lunes, 18 de agosto de 2025

Conversación acerca de Tony Conigliaro

Bruce Markusen. The Hard Ball Times. 17-02-2012. Ha habido pocas tragedias como la de Tony Conigliaro. A la edad de 22 años, él ya había bateado 104 jonrones y parecía en camino de convertirse en uno de los grandes toleteros de todos los tiempos. Pero el 18 de agosto de 1967, no pudo eludir una recta alta y adentro de Jack Hamilton. La pelota golpeó a Conigliaro de lleno en la cara, lesionó seriamente su ojo izquierdo y lo forzó a perder la parte final de la temporada de 1967 y la de 1968. Algunos escépticos pensaron que él nunca volvería a jugar, pero él los confundió con temporadas productivas en 1969 y 1970. Entonces los Medias Rojas lo cambiaron a los Angelinos, donde tuvo dificultades, quizás afectado por un equipo lleno de miseria y discordia. Al ser incapaz de ver por su ojo izquierdo, Conigliaro se retiró. Cuatro años después, intentó regresar con los Medias Rojas, pero su cuerpo lo traicionó, una vez más lo forzó a renunciar. En 1980, luego de una entrevista para un trabajo de narrador en TV, Conigliaro sufrió un ataque cardíaco y cayó en coma. Ante la discapacidad de recuperarse y llevar una vida normal, Conigliaro fue puesto al cuidado de su familia. Falleció ocho años después, a la edad de 45. Las angustias y tragedias de Tony Conigliaro son dramática diestramente contadas en el libro nuevo, The Tony Conigliaro Story, escrito por Bruce Fitzpatrick. Guionista y autor, Fitzpatrick traza la vida de Conigliaro con especial énfasis en su niñez y sus dificultades luego del incidente del pelotazo. A principios de esta semana, hablé con Fitzpatrick acerca de Tony C.
Markusen: Bruce, he disfrutado leyendo su libro. No está escrito como la mayoría de las historias de beisbol, está presentado más como una novela, con muchos diálogos. Usted incluye largas conversaciones como si hubiese estado ahí escuchándolas. ¿Fue capaz de recrear esas conversaciones mediante entrevistas con la familia, o se tomó algunas libertades e hizo cálculos educados de lo que se dijo? Fitzpatrick: Como lo indican los reconocimientos del libro, realicé largas entrevistas con cada una de las personas nombradas ahí. Todo fue o filmado o grabado en audio. Al hacer eso, obtuve una visión íntima de Tony, su vida personal y familiar, de donde venía, el ambiente donde fue criado, y su vida como beisbolista profesional. No me tomé libertades ni licencia poética. Todo lo que está ahí fue registrado como ocurrió o tan cercano como lo pude conseguir, usando un formato dramático. Markusen: Luego que Conigliaro rompió con su novia Julie, ella empezó a salir con Hawk Harrelson. ¿Hubo tensión entre Tony y Harrelson debido a esto? Fitzpatrick: No hubo tensión directa entre Tony y Hawk porque ellos nunca jugaron en el mismo equipo. A Tony le dolió verlo con Julie, quien creo fue el amor de su vida, y él de ella, y quien también había heredado su trabajo con el equipo. Ni Tony ni Julie se casaron, y como amigo cercano de ella puedo decir que aún ahora ella todavía es la novia de Tony. Visitamos juntos las tumbas de Tony y sus padres. Esa fue una experiencia muy fuerte. Ella todavía tiene mas de 200 cartas que él le escribió, junto como mucha memorabilia personal y profesional de su vida juntos y sus días de beisbolista profesional. Me siento seguro al decir que ellos fueron de verdad compañeros de alma.
Markusen: El pelotazo de Jack Hamilton es quizás la primera cosa que viene a la mente cuando se recuerda la historia de Conigliaro. ¿Piensa usted que el resultado pudo ser otro si Conigliaro hubiese usado un casco con orejera? Fitzpatrick: Tony usaba un casco la noche cuando fue golpeado. Pero al mirar la repetición desde una cámara superior ubicada en la cabina de transmisión, esta muestra claramente que el casco de Tony estaba en la zona de strike sobre el plato cuando fue golpeado. Parte del juego de Tony como bateador de poder consistía en invadir el plato y forzar a los lanzadores a pitchearle, o caminarlo. Cualquier otro pelotero con un estilo de bateo normal habría dado uno o dos pasos detrás del plato, y no habría sido golpeado por el mismo pitcheo. Dos semanas antes del incidente, Ted Williams le había advertido acerca de su estilo de bateo, pero Tony escogió mantener su posición normal de bateo. Sin embargo, la adición de una orejera a los cascos de bateo fue un resultado directo de ese pelotazo y de la campaña personal de él para agregar la orejera. Markusen: ¿Por qué piensa usted que el manager de los Medias Rojas, Dick Williams, decidió no visitar a Conigliaro en el hospital después del pelotazo? Fitzpatrick: Eso nunca estuvo claro. Ellos tenían una pequeña hostilidad entre sí, en parte como un conflicto de personalidades, y en parte como resultado de un incidente de pelotazos mutuo durante el año de novato de Tony cuando él y Williams intercambiaron pelotazos. Williams falló; Tony no, y tumbó a Williams. Pienso que un elemento de resentimiento pudo haber existido. Markusen: Dada la seriedad de las lesiones que sufrió Conigliaro debido al pelotazo, ¿Es sorpresivo para usted que él regresara y disfrutara el tipo de temporada que tuvo con los Medias Rojas en 1970? Fitzpatrick: En realidad, él regresó en 1969 y ganó el premio Regreso del Año. Lo que la mayoría de las personas no sabe es que él regresó con visión dispareja. La visión