miércoles, 25 de junio de 2025

Palacios ha vivido sus sueños como beisbolista y bombero.

Scott Pitoniak. Enero 15, 2020. Rochester Business Journal.
Rey Palacios no entró en pánico cuando vio el humo emerger del apartamento de piedra marrón no lejos de su hogar en Brooklyn. Gracias a su entrenamiento en el programa auxiliar del departamento de bomberos, así como las oportunidades que pasó haciéndole preguntas complicadas a sus familiares que fueron bomberos de Nueva York, el joven de 17 años de edad sabía exactamente lo que tenía que hacer. Era como si el joven que iría a jugar brevemente con los Red Wings de Rochester hubiese pasado toda una vida preparándose para ese momento. Cuando él llegó a la escena, varios testigos histéricos gritaban que había un bebé en el apartamento. Palacios tomó su equipo de aire comprimido y subió. Después de gatear a través de dos habitaciones oscurecidas por el humo, encontró el bebé, lo tomó en sus brazos y empezó a correr, solo para descubrir que estaba envuelto en llamas. Aunque su corazón resonaba a través de su pecho, Palacios se las arregló para mantener la calma. Abrió una ventana al estrellarle una silla y mientras escalaba hacia la cornisa, oyó sirenas. Los muchachos de la Brooklyn Ladder Company No, 101 habían llegado sobre la hora. Levantaron una escalera, y Palacios descendió, acunando al bebé. Una vida había sido salvada gracias al juicio claro y la rapidez mental de un joven hombre bajo presión. “No hay una satisfacción más grande que salvar la vida de un ser humano”, dijo Palacios recientemente desde la cocina de su hogar de Irondequoit. “Se puede batear 1º jonrones con las bases llenas en la Serie Mundial y aún así no hay comparación”. Mientras reflexionaba sobre ese momento de hace medio siglo, el veterano de 23 años de servicio del Rochester Fire Department agitó su cabeza con aire sorprendente. Mirando en retrospectiva, me doy cuenta de lo bendecido que he sido”, dijo Palacios. Doblemente bendecido, de hecho, porque ambos sueños de su niñez se hicieron realidad. Al crecer en la ruda vecindad conocida como Red Hook en el extremo sur de Brooklyn, palacios fantaseaba acerca de convertirse en bombero y pelotero de Major League Baseball. “No dudaba en mi mente de que yo sería bombero”, dijo Palacios, quien será honrado por la Rochester Baseball Historical Society en su anual Hot Stove Dinner en Frontier Field el 25 de enero. “La parte del beisbol parecía más lejana, especialmente para un muchacho de Nueva York, donde las posibilidades eran de verdad escasas. Pero la parte del bombero, eso fue un don”.
Estaba tan seguro de eso que a la edad de 10 años compró un equipo de radio. Cada vez que oía una llamada de alarma, saltaba sobre su bicicleta y empezaba a pedalear furiosamente hacia la dirección señalada por el despachador. “Había algo intrigante acerca de la idea de combatir el fuego, eso siempre me ha fascinado”, dijo él. Cuando él no jugaba pelota callejera, bajaba en su bicicleta gasta la estación justo enfrente de Hudson River del Manhattan bajo. “Llegábamos ahí y conocíamos a los muchachos en Ladder 101”, dijo él. “Y cuando les decía que mis tíos eran bomberos, ellos tomaban gran interés en mí. Pienso que ellos podían decir que yo iba muy en serio en querer seguir sus pasos”. Palacios también soñaba con seguir la senda de sus familiares que habían jugado beisbol profesional, en Estados Unidos o en Puerto Rico. Los buscadores de talento de las ligas mayores, empezaron a notar al cátcher musculoso con poder al bate y una bazuca por brazo que era palacios en su segundo año en John Jay High School. “Sentía que tenía la habilidad para llegar hasta las grandes ligas, pero la mayor parte del tiempo eso es algo que no depende de ti”, dijo él. “Eso es todo un jugo de azar. Jugué con centenares de tipos talentosos en las ligas menores que nunca les dieron un vistazo. Afortunadamente, yo tuve una oportunidad”. Palacios firmó con los Tigres de Detroit en 1983 y pocos años después lo negociaron