sábado, 5 de julio de 2025

Queback. (Otra remembranza de Santiago).

Así era como más o menos sonaba aquel término que inventamos con Santiago aquella mañana en la trilla de secado de café y maíz en la hacienda de caña de azúcar donde vivía Leo, otro de los amigos que frecuentábamos aquella penúltima aula de la primera ala de la Escuela José Luis Ramos, para las clases de quinto grado, con la maestra Hildegar, y además también nos reuníamos los sábados, después de hacer la tarea para el hogar, en el solar de asfalto frente al Centro de Salud, o nos íbamos con Santiago tomando el atajo de la acequia hasta La Represa y desde ahí llegábamos hasta la comandancia de policía donde cruzábamos a la izquierda y empezaba uno de tantos recorridos fantásticos que nos hacían enfrentarnos con los perros de la hacienda de las Mora, pero cuando estos amenazaban con atravesar la alambrada de púas y mostraban vestigios de espuma babosa en los colmillos, emprendíamos la carrera más desesperada hasta cruzar la curva del portón con una velocidad propia de Jesse Owens. Aquella mañana Leo nos mostró su nuevo hallazgo, había encontrado unas raquetas de tenis, con todas las características del implemento profesional, ajustadas en su estructura de protección y conservación, apretada con tornillos y tuercas mariposa. La había tropezado mientras buscaba unas piezas de repuesto de las vías férreas de su tren de juguete. Mientras intentas descifrar los códigos de atajos y corazonadas para llegar hasta aquella hacienda, también te acercas a la clínica de la avenida Santa Rosa de Cumaná donde trabaja uno de los hermanos de Santiago, reconoces sus facciones y tratas de conocer más detalles del deceso de tu amigo. Mientras explica los detalles regresas a la hacienda, a la casa, a la habitación donde Leo nos llevó para ayudarle a sacar las raquetas del compartimento superior de un escaparate de roble que parecía al monstruo Milton, algunos dos metros y medio metros de altura por otros cuatro de largo y más de tres cuartos de metro de ancho.
Así era como más o menos sonaba aquel término que inventamos con Santiago aquella mañana en la trilla de secado de café y maíz en la hacienda de caña de azúcar donde vivía Leo, otro de los amigos que frecuentábamos aquella penúltima aula de la primera ala de la Escuela José Luis Ramos, para las clases de quinto grado, con la maestra Hildegar, y además también nos reuníamos los sábados, después de hacer la tarea para el hogar, en el solar de asfalto frente al Centro de Salud, o nos íbamos con Santiago tomando el atajo de la acequia hasta La Represa y desde ahí llegábamos hasta la comandancia de policía donde cruzábamos a la izquierda y empezaba uno de tantos recorridos fantásticos que nos hacían enfrentarnos con los perros de la hacienda de las Mora, pero cuando estos amenazaban con atravesar la alambrada de púas y mostraban vestigios de espuma babosa en los colmillos, emprendíamos la carrera más desesperada hasta cruzar la curva del portón con una velocidad propia de Jesse Owens. Aquella mañana Leo nos mostró su nuevo hallazgo, había encontrado unas raquetas de tenis, con todas las características del implemento profesional, ajustadas en su estructura de protección y conservación, apretada con tornillos y tuercas mariposa. La había tropezado mientras buscaba unas piezas de repuesto de las vías férreas de su tren de juguete. Mientras intentas descifrar los códigos de atajos y corazonadas para llegar hasta aquella hacienda, también te acercas a la clínica de la avenida Santa Rosa de Cumaná donde trabaja uno de los hermanos de Santiago, reconoces sus facciones y tratas de conocer más detalles del deceso de tu amigo. Mientras explica los detalles regresas a la hacienda, a la casa, a la habitación donde Leo nos llevó para ayudarle a sacar las raquetas del compartimento superior de un escaparate de roble que parecía al monstruo Milton, algunos dos metros y medio metros de altura por otros cuatro de largo y más de tres cuartos de metro de ancho.
Esa mañana jugamos cinco, tal vez siete partidas de Queback, en cada cual agregábamos nuevas reglas y nos adaptábamos más a las raquetas. Llegó un momento cuando acordamos soltar la raqueta como cuando se termina de batear, pero este juego era mucho más dinámico que el beisbol o el propio básquet, luego de llegar a primera base había un receso para que el corredor recuperase la raqueta. Resultaba expectante regresar raudos a tomar. Quien primero hiciese rebotar la pelota de peluzas amarillentas hasta levantarla treinta centímetros del piso ganaba un punto y si además la conectaba fuera de la trilla se anotaba un jonrón. Muchas veces chocamos las raquetas hasta el punto de parecer un impacto de carritos chocones o la colisión entre dos gandolas. Así de violento era esa diversión, por eso tal vez solo nos percatábamos que eran las doce y media del mediodía pasadas cuando escuchábamos la voz de la mamá de Leo llamando a almorzar. Toda esa emoción duró unos días hasta que el papa de Leo nos sorprendió y recogió sus raquetas con cara de pocos amigos. Entre su monólogo entre dientes se podía escuchar algo así como: “Es el único contacto físico que me queda de los días de universidad”. Intentamos sustituir las raquetas con pedazos de cartón piedra o cartulina reforzada con madera contrachapada, nunca fue igual, no pudimos reproducir la flexibilidad y rapidez de las raquetas. Ese juego pasó muy pronto a engrosar nuestro archivo de fábulas desteñidas.
Alfonso L. Tusa C. Julio 05, 2025. ©