de su ojo lesionado nunca regresó completamente. Él tenía que mirar levemente a la izquierda del pitcher para ver la pelota luego que fuese lanzada. Todo un logro. Markusen: A través de los años, hemos oido mucho acerca de la división que había en el clubhouse de los Medias Rojas, con Tony y su hermano Billy de un lado y carl Yastrzemski y Reggie Smith del otro lado. ¿Qué tan profunda era esa grieta, era irreparable? Fitzpatrick: Hice algo de investigación sobre la muy publicitada fricción entre ellos, y mi conclusión es que eso era más publicidad que realidad. Eso se hizo aparente cuando hice mi entrevista de una hora con Carl Yastrzemski. Él de inmediato reconoció la competitividad de ese equipo, y también reconoció que sin ella, ellos no habrían llegado a la Serie Mundial de 1967 al final del año del Sueño Imposible. Él también declaró enfáticamente que si Tony hubiera sido capaz de jugar en esa Serie Mundial ellos habrían descorchado las botellas de champaña en el clubhouse de los Medias Rojas y no San Luis. Cuando le pregunté que le diría a Tony si él viniera a la habitación por 60 segundos, él hizo una pausa para ganar control sobre sus emociones, y entonces procedió a dar uno de los grandes testimonios que le haya oído a un competidor. Carl es un tipo con clase, y lamenta con sinceridad lo que le ocurrió a Tony. Markusen: En 1971, Tony formó parte de una situación de pesadilla con los Angelinos, un equipo que estaba afectado por la situación de Alex Johnson. ¿Cuánto afectó a Conigliaro esa atmósfera envenenada? Fitzpatrick: En realidad, el ambiente del equipo de los Angelinos tuvo poco que ver con la decisión de Tony. Simplemente, él extrañaba jugar frente a los aficionados de su ciudad en Fenway Park. En esencia, eso apagó el fuego. Lo que pocos saben, sin embargo, es que su pasión por el beisbol, y tal vez una reserva acerca de si estaba acabado o no, quedó demostrada cuando Al Ruddy le pidió que audicionara para un papel de una película que ellos tenían en mente para él. Él declinó graciosamente, dijo que su corazón aún estaba en el beisbol. Así que Ruddy se fue y consiguió a otro italiano para el trabajo. ¿De quién hablas? Que tal de Al Pacino para el papel de Michael en El Padrino. Historia real. Por su parte, Tony abrió un club nocturno para seguir una carrera como cantante.
Markusen: ¿Por qué piensa usted que Conigliaro trató de regresar con los Medias Rojas en 1975? Fitzpatrick: Como lo declaró, Tony nunca abandonó su noción de volver a jugar. Cuando los Angelinos le dieron su libertad, los Medias Rojas le dieron su oportunidad. Para entonces, la Liga Americana había adoptado la nueva posición de bateador designado. Tony compitió por ella y ganó el puesto. ¿A quién venció por la posición? Alguien que se acababa de unir al equipo, un novato llamado Jim Rice. Markusen: Hubo muchos disgustos y dificultades para Conigliaro. ¿Qué tan grande fue el disgusto para él perderse el banderín de la Liga Americana de 1975 y esa histórica Serie Mundial que vino después? Fitzpatrick: A mediados de la temporada de 1975 el cuerpo de Tony había empezado a tener dificultades con su acostumbrado régimen de entrenamiento. Al sentir que no tenía lo que necesitaba (o quería), dejó el equipo y el beisbol profesional en julio de 1975 ¿Qué pudo haber pasado si hubiera jugado una carrera de 12-14 años? Además de convertirse en miembro del Salón de la Fama, habría sido una amenaza para la marca de jonrones de todos los tiempos. Él alcanzó la marca de los 100 jonrones seis años antes que Babe Ruth, cinco antes que Hank Aaron, y siete antes que Carl Yastrzemski. Lo que la mayoría de las personas no sabe es que él promediaba 25-30 juegos al año en la banca con lesiones debidas a su agresivo estilo de juego en el campo, chocaba contra las cercas mientras perseguía elevados, etc. Markusen: La historia de cómo Conigliaro sufrió un ataque cardíaco mientras iba a una entrevista de trabajo es muy trágica. Si él no hubiese sufrido el ataque cardíaco, si hubiese conseguido el trabajo, ¿Cómo piensa usted que él podía haber ejecutado como narrador en Boston? Fitzpatrick: Pienso que Tony habría hecho un gran trabajo. Además de sus conocimientos como pelotero, él había tenido experiencias de locución en Rhode Island y San Francisco. Añádele a eso la pasión que él tenía por el juego… En cuanto a su ataque cardíaco, en realidad ocurrió después que él había sido escogido para el trabajo por Joe Dimono, gerente general de la estación WSBK, la estación matriz del circuito de transmisiones de los Medias rojas. El ataque cardíaco de Tony ocurrió camino al aeropuerto cuando él se disponía a salir de la ciudad para completar un viaje de negocios, y cerrar sus asuntos en la costa oeste. Markusen: ¿Qué tanto es recordado Conigliaro en Boston en la actualidad? Fitzpatrick: Tony es un ícono en Boston, Nueva Inglaterra y puntos del sur y occidente donde las personas lo conocen. Y de esos hay muchos. A excepción de Babe Ruth, él fue, creo, el pelotero más carismático que se puso el uniforme de los Medias Rojas. Él fue, y aún lo es, un héroe de la ciudad. El querido “Tony C” será recordado y mencionado alrededor de Boston por tanto tiempo como haya beisbol en Boston. Y eso, esperamos, será por un largo, largo tiempo…
Acerca de Bruce Markusen Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Febrero 15, 2016.

