Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
viernes, 5 de septiembre de 2025
La Mejor Jugada que hice en mi carrera de Pelotero.
Johnny Bench. Catcher. Cincinnati Reds. The Players Tribune. 13 de Julio de 2016.
Seguro que me van a reclamar por esta historia de “La Mejor Jugada que hice”. Me gustaría pluralizarla y llamarla “Las Mejores Jugadas que hice”, porque, la mejor que hice se dio en dos partes.
Como ninguna de las posiciones de un terreno de beisbol, el catcher tiene que familiarizarse con sus alrededores. Cuando jugué pelota en las grandes ligas, muchos estadios tenían dimensiones curiosas detrás del plato. A veces, estabas situado justo junto al backstop, lo cual le permitía a los fanáticos de las primeras filas de asientos hacerte saber lo que pensaban. Otras veces, se sentía como una milla infinita de distancia entre el catcher y los fanáticos detrás de él.
De cualquier manera, era importante conocer cada estadio. Por supuesto, conocía Riverfront Stadium, la superficie de nuestra casa, y digo superficie a propósito, porque tenía grama artificial, mejor que la de cualquier otro parque. De hecho, me gustaba tanto Riverfront como mi mascota. Había cierto sentimiento por el estadio, y cuando jugábamos en otros estadios, siempre me sentía algo incómodo, como si me pusiera un guante nuevo.
Si usted tiene cierta edad, puede recordar que hubo algunos incidentes famosos alrededor del plato del estadio de los Rojos de Cincinnati. Ese año, 1970, el estadio fue inaugurado y allí se efectuó el juego de estrellas, el cual es recordado por el choque en el plato entre Pete Rose y Ray Fosse. Caramba, pienso que todavía sentimos la efervescencia de ese encontronazo.
Mi momento llegó cuatro años después. Algunos quizás no lo recuerden, pero solo había cinco lugares de tierra en nuestro estadio: primera base, segunda base, tercera base, el montículo y, por supuesto el plato. Debido a lo reducido de esas areas, no eran muy útiles para ayudar a calcular que tan cerca estaba de los dugouts o el backstop al buscar un elevado de foul.
Tenía que depender de la visión periférica, la experiencia y el instinto.
Así las mejores jugadas que hice no fueron espectaculares por su rapidez. No, fueron espectaculares por su agilidad.
Ocurrió que en un juego, hubo un elevado. Lancé la máscara, como siempre lo hice, seguí la pelota en el aire. Mis ojos oscilaban de arriba abajo para ver donde estaba en relación al confin del terreno. Sabía que debía estar cerca al dugout de primera base, mi dugout, porque escuchaba a los aficionados cada vez con más intensidad. No tuve oportunidad de ubicarme debajo de ese elevado porque, de la manera que fue bateado, la pelota se alejaba del cajón de bateo más rápido de lo que podía correr.
Iba a ser una atrapada difícil.
Los dugouts de Riverfront no tenían mucha protección. Aunque había barandas y cubiertas protectoras, las entradas eran muy grandes. Cuando mis compañeros de equipo me vieron venir sin preocuparme por nada excepto de atrapar la pelota bateada en foul, sabían que tenían que despejar la vía.
Sentí que la superficie bajo mis zapatos cambió desde la grama artificial hacia algo más duro. En aquel tiempo, los pisos de los dugoutseran de placas de madera, si se les puede clasificar a sí. Y caramba, esas placas eran desniveladas. De todas formas, giré mi mascota como si fuese a realizar una atrapada de cordón de zapato, me estiré, atrapé la pelota y gire a lo largo del estante de los bates.
Mis compañeros estaban tan asombrados como yo. Me dieron algunas palmadas en la espalda y regresé a mi pequeño espacio de tierra. Levanté un dedo y le hice saber a todos lo que había pasado:
“¡Uno! ¡Tenemos un out!”
Fue un buen momento.
Como todos recuerdan, dije que mi mejor jugada fue en realidad dos jugadas especiales. Eso es verdad porque tres o cuatro innings después, estábamos de vuelta en el terreno, y si no lo sabían, hubo otro elevado de foul.
Bien, ustedes saben que en los juegos de beisbol ocurren muchos elevados de foul. Pero este elevado en particular era idéntico al de pocos innings antes. Me refiero a que era una réplica exacta, excepto que la pelota salió dirigida hacia el dugout del equipo visitante, por el lado de tercera base.
Así que de nuevo, lancé mi máscara. Otra vez mis ojos se clavaron en la pelota que flotaba. Y otra vez iba a ser una atrapada difícil.
Salté hacia el dugout, estiré la mascota como si fuese a ejecutar una atrapada de cordón de zapato y giré alrededor del estante de los bates. Miré a mis rivales, y me quedaron mirando como diciendo ¿Qué demonios haces aquí?
Así que salí de allí, nada de palmadas en la espalda esa vez, y le lancé la pelota a mi pitcher. Levanté un dedo.
“¡Tenemos un out!”
Mientras tomaba mi máscara y me agachaba para alistarme para el próximo bateador, no pude evitar sonreir.
Caramba, pensé. ¿Dos veces en un juego? Eso fue muy interesante.
Disfruto la parte defensiva de ser catcher. Disfruto que siempre tuve la oportunidad de estar involucrado en cada jugada, sea recibiendo a mi pitcher o corriendo hacia el dugout para atrapar un elevado en foul.
Probablemente estén pensando que hay algo que falta en esta historia. Y están en lo cierto. Probablemente se preguntan, ¿Podrías decirnos contra quien carrizo estaban jugando ese día?
Perdonen mi negligencia, pero para decirles la honesta verdad, no recuerdo contra quien jugábamos ese día. Antes que empiecen a reir, déjenme decirles que cuando se juega por casi dos décadas, se pierde el hilo de los detalles de algunos juegos.
El asunto de ser cátcher es que estás tratando de ayudar a tu pitcher a ganar. No importa contra quien se esté jugando o cuando se juega. Se trata de hacer lucir bien al tipo del montículo.
Esas dos jugadas sobresalen. Arriesgaba la integridad de mi físico por lograr lo mejor. Hubo una vez cuando corrí a través de una baranda metálica para atrapar un elevado en foul, y eso dolió muchísimo. Despues del juego regresé a la baranda, para ver si podía abrirla y no pude. Todavía no me explicó como pude atravesar esa cosa, pero eso es un ejemplo de cómo, en el calor del juego, hacía cualquier cosa por mi pitcher.
Así que, aun si no puedo recordar el juego o el inning exacto, disfruto al pensar en esas dos jugadas. Si, hice out a Lou Brock tratando de robar segunda base cuando tenía entre 19 y 20 años de edad, bloqueé el plato en la Serie Mundial de 1972 para evitar que “Blue Moon” Odom anotara.
Pero si me preguntan por las mejores jugadas que hice, esas tienen que ser aquellas donde me lancé hacia los dugouts de primera y tercera base para atrapar elevados de foul a lo largo de los estantes de los bates. Esas jugadas exhibieron todo lo que un cátcher debería tener, un radar, cierto tipo de rudeza y la voluntad de hacer cualquier cosa para ayudar a ganar a su equipo”.
Johnny Bench Colaborador.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 14 de abril de 2018.
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