Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
domingo, 5 de octubre de 2025
Anotar beisbol con el Señor Jorge Glen.
¿Por qué el ponche cantado se identifica con un K invertida? El señor Jorge, sin quitar la mirada del televisor, sin dejar de observar los movimientos de Jim Todd en el primer inning de aquel juego de la serie final en enero de 1975 entre Navegantes del Magallanes y Tigres de Aragua, sonrió y me dijo que esa era una pregunta muy avanzada para alguien que apenas estaba empezando a aprender los secretos de anotar un juego de beisbol. Más sorprendido estabas porque aunque sabías que el Señor Glen era uno de los anotadores, sino el más reconocido de muchos juegos cruciales efectuados en el estadio “Dr. Carlos Ortíz” de Cumanacoa, también lo habías visto arbitrar ciertos juegos de futbol en aquellos jardines inmensos del central azucarero, y hasta le habías escuchado comentar de cierto juego de un mundial de futbol donde Colombia igualó con la Unión Soviética a cuatro goles por bando. Por una semana se extendieron esas sesiones que siempre terciaba el Señor Nagib, el dueño de la casa.
Todo aquel laberinto de rombos y cuadrados dispuestos en estructura de panal de abejas, te abrumaba, solo la parsimonia y la jocosidad del Señor Glen te hacían recuperar la determinación y la curiosidad por descifrar aquel lenguaje de símbolos inéditos para ti. Aquellas hojas de anotación tenían todo un pie de página que dificulta haya existido en las páginas de los anotadores más minuciosos del juego. Había todo un compendio de códigos. En medio de aquel primer juego de la serie final de la temporada 1974-1975, en medio de la hospitalidad del Señor Nagib y de las chanzas hacia los caraquistas por el resultado de la serie semifinal donde Magallanes había vencido al Caracas, te quedabas casi paralizado con aquellas abreviaturas adosadas a un costado de la página con flechas casi invisibles que las conectaban con cada turno de cada bateador en determinado inning. CA, SQP, BC, IFF, SB, SFF, PO, CCI, BE. El te decía que necesitaba tiempo, que durante el juego era difícil explicar.
Aquellos seis juegos, aunque Magallanes perdió la serie, resultaron una de tus experiencias más reflexivas e instructivas respecto al esqueleto de las normas del beisbol, su lógica, su justificación, su esencia. A veces llegabas frente al televisor y sospechabas que el juego no iba a tener la misma profundidad de razonamiento hasta que escuchabas los pasos y el saludo del Señor Glen. Aunque en principio no te atrevías, en medio de la algazara y la euforia de los batazos de Dave Parker, del empuje de Don Baylor, de la determinación de David Concepción, la constancia de Adrian Garret, el empeño de Dámaso Blanco, el coraje de Larry Demery, de la consistencia de Lyman Bostock y la épica de Armando Ortíz; se te salió una pregunta que quisiste borrar, te parecía vergonzoso hurgar en la vida particular de los demás, pero el Señor Glen respondió que el más de una vez había actuado como árbitro principal de un juego en un campeonato formal.
Sin dejar de seguir la cerrada pugna de Tigres y Navegantes indagabas sobre como hacía él para lidiar con todas esas situaciones complicadas de explicar, sancionar y expulsar peloteros, managers, y hasta confiscar el juego, aunque tuviese encima y en contra a todo un estadio. Me miraba de reojo, prefería seguir anotando y observando el espectáculo de Parker y Concepción en la televisión. En uno de los recesos entre innings el Señor Glen me explicó que ser árbitro de beisbol (y del deporte en general) es uno de los oficios más ingratos que pueda sumir un ser humano, tener que lidiar con managers irascibles, peloteros desesperados, escuchar insultos personales y hasta presenciar o recibir escupitajos, resultaba un reto más que vertiginoso, complicado, además que cuando el se aventuró a ser árbitro, la remuneración era poco menos que irrisoria. “Aunque siempre me ha gustado el beisbol decidí que mejor era colaborar como anotador de los juegos”.
A medida que fue avanzando aquel primer juego de la final entre Tigres y Navegantes, el Señor Glen, con mucha paciencia y comprensión explicó que CA significaba cuadro adentro (situación cuando el manager adelanta a sus infielders para evitar que anote el corredor de tercera base), SQP indicaba que se ejecutó una jugada de squeeze play o toque suicida para provocar la anotación del corredor desde tercera base, IFF le hacía sonreir esa una de las reglas que más tenía que explicar Infield Fly, cuando hay menos de dos out y corredores en base, cuando batean un elevado al cuadro el árbitro debe invocar esa regla para evitar que el infielder deje caer la pelota y ejecute el dobleplay. Te quedabas perplejo y a la vez agradecido por tener la oportunidad de presenciar aquella clase magistral en medio de un juego tan relevante. Sonrió mucho cuando explicó que BE se refería a una jugada cada vez más extraña, que se había hecho más difícil de ejecutar luego del cambio de la regla; se trataba de la bola escondida, en la cual un infielder (segunda base o campocorto) iba a conversar con el pitcher y regresaba con la pelota imperceptiblemente en su guante y cuando el corredor de segunda se alejaba de la base el infielder le tocaba y lo ponía out, con el cambio de regla, para validar el out el pitcher debe estar fuera del círculo del montículo. No sabías si callar o agradecer, si seguir preguntando o solo observar la disciplina y meticulosidad con la que el Sr. Glen desplazaba su lápiz sobre aquella hoja de anotación.
Alfonso L. Tusa C. Junio 27, 2025 ©
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