Una marca casi olvidada de Isaías Látigo Chavez

Midwest League. Clase A. Decatur Commodores. Tal vez hasta muchos de los compañeros del Látigo, si aún viven, les cueste recordar o revivir un hecho que además ha desaparecido del mapa del beisbol moderno, los juegos completos son una rareza cuya existencia solo aparece en leyendas, como los dinosaurios. En aquella temporada de 1965, había unas cuantas expectativas, aunque sus números en la temporada de 1964 con los propios Comodoros y en la campaña de LVBP con Navegantes del Magallanes no mostraban ribetes brillantes, tanto Richie Klaus en Decatur como George (Sparky) Anderson veían gran potencial y les agradaba mucho la actitud del pitcher novato, sus ganas de aprender, sus ansias de mejorar. Había sido capaz de vencer a Leones del Caracas de Tovar, Davalillo, Tartabull en trabajo completo. Había lanzado dos veces en relevo ante el Caracas esa temporada 1964-65, si quería demostrar qu era un pitcher profesional tenía que vencer a los super favoritos Leones del Caracas. Esa temporada había aprendido a ver el juego con más serenidad, con más determinación escuchando las observaciones de Alfonso Chico Carrasquel en el dugout. Lo escuchaba hasta en medio de los juegos que lanzaba, Isaías lo buscaba, quería tener otra visión para contrastar con lo que pensaba. Empezó a observar no solo las ubicaciones de sus compañeros en el campo, sino que de acuerdo al bateador volteaba y hacía señas hacia los jardineros y a veces también al tercera base y hasta al campocorto. El Chico le hacía observaciones cada vez que regresaba al dugout, le decía que tenía que ser muy breve y conciso en esas señas a sus compañeros y regresar a su comunicación con el cátcher. También le dijo que debía ser más profundo y desmenuzar paso a paso los movimientos del pitcher contrario, solo así podría tener oportunidad de batearle, “dices que te gusta batear ¿no? Eso tiene su precio y no es nada más hacer swing, hay que meterse en todas las señas que el pitcher rival le hace a su cátcher”. En los primeros cuatro juegos con los Comodoros de Decatur en la Midwest League, en 1965, Isaías tuvo marca de 2-2. El quinto juego fue ante Cedar Rapids y se fajó con ellos para vencerlos 4-2 el 27 de mayo. Luego el 04 de junio enfrentó a Dubuque y los venció 5-0 en juego completo de 7 innings debido a que era el primero de una doble jornada. Isaías limitó a la novena de Dubuque a solo cinco imparables, dos de los cuales salieron del madero del jardinero central Perkins, quien además le conectó el único doble. No concedió boleto y recetó nueve ponches. El coach de pitcheo Carl Hubbell siempre se acercaba al bullpen y hacia algunas observaciones sobre el ángulo del pitcheo, tenía que variarlo de acuerdo a si el bateador era zurdo o derecho, si bateaba alejado o se montaba sobre el plato. Hubbell le dejaba bien claro a Isaías que tenía que reclamar su territorio, tenía que incomodar al bateador. El 13 de junio Isaías abrió por los Comodoros ante la novena de Waterloo y se mantuvo en el montículo los nueve innings, sin conceder un solo boleto, apenas les permitió tres imparables a los bateadores rivales, mientras abanicaba a cinco. Decatur 6 – Waterloo 0. Segundo blanqueo en menos de dos semanas. El manager Klaus siempre conversaba con Isaías al final de cada juego, luego de las derrotas le recordaba los puntos positivos que había conseguido y le remarcaba que él podía superar los errores , pero había que pasar la página y enfocarse en el próximo juego, la apertura siguientes, y desde ese momento empezaban a planificar, estudiar. Siempre mezclaba las observaciones de Richie Klaus, su manager, que por lo general tenía algún detalle respecto a como estaba cayendo luego de lanzar la curva ante determinado bateador, con las sugerencias y a veces enseñanzas de cómo agarrar la pelota para darle determinado efecto de Carl Hubbell. Por eso tardaba algo en salir del dugout cada inning.
