viernes, 11 de abril de 2025

Un Hombre de Beisbol Que Fue mejor Observado en Su Totalidad.

Gil Hodges tuvo dificultades para llegar al Salón de la Fama porque los votantes tuvieron que considerarlo como jugador o como manager. Hodges fue decididamente ambos y finalmente llegó a Cooperstown.
Tyler Kepner. The New York Times. 6 de diciembre de 2021.
Fueron hijos de los años 1920s, adolescentes de Indiana cuando Brooklyn fue a buscarlos. Gil Hodges de Petersburg, era alrededor de tres años mayor que Carl Erskine, de Anderson. Un día, en 1950, compartieron una tarde para la eternidad: cuatro jonrones para Hodges y un juego completo __más cuatro imparables con el madero__ para Erskine. El pitcher era muy cercano al toletero y su familia. “Conocí a su hermano y a su padre,”, Dijo Erskine por teléfono desde Indiana este lunes 6 de diciembre. “Esos tres hombre murieron de la misma condición cardíaca. Eso fue raro, pero uno de los hombres más grandes y fuertes del equipo era Hodges, pero su corazón no era fuerte y eso le quitó la vida muy temprano”. Hodges tenía solo 47 años de edad cuando falleció el viernes santo de 1972, en West Palm Beach, Fla., después de una ronda de golf con sus coaches de los Mets durante el entrenamiento primaveral. Erskine cumplirá 95 el 13 de diciembre, uno de solo dos Dodgers sobrevivientes __ junto a Roger Craig __ de los que jugaron para los ganadores de la Serie Mundial de 1955. Su llama esta flameando, pero su leyenda arde más brillante ahora. Hodges es un inquilino del Salón de la Fama. Lo logró este domingo cuando un panel de 16 personas, por fín, arrojó un veredicto diferente a todos los otros. Olvidado por 15 años por los periodistas, y de nuevo por varias iteraciones del comité de veteranos, Hodges tendrá finalmente una placa en Cooperstown, N.Y. “Es algo muy grande que le ha ocurrido a nuestra familia”, dijo Gil Hodges Jr. este lunes 6 de diciembre. “Estamos muy emocionados de que mamá llegó a verlo, con 95 años de edad. Era el tiempo perfecto”. Joan Hodges, la viuda de Gil, paseó con él por Broadway en un vehículo convertible en octubre de 1969, con infinidad de papelillos flotando como nieve. El triunfo en esa Serie Mundial, como manager de los Milagrosos Mets, fue uno de tres para Hodges. También ayudó a los Dodgers de Los Angeles a ganar el campeonato en 1959, su último gran año como pelotero activo.
Hodges promedió 30 jonrones y 101 carreras impulsadas por temporada desde 1949 hasta 1959. Despachó 370 cuadrangulares en total, y en mayo de 1963, cuando Hodges se retiró, solo dos bateadores derechos (Jimmie Foxx y Willie Mays) tenían más jonrones. Ahora hay más de 40 bateadores derechos por delante de Hodges. Su defensiva también le resaltó. Los guantes de oro aparecieron en 1957 __el último año de los Dodgers en Brooklyn y la décima temporada completa de Hodges__ y Hodges se apoderó de los primeros tres galardones. Esos premios no tuvieron nada que ver con su trayectoria en Brooklyn. “Muchos primeras bases son buenos con el mascotín; Ted Kluszewski, de hecho, fue un primera base sobresaliente, pero comparado con Hodges no tenía el rango”, decía Erskine. “Gil podía cubrir un terreno muy amplio. Había sido cátcher antes, así que estaba acostumbrado a tomar toques frente al plato. Él atacaba el toque, lo atrapaba, y se volteaba para enfriar al corredor en segunda base con el brazo más potente y preciso de un cátcher. Nunca vi a otro primera base tratar de hacer eso. Era ágil y tenía manos grandes”. Hodges puede haber tenido las manos más inmensas del beisbol. Eso es lo que Roger Kahn escribió en “The Boys of Summer”, al menos lo confirmó con esta cita del campocorto Pee Wee Reese: “Gil usa un guante en primera base porque es una costumbre. Con esas manazas, él no necesita uno”. El caso de Hodges para Coopperstown había sido sorprendente. Estaba ganando su momento en la boleta de los periodistas antes de fallecer, entonces pasó más de una década en patrón de espera, con 49 a 63 porciento de los votos. Históricamente, casi cada candidato que obtiene ese apoyo eventualmente ingresa, pero los comités nunca le habían dado acceso a Hodges al umbral del 75 porciento.
