Se busca plasmar la conexión entre el béisbol y la vida, como cada regla del juego resulta una escuela de reflexión hasta para los seguidores más remotos cuando los sucesos del mundo indican que ciertas veces las normas de justicia son violadas; el transcurso de las sentencias de bolas y strikes reflejan la pertinencia y compromiso de cada pelotero en respetar la presencia del árbitro.Cada jugador deja lo mejor de sí sobre el campo de juego a pesar de lo complicado que pueda ser su vida.
sábado, 28 de septiembre de 2024
Extracto del libro Aquellas Voces Deportivas. Alfonso L. Tusa. Amazon. 2017.
Aún recuerdo la primera vez que escuché la narración de un jonrón. Me quedé impresionado con la intensidad y la potencia de la voz. Pasaron dos minutos y la adrenalina recorría cada centímetro en veinte metros a la redonda. Quería meterme por el radio para ver que hacía que aquel locutor se emocionara de aquella manera. Después también me sorprendí por la sobriedad con que describía las otras situaciones del juego. Mis hermanos decían que era el mejor narrador deportivo de Venezuela de la época (finales de los años sesenta, comienzos de los setenta). Felipe estiraba los párpados y respiraba profundo. Y además el primer juego de béisbol profesional que narró fue el no hit no run de Lenny Yochim ante el Magallanes. Eso es lo único que no me gusta, pero así es el juego. ¡Que manera de debutar en la profesión!
La impresión más duradera que tengo de las narraciones de Delio Amado León está relacionada con una expresión que el utilizaba mucho durante los juegos. Me refiero a finales de los años sesenta y quizás 1970 y 1971. Cada vez que un bateador se ponchaba con un strike cantado, León decía “azul quedó…” Siempre les preguntaba a Felipe y Jesús Mario que significaba la expresión y se encogían de hombros. A lo sumo decían que eran ocurrencias del narrador. Quería saber en detalle de que trataban esas ocurrencias. Luego Delio Amado dejó de usar la frase y la interrogante permaneció en mi subconsciente por mucho tiempo. Hasta que hablando con el periodista Carlos Abreu, con motivo de la escritura de un prólogo, le pregunté si sabía porque Delio Amado usaba la citada expresión y me contestó que esa frase la usaban en un sketch de la Radio Rochela por los años sesenta.
Los domingos me levantaba más temprano que nunca.
Desde las seis de la mañana me iba al patio me quedaba mirando como retozaban los pajaritos entre las ramas de palmera. Así correría por toda la playa desde que llegáramos al rancho de caña brava y ramas de cocotero que tenía mi abuelo en El Peñón. Sólo el rugido del Century Plymouth desde el garaje y el olor de las galletas Nic Nac que papa saboreaba con café me hacían ir a morder el desayuno. Desde que salíamos de casa hasta que el carro se estacionaba en el relleno de granza frente al rancho, sólo imaginaba la brisa y la temperatura del mar. Abrir la puerta del Plymouth equivalía a salir corriendo a quitarme la ropa. Avanzaba y avanzaba en aquella sabana de agua salada y cada vez era menos profunda. Pasaba horas explorando la arena en busca de caracoles, cangrejos, pepinos de mar, erizos, estrellas. Cuando el disco amarillo brillaba más en el cielo y la voz de mamá reverberaba desde la orilla forrada de algas, papá sacaba el radio y le daba todo el volumen sobre una de las rocas donde se escondían los cangrejos. “…allá va un batazo largo…Armando Ortíz persigue la pelota en la zona de seguridad y capturó la pelota contra la pared…” Delio Amado León, transmitía una tranquilidad muy dinámica que despertaba mi curiosidad por saber que ocurría en el juego. Sólo así regresaba al rancho y probaba las delicias de la sopa de pescado y el casabe.
Las noches o tardes en extrainning se hacían muy cortas. Además de la intensidad de lo que ocurría sobre el terreno, aquella cultura general matizada con anécdotas de los peloteros y muchos episodios de la cultura popular nos hacían casi adosar el radio a las manos. A veces sin ninguna planificación decía trabalenguas que maravillaban a los escuchas. Como aquella noche cuando salió un corredor emergente por los Tiburones de La Guaira. Delio Amado con aquella gracia serena moduló, Corro corre por Correa, para indicar que Alexis Corro había entrado a correr por Antonio Pipo Correa. Pasamos varios minutos riendo y comentando todo lo que puede ocurrir en la narración de un juego de pelota y más si se va a extrainning. Lo que distábamos de entender era que buena parte de esa amenidad la aporta el narrador.
Siempre veía a Felipe y Jesús Mario intercambiándolas, pasándolas a millón en sus manos o jugando paredita. Cada vez que me acercaba para apreciar mejor aquellas barajitas con fotografías de peloteros, las recogían y apenas si me las dejaban ver de lejos. Las guardaban en los tramos más altos del gabinete del baño. Muchas veces intenté alcanzarlas, lo único que conseguía eran resbalones y chichones. Una noche mientras escuchábamos un juego, Delio Amado León habló de la revista Sport Gráfico y la promoción de las barajitas de béisbol. “Adquiera su album y los sobres de barajitas en su kiosko de revistas”. Felipe y Jesus Mario buscaron sus montones de barajitas y empezamos un juego. El que encontrara primero al pelotero que nombrara Delio Amado en el juego se quedaba con la barajita. Por supuesto, las pocas veces que gané me quitaron la barajita.