El 20 de julio de 1965 los Comodoros llegaron a Clinton, El compañero de batería de Isaías fue Ramón Aldecoa. En el primer inning Isaías recetó tres ponches en fila. En el noveno inning recibió dos imparables, pero luego apretó el brazo para troquelar el ponche del out final. Decatur 4 – Clinton 0. Nueve innings de labor, cinco imparables, un boleto, 12 ponches. Se trataba del cuarto blanqueo que propinaba Isaías en la temporada. Cada vez estaban desarrollando mejor los envíos que Carl Hubbell le enseñó a lanzar con los dedos medio y anular. Cuando la pelota se le resbalaba de los dedos, se salía de la caja de lanzar y buscaba la bolsa de la pezrubia. Escuchaba la voz pausada de Hubbell: “Don’t forget the rosing bag, it can help you a lot!”Ahora se sentía mucho mejor, se había dicho que no importaba que tuviese que repetir con los Comodoros, de alguna manera iba a tener una muy buena temporada y lo iba a demostrar en cada juego. Los Comodoros recibieron la visita de la novena de Quad Cities el 25 de julio. Desde el inicio Isaías contó con todo su arsenal, la recta resonaba en la esquina de adentro, la curva bordaba las letras de los uniformes rivales y el cambio precipitaba cual guayaba en línea recta desde las ramas más altas. Isaías transitó los nueve innings sin casi conceder libertades. Apenas aceptó cuatro imparables. Solo concedió un boleto y ponchó a diez bateadores rivales. A la ofensiva bateó de 5-3 con un doble, anotada y remolque. El marcador quedó 11-0. Lejos de celebrar o hablar de los diez ponches, Isaías insistía en preguntarle a la manager Klaus que detalle defectuoso había notado en su trabajo, si había descuidado algún lanzamiento ante un bateador de peligro. Klaus solo sonrió y le dio dos palmadas en el hombro. El desafío siguiente fue ante el Waterloo, el 30 de julio de 1965, los Comodoros salieron adelante 3-0 con vuelacercas de tres carreras de DeGold Francis, el cátcher en el cierre del tercer inning. Isaías se llevaba bien con Aldecoa porque siempre hablaba con él antes de los juegos y le hacía observaciones valiosas mientras calentaban en el bullpen justo antes del juego. También se entendía de maravillas con DeGold Francis porque este era un tremendo mascoteador que podía tomar hasta el más desviado lanzamiento hasta el punto de parecer portero de futbol o hockey, además Francis siempre encontraba como distraer al árbitro cuando sentía que Isaías necesitaba un tiempo adicional para tomar aliento. Eso le daba un aliento, un respiro, una fuerza adicional que recuperaba todo el vigor físico y la intensidad mental de Isaías. Los Comodoros ganaron 7-0, tercer blanqueo corrido de Isaías, lanzó los nueve innings, solo permitió dos imparables ambos del novato Brian Edgerly, concedió un boleto y recetó 11 ponches. Ese fue el décimo sexto juego completo de 18 aperturas que había efectuado Isaías, también fue el décimo tercer juego completo seguido que lanzaba esa temporada. Con ese triunfo Isaías detuvo una seguidilla de cuatro derrotas de los Comodoros.
Para el juego del 18 de agosto de 1965 la seguidilla de juegos completos de Isaías se había prolongado hasta 16. Ese día los Comodoros visitaron a Burlington. Frank Ferro el camarero de los Comodoros descargó cuadrangular que encontró embasados al jardinero izquierdo Val Bush y al propio Isaías para remolcar las tres carreras que determinaron el marcador: Decatur 3 – Burlington 0. Se trataba del décimo séptimo juego completo que Isaías lanzaba esa temporada, una nueva marca para la Midwest League. Ahora tenía balance de 12-9 en la temporada. Lanzó nueve innings, permitió seis imparables, apenas concedió un boleto y ponchó 13 bateadores rivales. Le motivaba la marca sabía que eso era un logro que no se consigue a diario, pero se llamaba la atención a no dejarse obsesionar, ni arrastrar por eso. Tenía un compromiso con el equipo, siempre trataba de ignorar lo de la marca, lo suyo era detectar que estaba haciendo de manera defectuosa y tratar de corregirlo. El 23 de agosto los Comodoros llegaron a Dubuque para enfrentar a los Packers. Isaías y los Comodoros llegaron ganando 4-0 al séptimo inning. Entre el séptimo y el octavo inning los Packers igualaron la pizarra 4-4. Luego Isaías solo permitió que se embasara un corredor en los siguientes cinco innings. Para el episodio décimo cuarto, el manager Richie Klaus relevó a Isaías con Ron Welsh y este concedió dos boletos para abrir el inning y luego recibió doblete de Don January que dejó en el terreno a los Comodoros. Ese fue el final de la seguidilla de 17 juegos completos de Isaías en la Midwest League Class A. Durante la seguidilla de 17 juegos completos, Isaías dejó marca de 10-7, seis de las victorias fueron blanqueos, tres de esos corridos, (cinco de ellos de nueve innings y uno de siete por ser el primero de una doble cartelera). De todos esos juegos 11 fueron a nueve innings, los restantes seis fueron a siete innings. En 140.2 innings Isaías permitió 115 imparables, concedió 34 boletos, ponchó 125 rivales y dejó efectividad de 1.99
