Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
domingo, 8 de junio de 2025
Documentos arrojan Luz sobre la Vida y Muerte de Thurman Munson
David Waldstein. The New York Times. 01 de agosto de 2018.
La angustia aun flota en las páginas de la declaración, la cual ahora tiene casi 40 años de edad. En ella, un testigo llamado David Hall duda mientras testifica, y un abogado pregunta si necesita un receso. Hall dice que no y continúa.
Para cuando termina, ha suministrado un recuento devastador de los momentos finales de la vida de Thurman Munson, el catcher de los Yanquis quien falleciera a la edad de 32 años cuando la avioneta que pilotaba se estrelló antes de llegar a la pista de aterrizaje del Akron-Canton Airport de Ohio el 2 de agosto de 1979.
Hall estaba en la avioneta cuando esta se precipitó al suelo. En la declaración, él describe como inmediatamente después del impacto, Munson yace inmóvil, su cabeza volteó hacia los lados y se golpeó contra el panel de instrumentos.
El cuello de Munson está doblado, se ha roto con la intensidad del impacto. Su cuerpo estaba paralizado. Aún así, testifica Hall, Munson le preguntó a él y a Jerry Anderson, el otro pasajero, si se encontraban bien.
Y entonces, testificó Hall, las llamas empezaron a envolver el fuselaje de la avioneta Cessna Citation, y Munson murmuró, “Extintor de fuego”. Lo que siguió, dijo Hall, fueron las palabras finales pronunciadas por Munson, el corajudo capitán del equipo.
“Ayúdame Dave”, dijo él.
Hall y Anderson lo intentaron. Trataron de levantar el cuerpo inmovilizado de Munson desde su asiento, para liberarlo de los hierros retorcidos, pero no pudieron. Y a medida que el humo y las llamas invadieron la cabina, Hall, un instructor de vuelo que previamente había enseñado a Munson a volar aviones de helice, y Anderson, un amigo y socio de negocios de Munson, no tuvieron otra alternativa que escapar del lugar.
Se ha escrito mucho a través de los años acerca de la muerte de Munson aquel día de agosto, pero hasta ahora las declaraciones que se hicieron en dos demandas que fueron realizadas después del accidente habían permanecido guardadas, ajenas al conocimiento público. Una de las demandas, efectuada por los Yanquis, fue despreciada antes de ir a juicio. La otra, introducida por la viuda de Munson, Diana, fue a juicio, pero el caso fue rápidamente resuelto luego de algun testimonio inicial.
Las declaraciones proveen una especie de historia oral de la vida y muerte de Munson. Fueron conocidas este verano como resultado de los esfuerzos de Allan Blutstein, un abogado quien creció en Long Island como devoto seguidor de Munson y ha hecho carrera profesional de las acciones de Freedom-of-Information, incluyendo los recientes y controversiales documentos que involucran a los empleados de la Environmental Protection Agency.
Blutstein no necesitó hacer un documento de Freedom-of-Information para obtener las declaraciones del caso Munson. Simplemente fue diligente y gastó algún dinero. Despues de adquirir los documentos, los puso a la disposición de The New York Times.
Las declaraciones, que incluyen testimonios de Yanquis notables como Reggie Jackson, Billy Martin y Craig Nettles, no contradicen la narrativa básica de la muerte de Munson, que fue un atleta destacado que empezó a efectuar vuelos menos de dos años antes, en parte para ir a su hogar de Ohio para ver a su familia en los días libres, y que murió mientras practicaba despegues y aterrizajes en el aeropuerto.
Pero lo que las declaraciones proveen es una faceta reveladora de Munson, quien a veces era un gruñón pero siempre fue la piedra angular de un gran equipo de los Yanquis que había ganado las dos Series Mundiales previas en medio de las distracciones generadas por Jackson y Martin y George Steinbrenner, el impredecible dueño del equipo.
Era Munson quien continuamente jugaba a un nivel alto sin crear controversias. Y fue Munson, de acuerdo a las declaraciones, quien era leal y terco, feroz e inocente.
“Thurman tenía una rutina”, dijo Gene Monahan, masajista de los Yanquis por mucho tiempo, en su declaración del 29 de mayo de 1981. “Solía llegar al estadio y disfrutar dos galletas y un vaso de leche”.
Dos meses antes de la declaración de Monahan, Jackson, la co-estrella y rival de Munson, y entonces, eventualmente su amigo, testificó que Munson se había desconectado del deporte que practicaba y del tiempo que pasaba lejos de su esposa e hijos”.
“Estaba más interesado en volar esa avioneta que en jugar beisbol”, testificó Jackson.
