domingo, 22 de junio de 2025

¿A donde te fuiste, Wild Bill (Bill el Salvaje)? Una ciudad vuelve sus ojos solitarios, una historia de beisbol, cerveza y fe ciega. (II).

Octubre 23, 1993. Lawren Rocca.
Estaba preparado para que Wild Bill abriese la puerta y me sacara del carro. Estaba preparado para que me diese el recorrido proverbial __manejar en silencio, tomar el dinero efectivo, y despedirse sonriendo. No estaba preparado para lo que ocurrió. Lo que ocurrió fue que no pasó nada. Se tarta de contar el tiempo que se tarda en cepillar bien los dientes. Ese fue el tiempo que pasó en silencio. “Si”, dijo él finalmente, con un suspiro como un monzón . “Si, está bien”. Él se acomodó y escaló en el asiento delantero. Le bajó el volumen al radio. Y ahora se trataba de mí y Wild Bill, avanzando hacia Memorial Stadium, hablando de beisbol. La Respuesta. “Tomé la idea del tipo en los juegos de los Colts”, dijo Hagy. “Lo llamaban ‘The Big Wheel’. Él pedía las letras de los Colts, entonces en una fiesta me le acerqué y le pregunté porqué no iba y pedía las letras de los Orioles de esa manera. Dije que pensaba que sería una gran idea. Y el dijo que no era aficionado al beisbol. Entonces le dije, ‘Bien, si no te importa, voy a disponer de la franquicia’. Estábamos tomando unos tragos. Eso fue todo, ¿sabes? Básicamente soy una persona tranquila, pero sabes que cuando tienes unas cervezas o el licor que sea encima … ocurren cosas”. “Muchas personas, como mi dentista, ¿sabes?, el era un buen amigo mío y todo eso, pero no podía entender como podía ir allí y beber tanto y aún hacer lo que hacía. Se lo expliqué, le dije, ‘Reconozcámoslo, si yo no bebiera no lo haría’”. ¿Por qué dejó de hacerlo? ¿Dejó de beber? Él me miró como si yo fuese la persona más estúpida dentro del taxi. “Llegó un momento”, dijo él, “cuando eso era muy demandante”. Ahora, hay muchos buenos adjetivos que podría utilizar para describir lo que Bill Hagy solía hacer, pero demandante no es uno de ellos. Pero digo esto porque soy la persona más estúpida del taxi. He leído exactamente dos biografía en mi vida. Babe Ruth y Mao. La respuesta está en ambos libros si los hubiese leído con inteligencia, lo cual no hice. Escuche: No es la fama lo que te motiva. Es la carga de ser un líder. “Llegó un punto donde si me perdía un juego, todos te quedaban mirando”, dijo Hagy. “’ ¿Dónde estabas anoche? ¿Qué te pasa?’ ¿Sabes? Desde 1977 hasta 1983, pienso que me perdí nueve juegos. Seis o siete de ellos en la misma semana. Estaba enfermo con bronquitis”. Otra fue en 1980, cuando los Red Wings de Rochester __el equipo filial de Baltimore en AAA __ decretaron un Wild Bill Hagy Day. Hagy tenía que estar ahí. Ese fue el único juego de los Orioles que Hagy se perdió aquel año. Los Orioles perdieron, como 17-6 ante Kansas City”, dijo Hagy. “Todos me querían patear el trasero por ese juego”. Una vez, durante una llovizna al inicio de un juego,los fanáticos le rogaron a Bill que detuviera la lluvia. Así de complicado se puso todo. “Lo que yo hacía era algo divertido”, dice él. “Cuando eso dejó de ser divertido, dejé de hacerlo”.