Alfonso L. Tusa C. 08 marzo 2025. ©

Bert Campaneris. 1984 Topps . Esquina de las Barajitas. (II)

Bruce Markusen
Los empleados del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y quieren compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
...continuación... Los Atléticos terminaron ganando la serie ante los Tigres, lo cual sirvió la escena para un enfrentamiento contra la “Gran Maquinaria Roja” de Cincinnati. Tal vez distraído por la agitación de la controversia alrededor de él, Campaneris solo bateó .179 contra los Rojos, pero los Atléticos ganaron una disputada serie a siete juegos para llevar a casa el primer título de la franquicia desde sus días en Filadelfia. En 1973, Campaneris tuvo números ofensivos similares a los del ´72, pero su postemporada produciría muchos resultados positivos. En la serie de campeonato de la Liga Americana contra Baltimore, Campaneris destacó en la ofensiva de Oakland con promedio de bateo de .333, dos jonrones y tres bases robadas. Y entonces en la Serie Mundial, Campy bateó .290 con tres bases robadas más, mientras los Atléticos repetían como campeones mundiales. Campaneris experimentó una de sus mejores temporadas ofensivas en 1974, cuando bateó para .290 con 34 bases robadas. Los periodistas de la Liga americana notaron eso, y lo ubicaron en el puesto 15 de la carrera por el jugador más valioso de la liga. Y por tercera temporada seguida, Campy se ganó una selección para el juego de estrellas. Más gloria de postemporada llegó en el camino de los Atléticos en 1974. Los Atléticos dominaron a los Dodgers de Los Angeles, cuatro juegos a uno, gracias en gran parte al bate de Campaneris. Bateó para .353 con un OPS de .859, jugó un brillante campo corto y creó su usual despliegue en las bases. Algunos observadores sintieron que Campaneris debió haber ganado el premio al jugador más valioso de la Serie Mundial, pero el premio fue a parar a las manos de su compañero Rollie Fingers.
Luego de otra sólida temporada en 1975, Campaneris regresó a Oakland para lo que sería su temporada final con los Atléticos. Con el nuevo sistema de agencia libre asomándose, Campaneris le pidió al dueño Charlie Finley un contrato de cinco años. Aunque a Finley le gustaba Campaneris, rechazó su petición. Campy jugó por un año de contrato y encontró su oferta de cinco años en la libre agencia __cortesía de los Rangers de Texas. La longitud del contrato sorprendió a algunos, debido a que Campy ya tenía 35 años de edad. Para abrirle espacio a Campaneris, los Rangers mudaron al veterano campo corto Toby Harrah a la tercera base. Con los Rangers, Campaneris calificó para otro juego de estrellas y lideró la liga con 40 toques de sacrificio, pero claramente perdió un paso en su desplazamiento por las bases. Fue puesto out robando 20 veces contra 27 bases robadas exitosas, una pobre relación. La temporada de 1977 sería la última de Campaneris como titular. En 1978, tuvo una sequía ofensiva tan prolongada que los Rangers lo sentaron en agosto. Terminaría la temporada con un débil promedio de bateo de .186, de lejos el peor de su carrera. Cuando llegó 1979, los Rangers le entregaron el campo corto al joven Nelson Norman, convirtiendo a Campaneris en un reservista infeliz del cuadro interior. A principios de mayo, los Rangers negociaron a Campaneris y su oneroso salario a los Angelinos de California. En las próximas dos temporadas, el compartió tiempo de juego con otros dos campo cortos, Freddie Patek y Jim Anderson, jugó razonablemente bien durante el tiempo que compartió la posición. En 1981, los Angelinos promovieron al gran prospecto Dickie Thon al campo corto haciendo a Campaneris un relleno y un reemplazo defensivo de tercera base. Con su contrato terminándose ese otoño, los Angelinos le permitieron declararse agente libre. Ningún equipo de ligas mayores mostró interés, así que firmó contrato para jugar tercera base en la liga mexicana. Debido a su edad, los días de Campaneris como pelotero de grandes ligas parecían haber terminado. Pero entonces en la primavera de 1983, se apareció sin anunciarse al campamento de los Yankees en Fort Lauderdale, Fla. El hombre de 41 años de edad buscaba desesperadamente un trabajo como utility del cuadro interior. Al saber que los Yankees necesitaban un respaldo que pudiera jugar tercera base, campo corto y segunda base, Campy se acercó a Martin, el manager de los Yankees para ese momento y su némesis de los playoffs de 1972. Martin, conocido por mantener intensos rencores, no hubiese sorprendido a nadie al despreciar a Campaneris. En vez de eso, Martin retó a Campy a que se ganara un puesto en su nómina del día inaugural.