viernes, 4 de julio de 2025

Fred Lynn Recuerda 1975

Herb Creham. 20-02-2016. bostonbaseballhistory.com
El jardinero central de los Medias Rojas, Fred Lynn, tuvo la temporada más grande de novato alguno en la historia de las ligas mayores en 1975. Fred fue nombrado Novato del Año de la Liga Americana y Pelotero Más Valioso, y su excelencia defensiva le permitió ganar el guante de oro. El juego estelar de Lynn lideró a los Medias Rojas hasta el séptimo juego de la Serie Mundial. Pero cuando le preguntan por su memoria más intensa de la excitante Serie Mundial de 1975 contra los Rojos de Cincinnati, él responde con solo una palabra: “Perdimos”. Luego continúa para decir: “Todos esos premios individuales son satisfactorios pero solo importan si ayudan a tu equipo a ganar”. “Teníamos un gran equipo y de verdad pensé que ganaríamos. Yo había ganado la Serie Mundial universitaria tres años seguidos y ganamos la pequeña Serie Mundial en Pawtucket después de eso”, recuerda él. “Regresando hasta las pequeñas ligas, 1975 fue la primera vez que perdí una serie grande”. Quedarse corto respecto al campeonato mundial fue duro de aceptar para Fred Lynn, pero aún recuerda con agrado la temporada de 1975. “Tuve grandes compañeros de equipo y llegamos más lejos de lo que todos pronosticaron. Tengo grandes memorias de esa temporada”, dice enfáticamente.
Atleta en todos los terrenos Fredric Michael Lynn nació en Chicago Illinois, el 3 de febrero de 1952, y su familia se mudo al sur de California cuando él tenía un año de edad. Su primera memoria deportiva es jugar a lanzarse la pelota con su padre Fred a la edad de cuatro años. “Mi papá me enseñó a no tenerle miedo a la pelota”, dice él. “Mi padre me ayudó en todos los deportes y eso significó mucho. Él fue la influencia más grande de mi vida”. Lynn destacó en futbol Americano, baloncesto y beisbol en El Monte High School, y los Yanquis de Nueva York lo seleccionaron en la tercera ronda del draft de beisbol de 1970. “Nunca consideré en serio la oferta de los Yanquis”, recuerda Fred. “Mi meta era ser la primera persona de mi familia que iba a la universidad y tenía varias ofertas atractivas de becas”. Fred Lynn aceptó una beca de futbol americano de la University of Southern California. “Al crecer en el sur de California yo había aupado a varios grandes equipos de futbol americano de USC. Jugué futbol americano en ese primer año y también jugué beisbol con USC”, dice él. Fred cambió su beca por una de beisbol antes de su segundo año. “Después que USC ganó la Serie Mundial universitaria en mi primer año, viajé con el equipo de Estados Unidos a los Juegos Panamericanos”, recuerda Fred. “Eso me dio la oportunidad de competir contra los mejores peloteros del mundo. Me di cuenta de que me iba bien y decidí enfocarme en el beisbol”. USC repitió como campeones mundiales universitarios en el segundo año de Lynn y él fue seleccionado por los Medias Rojas de Boston en la segunda ronda de draft de 1973. Empezó su carrera profesional en New Britain (CT) y fue promovido al Pawtucket para jugar en la “Pequeña Serie Mundial” al final de 1973. Empezó la temporada de 1974 con los PawSox, y fue llamado en septiembre por los Medias Rojas, bateó .419 en 15 juegos.
Entrenamiento Primaveral de 1975 “No tenía la mínima idea de como nos iría en 1975”, dice Fred Lynn, al reflexionar sobre el entrenamiento primaveral de los Medias Rojas en Winter Haven, FL, en marzo de 1975. “Yo había llegado al equipo al final de 1974, y ellos estaban en su peor momento de la temporada. Así que no sabía que esperar”. “Teníamos varios veteranos sólidos. Pero también teníamos muchos peloteros jóvenes como yo, Jimmy Rice, y Cecil Cooper”, dice él. “Hasta los muchachos quienes habían estado ahí como Dwight Evans (23) y Rick Burleson (24) eran jóvenes”. “Una cosa que recuerdo claramente es que esa primavera nadie pronosticó la clase de temporada que terminamos teniendo. Se hablaba mucho de los Orioles. Y todos esperaban que los Yanquis compitieran”, recuerda él. “Pero nadie predijo que los Medias Rojas llegarían al séptimo juego de la Serie Mundial”. ¿Y cuales metas personales se fijó Fred Lynn para su año de novato? “Nunca me fijaba metas personales antes de la temporada. Ni en mi año de novato ni nunca”, insiste él. “Todo mi juego y mi enfoque giraba alrededor de ayudar a ganar a mi equipo. Así me enseñaron el juego, y no quería que me distrajeran las metas personales”. Los Medias Rojas de Boston de 1975 tenían mucho talento en los jardines. Además de los novatos Lynn y Rice, el equipo tenía a Yaz, Bernie Carbo y Juan Beníquez en el jardín izquierdo, Rick Miller en el centro, con Dwight Evans y Tony Conigliaro en la derecha. Pero el juego fuerte de Fred Lynn en los juegos de exhibición del entrenamiento primaveral le permitió ganarse el puesto como jardinero central regular el día inaugural en Fenway Park contra los Cerveceros de Milwaukee.
Bienvenido al espectáculo Fred Lynn se fue en blanco en sus dos primeros juegos de 1975, y después de calentar banco en los próximos dos juegos, bateó 24 imparables en sus siguientes 17 juegos. “Siempre me costó un poco arrancar en abril”, recuerda Fred. “Pasábamos seis semanas en la calidez de Florida y llegábamos al norte donde hacía frío”. A finales de mayo, Fred Lynn estaba bateando .350 y los Medias Rojas tenían una ventaja de cuatro juegos en el este de la Liga Americana. “Jugar 15 juegos al final de la temporada de 1974 me ayudó mucho, me dio confianza”, dice Fred. “Y a medida que avanzó la temporada nuestro pitcheo mejoró”. El 18 de junio de 1975, Fred Lynn le mostró a sus compañeros y a los aficionados que él era una fuerza a tomar en cuenta. Esa noche bateó un sencillo, un triple y tres jonrones, empujó diez carreras, en un triunfo 15-1 ante los Tigres de Detroit en Tiger Stadium. “Me había ido en blanco la noche anterior, rompiendo una seguidilla de 20 juegos bateando imparables, así que fui temprano a tomar práctica de bateo adicional. Estuve enfocado toda la noche”, recuerda él. “La pelota más difícil que bateé en toda la noche fue el triple, el cual no fue mi cuarto jonrón por menos de 30 centímetros”. “Terminado el juego, la mayoría de los peloteros regulares se había duchado y marchado, pero el resto de mis compañeros de equipo me llevó al restaurant más agradable de Detroit, Cuando entramos, no me dejaron sentar porque no tenía chaqueta”, ríe él. El juego de los tres jonrones propulsó a Lynn a la escena nacional y ayudó a promover su selección para el Juego de Estrellas. “Estar en el equipo de las estrellas fue muy emocionante”, dice él. “Mi padre y mi tío asistieron al juego, lo cual fue agradable. Recuerdo estar tan nervioso que apenas podía sostener el bate cuando bateé como emergente. Lo que más recuerdo es a Manny Sanguillén (cátcher estrella de los Piratas de Pittsburgh) acercarse para tocar mi uniforme y decir, ‘estás tan caliente que quiero ver si se me pega algo’”.
Segunda Mitad: 1975 Cuando se reanudó la acción luego del Juego de Estrellas, los Medias Rojas lideraban el este de la Liga Americana por cuatro juegos sobre los Yanquis de Nueva York. Cuando los dos equipos se enfrentaron en Nueva York para una serie de cuatro juegos el 25 de julio, los Medias Rojas habían incrementado su ventaja hasta ocho juegos. Los rivales dividieron los dos primeros juegos y se enfrentaron el domingo en un doblejuego crucial ante 53.631 personas. Bill Lee mantuvo a los Yanquis sin anotaciones y los Medias Rojas llegaron con ventaja de 1-0 con un out al noveno inning, cuando Graig Nettles descargó un linietazo a lo profundo entre el jardín central y el izquierdo. Fred Lynn había estado jugándole a Nettles entre el jardín central y el derecho y recuerda claramente lo que ocurrió. “Corrí tras la pelota, me zambullí, me deslicé, y me levanté con la pelota en el guante. Terminamos ganando 1-0, y sacamos de carrera a los Yanquis”. ¿Considera Lynn a esa acrobática atrapada la mejor de su carrera? “Fue una atrapada importante. Es lo que recuerdo de esa atrapada. Me sentía muy orgulloso de mi defensa, tanto como de mi bateo”, enfatiza él. Los Medias Rojas se mantuvieron en el primer lugar del este de la Liga Americana por los restantes tres meses de la temporada. Pero hubo un juego de finales de temporada que sobresale para Lynn. A mediados de septiembre, con Baltimore batallando por la corona del este de la Liga Americana, Luis Tiant venció a los Orioles y a Jim Palmer 2-0, para eliminar a los Orioles. “Jugar en el jardín central detrás de Luis era todo un reto”, recuerda él. “Lo que más recuerdo es que en medio de su windup, Tiant me veía directamente. Eso me distraía un poco. ¡Solo me imagino cómo era eso para el bateador!” sonríe él.
Postemporada Histórica Los Medias Rojas de Boston eliminaron a los grandes favoritos Atléticos de Oakland en tres juegos seguidos en la serie de campeonato de la Liga Americana de 1975. “Lo que más recuerdo”, dice Fred, “es lo bien que jugó cada quien”. Lynn, quién bateó cuatro imparables en la serie de campeonato, prosigue, “Tuvimos muy buen pitcheo y bateo de casi todos”. Despues de su sorprendente campeonato en el este de la Liga Americana, y su inesperada barrida de los Atléticos, los Medias Rojas eran considerados como batacazo contra la Gran Maquinaria Roja de Cincinnati. “Pareció que fuimos subestimados toda la temporada”, dice Lynn. La competencia de siete juegos ante los Rojos es considerada una de las Series Mundiales más emocionantes de la historia. Joe Morgan y Pete Rose por los Rojos y Carlton Fisk por los Medias Rojas son los héroes más recordados, pero Fred Lynn también fue un factor importante. Fildeó impecablemente y despachó siete imparables, incluyendo el jonrón de tres carreras que le dio a los Medias Rojas un ventaja tempranera en el épico sexto juego de Fenway Park. Fred Lynn puede ser recordado mejor en la Serie Mundial de 1975 por una atrapada espectacular que casi hizo en el quinto inning del sexto juego. Ken Griffey, padre, bateó una línea entre el jardín central y el izquierdo con dos Rojos en base ante la cual Fred saltó pero no pudo alcanzarla. Luego de chocar contra la pared, Fred cayó en la zona de seguridad. Cuarenta años después Fred recuerda, “Yo estaba apenas consciente y por un minuto no podía sentir mis piernas”. En su palco detrás del plato, el dueño de los Medias Rojas, Tom Yawkey, se volteó hacia el gerente general Haywood Sullivan y le dijo, “Hay que acolchar esa pared”.
Fred Lynn Hoy. El pasado 5 de mayo, Fred Lynn y 25 de sus compañeros de equipo de los Medias Rojas de Boston de 1975 fueron homenajeados en una ceremonia para conmemorar el cuadragésimo aniversario del campeonato de la Liga Americana. Vestidos con el uniforme de 1975, los peloteros fueron presentados ante la multitud y trotaron hacia sus antiguas posiciones antes del juego de esa noche contra Tampa Bay. Entrevistado inmediatamente después de la ceremonia, Lynn dijo, “Esa fue una agradable acogida de la multitud. Los aficionados de los Medias Rojas son grandiosos. Fueron maravillosos cuando jugué aquí y aún lo son. “Y fue divertido reencontrarme con todos mis antíguos compañeros de equipo. No había visto algunos de ellos en cuarenta años”, dice él. “Todo en esta reunión ha sido maravilloso”. Hoy Fred Lynn y su esposa Natalie viven en su hogar de mucho tiempo en Carlsbad, Ca. Fred regresa a Boston seis o siete veces al año y es una imagen familiar en la Legends Suite de Fenway Park. “Disfruto mucho al regresar y conversar con los aficionados”, dice él. Fred tiene dos hijos grandes, Jason y Jennifer, de un matrimonio anterior. Y tiene tres nietos: Tyler, 16, Hayden, 12, y Carter, 5. Al reflexionar sobre sus siete temporadas con los Medias Rojas, Fred dice, “De verdad disfruté mi tiempo en Boston y especialmente disfruté los aficionados. Sabías que ellos apoyaban al equipo en las buenas y en las malas”. “Y los aficionados de los Medias Rojas son los más conocedores de todos”, insiste él. “Podían tomarla contigo si no actuabas bien, pero lo aceptabas como pelotero”. “Lo que más recuerdo de los aficionados de los Medias Rojas es su intensidad. Pienso que no aprecié de verdad su enfoque hasta que jugué para otros equipos y no contaba con eso. Como profesionales siempre hay que estar preparados, pero la intensidad de los aficionados de Boston facilitaba que te mantuvieras alerta en el juego”. “¡Gracias aficionados de los Medias Rojas!”
Acerca de Herb Crehan Herb Crehan está en su temporada 22 como colaborador y ha escrito más de 125 artículos para la Red Sox Magazine. Ha escrito tres libros sobre los Medias Rojas, incluyendo The Impossible Dream 1967 Red Sox: Birth of Red Sox Nation, el cual fue publicado en noviembre de 2016, y contribuyó en otros cinco. Él habla frecuentemente acerca de la historia de los Medias Rojas en el area de Boston. Es el editor de esta página web, la cual está dedicada a la preservación de la historia del beisbol de Boston.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Febrero 14, 2017.