La cerveza no está fría. Miré mis notas porque sentía que no íbamos a ninguna parte, y estaba en lo cierto. No íbamos a ninguna parte porque habíamos llegado. Estábamos en Memorial Stadium. Algunos hierbajos emergían en las grietas del asfalto. El ladrillo rojo y el concreto parecían milenarios. Le pregunté si estaba molesto porque los Orioles se habían marchado de ahí. "Naah, naah, naah. Camden Yards es una facilidad muy hermosa”. Yo no sabía que decir. No se puede acusar a Dios de herejía. “Si estoy triste por algo, es por la falta de disponibilidad de boletos. Cuando solía a ir a un juego en Memorial Stadium, nunca me costó más de 10 dólares la noche. Eso incluía el boleto, el estacionamiento y la cerveza que bebía. Por supuesto, hablamos de hace unos años. Ahora se sabe, que si vas ahí con un billete de 50$, eso es nada”. Eso era trabajar. Me sentía como un genio, y me sentía como pez en el agua. Memorial Stadium le hacía a Wild Bill lo que tu gobierno hace para tumbar una fruta jugosa. Él miraba impasible a través de la fachada, en dirección hacia la Sección 34. “En Memorial Stadium, se solía decir, ‘¿No está fría la cerveza?’ En Camden Yards dicen, ‘¿Todavía no se ha enfriado el chardonay?’ Eso pone la diferencia en perspectiva”. Al alejarse manejando el carro, él seguía mirando el estadio en su espejo retrovisor. “Fui al primer juego de los Orioles en 1954. Yo tenía 15 años de edad. Mi papa y yo íbamos a Howard Street y veíamos el desfile. Íbamos a una pequeña taberna y comprábamos algunas hamburguesas para ir a ver el juego…” Luego su voz se desajustó. Lo que pronunció de seguidas fue suave pero firme, como un susurro de patio escolar: “Cincuenta centavos! El boleto de mi papá costaba setenta y cinco!” Yo iba a decir, que el boleto de mi papá costaba dos-cincuenta! Pero no quise sonar como un sapo. Así que Wild Bill y yo anduvimos en silencio por cinco de los dólares de mi jefe, al menos. Mi Casa Es Su Casa En mi caso, no se puede temer ser idiota. Caramba, algunos de los mejores reporteros del planeta son culos de caballo. Lo cual es decir ¿como había tenido yo el atrevimiento de preguntarle a un tipo que valora tanto su privacidad, que nunca responde una llamada telefónica, si podía ir a ver su casa? ¿Qué podía perder? Cuando mucho un par de dientes. Tal vez fue el pago, él podría haber considerado que era mucho. Tal vez fue, que le caí bien. En media hora estábamos en un vecindario decente en Arbutus, caminando hacia una buena casa, y Wild Bill sacaba una llave. El Hombre del Buen Humor.
“Dame un minuto para despejar las cosas”, dijo él, y me dejó parado en el marco de la puerta como una rana platanera. Regresó en 90 segundos y abrió la puerta hacia un lugar que parecía propio de que ahí vivía Wild Bill Hagy. Las penumbras son marcadas. La cocina es insignificante, el televisor grande. La cama es un desastre. El sitio esta lleno de vacíos con nombres. Moosehead, Dixie, Grizzly. No llamarías al refrigerador un refrigerador. Lo llamarías una caja de hielo. “Este carro escaló Mt. Washington”, dice en la puerta. “Tuve una dama de limpieza que solía venir una vez al mes”, explicó Wild Bill, “pero se instaló acá por cuatro meses y tuve que despedirla”. Sin incluir dos esposas, la dama de limpieza fue una de una docena de mujeres con las que Hagy estima que ha vivido en 17 lugares diferente. Estuvo casado dos veces, una por casi seis meses. De cualquier modo, el desastre fue fácil de ignorar, porque el lugar al que había entrado estaba impregnado de los Orioles. Había fotos autografiadas y pelotas de beisbol por todas partes. Hagy tenía banderines y afiches y varias placas de Diamond Club, cada una como premio cuando él fue responsable por la asistencia de 1000 aficionados. Una proclama del Alcalde Schaefer decretada el 25 de septiembre de 1979, como “Wild Bill Day”. Se felicitaba a Hagy por enseñar a relajarse a los nativos de Maryland. “Yo estaba abajo en el clubhouse antes de un juego. Brooks Robinson estaba también