Lo más inesperado fue que Campaneris se convirtió en fuente de una controversia. Cuando el director de relaciones públicas de los Yankees, Ken Nigro oyó a Martin decir que Campaneris trataba de ganarse un puesto en el equipo, pensó que el manager estaba bromeando. De acuerdo al entretenido libro de Bill Madden, Damned Yankees. Nigro hizo una acotación disparatada de Campaneris. Martin respondió muy molesto a Nigro, preguntándole porque tendría la audacia para ofrecer su parecer sobre el personal de peloteros. “Si no le importa señor”, le dijo Martin a Nigro, “Yo tomó las decisiones de personal en estos alrededores”. A Campaneris no le importaban las percepciones negativas; simplemente quería continuar su carrera y hacerlo con los Yankees. “Toda mi vida he pensado en jugar algún día para los Yankees”, le dijo Campaneris a Murray Chass del New York Times. “Todos quieren jugar para los Yankees. Por eso es que vine aquí primero”. Martin trató a Campaneris con mente abierta. Por más que se había molestado con Campaneris por lanzarle un bate a uno de sus peloteros en 1972, se dio cuenta de que el incidente no era un indicativo preciso de su carácter o personalidad. En realidad, Martin respetaba al veterano jugador del cuadro por ser un feroz y combativo catalizador que siempre se fajaba. De alguna manera, Martin miraba a Campaneris y se miraba a sí mismo. Martin no incluyó a Campaneris en la nómina del día inaugural, pero recomendó que los Yankees lo ubicaran en el Columbus AAA. Cuando Willie Randolph se lesionó a inicios de mayo, Campy recibió el llamado y respondió muy bien. A través de la temporada, bateó para .322 como respaldo de Randolph en segunda base y de Graig Nettles en tercera. También ganó algo de notoriedad al jugar tercera base durante el afamado juego sin imparables ni carreras de Dave Righetti el cuatro de julio.
Aunque Campaneris fue a batear solo 143 veces en 1983, hizo todo lo que los Yankees le pidieron que hiciera. Además de embasarse a un ritmo de .355, mostró algo de su antigua velocidad, y jugó razonablemente bien en segunda y tercera bases. Así que sorprendentemente los Yankees decidieron no renovar el contrato de Campaneris al finalizar la temporada de 1983, por lo cual se convirtió en agente libre. Nadie firmó a Campaneris, pero encontró trabajo como instructor de ligas menores don los Angelinos, donde trabajó con jóvenes peloteros en su corrido de las bases y destrezas para tocar la pelota. Después trabajó en los sistemas de Houston y San Francisco antes de retirarse, pero ha permanecido activo como miembro de la MLB Players Alumni Association. Hace algunos años, varios miembros del personal aquí en el Salón de la Fama fueron convocados a la sala de lectura de la biblioteca del Salón. Nos dijeron que conoceríamos a varios antiguos peloteros de grandes ligas que estaban visitando el Salón. El grupo incluía a Vernon Law, Tracy Stallard, Billy North __y el antiguo compañero de equipo de North en Oakland, Campaneris. Sorprendentemente, Campaneris lucía tan en forma que parecía pesar menos que cuando paraba las agujas en 73 kilogramos a principios de los años 1980s. Campaneris parecía estar en mejor condición en el retiro de lo que había estado como jugador. Afortunadamente, la percepción del carácter de Campy también ha mejorado desde aquel día de otoño de 1972, cuando hizo algo muy fuera de carácter. Nadie habla mucho más del incidente de LaGrow; la mayoría de las conversaciones tienen que ver con cuan importante fue Bert Campaneris para la dinastía de Oakland de comienzos de los años 1970s.
Bruce Markusen es gerente de aprendizaje digital y superación en el National Baseball Hall of Fame.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 31 de marzo de 2023.
Nota del traductor: Campaneris jugó en LVBP con Cardenales de Lara (1968-69 y 1982-83) y Leones del Caracas (1965-66 y 1972-73).

domingo, 17 de agosto de 2025

Bert Campaneris. 1984 Topps . Esquina de las Barajitas. (I)

Bruce Markusen
Los empleados del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y quieren compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
Por alguna razón, la colección Topps de 1984 rara vez parece ser tema de discusión. Se ha convertido en una colección olvidada e ignorada. Tal vez sea por su formato inadecuado, con el nombre del equipo verticalmente en la parte izquierda de la barajita, comparado al formato usual horizontal utilizado para desplegar los nombres de los equipos. La colección también tiene una resemblanza con la de 1983 en que cada barajita mostraba dos fotografías del pelotero: una más grande (a menudo una toma de acción) y otra más pequeña de un primer plano del pelotero. Topps se había encariñado tanto con el formato de dos fotos que la compañía lo trajo de vuelta para otra temporada. En 1983, las dos fotos parecían una novedad refrescante, pero para 1984, eso pudo haber sido catalogado como “algo demasiado bueno”. De todas la barajitas Topps de 1984, una de mis favoritas pertenece a Bert Campaneris. Es una toma extraña de Campaneris usando los colores de los Yankees de Nueva York, y no con los equipos con los cuales es más identificado: los Atléticos de Oakland, Rangers de Texas y Angelinos de california. También es importante en que Campaneris no está usando la camiseta oficial de los Yankees. No, esa es una camiseta de prácticas previas a los juegos que los Yankees usaron por algún tiempo en los años 1980s. La fotografía de la barajita lo muestra intentando mirar el próximo envío en la jaula de bateo. Cuando eres un jugador del cuadro utility con más de 40 años, no hay otra manera de tomar práctica de bateo. Es una fotografía conveniente de Campaneris, emblemática del tipo de ética de trabajo y determinación que el necesitaba para mantenerse con los Yankees por toda la temporada. Esta también es la última barajita que Topps produjo para Campaneris, un pelotero cuya carrera se remonta hasta mediados de los años 1960s. In mi opinión, las barajitas finales no reciben un reconocimiento justo. Mientras nunca son tan financieramente valiosas como la barajita de novato del pelotero, si tienen un valor sentimental para el coleccionista. Es una manera de la compañía de barajitas de decir adiós a un pelotero querido por mucho tiempo. Un nativo de Cuba, Campaneris había llegado a Estados Unidos en 1962, cuando los Atléticos lo firmaron como agente libre amateur y lo asignaron al Daytona Beach en la Florida State League. Al batear .290 en 100 juegos en Daytona, Campaneris se ganó un rápido llamado al Binghamton AA más adelante ese verano. Allí jugó 13 juegos al final de la temporada. Campy bateó un caliente .364.