jueves, 3 de julio de 2025

Jim Abbott sigue inspirando a los discapacitados

Lee Jenkins. InsideBaseball. SI.com
Las cartas llegan desde Saratoga, Calif., desde Fairfax Va., desde Monmouth Beach N.J., escritas por madres diligentes, padres desesperados y algunas veces por los mismos niños. El contenido es similar. Tienen un niño incapacitado para usar una mano. El Doctor le sugiere que practique fútbol, pero el niño sólo quiere jugar béisbol. Y antes de que alguien le haga cambiar de opinión, descubre que alguien jugó pelota de Grandes Ligas a pesar de solo tener una mano. Y logró más que muchos de sus colegas con dos manos. El niño se entera de la leyenda de Jim Abbott. El niño de 12 años Michael Branca supo de la leyenda por su madre, Robin, quién escuchó sobre Abbott a través del radio del carro durante las Olimpíadas de 1988. El niño de 10 años Billy Inserra se enteró mediante un libro infantil sobre Abbott, 'Sobreponiéndose a las dificultades', el cual Billy masticó como chicle cuando era un bebé. Y el joven de 8 años Blaise Venancio conoció la leyenda a través de Internet, al ver el video de Abbott transfiriendo el guante de su mano izquierda, que está completamente desarrollada, a su brazo derecho que termina en un muñón. Michael, Billy y Blaise son todos jugadores de las Pequeñas Ligas quienes practican la transición de Abbott, en la cual Abbott toma la pelota con el guante en su mano izquierda, luego pasa el guante al brazo derecho mientras deja caer la pelota en la mano izquierda. Por supuesto, ninguno de ellos vivía hace 20 años cuando Abbott lanzó un juego completo para ganar la medalla de oro para el equipo de Estados Unidos en las Olimpíadas de Seúl en 1988. Ninguno vivía hace 15 años cuando Abbott lanzó un no hit no run con los Yanquis de Nueva York. Y ninguno presenció hace 9 años el juego donde Abbott hizo su último lanzamiento en Grandes Ligas mientras jugaba con los Cerveceros de Milwaukee. Abbott se pregunta por qué, ahora que tiene 40 años y hace mucho que se retiró del béisbol, los muchachos y muchachas le siguen enviando cartas. Quizás es porque saben que el les responderá.
Abbott trabaja como orador motivacional en corporaciones como Prudential, Exxon y Wells Fargo para contar su historia. De manera no oficial, él es el punto de partida de la historia de otros. Abbott recibe 20 emails o cartas al mes, cada una tan escalofriante como la otra. Muchas de ellas hablan de niños a quienes les falta una mano, o parte de ella. Él responde personalmente cada carta. "A Blaise", así comienza la nota para Blaise Venancio. "Quiero desearte la mejor de las suertes en el béisbol este año. Espero que tengas un gran desempeño en el campo. Sé que a veces es difícil hacer las cosas de manera diferente al resto de los niños. Pero créeme si perseveras, puedes ser tan bueno como ellos. Ten fe siempre. Todo es posible". Blaise, nativo de Monmouth Beach N.J., es un zurdo natural quien nació con el Síndrome de Polonia lo cual le costó la movilidad de su mano derecha. Cuando empezó a jugar béisbol, quería usar un guante en su mano derecha, como los otros zurdos. Su padre Matt, trató con 5 diferentes tipos de guante, los trataba con aceite para hacer el cuero más suave, pero Blaise no pudo usar ninguno. Finalmente, en marzo, Matt le mostro a Blaise el video de otro zurdo con un problema similar. Blaise decidió imitar al hombre del video. En mayo, usando el guante en su mano izquierda, Blaise corrió desde el centerfield para cubrir segunda base y levantó un piconazo con el guante de revés. Cuando le preguntaron como lo hizo, Blaise respondió: "Me lo enseñó Jim Abbott. Él es mi amigo".
Abbott vive en una calle ciega en Corona del Mar, Calif. A pocos pasos de la playa. Durante el verano vive en Northern Michigan, en una cabaña en el bosque, cerca de un lago. Él y su esposa Dana, tienen 2 hijas normales físicamente, Madeleine de 11 años y Ella de 8, ambas son lanzadoras en sus respectivos equipos de softball. Abbott también tiene cientos, sino miles de niños con desventajas físicas. Abbott empezó a reunirse con ellos poco después de empezar a jugar con los Angelinos de California en 1989, después de destacar en Michigan como amateur. Estaba sentado en el club house y sentía una palmada en el hombro del manager o algún compañero. Él sabía lo que significaba: Afuera había un aspirante a beisbolista que quería hablar con él. "Siempre traían sus guantes con ellos", dice Abbott. "Les pedía que me mostraran como pasaban el guante de la mano al brazo, y lo hacían muy rápido. Luego les mostraba como lo hacía yo. Y lo hacíamos juntos". No sólo los niños desarrollan fortaleza de carácter con la historia de Abbott. El 29 de mayo Abbott hizo un discurso en el hotel Ritz-Carlton de Lake Las Vegas para una corporación llamada Investors Capital. Después que terminó el discurso con una ovación de pié, Abbott caminó hacia la recepción y recibió el saludo de Adam Schenk de 36 años. A Schenk le descubrieron su primer tumor cerebral cuando tenía 3 años. Durante una intervención para extraerle su segundo tumor, cuando tenía 30 años, Schenk tuvo un infarto y se le paralizó el lado derecho de su cuerpo, incluyendo su mano derecha. "Cuando estaba en el hospital, Jim fue quién me inspiró a comer de nuevo, caminar de nuevo y vestirme yo mismo de nuevo", dice Schenk. Schenk y Abbott se sentaron en la recepción del Ritz y pasaron más de una hora hablando de béisbol. Schenk recitó todas las estadísticas de Grandes Ligas de Abbott, un record de 87-108, 888 ponches y 4.25 de efectividad. "¿Sabes?", dijo Schenk. "No fue un record muy bueno". Abbot asintió con una sonrisa.
Después de retirarse en 1999, Abbott fue contactado por Lilly Walters, autora del libro "One-Hand Typing and Keyboarding Manual". Walters, quien perdió parte de su mano izquierda en un accidente cuando tenía 10 años, quería un testimonio para su libro. Pero ella también representaba a los oradores públicos y le preguntó si estaba interesado en dictar conferencias. Abbott fue una escogencia inmejorable, siempre dejó a un lado los alardes, mantuvo su medalla de oro escondida en el fondo de una gaveta de su armario. Además, aún hablando a toda voz, Abbott suena como si estuviese susurrando. Pero disfruta conectándose con la audiencia y siente que su historia puede tener un impacto positivo en la vida de los demás. Aún así, "No quiero hablar de mis días como jugador por siempre", dice Abbott. "No puedes vivir en el pasado. Tienes que buscar la próxima fase, la próxima pasión. Díganme: ¿A donde iré desde aquí?" La respuesta yace en todas esas cartas. Vienen de niños de 13 años como Andrew Christopoulos quién tiene una rara enfermedad sanguínea llamada Histiocitosis Celular de Langerhans que requirió tratamiento de quimioterapia por cuatro meses. La carta de Abbott para Andrew decía en parte: "Siempre he creído que los retos fuertes hacen a las personas más fuertes. Andrew, siempre saldrás victorioso de cualquier reto. Ten fe en eso".
A Abbott no le gusta ser considerado como un embajador, pero esa será la descripción de su próximo trabajo. Neil Romano, el gerente del Departamento de la Oficina de Trabajo en su Política de Empleo para Discapacitados, ha nombrado a Abbott como consultor de la oficina. "Jim Abbott es un ejemplo", dice Romano. "De que la gente con discapacidad tiene mucho que dar". Romano conoce la política, pero Abbott conoce a la gente. Él conoce a tanta gente que es imposible recordarlos a todos. Cuando piensa en todos, a menudo piensa en uno. "Su nombre es Joe Rogers", dice Abbott. "Una vez me escribió una carta. Es un jugador de hockey de Michigan, un portero. Y usa su guante como mano. Va a la Universidad de Notre Dame con una beca parcial. Es el chico más agradable del mundo. Desearía conocerlos a todos, como lo conozco a él. Me pregunto todo el tiempo si estoy haciendo lo suficiente. Quisiera hacer mucho más".
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Julio 15, 2008.