abajo. Él estaba trabajando para una estación de TV. El encargado del clubhouse viene y dice ‘Brooks, tienes que irte, estás con los medios y no se te permite estar aquí’. ‘Bien, ¿qué hay de Wild Bill?’, dijo él. ‘Él no está con los medios’”: “Brooks dijo. ‘No puedo creerlo. Tengo que salir y Wild Bill se queda’” “Si, esos fueron grandes días”. ¿Por qué no vas más a los juegos?, le pregunté. Eso le resultó divertido. Él va a los juegos, dijo. A muchos de ellos. Pero nadie lo ha visto! Nadie ha estado pendiente, dijo él. Cuando Wild Bill Hagy deja de hacer su acto, él es solo otro gran aficionado gordo que disfruta el juego, y eso es lo que él quiere. “Me gusta salir con personas y pasar un buen tiempo sin tener que lidiar con alguien medio prendido que venga y se apoye en mi hombro. ‘Yo era uno de tus mejores seguidores’. Eso está fuera de orden cuando se trata de pasar un buen momento”. Hablamos por 15 minutos más, y les diré lo que aprendí. Aprendí que lo máximo que él hizo en un año fue 12.000 $, incluyendo algún cheque de reconocimiento de los Orioles, de cuando ellos vendían sus franelas. Aprendí que le gusta ser taxista pero que una vez tuvo un trabajo que tal vez le gustaba más. Eso fue hace años, antes de la locura de los Orioles. Antes del trago pesado.
“Yo manejaba un camión del Buen Humor”, dijo él. “En el área donde trabajabas, era la celebridad mientras los niños asistían”. Bill tenía una sonrisa tan grande como la que jamás le había visto. Era hora de partir, y yo no había hecho la pregunta que había ensayado en mi mente por días. La única pregunta que significaba algo. Tenía todo preparado, con las cláusulas subordinadas escritas y todo, pero cuando la pronuncié, salió atropellada. Esto es lo que quería saber: Digamos que los Orioles están otra vez en una carrera por el banderín. Y digamos que están en el momento crucial. Cierre del noveno inning y las bases llenas con dos outs… Wild Bill estaba sonriendo. Él sabía a donde quería llegar yo, y él sabía lo que iba a decir, y apuesto que sabía que el nudo de mi garganta era del tamaño de un almendrón. …y el cuarto bate viene a tomar turno con el banderín en juego. ¿Lo harías, Bill? ¿Serías Wild Bill Hagy por un glorioso momento más, para llevar a casa el banderín? Dos latidos. Tres. “Naah”. Eso me golpeó feo, como una bola de demolición. “Sé que no puedes vivir en el pasado”, suspiré. Él sonrió, como un profesor aprobando. “Es agradable tener las memorias”, dijo él gentilmente. No agregó, niño. Pero sé que es lo que quería decir. Así es como lo recordaré. “Es agradable tener las memorias, niño”. Se va, se va, se va… Pocos días antes del inicio de la Serie Mundial entre un equipo de Filadelfia y otro de Canadá, fui a cortarme el cabello. Me percaté de los señores mayores de la barbería, más de lo que los había notado antes. No solo estaban recortando alrededor de las orejas y un poco en la coronilla. Estaban murmurando sobre los cabellos grises emergiendo de sus orejas y fosas nasales. Un hombre hizo que le recortaran las prolongaciones de sus cejas. Otro esperaba que el tinte marrón avellana se fijara en su cabello. “Haz que esto luzca bien Dominic, porque voy a conseguirme algo esta noche”. Y los señores mayores risueños como muchachos de cuarto año de bachillerato. “Oh si, ella no va a saber que la golpeó”. Cuando mi corte de cabello estuvo hecho, busqué los billetes en mi cartera y se me cayó el recibo que Hagy me había dado por mis cincuenta. Mientras me inclinaba para tomarlo me di cuenta de su firma. “Wild Bill” estaba garabateado en la esquina izquierda inferior, justo debajo del costo y la fecha, Lo guardé en mi cartera , detrás de una capa de cabellos blancos finos.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo 10, 2025.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Preguntas y respuestas con Jane Leavy, Parte II.

David Laurila. Baseball Prospectus. 23-11-2010. David Laurila: Los Yanquis firmaron a Mantle en 1949. ¿Cómo fue descubierto? Jane L...