A pesar de su éxito en Binghamton, los Atléticos lo enviaron de vuelta a la liga Clase A para empezar la temporada de 1963. En lo que resultó una temporada plagada de lesiones, regresó a Binghamton y bateó .308 en 35 juegos. En 1964, los Atléticos mudaron su franquicia de AA a Birmingham, Ala. Campaneris jugó pelota AA otra vez, destacó con los Barons por media temporada. Cuando el equipo grande de los Atléticos de Kansas City perdió a su campo corto titular Wayne Causey debido a una lesión, ellos recurrieron a Campaneris como su reemplazo. Luego de un largo vuelo nocturno, uno que le dio poca oportunidad de dormir, Campaneris llegó al estadio. El gerente de logística de Kansas City, al notar la complexión de 73 kilos de Campaneris como muy frágil para ser pelotero, inicialmente se resistía a darle un uniforme. Eventualmente, el tipo de logística accedió, y le suministró a Campaneris una de las indumentarias verde y dorado de Kansas City. Al iniciar en el campo corto esa noche, Campaneris entró a batear por primera vez. Ante el primer pitcheo que vio del zurdo de Minnesota, Jim Kaat, especialista en pelotas que se hundían al llegar al plato, Campaneris sorprendió a todos al despachar un jonrón. Este era el mismo Campaneris que había bateado solo dos jonrones durante sus dos primeros años y medio en las ligas menores. En el séptimo inning esa noche, Campaneris igualó lo que hizo en su primer turno al descargar un segundo jonrón contra Kaat. Con ese par de vuelacercas, Campy igualó una marca moderna para más jonrones en un debut de ligas mayores. El velocista de 22 años de edad también tuvo otros logros esa noche, al conectar un sencillo, robar una base y ejecutar una atrapada acrobática ante un elevado al jardín izquierdo corto. Como novato, Campaneris se desempeñó bien con los Atléticos. Fuera del campo, su vida no parecía tan glamorosa. Mientras se establecía en su nuevo apartamento en Kansas City, la soledad empezó a rodear a Campaneris. Estaba separado de su padre, madre y varios hermanos, todos quedaron en Cuba, viviendo bajo el régimen de Fidel Castro. Muy tímido en público, Campaneris no tenía novia o esposa, ni amigos. Al notar su naturaleza reservada, varios de sus compañeros de los Atléticos intentaron incorporar a Campaneris en la atmósfera social del clubhouse. Muy probablemente, la tendencia de Campaneris a retraerse puede haber sido causada por dificultades con un nuevo lenguaje. Para ese momento, los equipos de ligas mayores no contaban con intérpretes para servir como enlaces con los peloteros latinos. Tampoco había nadie alrededor que le enseñara a Campaneris como mejorar su inglés. Al principio, él hablaba tan poco el lenguaje que su compañero Diego Seguí, un conocido cubano que eventualmente se convirtió en su mejor amigo en el equipo, servía como su intérprete en las entrevistas con los medios.
Aunque los miembros del cuerpo técnico de Kansas City tenían dificultades para comunicarse con él, estaban impresionados con Campaneris, particularmente por su estilo de correr las bases y su rapidez de piernas. “Él tiene agallas”, le dijo el coach Gabby Hartnett al periodista de Kansas City Joe McGuff. “Tiene el mejor par de ruedas que he visto, Vi muchos grandes robadores de bases, incluyendo a Max Carey, pero no clasificaría a ninguno de ellos por delante de este muchacho”. El coach de tercera base de los Atléticos, Luke Appling, otro inquilino del Salón de la Fama, describió los instintos beisboleros de Campy como “excepcionales”. Campaneris utilizó esos instintos, junto con su velocidad y rapidez, para convertirse en un fuerte colaborador de su equipo a mediados y finales de los años 1960s. A la ofensiva, Campaneris bateaba en el rango de .260 hasta .270 e irrumpió como uno de los principales robadores de bases de la Liga Americana. Por tres temporadas seguidas, él al menos robó 50 bases, alcanzando un tope de 62 en 1968. Al campo, Campaneris desplegaba un gran alcance hacia ambos lados, pero tenía la tendencia de pomponear los roletazos de rutina. Cometió más de 30 errores en tres de sus primeras cuatro temporadas antes de establecerse en 1969. Como con sus técnicas de robar bases, Campy mejoró sus destrezas defensivas a través de una fuerte ética de trabajo que lo diferenciaba de otros peloteros. En 1970, Campaneris irrumpió de manera inusual, al mostrar una arista de su juego nunca antes vista. Descargó un tope para su carrera de 22 jonrones, luego de largar no más de seis en su mejor actuación previa. También lideró la liga en bases robadas con 42, bateó para un sólido .279 y logró algo de apoyo en la elección del jugador más valioso de la Liga Americana. En 1971, Campaneris no pudo repetir sus números de poder; terminó la temporada con solo cinco jonrones. Tampoco bateó para un promedio alto, tuvo una temporada de altibajos en el plato. Algunos miembros de la organización, incluyendo al manager Dick Williams, creían que él estaba haciendo sobre ejecutando el swing, en un esfuerzo por igualar o superar su total de jonrones de 1970.