a Kansas City. Pasó partes de tres temporadas como cátcher de reserva de los Reales, y aunque solo bateó tres jonrones con 17 carreras impulsadas y un promedio de bateo de .193 en 101 juegos, experimentó algunos momentos indelebles. Tal vez su momento más emocionante llegó cuando bateó un jonrón de bases llenas para ganar el juego ante el relevista de los Medias Rojas de Boston, Jeff Reardon. En un cercano segundo lugar, estaba su primer juego contra los Yankees de Nueva York en la casa que Ruth construyó en el sur del Bronx. ¿Quién dice que no se puede ir a casa otra vez? “Nunca olvidaré ese juego en Yankee Stadium en toda mi vida”, dijo él. “Entre familiares, amigos, tipos de las estaciones de bomberos de Brooklyn y de mi vieja escuela secundaria, tenía que haber al menos 800 personas que yo conocía en ese regreso a casa. Antes del juego, Phil Rizzuto, el Scooter, quien también era de Brooklyn, me entrevistó para la antesala del juego por televisión. Y entonces George Steinbrenner vino y me estrechó la mano. Mis compañeros me estaban gastando buenas bromas, porque estaba firmando todos esos autógrafos antes del juego. George Brett pregunta: ‘¿De que trata todo esto Rey?’ Y le digo, ‘Epa, soy neoyorquino. Esta es mi gente’”.
Y cuando el juego empezó, el héroe nativo no decepcionó. Palacios se fue de 3-2 con un jonrón y cuatro carreras impulsadas. También hizo out a dos corredores en intento de robo. Luego de su vuelacercas de tres carreras, los Yankees mencionaron en la pantalla de videos que Palacios era de Brooklyn. “La multitud entró en frenesí”, dijo él. “Después del juego, tenía a toda esa gente esperando fuera del estadio, pedían que les firmara sus programas del juego, pelotas, y que posara para fotografías. Tuve un retraso de dos horas para regresar al hotel donde se alojaba el equipo”. Palacios disfrutaba conocer personas como Brett, el tercera base del Salón de la Fama. “George era un tipo muy divertido y agradable”, dijo él. Ellos lo llamaban ‘Loo’ por los personajes de los dibujos animados de Looney Tunes. Él tenía esas franelas de Bugs Bunny y Porky Pig, siempre las usaba debajo de su uniforme “. Palacios también compartió con Bo Jackson, el jardinero todos estrellas de los Reales que destacó en el futbol americano con los Raiders de Oakland. “Bo fue uno de los atletas más fenomenales que haya visto”, dijo él. “Yo estaba ahí en el juego donde camino por la pared para ejecutar su famosa atrapada. Y nunca olvidaré la vez que venció un roletazo de dos rebotes hacia el campo corto de los Orioles de Baltimore, Cal Ripken. Era una jugada de rutina, pero Cal sabía que Bo tenía una velocidad excepcional asó que atacó la pelota y metió un riflazo hacia primera base. Nada de eso valió. Bo llegó quieto por cuatro pasos. Sorprendente”. Palacios y algunos de sus compañeros de equipo le dijeron a Jackson que debería dejar que los Reales compraran su contrato de futbol americano, pero Bo amaba mucho ese deporta para dejarlo ir. Regresó a los Raiders luego de la temporada con los Reales y terminó sufriendo una lesión en la cadera que afectó su carrera en ambos deportes- “Imagine los números que Bo pudo haber logrado si se hubiese quedado en el beisbol”, dijo él. Palacios fue a dar a Rochester con los Wings en 1993.A pesar de tener 30 años de edad y de venir de una cirugía de un ligamento torcido en su hombro derecho, él esperaba regresar a las ligas mayores luego de un sólido entrenamiento primaveral con los Orioles de Baltimore. Sin embargo, no sería así. Solo tuvo un turno al bate con el equipo afiliado en AAA de los Orioles, Rochester, antes de ser despedido ese junio. Pero el final de una carrera marcaría el inicio de otra. “Yo era muy viejo para convertirme en bombero de Nueva York en ese momento porque ellos tenían un límite de edad según el cual no se podía ser empleado después de cumplir los 29 años de edad”, dijo él. “Así que decidí tratar de hacerlo en Rochester, donde no había ninguna restricción de edad para empezar”.