miércoles, 2 de julio de 2025

¿Hay algún vínculo secreto entre la Medicina y el Béisbol?

La razón por la cual me agrada tanto la película “Field of Dreams” es aquella escena en Fenway Park donde Kevin Costner y James Earl Jones están buscando una pista para descifrar el significado de la voz que Costner ha estado escuchando en su hacienda de maíz y en su hogar. De pronto vieron el nombre de un pelotero, no cualquier pelotero, sin un tipo que casi no jugó en las ligas mayores porque decidió renunciar al beisbol para estudiar y obtener un grado en medicina. Luego de ver la película por primera vez fui a casa directo a mis libros de estadísticas de beisbol para ver si ese tipo de verdad había jugado en MLB, y ciertamente lo había hecho pero por un período muy corto. Así, en la trama de la película ese tipo es el hilo que conecta al campo de beisbol con la llegada de la persona que la voz anuncia y tal vez uno de los momentos más cruciales de la película es cuando la pequeña hija de Costner cae desde la tribuna y queda inconsciente. Entonces el muchacho que juega en el jardín izquierdo decide cruzar la línea desde el terreno, sin importar que no pueda regresar a jugar, su deber como doctor lo llama así que traspasa la línea y se convierte en el viejo médico Archibald Moonlight Graham. Tal vez ese énfasis en la responsabilidad, ese empeño en trabajar la disciplina, describa una mejor imagen de cómo se pasa del beisbol a la medicina como profesión o viceversa al menos en una transición estable. Bobby Brown empezó a estudiar cursos de pre medicina en Stanford en 1943 mientras jugaba algo de beisbol aficionado. Hasta el 30 de junio de 1944 él completó los requerimientos de los cursos de pre medicina en U.C.L.A. para cinco semestres; Brown también jugaba campo corto para el equipo Bruins de beisbol. Entonces pasó seis meses en el San Diego Naval Hospital y se desempeñó como campo corto del equipo North Island Naval Air Station. El 1 de diciembre, la naval envió a Brown a la escuela de medicina de Tulane University, donde continuó sus estudios y también siguió jugando campo corto. No pudo terminar su programa de medicina desde que terminó la segunda guerra mundial. Después de salir de la naval en enero de 1946 Brown estuvo disponible para el beisbol de ligas mayores. Así que los Yankees firmaron a Brown y lo enviaron al entrenamiento primaveral. Hasta ese momento él había completado la mitad de su segundo año en Tulane Medical School. Después del entrenamiento primaveral los Yankees lo enviaron al Newark de la International League AAA.
Todos esos momentos difíciles que tuvo el personaje de Kevin Costner en “Field of Dreams” mientras trataba de convencer a James Earl Jones para que fuese con él a buscar todas las pistas relacionadas con la voz, estuvieron justificados cuando vieron el nombre de Moonlight Graham en la pizarra de Fenway Park. Inmediatamente se desplazaron hacia el pueblo de él y lo buscaron. Graham hasta había jugado algo en las ligas mayores, pero tenía otra pasión además del beisbol, tan absorbente, exigente y demoledora como el juego. Cuando ellos finalmente encontraron a Moonlight Graham mientras doblaba en una esquina con su maletín médico y su característico paraguas, él les dijo que todavía amaba al beisbol, que solo después de largos días de reflexión escogió la medicina, tal vez porque podría practicarla por un período más largo, tal vez porque no estaba seguro de que se iba a establecer en las grandes ligas. De todas formas reconoció que de vez en cuando extraña jugar beisbol con sus amigos de la niñez. Mientras se discute sobre el mejor campo corto venezolano de todos los tiempos, siempre he notado que algunos de los especialistas en ese tema, entre los nombres de Luis Aparicio, Alfonso Carrasquel, David Concepción, Teodoro Obregón, Enzo Hernández, Oswaldo Guillén, Omar Vizquel, agregaban un nombre que muchos respetaban y elogiaban. Sin importar que ese señor nunca jugó beisbol profesional. Domingo Martín Fumero de acuerdo a innumerables seguidores del beisbol fue tan bueno con el guante como cualquiera de los mejores paracortos venezolanos, algunos de ellos hasta lo elegían para su equipo ideal venezolano. Fumero jugó beisbol amateur con el equipo de la Universidad central de Venezuela que participaba en la muy competitiva liga del Distrito Federal. Para esa época de los 1950s y 1960s, la máxima categoría del beisbol amateur venezolano estaba casi al mismo nivel de calidad que la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, muchos de los peloteros que saltaban al profesional al poco tiempo se convertían en titulares de la alineación. Domingo Martín Fumero fue el campo corto del equipo de Venezuela que ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Chicago 1959, fue clave para ese equipo no solo por su guante sino también por su bate. Después de ese torneo le propusieron varias ofertas de equipos profesionales, pero él decidió seguir estudiando para obtener el grado de medicina en la UCV, ahí, él al menos podría combinar sus dos pasiones jugando beisbol los fines de semana.
Bobby Brown estableció un patrón para mantener conectados sus dos intereses; desde mediados de octubre has inicios de abril asistía a la escuela de medicina de Tulane University para reanudar sus estudios, luego desde inicios de abril hasta octubre regresaba a jugar pelota para los Yankees. De seguro esa era una rutina muy exigente pero a Brown le gustaba y la disfrutaba. Así fue su vida hasta que se graduó a mediados de los 1950s y obtuvo su grado de Doctor en Medicina. En 1947 finalmente hizo el equipo para jugar en MLB. Esa temporada el manager Bucky Harris le hizo compartir en tercera base con Billy Johnson, en el campo corto con Phil Rizzuto y asumir el papel de bateador emergente del equipo. En total bateó para .310 esa temporada, y .333 mientras lideraba la liga con nueve imparables como emergente. En la Serie Mundial de 1947, en el cuarto inning del séptimo juego, con dos outs y dos corredores en base, Bucky Harris ordenó a Brown que batease de emergente por el pitcher Bill Bevens mientras perdían 2-1 ante los Dodgers de Brooklyn, y él despachó un doble hacia el jardín izquierdo para igualar el marcador y colocar la carrera ganadora en posición anotadora. Los Yankees terminaron ganando ese juego y la Serie Mundial. Sin tomar en cuenta su heroísmo en la Serie Mundial, Brown regresó a Tulane el 14 de octubre, con un mes de retraso respecto a su clase, y asistió a esas sesiones desde las 8 am hasta las 9 pm. Permaneció allí en Navidad pero a inicios de abril estaba de regreso con los Yankees. En las pruebas de las organizaciones de beisbol, George Doc Medich estuvo muy claro en que intentaría asistir a la escuela de medicina simultáneamente con su carrera deportiva. Eso asustó a los Piratas de Pittsburgh y a otras organizaciones. Entonces el fue a consultar con Bobby Brown, un famoso pelotero convertido en médico. “Los scouts asumieron todos que yo no jugaría, pero nunca se molestaron en preguntarme”, recordó Medich. “Le escribí al Dr. Bobby Brown antes del draft acerca de la