Martin, en su declaración, dijo que estaba preocupado, como manager del equipo, de que Munson se estuviera desgastando al volar entre juegos. “Siempre le decía, ‘No me gusta verte volar durante la temporada’ “, testificó Martin.
En su declaración, a Diana Munson le preguntaron si su esposo tomaba pastillas, cuando jugaba, en referencia a las anfetaminas que tomaban muchos peloteros en las décadas previas a las pruebas de drogas, dada la energía que estas proveían. Ella dijo que él las había tomado, pero agregó que pensaba que él había dejado de hacerlo cuando empezó a volar.
“Como piloto, él sabía que no podía ingerir esas cosas”, testificó ella. “Así que después que empezó a volar. Nunca me preocupé de nuevo por las pastillas”.
Todos los que declararon, lo hicieron para dos demandas concurrentes, lo cual significaba que solo tenían que testificar una vez. La demanda introducida por los Yanquis buscaba reembolso por el resto del dinero del contrato de Munson. La demanda introducida por Diana Munson buscaba 42 millones de dólares por daños. Ambas demandas apuntaban a Cessna y FlightSafety International, la escuela donde Munson aprendió a volar, y se convirtió de acuerdo a muchos en un piloto muy bueno.
Blutstein no necesitó hacer un documento de Freedom-of-Information para obtener las declaraciones del caso Munson. Simplemente fue diligente y gastó algún dinero. Despues de adquirir los documentos, los puso a la disposición de The New York Times.
Las declaraciones, que incluyen testimonios de Yanquis notables como Reggie Jackson, Billy Martin y Craig Nettles, no contradicen la narrativa básica de la muerte de Munson, que fue un atleta destacado que empezó a efectuar vuelos menos de dos años antes, en parte para ir a su hogar de Ohio para ver a su familia en los días libres, y que murió mientras practicaba despegues y aterrizajes en el aeropuerto.
Pero lo que las declaraciones proveen es una faceta reveladora de Munson, quien a veces era un gruñón pero siempre fue la piedra angular de un gran equipo de los Yanquis que había ganado las dos Series Mundiales previas en medio de las distracciones generadas por Jackson y Martin y George Steinbrenner, el impredecible dueño del equipo.
Era Munson quien continuamente jugaba a un nivel alto sin crear controversias. Y fue Munson, de acuerdo a las declaraciones, quien era leal y terco, feroz e inocente.
“Thurman tenía una rutina”, dijo Gene Monahan, masajista de los Yanquis por mucho tiempo, en su declaración del 29 de mayo de 1981. “Solía llegar al estadio y disfrutar dos galletas y un vaso de leche”.
Dos meses antes de la declaración de Monahan, Jackson, la co-estrella y rival de Munson, y entonces, eventualmente su amigo, testificó que Munson se había desconectado del deporte que practicaba y del tiempo que pasaba lejos de su esposa e hijos”.
“Estaba más interesado en volar esa avioneta que en jugar beisbol”, testificó Jackson.
Martin, en su declaración, dijo que estaba preocupado, como manager del equipo, de que Munson se estuviera desgastando al volar entre juegos. “Siempre le decía, ‘No me gusta verte volar durante la temporada’ “, testificó Martin.
En su declaración, a Diana Munson le preguntaron si su esposo tomaba pastillas, cuando jugaba, en referencia a las anfetaminas que tomaban muchos peloteros en las décadas previas a las pruebas de drogas, dada la energía que estas proveían. Ella dijo que él las había tomado, pero agregó que pensaba que él había dejado de hacerlo cuando empezó a volar.
“Como piloto, él sabía que no podía ingerir esas cosas”, testificó ella. “Así que después que empezó a volar. Nunca me preocupé de nuevo por las pastillas”.
Todos los que declararon, lo hicieron para dos demandas concurrentes, lo cual significaba que solo tenían que testificar una vez. La demanda introducida por los Yanquis buscaba reembolso por el resto del dinero del contrato de Munson. La demanda introducida por Diana Munson buscaba 42 millones de dólares por daños. Ambas demandas apuntaban a Cessna y FlightSafety International, la escuela donde Munson aprendió a volar, y se convirtió de acuerdo a muchos en un piloto muy bueno.
“Tenía un trato especial con Steinbrenner”, dijo Jackson en su testimonio. “Thurman era el Yanqui más especial cuando estuvo ahí. Podía hacer lo que quisiera”.