Él fácilmente aprobó sus pruebas escrita y física, pero tuvo que esperar a que se presentase una oportunidad tres años después. Palacios pasó 19 años con Engine 5 en Lyell Avenue con Child Street antes de ser transferido a su posición actual como bombero en la oficina principal. Él ha experimentado su cuota de momentos complicados en el trabajo, quizás ninguno más horrible que el que testificó en los momentos siguientes al 11 de septiembre de 2001. A una hora de escuchar acerca de los ataques terroristas en el World Trade Center, Palacios buscó y recibió permiso para dirigirse a la ciudad de Nueva York para prestar ayuda en la misión de rescate. Saltó a su Harley y estuvo en la escena al final de la tarde. Afortunadamente, dos e sus hermanos quienes estaban programados para hacer trabajo de construcción cerca de las Torres Gemelas esa mañana habían escapado ilesos. Pero Palacios estuvo devastado cuando le dijeron que sus amigos de Ladder 101 habían fallecido cuando las torres colapsaron. Por casi dos semanas seguidas, él trabajó sin descanso con amigos voluntarios esperando encontrar sobrevivientes en medio de los escombros. Después de varios días, la misión de rescate se convirtió en misión de recuperación. Palacios se sentía una tremenda rabia por lo que le había ocurrido a sus amigos en su ciudad natal. Y ese tormento siguió consumiéndolo en las semanas y meses luego de regresar a Rochester. Como soldados en combate, él y otros en Ground Zero estaba sufriendo de PTSD __desorden de tensión postraumático. A solicitud de su jefe, Palacios se sometió a terapia en un intento por adaptarse a la tragedia. “Ahora me siento mucho mejor mentalmente”, dijo él. “Definitivamente hay que recordar tomar la vida muy en serio. Se necesita vivirla al máximo”. Y eso es lo que él hace. Con las manos generosas de un cátcher y los antebrazos amplios, el Palacios de 57 años de edad parece como si todavía pudiese hacer out a un corredor tratando de robar una base. Él jugó en el equipo de softbol del departamento por varios años, pero dejó de hacerlo para pasar más tiempo junto a su esposa, Ada, y sus dos niños __su hijo Rey-J y su hija Ashley. Por estos días su apetito por los deportes competitivos se ha reducido a jugar como portero para un equipo de hockey en una liga recreativa. Sus carreras antigua y actual convergen cuando él participa en las noches del departamento de bomberos en Frontier Field. Mientras él y sus amigos bomberos entregan detectores de humo y panfletos de prevención de incendios, los aficionados ocasionalmente le llevan barajitas de beisbol y pelotas a Palacios para que las firme. “Mis colegas me echan bromas de lo lindo cuando eso ocurre”, dijo él sonriendo de oreja a oreja. “Ellos dicen, ‘Hey miren a Mr. Big Shot’”. O les dicen a las personas que ese de las barajitas no soy yo, es solo alguien que tiene el mismo nombre. Todo es una broma sana. Estoy maravillado de haber tenido la oportunidad de hacer lo que hice como beisbolista y continuar haciendo lo que hago como bombero”. Scott Pitoniak autor de gran éxito comercial y periodista reconocido es columnista deportivo de Rochester Business Journal.
Traductor: Alfonso L. Tusa C. Mayo 21, 2025,

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