Tal era la devoción que sentían Felipe y Jesús Mario por la revista que varias veces los escuché narrando historias ignoro si inventadas, las escucharon o de verdad las vivieron. Había una sobre un niño de cinco años que se detuvo ante un paraban donde estaban las revistas en la calle Sucre de Cumaná, justo frente a la iglesia Santa Inés. Señalaba la revista con un recuadro anaranjado del lado izquierdo y en la esquina inferior derecha decía Bs. 1,50. Papá quiero Sport Gráfico. Pero hijo tu no sabes leer. El niño metió los dedos entre los orificios de la tela metálica y dos lágrimas bajaron por sus mejillas. En ese momento sonaron las campanas de Santa Inés. El niño levantó la mirada y se secó el rostro. Pero veo las fotos y entiendo lo que quieren decir. Y estoy aprendiendo a leer porque quiero el Sport Gráfico todos los jueves.
Había escuchado varias confrontaciones boxísticas en el transistor de mis hermanos. Se levantaban a eso de las seis de la mañana para oir peleas que ocurrían en el lejano oriente. Aquella voz infatigable zarandeaba la tranquilidad matinal. Izquierda y derecha. Upper cut a las falsas costillas. Tremendo gancho y se cayó el japonés…ahí le están dando conteo de protección, allí mandan a Alfredo Marcano a una esquina neutral. Todos esos conocimientos vaciados allí en la inmediatez de la radio me maravillaban. Más sorprendido quedé cuando hojeando Sport Gráfico me encontré con el dibujo del un ángulo de un cuadrilatero, las cuerdas intersectadas detrás de una banqueta. Esquina Neutral era una columna que escribía Delio Amado León en la revista y destilaba anécdotas y conocimientos profundos de la disciplina de las narices chatas.
Sintonicé el juego por el circuito de los Navegantes del Magallanes, me parece que narraba Felo Ramírez o el Fatty Linares. Cuando más disfrutaba la narración Felipe agarró el transistor y giró el sintonizador hasta que una voz grave resonaba en la corneta. Protesté que Delio Amado León era el narrador de los Leones del Caracas y siempre vería el juego a su favor. Felipe colocó el radio en una repisa donde ni con una pértiga lo alcanzaría. Mientras avanzaba el juego Delio Amado se explayó en detalles e historias cada vez que algún pelotero del Magallanes realizaba una gran jugada o bateaba un jonrón, con tanta pasión como si fuese un jugador del Caracas. La mirada de Felipe me perseguía. Y ahora ¿qué tienes que decir? Sólo cambió al circuito magallanero para escuchar a Felo cantar un jonrón. Luego del out 27 Felipe me dijo que con Delio Amado podía seguir el juego tal cual si un taxista lo llevara a los lugares mas atrayentes de una ciudad justo en el momento de más esplendor y más nunca podría apreciar esas escenas porque tenían mucho de capitulo culminante de novela. A veces el primer inning parecía el cierre del noveno y este la escena final de una película de misterio.
Gustavo Trías tenía un tiempo ofreciendo una de sus anécdotas con Delio Amado León mientras compartían la transmisión de los juegos de los Leones del Caracas en Radio Rumbos. Casi en la despedida de un desayuno le dije que era hora de escuchar esa historia. Gustavo soltó la agenda aun lado de las migas de hojaldre y respiró profundo al tiempo que un rosado tenue serenaba sus mejillas. Delio era muy ocurrente en sus encuentros con el micrófono. Siempre te sorprendía con un refrán o una expresión como sacadas de la manga. Una noche hacia el séptimo inning, terminé mi intervención de tres episodios y como el Caracas había tomado la delantera por más de cuatro carreras di por descontado que el juego terminaría así. Entonces salí del estadio y me fui comer un pollo asado en los alrededores de Sabana Grande. Sucede que en el noveno inning el equipo visitante montó una emboscada y empató el juego. Cuando el Caracas fue dominado en el cierre del noveno, Delio dijo…y vamos para extrainning… ¿Dónde se habrá metido Trías?
Hace poco escuchando un programa de radio me enteré de que Delio Amado León además de debutar en el béisbol profesional narrando el juego sin hits ni carreras de Lenny Yochim efectuado el 08 de diciembre de 1955, entonces sustituyó a Pancho Pepe Croquer quién había pedido permiso para competir en una carrera automovilística. Imagino la emoción de Delio Amado en el estadio Universitario, además de su primer encuentro con el micrófono en la liga de béisbol profesional, aquel lanzador se aparecía con reverenda joya de pitcheo y por si fuera poco ante los acérrimos rivales magallaneros. De seguro la voz de Delio Amado resonaba en las paredes de la cabina de transmisión. Quizás se pegó del vidrio de la caseta para ver el último out. Quizás le dio un zapatazo a la silla y se fue con el micrófono hasta un rincón. Quizás solo dijo Lenny Yochim se cubre de gloria al dejar sin hits ni carreras al Magallanes en victoria 3-0 de los Leones del Caracas.