posibilidad de combinar las dos carreras y él me dijo que lo olvidase”. Cuando Doc Medich pitcheó por primera vez en las ligas mayores, enfrentó a los Orioles de Baltimore el 9 de mayo de 1972, como lanzador abridor de los Yankees de Nueva York y recibió un boleto mientras los Yankees daban vuelta a la batería en la apertura del primer inning. En el cierre de ese inning, él no pudo retirar un solo bateador, el día siguiente empezó su primer año de escuela médica en Pittsburgh. Medich mejoró su desempeño en el beisbol para 1973 cuando su marca fue de 14-9 con efectividad de 2.91, se apuntó 11 juegos completos y tres blanqueos, en 235 innings pitcheados. “La medicina me ha ayudado a madurar más rápido como pitcher”, dijo una vez Medich. “Al pretender ambas carreras a la vez tuve que ser muy cuidadoso al evaluarme”. En 1974, Medich experimentó su mejor temporada en MLB con marca de 19-15, 3.60 de efectividad, 17 juegos completos y cuatro blanqueos en 279.2 innings pitcheados. Luego de otra sólida actuación en 1975, fue cambiado a los Piratas e su ciudad natal en una negociación donde los Yankees recibieron a Willie Randolph, Ken Brett y Dock Ellis. Entonces tuvo una temporada complicada con los Piratas en 1976 (8-11, 3.52 de efectividad, 179 innings). En 1977 Medich pitcheó para los Atléticos de Oakland, Marineros de Seattle y Mets de Nueva York y no pudo hacerlo de manera estable. Para la temporada de 1978 él finalmente se estabilizó con los Rangers de Texas. Entonces tuvo cinco temporadas aceptables, de las cuales la de 1980 brilla sobre las otras. (14-11, 3.92 de efectividad, 204 innings). Luego de un año final con los Cerveceros de Milwaukee en 1982, Medich se retiró para practicar la medicina deportiva cerca de Pittsburgh. Antes de un juego de 1978 en Baltimore, Medich tuvo la oportunidad de practicar sus destrezas médicas al salvar la vida de un aficionado en dificultades al ejecutarle una reanimación cardíaca.
En 1948, Bobby Brown de nuevo bateó sobre .300 y estableció topes en su carrera al jugar en 113 juegos, 41 en tercera base, 26 en el campo corto, 17 en segunda base y cuatro en los jardines. Ese año los Yankees terminaron dos juegos y medio por detrás del primer lugar y el banderín. Aquel invierno Bobby terminó el tercio final de su año inicial y el primero de su último año en la escuela de medicina. Mientras regresaba a los Yankees a inicios de abril de 1949, Bobby se encontró con un nuevo manager, Casey Stengel, quien siguió alternándolo en tercera base con Billy Johnson. Esa temporada Brown participó en 104 juegos, bateó para .283, 61 carreras impulsadas, seis jonrones. En la Serie Mundial de 1949 Brown fue clave para los Yankees al aportar imparables cruciales en los juegos tercero, cuarto y quinto, lo cual determinó que ganasen en campeonato. En esa serie Brown bateó para .500 al conectar de 12-6. En el invierno Brown concluyó sus estudios en Tulane y se graduó con su clase en junio de 1950. Después de un juego versus Cleveland en Yankee Stadium, Brown tomó un avión nocturno hacia Nueva Orleans con escala en Memphis para recargar combustible. Estuvo en el campus a las 8 am, se graduó a las diez en punto y abordó un avión hacia Nueva York pero llegó retrasado para el juego de esa tarde. Entre 2010 y 2014 Mark Hamilton jugó en MLB primero con Cardenales de San Luis, luego con Medias Rojas de Boston y Bravos de Atlanta. El bateador zurdo actuó en 47 juegos de MLB. Hasta ganó un anillo de Serie Mundial en 2011, aunque no estuvo con el equipo en la serie. Hamilton solía salir del banco para sustituir a Albert Pujols en primera base durante la mitad de la temporada de 2011. Cuando los Cardenals ganaron la Serie Mundial el jugaba beisbol invernal en República Dominicana. Debutó en las ligas mayores en septiembre de 2010, consiguió su primer par de imparables. En 2011, más que todo como bateador emergente y jugador de reserva, Hamilton se mantuvo con los Cardenales hasta el receso del juego de estrellas. Su gran día llegó el 4 de julio en un abarrotado Busch Stadium. Fue enviado a batear como emergente por el pitcher abridor Chris Carpenter con dos outs y corredor en tercera base en el octavo inning de un juego sin carreras, se las arregló para conseguir un imparable de piernas ante Johnny Cueto y los cardenales vencieron a Cincinnati 1-0. Luegho de retirarse el beisbol, Hamilton regresó a Tulane University para estudiar en la escuela de medicina. Su padre, Stanley, fue jefe de patología y laboratorio de medicina en MD Anderson Cancer Center de Houston; ahora (abril de 2020) trabaja en el centro City of Hope en el sur de California. Mark Hamilton obtuvo su grado en medicina en abril de 2020. Comenzará a trabajar en el campo de radiología intrusiva, pero su primer año como residente de medicina interna requerirá que él atienda situaciones de brotes de coronavirus, para atender pacientes admitidos en el Jewish Medical Center de Long Island y en el North Shore University Hospital del Northwell Health System. Uno de los héroes beisboleros de Hamilton es el antiguo Yankee y médico Bobby Brown, él dijo que había vivido una de las mejores experiencias de su vida cuando la Tulane University Alumni Association le contacto para establecer un encuentro con Bobby Brown: “… hablamos por teléfono alrededor de dos horas, discutimos de beisbol, de su carrera y la mía, medicina, escuché su consejo acerca de cómo enfrentar las situaciones. Fue un conversación increíblemente especial y completa”.
Bobby Brown ganaría dos campeonatos de Serie Mundial más con los Yankees en 1950 y 1951, siempre actuando en grane con su bate para terminar consiguiendo el mejor promedio de bateo en Serie Mundial para peloteros con al menos 40 turnos al bate. Para 1952 se enlistó en la armada y fue a la guerra de Corea donde sirvió como cirujano de batallón. Cuando regresó de la guerra solo participó en alrededor de 30 juegos para losYankees y decidió empezar su residencia de medicina interna en el servicio de Stanford del San Francisco County Hospital. Allí él consiguió una beca para estudiar cardiología en Tulane por un año. Empezó sus prácticas de cardiología el 1 de agosto de 1958, en Fort Worth, donde él y su esposa Sara establecieron su hogar. Después de practicar la medicina por más de 25 años Brown recibió una oferta para ser presidente de la Liga Americana y decidió renunciar su práctica médica para dedicarse a tiempo completo al beisbol, esta vez su trabajo era diseñar el calendario de la temporada, emplear y programar el calendario de los árbitros, manejar los recibos de las asistencias a los estadios, disciplinar a los peloteros. Su período duró desde 1984 hasta 1994. Así que ese camino entre el beisbol y la medicina que Brown transitó varias veces resultó ser un verdadero punto de inflexión en su vida, como cuando Moonlight Graham cruzó la línea entre el terreno de juego y la tribuna, en la película “Field of Dreams”, sabiendo que no podría regresar a jugar beisbol otra vez pero se sentía feliz porque iba a atender como médico a una pequeña niña en riego de perder la vida.
Alfonso L. Tusa C. Abril 10, 2021. ©