La votación de 1993 fue especialmente cruel. Roy Campanella, el compañero de Brooklyn de Hodges postrado en una silla de ruedas quien fallecería ese verano, no pudo asistir a la reunión en persona y no le permitieron votar por teléfono. La familia estuvo golpeada, al menos en ese momento. “Eso duele un poco diferente, porque teníamos el décimo segundo voto”, dijo Gil Jr. “Pero ¿sabes qué? Cuando el día terminó, todo seguía igual todavía. Seguimos y pasamos la página. Un problema para Hodges era que los candidatos al Salón de la fama se supone deben ser juzgados por una carrera como jugador o como manager, no por ambas. Por estricta interpretación, entonces, el título de 1969 de Hodges con los Mets no podía ser tomado en cuenta. Pero ese logro es parte integral de su historia, y sus peloteros por largo tiempo han acreditado a Hodges por su destreza para manejar a los peloteros e insistir en un estilo de juego limpio. Después que los Mets vencieron a Atlanta en la serie de campeonato de la Liga Nacional de 1969, el jardinero Cleon Jones recordó hace un par de años, que Hank Aaron de los Bravos advirtió a un scout de Baltimore que los favoritos Orioles podrían tener problemas. “Si no juegan el mejor beisbol que has practicado todo el año, van a perder”, dijo Jones al recordar el mensaje de Aaron. “Ese es un buen equipo, no cometen errores y hacen todo lo necesario para ganar”. Jones continuó: “Y yo le atribuyo eso a Gil Hodges. Si el manager hubiese sido alguien más __Yogi Berra o Wes Westrum o incluso Casey Stengel, no se estuviese hablando de los Mets de 1969. Ganamos debido a nuestro líder, el cual fue Gil Hodges, porque inculcaba esa especie de actitud en el equipo y no permitía que cometiéramos errores”.
Los compañeros de Hodges en Brooklyn no esperaban que él fuese manager, dijo Erskine, porque él era muy equilibrado, nunca dado a los altercados __el opuesto, en otras palabras, del manager de los Orioles, Eral Weaver. Un manager sin una “personalidad de fuerza”, como lo dijo Erskine, era algo raro. “Pero si se habla con alguien que jugó para él como su manager, como Tom Seaver con los Mets, él dijo: ‘Hodges era tranquilo, pero tenía una mirada que te podía quemar los calzoncillos’”, Erskine dijo, “Así que si él te daba esa mirada, no tenía que decir nada. No era un tipo gritón, pero te ponía esa luz brillante y de inmediato sabías que significaba eso”. Los Mets no pudieron ganar más campeonatos con Hodges. Terminaron con marca de 83-79 en cada una de las dos siguientes temporadas, en ambas ocasiones terminaron en tercer lugar. Ed Kranepool, primera base de ese equipo, insistía en que los Mets habrían ganado “muchos, muchos más banderines” si Hodges hubiera vivido. Por supuesto, no hay manera de saberlo. Es una apuesta segura, sin embargo, que Hodges habría aceptado su elección al Salón de la Fama con modestia, sin querer mucha fanfarria. Él construyó un legado y levantó una familia en Nueva York, pero era de Indiana, desde el principio hasta el final. “Una persona con los pies bien puestos sobre la tierra __ ese fue su entorno, la manera como fue criado”, dijo Erskine. “La humildad era parte de su vida. Era tan natural como respirar. Eso era una especie de marca de fábrica, y una muy buena”.
Tyler Kepner ha sido periodista nacional de beisbol desde 2010. Llegó a The Times en 2000 y cubrió a los Mets por dos temporadas, luego cubrió a los Yankees desde 2002 hasta 2009.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 30 marzo 2025.

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