Lo que si recuerdo como en la hora es aquella noche del 03 de noviembre de 1996. Magallanes enfrentaba a La Guaira en el José Bernardo Pérez de Valencia. Delio Amado había sido contratado para narrar los juegos de los Tiburones. Empecé a escuchar el juego por el circuito de los Navegantes y paulatinamente empecé a mover el dial hasta la emisora de La Guaira. La voz un poco pausada empezó a subir la intensidad a partir del quinto episodio. Hubo un momento, alrededor del séptimo cuando me quedé definitivamente a escuchar los trazos de Delio Amado en aquel lienzo de emociones. A pesar de que el juego estaba abierto en el marcador (Magallanes ganó 9-0), Delio Amado impregnaba cada lanzamiento de Chris Roberts con un manto de magia que rezumaba la historia de los juegos sin hits ni carreras de la liga venezolana además de las anécdotas y vivencias que los rodeaban. Toda una experiencia auditiva que aún resuena en mis tímpanos.
Hay una anécdota que me contaban mis hermanos sobre los tiempos de la Gondel, empresa promotora de boxeo creada por Carlos González y Delio Amado León a mediados de la década ‘1960. Tuvieron que recorrer el país en busca de boxeadores. A Delio Amado le correspondió viajar a Cumaná, les habían pasado el dato de que en la ciudad de cielo añil había muy buenos púgiles, entre los cuales destacaba un peso pluma de impresionante esgrima y pegada promedio. En medio de una mañana de sol que taladraba los ojos Delio Amado por fin ubicó la morada del gladiador. Le atendió una señora muy efusiva de piel tostada. Le brindó una limonada y le dijo que Pedro le estaba haciendo unas diligencias. Si quiere lo espera o puede dar una vuelta. Debe regresar en una hora más o menos. Desde la sombra de un ponsigué, Delio Amado atisbó a un tipo con una bolsa de mercado en cada mano. De inmediato se llegó a la entrada de la casa. Caramba y ¿usted traía todo eso en esas bolsas? Ese es un entrenamiento severo. Pedro Gómez levantó la mirada. En la mesa descansaban varias frutas amarillas grandes y pequeñas, dos racimos de cambur, dos papelones y dos paquetes grandes de pescado. Sí mi compay, y eso que maita me dijo que no fuera hoy para la molienda, porque sino hubiese traído también, dos pacas de maíz pilado. Hubiera venido antes pero unos carajitos echaron una colmena y las avispas se arremolinaron en las matas de jobo de la India.
Uno de los logros más curiosos archivado en las alforjas de este legendario locutor reside en su presencia en la caseta de transmisión radial en siete juegos donde un pitcher dejó sin hits ni carreras a sus contrarios. Es muy probable que siga siendo el narrador con más no-hit no run en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Seis ocurrieron en Caracas: Lenny Yochim (8 de diciembre de 1955), Mel Nelson (18 de noviembre de 1963), Howie Reed (24 de octubre de 1968), Luis Tiant (14 de noviembre de 1971), Urbano Lugo (6 de enero de 1973) y Urbano Lugo Jr. (24 de enero de1987) y el otro en Valencia Chris Roberts (3 de noviembre de 1996). En cada uno de ellos incrementó el nivel de emoción hasta el out 27 con una intensidad y una maestría en el manejo del suspenso que soldaba a los aficionados a las cornetas de los radiorreceptores.
Delio Amado León nació un 13 de septiembre de 1932 en Turmero, Aragua. Contrae nupcias con Auristela Gutiérrez el 22 de diciembre de 1956. Tienen 5 hijos: Delsey, Auridel, Aniuska, Delio y José Gregorio. Falleció el 30 de noviembre de 1996 en Caracas a consecuencia de una neumonía. Su homenaje póstumo desató un río de emociones entre los asistentes al sepelio, digno de un cierre de noveno inning con dos outs y la carrera del empate en tercera base.
Alfonso L. Tusa C.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Paso Peatonal.
El hombre tomó al niño de la mano y avanzó detrás del carro. Roberto miró al conductor con ojos punzantes, “¿No se da cuenta de que este e...

-
Bruce Markusen. Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí e...
-
Los sábados de quinto grado eran de hacer temprano las tareas para el hogar, ordenar el cuarto y luego ir a tocarle la puerta a Alberi, de...
-
A partir de la esquina del Doctor Ortíz, apretábamos el paso. Santiago tomaba dos pasos y una zancada casi rozando la baranda de los ja...
Excelente como siempre Alfonso Tusa, nos mete en la descripción, gracias.
ResponderEliminarGustavoF.