martes, 1 de julio de 2025

La memoria de Dave Parker, ‘Cobra’, señala como MLB puede reconstruir su influencia cultural.

La recientemente publicada autobiografía del una vez jugador más valioso de la Liga Nacional es una elegía de cuando el beisbol era un juego más visceral que fue elevado por el poder de las estrellas negras, lo cual MLB parecía dar por sentado.
Nate Sager. USA Today. 1 de abril de 2021.
Dave Parker fue por lo menos un pelotero de seis herramientas, quizás hasta siete, dependiendo de si carisma y contoneo son categorías separadas. Habría sido muy fácil para Parker escribir una autobiografía basada en la nostalgia que arrastra su leyenda, a través de los tuits del siete veces participante en juegos de estrellas como jardinero, usando una franela diseñada por él, lanzando dardos en el dugout de los Piratas de Pittsburgh, o ejecutando un lanzamiento desde la esquina del jardín derecho en el Seattle Kingdome para sacar a un corredor en el plato en el juego de estrellas de 1979, la temporada del último título de Serie Mundial de Pittsburgh. Se consigue mucho más de eso en Cobra: A Life of Baseball and Brotherhood. (Cobra: Una Vida de Baseball y Hermandad) (University of Nebraska Press), el cual Parker escribió con Dave Jordan. En más de 447 páginas hacen una elegía a una era perdida del beisbol, cuando el juego era más fluido que la estática versión de los años 2020s que ha llevado a MLB a reconocer en palabras en Tom Verducci que “jugar a esa lentitud ha empujado al beisbol a una crisis existencial”. Esa era estaba correlacionada con una representación negra en los rosters de MLB considerada entre las más altas de todos los tiempos, alrededor de 27 por ciento, tres veces mayor que la actual del 8 por ciento. Desde 1975 hasta 1979, Parker fue uno de solo cinco peloteros en lograr al menos 30 en WAR, junto con los inquilinos del Salón de la Fama George Brett, Rod Carew, Joe Morgan y Mike Schmidt. Esa media década vale tres cuartas partes de su WAR vitalicio de 40.2. El declive de sus números y testificar sobre su consumo de cocaína en los juicios por drogas de Pittsburgh en 1985, han disminuido sus oportunidades de ingresar al Salón de la Fama del beisbol. La organización de los Piratas donde Parker destacó fue una de las organizaciones de más mente abierta para reclutar y promover el talento racial. En 1971, ellos fueron los primeros en el beisbol en jugar con una alineación con solo peloteros de minorías raciales. A menudo tenían más bateadores talentosos que cupos en su nómina, y tal vez se hubiesen beneficiado si la Liga Nacional como la Americana, hubiera adoptado al bateador designado en 1973. (Eso también podría haber salvado a Parker del desgaste de sus rodillas). La manera como Cobra muestra la compasión por los talentosos compañeros de Parker de ligas menores que no lograban ascender, es un recordatorio de que lo que él y Jordan llaman una “política de oportunidades” que estaba omnipresente cuando había pocas oportunidades para que los peloteros negros accedieran a cargos como entrenadores o gerentes. Una cosa es abrir espacio para el talento, pero los grupos marginales también necesitan ser parte del conocimiento institucional de la industria. Parker pasó sus primeras 15 temporadas en la Liga Nacional, en las cuales nunca tuvo un manager de las minorías raciales.
Parker se fue al beisbol profesional, después de vivir un infortunio como el de Boobie Miles, al tratar de jugar con una rodilla lesionada segó sus sueños de jugar futbol americano en Ohio State. Al ser un jardinero corpulento con rodillas delicadas en la época de los estadios de grama artificial eso pasó factura a sus articulaciones al acercarse a los 30 años de edad, alrededor de ese momento, su agente, Tom Reich negoció un gran contrato que hizo que los aficionados de Pittsburgh la tomaran contra Parker. Esos son los toques grises, pero Parker y Jordan ilustran porque quizás si cada equipo de grandes ligas viera los videos de los Piratas ganadores de la Serie Mundial de 1979, eso les enseñaría a los jugadores de hoy porque hubo una vez cuando el beisbol tenía más influencia cultural. Ese fue un período cuando, por muchas razones internas y externas al beisbol, era posible armar un equipo de campeonato cuya demografía se pareciese a Norteamérica. (Y vamos a estar claros, la primera parte siempre es la más importante). Veamos la manera como Parker y Jordan describen al equipo “We Are Family” del cual el bateador de poder e inquilino del Salón de la fama, Willie Stargell era el líder espiritual en 1979: “Pops lideraba a diez hermanos, ocho amigos blancos, tres panameños, un holandés, un mexicano, y a Phil Garner con su gran tabaco en la boca”. El punto es que Pittsburgh tenía un grupo ecléctico de competidores intensos que parecía no hacer otro esfuerzo que no fuese ganar. Los aficionados al deporte que buscan un equipo en el que puedan ver algo de nuestra humanidad común podrían identificarse con ese tipo de equipo de pelota más que con uno que busca más las tablas de numeritos con buen movimiento de sus brazos. Es una manera de entender a la gente, y verlos como más de lo que Will Leitch una vez llamó “compiladores robóticos de estadísticas”. También ayudó que la directiva de los Piratas en aquellos días no estaba super obsesionada con las ganancias. El beisbol todavía era un deporte en aquellos días de pre-hipercapitalismo. En la actualidad, MLB está plagada por una falta de acción ante las pelotas bateadas y la indolencia con la cual se corre las bases. En 2021 se va a tratar de usar una pelota ligeramente más pesada, presumiblemente con la intención de disminuir el exceso de swings buscando jonrones y permitir así que los pitchers tengan más confianza para lanzar en la zona de strike y aminoren la cantidad de lanzamientos hacia las esquinas, lo cual contribuye a alargar los juegos. La meta suena similar a lo que Parker describe como el enfoque “slash and dash” de sus equipos en los Piratas. Los bateadores hacían swing, tratando de batear líneas entre dos. Eso se ajustaba a las características de los estadios de grama artificial, que por supuesto causaba todo ese dolor en las rodillas. En 1979, los Piratas anotaron la mayor cantidad de carreras en su liga y fueron primeros en porcentaje de slugging y extrabases, sin liderar en dobles, triples o jonrones. Fueron segundos en jonrones y bases robadas. En comparación sus 148 jonrones hubieran clasificado por debajo de los 29 equipos en 2019, la temporada de 162 juegos más reciente. Solo un equipo de 2019 estuvo a 50 bases robadas de las 180 de aquellos Piratas.
En el podcast de SportsLit del cual soy co-moderador, el autor Rich Cohen dijo recientemente que los competidores “se convierten en lo que es medido”. El contexto de esa observación fue una discusión sobre como las pruebas juveniles de hockey, los exámenes estandarizados y la NFL pueden medir un pequeño componente de destreza, pero a menudo fallan en capturar la competitividad a todo terreno. (El último libro de Cohen es Pee Wees: Confessions of a Hockey Parent, y también es un fanático de los Bears de Chicago que tuvo que ver los esfuerzos de Mitchell Trubisky como quarter back las últimas cuatro temporadas). Parker no lanza arena al rostro de los números analíticos, al señalar que él y sus contemporáneos eran competidores que habrían acogido cualquier cosa que pudiese haberles dado ventaja contra el pitcher. Pero hacer la referencia cruzada de la observación de Cohen respecto a las diferencias entre el juego de los 1970s y el de los 2010s – ‘20s contribuye a guardar esperanzas de que MLB pueda traer de vuelta el juego que existía hacia finales del siglo 20. Ser un esperanzado aficionado del beisbol en la alborada de lo que el Deadspin de Sam Fels ha llamado “el último día inaugural” antes de que expire en diciembre el contrato colectivo entre MLB y el sindicato de peloteros, podría parecer tonto. Pero la esperanza es diferente al optimismo. Significa ver una vía hacia el renacimiento. El optimismo, por otro lado, ignora ciegamente que MLB siempre hará lo más conveniente para los dueños de equipo. Los números analíticos han sido factor determinante en los problemas de ritmo de juego y para que los equipos de MLB los usen como excusa para no firmar peloteros mayores de 30 años de edad, o baluartes cortos de la franquicia como hicieron los Cachorros de Chicago a principios de temporada con el primera base Anthony Rizzo. Pero cualquier cambio que recupere el estilo de juego de los 1970s necesitará mucha información, punto y aparte. Leer ‘Cobra’ también conecta con la creencia de las maneras en que MLB puede acabar con décadas de racismo sistémico desde la integración. (Sacar el juego de estrellas de Georgia no tiene sentido, lo cual significa que eso puede estar más allá del comisionado Rob Manfred). Una acción simbólica sería que el Salón de la Fama del Beisbol designe un verdadero Modern Baseball Committee que observe a los jugadores de la época de Parker que pudieron haber sido subestimados debido a su raza y la falta de los números analíticos aceptados generalmente. Eso significaría enfocarse en la reconciliación y la reconsideración, las cuales forman parte de registrar la historia apropiadamente. Parker estuvo en las papeletas de votación de la BBWAA (Asociación de Periodistas de Beisbol) por el máximo de 15 años, desde 1997 hasta 2011, pero nunca recibió más del 24.5 porciento de apoyo. Dave Jordan alegó recientemente en Baseball by the Book que Parker tiene un “caso holístico” para estar en el salón de la fama, al señalar su fama y el papel que jugó con equipos campeones. El gran Barry Larkin de los Rojos de Cincinnati, también solicitó que Parker, uno de sus mentores, se sentara en primera fila, en la ceremonia de su inducción al Salón de la Fama en 2012.
Por supuesto, más a menudo que nunca, los comités de veteranos han sido más instancias de favoritismo que del verdadero pensamiento crítico que implican los analíticos WAR, OPS+, ERA+ o FIP. Y ninguno de los distintos comités de veteranos del Salón ha inducido algún pelotero de posición o pitcher abridor de las minorías raciales que jugara en la época de la integración desde el primera base Orlando Cepeda en 1999. (El cerrador Lee Smith y el bateador designado Harold Baines, quien solo tuvo un 39 porciento de sus apariciones vitalicias al plato como jardinero, fueron inducidos en 2019). La próxima ventana de oportunidad para Parker y sus pares llegará cuando el comité de beisbol moderno del salón (1970-87) vote en 2023. Si Parker no es el mejor jardinero dejado fuera del recinto, bien, hay media docena de otros que estuvieron activos en esa era quienes están entre los 150 de todos los tiempos con mejor WAR vitalicio. Cada cual recibió muy poco reconocimiento de la BBWAA. • Dwight Evans (1972-91, 67.1 WAR). El jardinero derecho de los Medias Rojas de Boston es el único pelotero fuera de la llamada era de los esteroides con 1500 carreras anotadas que no está en el Salón de la Fama. Evans nunca recibió más del 10.4% de apoyo de la BBWAA. Reggie Smith (1966-82, 64.6 WAR). En el New Historical Baseball Abstract, Bill James notó que Smith, quien es negro, fue llamado “el otro Reggie”. Reggie Jackson enfrentó un racismo severo en las ligas menores, pero tuvo un éxito compartido en MLB entre Oakland y Nueva York. Jugar en Boston entre los 21 y los 28 años de edad, como escribiera Bill Lee en The Wrong Stuff, llevó a Smith a convertirse en “inseguro” al jugar para una organización “cuya filosofía racial…reflejaba la filosofía de un gran segmento de la población bostoniana”. Smith solo tuvo una aparición en las boletas de votación en 1988. Willie Davis (1960-79, 60.8 WAR). El jardinero central de los Dodgers en los años 1960s tiene la mayor cantidad de imparables para un pelotero que nunca apareció en las papeletas de votación de la BBWAA. Davis fue dejado a un lado en 1985, el cual hubiera sido su primer año de elegibilidad. Jugar sus juegos de anfitrión en Dodger Stadium en la segunda era de pelota muerta de los 1960s, disminuyó sus números ofensivos, y el triple ganador del guante de oro también fue solapado por su homólogo de los Gigantes de San Francisco. Bobby Bonds (1968-81, 57.9 WAR). Hablando de jardineros que eran comparados con Willie Mays constantemente… Durante sus primeras siete temporadas completas (1969-1975), el papa de Barry lideró MLB en carreras anotadas y también estuvo entre los primeros cinco en jonrones y bases robadas, aunque mostraba señales de alcoholismo. Él reconoció su enfermedad después de sus días de jugador activo. Bonds padre nunca recibió más de 11 porciento de apoyo.
• Jim Wynn (1963-77, 55.8 WAR). Wynn, quien falleció en 2020, fue el único con tres resultados verdaderos de .250 / .366 / .436, 129 OPS+ en su línea vitalicia. Wynn fue el único pelotero de los Astros de Houston antes de Jeff Bagwell que bateó más de 35 jonrones en una temporada mientras jugaba en el Astrodomo, estadio muy favorable a los lanzadores. Nunca recibió un solo voto del salón de la fama. Chet Lemon (1975-90, 55.6 WAR). El valor de la carrera de Lemon está a la par de futuros inquilinos del Salón de la Fama como Jeff Kent, Joe Mauer y David Ortiz. Sin embargo, Lemon, un jardinero central cuya carrera terminó a la edad de 36 años debido a un trastorno sanguíneo, recibió solo un voto para el Salón de la fama. Si usted recuerda alguno de estos peloteros, podría ser un viejo. Es posible que usted no los vea como inquilinos del Salón de la Fama, con la excepción de Evans, el único de los mencionados que es blanco. Pero de eso se trata. Los porteros del juego los mantienen lejos de estar más en el radar como candidatos al salón de la fama. Hay que darle todo el crédito a Parker y Jordan por producir una rara autobiografía de beisbol que traslada al lector hasta la era del pelotero y lo hace pensar en el presente del juego. Y ese juego podría regresar. Nunca se sabe.
Nate Sager ha escrito para Yahoo! Sports Canada y Sportsnet. Es co-moderador del SportsLit Podcast, donde él y Neil Acharya discuten los últimos libros deportivos con los autores y atletas
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo de 2022.

