martes, 9 de septiembre de 2025

El antiguo pitcher Bob Hendley recuerda su cita con la fama (I).

El antiguo pitcher Bob Hendley recuerda su cita con la fama. Han pasado más de 40 años desde que el derecho estuvo a punto de lanzar sin hits ni carreras ante los Dodgers de Los Angeles cuando Sandy Koufax pitcheó un juego perfecto.
Philip Ramati. The Macon Telegraph. Baseball Digest. Diciembre 2005.
Bobby Hendley no es rudo cuando se le hace la pregunta, solo genuinamente sorprendido. “No entiendo porque quieres hablarme de algo que ocurrió hace 40 años, pero si quieres podemos hacerlo”, dijo Hendley. Hace cuarenta años, el 9 de septiembre de 1965, Hendley se fajó con el inquilino del Salón de la Fama Sandy Koufax, en lo que es generalmente considerado como uno de los juegos mejor pitcheados en la historia del beisbol. Koufax estaba en medio de otra temporada de Cy Young y los Dodgers estaban en la candela de la caza del banderín que eventualmente terminó con la corona de la Serie Mundial de 1965. Hendley estaba en el medio de una carrera de un pitcher normal que incluía un cambio desde los Gigantes de San Francisco a los Cachorros de Chicago a mediados de esa temporada. Lo que resultó de su enfrentamiento aquel día en Dodger Stadium fue una pieza maestra en los anales del beisbol, la única vez en la era modera (después de 1900) que dos equipos solo dieron un imparable en un juego, un imparable que no tuvo absolutamente nada que ver con el resultado del juego. Al final, Koufax salió por la puerta grande, lanzó el cuarto juego sin hits ni carreras de su carrera y el octavo juego perfecto de la historia del beisbol. Hendley, un nativo de Macon, Georgia, terminó con una derrota de un hit y una carrera, y un lugar raro en la historia para un pitcher con registro vitalicio de 48-52. “No estoy seguro de que haya habido un juego con menos imparables”, dijo Jeff Torborg, quién fue el receptor de los Dodgers aquella noche. “Bob lanzó un juego grandioso. Siempre fue un buen pitcher, pero Sandy se fajó con él”. Como Hendley, Ron Fairly también había nacido en Macon, pero no creció allí. Fue su toque de sacrificio en el quinto episodio que adelantó a Lou Johnson, quién había negociado boleto, y más adelante conseguiría el único imparable del juego, para conseguir la única carrera. “Hendley no lanzaba tan duro como Sandy”, dijo Fairly ahora narrador de los juegos de los Marineros de Seattle. “Fue probablemente uno de los mejores juegos de su carrera. Fue una noche de gran pitcheo”. Al final, Hendley fue parte de uno de los momentos más resaltantes del beisbol, pero no dejó que ese momento lo definiera. “A los 30 años estaba fuera del beisbol”, dijo Hendley ahora de 66. “Pero no me lamento. Luego me dedique a ser entrenador. Trabajé con muchas personas buenas, muchas personas buenas”. Atención a lo que pudo haber sido
¿Existe algún otro deporte además del beisbol que dependa tanto de lo que pudo haber sido y lo que estuvo a punto de ocurrir tanto como de lo que ocurrió para que se diera la victoria? Hay está Ernie Banks, quien nunca jugó en postemporada; las tantas veces que los Medias Rojas se quedaron cortos en ruta a la Serie Mundial, y los 12 innings perfectos que lanzó Harvey Haddix para perder en el décimotercero. El juego de Hendley contra Koufax ciertamente califica. Cuando Jane Leavy escribió la biografía de Sandy Koufax: A Lefty’s Legacy, hace un par de años, ella alternó los capítulos. Ella empezó con el primer inning del juego perfecto en el primer capítulo, entonces fue a la vida de Koufax en el siguiente, rotó en ambas direcciones a lo largo del libro. “Quería que el texto fuera grande”, dijo Leavy. “No sobre una persona o una carrera, sino sobre una época. Quería usar un juego de él (para llamar la atención) y nada mejor que un juego perfecto”. Lo que impresionó a Leavy fueron las similitudes y diferencias entre Koufax y Hendley, ambos tenían la misma estatura, Koufax pesaba unos diez kilos más cuando jugaban. Ambos empezaron como zurdos de bola rápida y ambos sufrieron problemas severos en el codo que acortaron sus carreras. Koufax lanzó con los dolores de la artritis, lo cual lo forzaría a retirarse luego de la temporada de 1966 aun en plenitud de condiciones físicas. Hendley sufrió una lesión en el codo en 1960 cuando aún jugaba en las ligas menores. Aunque llegó a las mayores, nunca recuperó la gran velocidad que tenía antes de la lesión y tuvo que depender de su astucia para ponerse delante de los lanzadores. “Mientras más investigaba sobre él, notaba cuan opuesta era su carrera a la de Sandy, como sus carreras podían haberse intercambiado”, dijo Leavy quién no pudo localizar a Hendley para el libro hasta recordar su nombre de pila Charles Robert