Jackson y Martin fueron pasajeros en vuelos pilotados por Munson, así como Nettles. Nettles y Jackson volaron con Munson desde Seattle hasta Anaheim, Calif., después de un juego el 12 de julio de 1979. Tres días después, Martin voló con Munson desde Anaheim hasta Kansas City, Mo., por la vía de Albuquerque.
Jackson y Nettles refirieron como, en su vuelo, las máscaras de oxígeno se desprendieron después de un ruido profundo. Dijeron que Munson permaneció calmado y aterrizó la avioneta sin incidentes. Martin describió un chispazo de llamas en uno de los motores. Ninguna de esas referencias fue relacionada con la causa del accidente.
En vez de eso, la falla fue atribuida a un error del piloto, de acuerdo a la investigación de la National Transportation Safety Board. Fue determinado que Munson estaba fatigado ese día, no hizo apropiadamente la lista de revisión y no ajustó su cinturón de seguridad.
Charles Berry, un cirujano de Air Force y oficial médico de la NASA por 14 años, testificó en su declaración que “el error del piloto generado por fatiga y sobretensión” fue la causa y especuló que el dolor en la rodilla podría haber causado que Munson durmiese inapropiadamente la noche anterior.
En el movimiento final, Munson nunca bajó los alerones, los cuales permiten a los aviones volar a velocidades menores, y que los motores se estanquen. La avioneta se estrelló a unos 870 pies de la pista de aterrizaje a las 4:02 p.m. y entonces golpeó el tocón de un árbol
Hall y Anderson, quien también era piloto, habían volado con Munson ese día aciago solo porque se lo habían encontrado en el aeropuerto. Testificaron ambos en el juicio de 1984 antes que se resolviera el caso.
En cuanto a Blutstein, su ruta hacia los documentos empezó en abril camino a buscar a su hija, estudiante de la University of Michigan. Al manejar a través de Ohio desde su hogar en el area de Washington, D.C., impulsivamente se desvió hacia el lugar de la tumba de Munson en Canton y dejó una gorra de los Yanquis sobre la lápida.
“Pasé un buen rato allí”, dijo él, “y empecé a pensar en lo que ocurrió. Sabía de la demanda. Pensé que ella podría darme algunas respuestas a las preguntas que me había hecho buena parte de mi vida”.
Luego de regresar a casa, Blutstein empezó a buscar información en los casos de las décadas pasadas, y su trabajo de traer otros documentos a la luz se hizo una tarea rutinaria para él, pero una que consumía tiempo y costosa. Dijo que gastó más de 1.000 $ en tarifas y numerosas horas de llenar formatos de aplicación e investigar. De los 21 archivos de Munson que solicitó, cuatro estaban perdidos, incluyendo el de Anderson. Los que fueron unicados, dijo él, habían sido guardados en un almacén de Chicago.
Ha organizado su búsqueda y la publicó en una página de Facebook para aficionados de Munson que todos pueden ver, al imaginar que otros pueden querer la misma información que él buscó. Se impresionó con mucho de lo que encontró, especialmente el testimonio de Monahan, el masajista, quien tenía una cercana amistad con Munson en el estadio.
Monahan testificó que al enterarse de la muerte de Munson, fue a un Yankee Stadium vacío y se sentó frente al casillero de Munson por cerca de cinco horas, casi destrozado. Curiosamente, testificó que lanzó a la papelera los informes médicos de Munson.
Monahan no respondió a una solicitud de entrevista, tampoco Diana Munson. Hall y Anderson declinaron ser entrevistados.
De acuerdo a la declaración de Nettles, la muerte de Munson significó despedirse de cualquier oportunidad en la temporada. Para el momento del accidente, los Yanquis estaban a 14 juegos del primer lugar en el este de la Liga Americana. Era virtualmente el mismo déficit que habían superado el año anterior, un una de las remontadas más notables de la historia del beisbol. Eso no ocurriría de nuevo.
“Cuando Thurman falleció, lo perdimos todo, toda la temporada estaba perdida”, declaró Nettles. “Notamos que no podríamos hacerlo, y eso desmoralizó a muchos de nosotros”,
De todo lo que leyó, Blutstein dijo que estaba particularmente impactado por el testimonio de Hall al contar el accidente y las últimas palabras de Munson. De muchacho, dijo, a menudo se había preguntado como Hall y Anderson pudieron haber escapado de la avioneta sin salvar a su héroe.
Pero después de leer las declaraciones, dijo que contactó a Anderson para disculparse por tener tales sentimientos. Dijo que también llamó a Diana Munson para disculparse por el hecho de que descubrir las declaraciones inevitablemente ocasionaría memorias dolorosas. No obtuvo respuesta de ella.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 04 de agosto de 2018.
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