lunes, 30 de junio de 2025

Dave Parker: El Astrolabio de los Navegantes del Magallanes en 1974-1975 y 1976-1977.

“Dave Parker, el predestinado del Magallanes”. Felo Ramírez, narrador del circuito radiofónico de Navegantes del Magallanes desde inicios de los 1970s hasta inicios de los 1980s.
Al enterarme que Rubén Mijares desde la gerencia deportiva de los Navegantes había enviado a Bob Darwin, el poderoso toletero de la marca de jonrones en LVBP (para ese momento), a las Águilas Cibaeñas de la Liga de Beisbol Profesional de República Dominicana , a cambio del también jardinero Dave Parker, prospecto de primera línea de los Piratas de Pittsburgh; sospeché que se había realizado un movimiento positivo, que vendrían muchas victorias, y, aunque muchos lamentaban la partida de Darwin; por algo los Piratas consideraban a Parker sucesor nada más y nada menos que de Roberto Clemente, prueba de ello eran todos aquellos entrenamientos primaverales donde se vio a Parker compartir y hasta emular en el terreno parte de las destrezas de Clemente con su sello muy particular de agresividad, coraje y entrega total. Desde aquel momento de mediados de 1974 la expectativa crecía impaciente por la inauguración de la temporada. Todo ese tráfago, ese curso de memorias se atravesó en los compartimientos de mis recuerdos cuando leí en redes sociales que Dave Parker había fallecido víctima del mal de Parkinson este sábado 28 de junio de 2025. Los Navegantes del Magallanes venían de tres temporadas sin poder clasificar a los play offs, en 1971-1972 y 1972-1973 quedaron fuera luego de llegar igualados con otros dos equipos al final del calendario y en 1973-1974 la descalificación llegó la semana final de la temporada regular. Por eso la expectativa era tan corrosiva y crepitante, había que regresar a la postemporada y la presencia de aquel prospecto de los Piratas que se presumía podía batear, correr y además tenía buena defensiva y un cañón en el brazo de lanzar resultaba esperanzadora. Dave Parker conformó dos duplas de poder con otro par de excelsos toleteros en las dos temporadas que brilló con los Navegantes del Magallanes. En 1974-1975 contó con el apoyo del reconocido jardinero fajador, Don Baylor quien en esa oportunidad bateó para .271, con 7 jonrones, 32 carreras empujadas, 36 anotadas, 56 imparables, 7 dobles, un triple, 9 bases robadas en 56 juegos. En 1976-1977 llegó el turno de Mitchell Page quien al lado de Parker conformó aquella temible Doble P de la que se decía lo que al primero se le pasa el segundo lo remata, los números de Page en esa ocasión: .310 de promedio al bate, 57 carreras impulsadas (líder de la liga), 14 jonrones (líder de la liga), 48 carreras anotadas, 76 imparables, 13 dobles, 5 triples, 8 bases robadas, en 63 juegos.
Dave Parker jugó por 19 temporadas en grandes ligas con Piratas de Pittsburgh (1973-1983), Rojos de Cincinnati (1984-1987), Atléticos de Oakland (1988-1989), Cerveceros de Milwaukee (1990), Angelinos de California (1991), Azulejos de Toronto (1991). Ganó dos Series Mundiales (Pittsburgh, 1979. Oakland, 1989). Fue dos veces campeón de bateo de la Liga Nacional (.338 en 1977 y .334 en 1978). Ganó el premio al jugador más valioso de la Liga Nacional en 1978. Ganó tres guantes de oro como jardinero (1977, 1978, 1979). Ganó tres bates de plata (1985, 1986, 1990 [los dos primeros como jardinero y el final como bateador designado). Participó en 7 juegos de estrellas. Dos veces lider en % de slugging (1975, 1978). Una vez líder de la Liga Nacional en imparables (215 en 1978). Tres veces líder en bases totales (340 en1978, 350 en 1985, 304 en1986). Dos veces líder en dobles (44 en 1977, 42 en 1985). Una vez líder en carreras impulsadas (125 en 1985). Dos veces líder en extra bases (77 en 1979, 80 en 1985). Una vez lider en veces embasado (280 en 1977). Dos veces líder en elevados de sacrificio (9 en 1979, 14 en 1990). Cuatro veces líder en outs como jardinero derecho en Liga Nacional (315 en 1975, 293 en 1976, 381 en 1977, 281 en 1983). Una vez líder en asistencias como jardinero derecho en Liga Nacional (26 en 1977). Dos veces líder de la Liga Nacional en dobleplays como jardinero derecho (9 en 1977, 3 en 1987). Tal vez los momentos más representativos e inolvidables del estilo de juego de Dave Parker se resuman en aquel disparo fantasmal desde las profundidades del jardín derecho del Kingdome, en el juego de estrellas de 1979, para enfriar en la mascota de Gary Carter al corredor Brian Downing. También en su liderazgo junto a Willie Stargell de aquel equipo de gran química de los Piratas de Pittsburgh que ganaron la Serie Mundial de 1979 mientras asumían como su himno la canción “We Are Family” (Sisters Sledge, 1979). Vivió momentos difíciles en Pittsburgh y debió asumir su responsabilidad en los juicios por drogas de 1985 junto a otros peloteros. Luego se recuperó y reivindicó, y hasta hizo las paces con la afición de los Piratas. A su paso por Cincinnati asumió el papel de mentor de los jardineros Eric Davis y Kal Daniels. Contribuyó al título de Serie Mundial de los Atléticos en 1989. A principios de 2025 fue elegido miembro del Salón de la Fama por el Comité de la Classic Baseball Era junto al también beisbolista Richie (Dick) Allen.
Tan pronto como el 28 de noviembre de 1974, Dave Parker empezó a mostrar la esencia de su juego en un juego donde los Navegantes del Magallanes recibieron a Tiburones de La Guaira en el estadio José Bernardo Pérez. Gilberto Marcano abrió por Magallanes y Roric Harrison por Tiburones. La Guaira salió adelante con dos rayitas en el primer capítulo. Los Navegantes replicaron en el cierre de ese inning mediante doble remolcador de una de Parker y sencillo impulsor de otra para Jim Holt con lo cual igualaron la pizarra 2-2. Parker puso adelante al Magallanes en el segundo inning al remolcar a Bob Bailor con triple. La Guaira pasó adelante 5-3 con tres carreras en la apertura del tercero y Magallanes volvió a empatar la pizarra en el cierre de esa entrada mediante vuelacercas de Jim Holt más doble de Rick Stelmaszek y dos errores seguidos de la defensa litoralense. En el cuarto inning Magallanes se adelantó 7-5 mediante doble de Jesús Aristimuño bueno para remolcar a Don Baylor y Jim Holt. La Guaira volvió a reaccionar en la apertura del quinto, Oscar Zamora se embasó por error y luego triple de Al Bumbry más elevado de sacrificio de Paul Casanova marcaron la igualada del marcador 7-7. Luego se desarrollaría un duelo de relevistas entre Oscar Zamora y Manuel Sarmiento, ocho ceros lanzó cada cual hasta que en el cierre del décimo tercer inning Rob Andrews se embasa por imparable de piernas, Dave Parker batea rodado que hace cometer error de dos bases a Remigio Hermoso, con hombres en segunda y tercera, bolean a Don Baylor y Jim Holt decide el encuentro con estacazo que se estrella contra la valla del jardín derecho. Otro de los momentos cumbres de Dave Parker en esa temporada ocurre en el primer juego de la serie final ante Tigres de Aragua. Los bengalíes llegan ganando 2-1 a la apertura del noveno inning. Entonces Bob Bailor soltó sencillo ante Roberto Muñoz y Rob Andrews lo llevó hasta la intermedia con toque de sacrificio. El manager Oswaldo Virgil sustituyó a Muñoz con Mike Pazik, luego de colocarse en dos strikes Dave Parker demostró su peligrosidad en ese conteo al devolver una curva de Pazik sobre la barda del jardín derecho para darle ventaja al Magallanes 3-2. Luego el grande liga Bob Veale se encargaría de salvar el juego. Los Tigres terminarían apuntándose el campeonato. Magallanes había terminado la sequía de tres temporadas sin clasificar a la postemporada, ahora el reto residía en ganar el campeonato.
