Memorias de mi papá.

Me atraganté cuando vi la esferita negra de nicotina que te sacaron debajo de la rodilla derecha, era un poco más grande que una metra; sabía que habías fumado cigarrillos por mucho tiempo, pero ni me imaginaba que tanto había afectado eso tu sistema circulatorio. Mientras te veía todos esos días a través de la ventanilla de terapia intensiva, anotaba en algún lugar entre el occipital y el temporal derecho, todas las preguntas que te haría. Quería hacerte todas las indagaciones que debí hacer toda la vida, me quedabas mirando entre abismado y molesto. Preferías mirar aquel gol de sombrerito que le hizo Franco Causio a Ubaldo Fillol, te lamentabas que no lo hubiera hecho en el mundial de 1978, o preguntar por aquel episodio de cuando viajaste a Cumaná en la plataforma de un camión en vez de usar el billete de cinco bolívares que te dio para el carrito por puesto, él aún sonríe porque mencionaste un juego donde los Medias Rojas de Boston perdieron el juego de desempate con los Yankees de Nueva York con un jonrón de Bucky Dent con un flaicito que hubiera sido out en cualquier estadio de las grandes ligas pero esa tarde jugaban en Fenway Park, entendías muy poco de beisbol, pero conocías la melancolía de ver a tu equipo favorito perder.

No me acostumbraba a verte postrado en una cama casi todo el día, cada mañana y cada atardecer te invitaba al menos a salir a caminar, “aunque sea hasta el cañaveral detrás del Centro de Salud”. Me mirabas con ojos vidriosos, solo ladeabas la cabeza y me apretabas la mano. Lo que más me impactaba de todo aquello papá, era tu vehemencia para reclamar desde tu dormitorio, cuando percibías algún vestigio de humo de cigarrillos a más de treinta metros dentro o fuera de la casa.

Alfonso L. Tusa C. Junio 17, 2025. ©