Hendley. “Al principio, probablemente él lanzaba tan duro como Koufax pero en el resto de su carrera se las arregló con inteligencia y astucia. Su punto más alto coincidió con la noche cuando Sandy Koufax fue perfecto”. Hendley era un lanzallamas cuando lanzaba para Lanier High School. Tuvo marca de 16-4 y ponchó 204 bateadores en dos temporadas, llevó a Lanier a dos títulos regionales seguidos mientras lanzaba cada juego regional. Lanzó tres juegos sin hits ni carreras en la secundaria y fue el jugador más valioso del juego de estrellas de NorthSouth en 1957. Hendley firmó originalmente una beca de beisbol-baloncesto con Georgia pero decidió firmar un contrato profesional con los Bravos de Milwaukee. Entre temporadas Hendley continuó su educación en Mercer y se unió a los reservas de la armada, las cuales requerían de seis meses de trabajo activo y cinco años y medio con los reservistas. “Si no me hubiese ido bien en el beisbol, probablemente hubiera sido un teniente segundo”, dijo Hendley. Pero le iba bien en el beisbol. Desafortunadamente para Hendley, su tiempo en las reservas pudo costarle caro a su carrera atlética. Él está convencido de que el exceso de flexiones de brazo que hizo en el entrenamiento físico afectó algo en su codo. Cuando Hendley fue al campo primaveral en 1960, lanzó muy duro muy pronto y algo tronó en su codo. Nunca fue el mismo después de eso. “No puedo asegurarlo”, recordó Hendley. “Hacíamos mucho entrenamiento físico, muchas flexiones, y hasta este día, pienso que eso me afectó. Koufax tenía 30 años cuando su carrera también terminó.
En algún respecto, sin embargo, la lesión en el codo le enseñó a Hendley un par de lecciones valiosas. Por un lado, se convirtió más en pitcher que tirador. Esto también cimentó la importancia de la educación en su mente. Durante el receso entre temporadas, Hendley tomaba un curso o dos en Mercer, finalmente se graduó en 1970, 13 años después de empezar. “Esa es una de las cosas que le digo a mis estudiantes”, dijo Hendley. “Puedes obtener un título si trabajas en eso. No sabía cuando terminaría mi carrera en el beisbol, pero cuando ocurrió, estaba listo para pasar a hacer algo diferente”. Consistencia, la marca de fábrica de Hendley. Hendley llegó a las Grandes Ligas en 1961 y se mantuvo en ese nivel hasta 1967. La consistencia fue su mejor atributo. Irónicamente, aquella temporada de 1965 fue la única cuando su efectividad fue superior a su promedio vitalicio de 3.97. Cada año esta oscilaba entre 3.60 y 3.94. Su porcentaje de juegos ganados oscilaba cada temporada alrededor de su marca vitalicia de .480. Hendley pasó tres temporadas con los Bravos antes de pasar a los Gigantes en 1964. Luego del cambio, se mantuvo en Chicago hasta 1967, cuando fue negociado a los Mets de Nueva York durante la temporada, su último equipo. “Si hay una palabra con la cual lo definiría sería ‘profesional’”, dijo Torborg. El juego contra Koufax pudo haber sido el más memorable de Hendley, pero no fue la única vez que coqueteó con un juego sin hits ni carreras. Cuando jugaba con los Bravos, mantuvo sin hits a San Luis durante ocho innings. Pero un bateador de los Cardenales se embasó por error, y Curt Flood siguió con un jonrón de dos carreras para acabar con la magia. Hendley pitcheó la mayor parte de su carrera con dolores intermitentes en su codo. Ël no mira su carrera con lamentos, pero algunas veces se pregunta que hubiese ocurrido si se hubiera mantenido sano. “Pienso que una marca de 48-52 con un codo malo estuvo bien”, dijo Hendley. “Probablemente tendría 100 victorias en Grandes Ligas. Me pregunto que habría pasado si hubiera tenido un buen brazo. Pude haber jugado hasta los 45, 50 años sin problemas. Cuando lanzaba práctica de bateo en la secundaria, lanzaba 200 pitcheos al día sin problema- Disfrutaba haciéndolo”. “Me hubiera gustado haber jugado sano en cuanto a mi brazo. Tuve dos operaciones en el codo y nunca me recuperé por completo. Si hubiera jugado en el presente, con todos los avances, hubiese jugado muchos años”. Bajo la luz pública por una noche Aunque Koufax será recordada por muchas razones en su ilustre carrera, la carrera de Hendley estará ligada por siempre a aquella noche de septiembre. No parecía que se haría historia de la manera como empezó el juego. A Koufax le tomó un tiempo encontrar sus mejores envíos. Como Leavy recordó en su libro, el segunda base de los cachorros, Glenn Beckert, le dijo al tercera base Ron Santo. “Lo tuvimos donde lo queríamos esta noche. No está lanzando tan bien”. Beckert casi frustró el juego perfecto en el primer inning con una línea bajita por la raya del jardín izquierdo que salió de foul por centímetros.

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