Parker solo regresaría al buque magallanero para la temporada 1976-1977. Se incorporó al equipo alrededor de mediados de temporada y compartió en los jardines con Lary Herndon y Gary Woods (cf) y varios candidatos en el jardín izquierdo (Félix Rodríguez, Mitchell Page, Oswaldo Olivares). Parker jugaba principalmente el bosque derecho donde ocasionalmente también aparecía Félix Rodríguez. En ciertas ocasiones Parker también jugaba en el jardín central o el izquierdo. El 18 de noviembre de 1976 Bob Galasso (Mike Willis relevó en el séptimo inning) por Magallanes y Steve Luebber (Bob Johnson relevó en el décimo inning) por La Guaira mantuvieron un cerrado duelo que llegó igualado a dos carreras a la apertura del décimo inning donde La Guaira se fue al frente 3-2. Con corredores en los ángulos y Juan Francisco Monasterio al bate, Dave May intentó robarse el plato y el árbitro Wilfred Rodriguez decretó interferencia del cátcher Steve Nicosia, lo cual a su vez generó la reclamación de Nicosia y el manager Don Leppert, eso desmbocó en la expulsión de ambos. Magallanes fue a batear el cierre del décimo, Remigio Hermoso comenzó con imparable al centro, Ken Macha lo imitó con otro incogible. Con el empate en la intermedia el manager Pompeyo Davalillo trajo a relevar a Johnson y dominó a Mitchell Page con elevado a la derecha, solo que Parker despachó imparable remolcador de Hermoso para empatar el juego 3-3. El novato Alfredo Torres recibió pelotazo para llenar las bases y Felix Rodríguez la rodó por primera lo cual provocó el out forzado de Macha en el plato. Rafael Cariel, quien había entrado por Nicosia, llevó la cuenta hasta tres y dos y luego conectó un roletazo que pegó en el montículo y luego pasó hacia el jardín derecho para el imparable que determinaba la victoria magallanera. El 29 de diciembre de 1976 los Navegantes del Magallanes recibieron a Leones del Caracas en el José Bernardo Pérez. Los melenudos llegaron ganando 7-2 al cierre del tercer inning cuando Jimmy Sexton, Ken Macha y Mitchell Page despacharon imparables corridos. Diego Seguí lanzaba por Leones, y Parker tronó un batazo laberintico que salió a mil millas del estadio para un jonrón de bases llenas que colocaba el marcador 7-6. En el cierre del quinto tramo, luego de dos outs, Dave Parker llegó a primera base por imparable de piernas, avanzó hasta la intermedia por wildpitch de Mike Bacsik y llegó al plato mediante imparable de Steve Nicosia para igualar la pizarra 7-7. En el cierre del sexto luego de las remolcadas de Sexton y Page, Parker remató con otras dos impulsadas para llevar hasta 11 las carreras con que Magallanes terminó venciendo al Caracas 11-8. El 17 de enero de 1977 ocurrió tal vez la imagen más memorable de la intensidad con la cual Dave Parker se desempeñaba en el terreno de juego. Ese día se jugaba el segundo de la serie semifinal Zulia versus Magallanes. Chris Batton ante Gilberto Marcano. Los aguiluchos habían ganado el primero en su reducto del estadio Luis Aparicio El Grande, lo cual obligaba a los Navegantes a replicar de inmediato para evitar ponerse abajo 0-2 en la serie. El juego reflejó un forcejeo sin carreras hasta el cierre del sexto cuando las Águilas provecharon imparable de Gustavo Sposito, rodado por segunda de Tim Johnson para avanzar al corredor y sencillo de Lamar Johnson para adelantarse 1-0. Así llegó el juego a la apertura del noveno inning cuando Marcano dominó a Jimmy Sexton con rodado al montículo. Entonces Dave Parker negoció boleto y Mitchell Page tronó un lineazo hacia el jardín izquierdo que en principio hizo anotar a Parker para igualar las acciones pero luego los árbitros devolvieron a Parker hacia la antesala al decretar doble por reglas de terreno. Parker empezó a tomar bastante terreno en tercera base hasta provocar que Marcano metiera la pelota en las profundidades del jardín izquierdo y de esa manera los Navegantes pasaron adelante 2-1 para llevarse la victoria cuando Batton dominó a los aguiluchos en el cierre del noveno inning.
El 20 de enero de 1977 se jugó el cuarto juego de la semifinal. La Águilas llegaron venciendo a los Navegantes 9-7 al cierre del noveno inning. Gary Woods empezó la movida con imparable al centro. El manager Don Leppert trajo a Felix Rodríguez de emergente por Remigio Hermoso y respondió con otro sencillo. Gilberto Marcano había entrado a relevar a Manny Seoane en ese noveno inning. En cuenta de dos bolas sin strikes Parker bateó cuadrangular para vencer a las Águilas y poner la serie 3-1 a favor de los Navegantes. Ese día remolcó cinco anotaciones. El 23 de enero de 1977 en el primer juego de la serie final ante Tiburones de La Guaira, Dave Parker remolcó las tres carreras de su equipo con sencillo y cuadrangular para ponerlos adelante en la serie. El 24 de enero de 1977 Dave Parker descargó estacazo de cuatro esquinas de dos carreras en el tercer inning del segundo juego de la serie final para consolidar una ventaja de 4-0 que el pitcher James Easterly mantuvo hasta el final en ruta a una victoria 5-0. El 30 de enero de 1977 Parker anotó dos de las cuatro carreras del Magallanes al batear de 4-2 (2 dobles) en ruta a la victoria 4-1 que nuevamente se apuntó Easterly para titularse campeones. Dave Parker regresaría a los Navegantes del Magallanes en la temporada 1982-1983, pero fue poco lo que pudo hacer y el equipo resultó eliminado. Ese enero de 1983 ocurrió la tragedia de Tacoa y Parker junto al manager Leppert acudió a auxiliar a los damnificados con recursos propios, siempre estaba ahí en los momentos difíciles con la mejor disposición de ayudar a resolver de la mejor manera.
Alfonso L. Tusa C. Junio 29, 2025 ©

Queback. (Otra remembranza de Santiago).

Así era como más o menos sonaba aquel término que inventamos con Santiago aquella mañana en la trilla de secado de café y maíz en la hacie...