Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
lunes, 10 de marzo de 2025
Robinson Chirinos escribe un juego.
Las preguntas de la periodista Mary Montes iban precisas, directas a la zona de strike, Robinson Chirinos con su uniforme de los Orioles de Baltimore, se levantaba por momentos, hacía señas al jardinero derecho para que se cargase un poco hacia la raya, adelantaba tres pasos hacia tercera base y gesticulaba con la barbilla para que el antesalista jugase más adelantado. El beisbol es como escribir una poesía, hay que dosificar la inspiración en cada una de las páginas, cambiar de vez en cuando la secuencia de los pitcheos, correr imperceptible hasta detrás de primera base con cada roletazo al cuadro y luego regresar trotando al plato sin quitar la mirada de la configuración de sus compañeros en el infield. Cada foul es como esas páginas de dos o siete palabras inconexas que se arrugan y se lanzan a la papelera, aún así Robinson sigue esos fouls y a veces los atrapa junto al backstop o en la escalera del dugout.
La voz de Robinson Chirinos en medio de la entrevista suena por momentos grave como cuando sube al montículo para recordarle al pitcher quien es el bateador y cuales envíos le incomodan, firme como cuando suelta un riflazo hacia la tercera base para recordarle al corredor que hay un receptor atento, alerta de la situación, que no se descuida ni mucho menos titubea cuando tiene que resolver una dificultad que afecta a todo un equipo, a todo un cuerpo técnico, a toda una legión de seguidores que espera jugadas vertiginosas donde al menos se demuestre la pertinencia y el compromiso, aguda como cuando en el cierre del noveno o el décimo inning se planta estoico en el plato para tomar la pelota y bloquear el paso del corredor para mantener la esperanza de ganar el juego. Poco a poco se levanta de la polvareda, le dice a su manager que está bien y llama a sus compañeros a seguir tratando, a seguir dando lo mejor sobre el terreno, a mostrar que allí hay un equipo de gran química.
Tal vez esa poesía tiene una estrofa concluyente dolorosa, llena de tragedia griega, cargada de fusilamiento de Piar, impregnada de traición a Miranda. Robinson Chirinos sostiene la mascota con vigor, con la intensidad de alguien que persigue un juego sin imparables ni carreras. Tal vez de momento, le rompen la joya de pitcheo a su pitcher, tal vez un compañero comete un error, Robinson Chirinos corre de inmediato a conversar con su pitcher y decirle que aún ganan el juego, que lo demás son solo adornos circunstanciales, que olvide el elevado que cayó cerca del right fielder, eso está dentro del juego. Lo que no puede estar es que no continúes fajándote, dando lo mejor de ti. Lo que no puede ser es que faltes a tu palabra, a tu compromiso de buscar las mejores decisiones para el equipo, de soltar tus mejores pitcheos aunque te duela el brazo, aún así es valido si te recompones sobre la marcha, si reconoces el error y tratas de enmendarlo, pero tienes que actuar rápido, el beisbol es muy dinámico y castiga.
Alfonso L. Tusa C. 10 de marzo 2025. ©
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