miércoles, 29 de octubre de 2025

Caracas-Magallanes: El Impacto de una Rivalidad.

A veces se escuchan voces retadoras de algunos seguidores de otros equipo de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, o de otros deportes en otros paises donde tiene rivalidades como Medias Rojas-Yankees en MLB o Real Madrid-Barcelona en la Liga Española de futbol. Si esa rivalidad Caracas-Magallanes es tan intensa tiene que tener otros detalles más allá de las conocidas pugnas que quien ha ganado más juegos, o tal serie en particular.
Este cronista que tiene al beisbol como uno de sus temas más recurrentes empezó a frecuentar lugares vetustos donde pudiese hallar reliquias o tesoros de esa rivalidad con remoquete de “eternos rivales”. Uno de esos atardeceres casi devenidos en noche Tulio apretó su laptop en la espalda, al tropezar con un taburete atravesado el bolso se deslizó a un costado de su espalda. A través de las volutas de humo, de los vahos alcohólico distinguió unas siluetas al fondo de la barra. Un tipo de barba entrecana casi se arranca los anteojos, el hombre de guayabera manga larga aguamarina derramó la mitad de su bebida. “Si, recuerdo ese mediodía dominical, me estaba bañando y me quedé enjabonado. No pude dejar de recordar aquella noche cuando el Látigo Chavéz reforzando al caracas retiró 25 bateadores en fila, ese día supimos lo que tanto habíamos sufrido en carne propia cuando el Látigo pitcheaba con el Caracas, sentimos lo que era tener un pitcher intratable en el montículo”.
El tipo de la guayabera apenas i respiraba tenía muchos juegos ganados del Látigo, aquel blanqueo contra los Tigres una mañana en el propio José Perez Colmenares y otro blanqueo contra La Guaira de Aparicio, José Herrera y Ángel Bravo. El barbudo lo interrumpió para decir que había llamado a un amigo suyo en Valencia para confirmar que Herman Hill había fallecido ahogado en la playa de Guaicamacuto. “Nunca vi a nadie más rápido que ese Herman Hill en la liga venezolana, ni Ángel Bravo, ni Victor Davalillo, ni Al Bumbry, ni Donnell Nixon, ni John Jeter, ni gary Pettis, ni el que quiera que pongan a correr en primera; y yo soy caraquista hasta la médula”. El de la guayabera recordó que unos días antes del accidente Hill jugaba profundo en el jardín izquierdo y le llegó a un elevado de foul detrás de tercera base, después se le cayó la pelota, ese tipo volaba.
El cronista apenas si podía sostener su bolígrafo, no sabía se escribía taquigrafía o soltaba la mano y dejaba que la tinta fluyese. “Ese día de Año Nuevo dejé de celebrar cuando escuché el extra noticioso. El mejor relevista del Magallanes y uno de los dos o tres mejores de la liga, aquel catirito que no tenía wind up, Mark Weems ya no vendría a rescatar más juegos para los Navegantes, se había ahogado en la playa de Patanemo mientras disfrutaba con sus compañeros Wayne Garland, Bob Bailor y Don Hood. Dejé de escuchar los juegos, Magallanes perdió varios juegos en el último inning y quedó eliminado. El barbudo pestañeó y reconoció que con Weems en el bullpen Magallanes hubiese clasificado.
El cronista contemplaba maravillado aquel contrapunteo, esta vez sin voces destempladas o desafío, solo expresiones melancólica y sollozos ahogados. El barbudo alejó su copa hasta casi tumbarla hacia el lado del cantinero. “Esa mañana odié como nunca al diario Meridiano, la fotografía de un choque de vehículos en la autopista regional de centro, “Gonzalo Marquez fallece en choque vial”, me hizo soltar el periódico mientras recordaba todas las atrapadas y piconazos que Gonzalo Márquez se cansó de hacer jugando primera base para Leones del Caracas, siempre hablaban de lo esenciales que eran Tovar y Davalillo para los Leones, Gonzalo Marquez también ganó muchos juegos para los melenudos con su bate. El tipo de la guayabera cerró lo ojos para recordar que Márquez había reforzado al Magallanes en la temporada 1969-1970 y fue campeón bate del la Serie del Caribe de 1970.
No sabía donde esconderme en el apartamento para tratar de entender el accidente donde había perecido Baudilio Díaz, primero no entendía porque no estaba con el equipo en el estadio y después se me hacia difícil imaginar como el mecanismo de una antena parabólica podía fallar y terminar aplastando el cráneo de Díaz. El hombre casi se arranca la punta de la barba antes de trastabillar en el taburete. Reflejaba cada detalle de los dos juegos sin hits ni carreras que les recibió a Urbano Lugo Padre y luego al hijo. También habló del jonrón 20 para romper la marca de Bob Darwin. El tipo de la guayabera refirió que tenía en su casa las fotografías de los dos outs en el plato que completó Baudilio al recibir aquellos dos disparos de Oswaldo Olivares desde al jardín derecho en el segundo juego ante República Dominicana en la Serie del Caribe de 1979 ganada por Magallanes.
Alfonso L. Tusa C. Octubre 29, 2025.

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