ted Williams.
Unas pocas horas después del anuncio de la temporada de 1999, me sentía tan vigoroso que produje una seguidilla de batazos contundentes. Seguía diciéndome: “Si Ted Williams piensa que yo debería batear la pelota hacia la otra banda, voy a asegurarme de hacerlo”. Así que trabajé diligentemente en despachar lineazos entre el jardín izquierdo y el central. Luego de cada linietazo bien colocado, oía la voz de Ted decirme que estaba haciendo exactamente lo que necesitaba hacer como bateador.
Ted me dejó con estos consejos finales: “Espera tu pitcheo”. Williams agregó: “Y recuerda, mientras más contundente batees, más estarás pensando acerca del bateo. No deberías preocuparte para nada. Te lo digo en este momento. Eres un tremendo pelotero”.
Si, lo escuché bien. Ted Williams me llamó un tremendo pelotero. Pienso que pude haberme retirado feliz ese día. Ah, y después de mi conversación con Ted, despaché dos linietazos hacia la banda contraria. Me sentí como un tremendo pelotero.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 20 de agosto de 2022.
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