“Lo llamábamos ´Baby Hondo´, porque todos pensaban que hacía swing como Frank Howard”, me dijo el relevista de los Atléticos Rollie Fingers a finales de los años 1990s. El inmenso Howard pesaba más de 125 kilogramos, mientras Campaneris era un tipo que apenas pesaba 73 kilogramos. Mientras Campaneris tenía dificultades con el madero en 1971, su defensiva ayudó mucho al equipo. Ahora un campo corto de manos seguras, Campaneris aglutinó un cuadro interior de fuerte defensa que contaba con Dick Green en segunda base y Sal Bando en tercera base. Amparados en una excelente defensa en el cuadro interior, bateo de poder, y un profundo cuerpo de pitcheo, los Atléticos ganaron su primer titulo divisional en el oeste de la Liga Americana. Como muchos de los Atléticos, Campaneris tuvo dificultades en su primera aparición en la postemporada. Al enfrentar el refulgente cuerpo de pitcheo de los Orioles de Baltimore, Campaneris solo arañó dos imparables en 12 tunos al bate. Los Atléticos perdieron la serie de campeonato de la Liga Americana, tres juegos a ninguno. Orlando Cepeda, quien jugara con Campaneris brevemente en 1972, enfatiza acerca de la sutil, subestimada importancia del campo corto para los equipos de Oakland de los años setenta. “Campy Campaneris, es muy lamentable que no recibiera el reconocimiento que merecía”, lamenta Cepeda. “Hombre, él era el tipo. Recuerdo que Dick Williams me dijo ese año, ´Este es mi jugador más valioso. Si no contamos con este muchacho en este equipo de pelota, de ninguna manera vamos a ganar el banderín´. Campy era un tipo que jugaba todos los días; era un gran compañero, un tremendo ser humano”. Campaneris bateó solo .240 en 1972 pero lideró la liga en bases robadas y toques de sacrificio y jugó impecable en las paradas cortas, para apoyar a los Atléticos a ganar su segundo título divisional seguido en el oeste de la Liga Americana. Los Atléticos enfrentaron a los Tigres de Detroit en la serie de campeonato de la Liga Americana; durante esa serie Campy se vio involucrado en la peor controversia de su carrera. En el segundo juego, el relevista de los Tigres, Lerrin LaGrow golpeó a Campaneris en el pie con una recta. Al creer que el pitcheo fue lanzado intencionalmente, Campaneris lanzó en bate en dirección a LaGrow, quien se agachó por debajo del bate mientras este pasaba por el montículo. El lanzamiento del bate instigó una trifulca de bancas vacías y la furia del manager de los tigres Billy Martin. El Presidente de la Liga Americana, Joe Cronin suspendió a Campaneris por el resto de la serie de campeonato. Pocos días después, el Comisionado Bowie Kuhn anunció que Campaneris tendría que permanecer fuera de la alineación en los primeros siete juegos de 1973 sin sueldo, pero sería elegible para cualquier probable potencial juego de la Serie Mundial de 1972 si los Atléticos llegaban hasta allí.
Continuará.

sábado, 16 de agosto de 2025

Una entrevista con Ray Fosse.

Donald Marquez. 28-08-2011.
No hay mucho más que el aficionado casual sepa de Ray Fosse; congelada en el tiempo quedó la imagen de Pete Rose invadiendo el espacio personal de Fosse en un juego de exhibición de 1970. Ah, y que además aparentemente disfruta mucho los helados Dibs. Mis memorias de la carrera de Fosse van un poco más allá de eso, lo había visto contribuir con dos equipos de Oakland ganadores de Serie Mundial. Esas dos experiencias de primera mano fueron muy importantes durante mi conversación con el antíguo cátcher el pasado domingo, como parte de una campaña de Comcast’s Xfinity Couch. Ray Fosse habría coincidido con los Atléticos de años recientes. Porque el andaba lesionado a menudo. La infame colisión con Pete Rose le dejó el hombro derecho separado, un preludio de una larga lista de lesiones que Fosse resistiría a través de 12 años de carrera como jugador. Aún así, ganó dos selecciones al Juego de Estrellas y otros tantos guantes de oro en las temporadas de 1970 y 1971, todo mientras jugaba en el purgatorio que era Cleveland, donde los Indios promediaron 89 derrotas en los primeros seis años de Fosse en las mayores. Mientras tanto en Oakland, los bigotudos Atléticos habían dispuesto de los consentidos del establecimiento, los Rojos de Cincinnati, en una apretada Serie Mundial de 1972 donde seis de los siete juegos se decidieron por una carrera. Pero como a menudo era el caso en el barco capitaneado por Charles Oscar Finley, había quejas. Uno de los más disgustados era el cátcher Dave Duncan quien se lamentaba del tiempo de juego que se le había recortado. Dos semanas antes de que empezaran la defensa de su título, los Atléticos enviaron a Duncan y el jardinero George Hendrick a Cleveland por el utility Jack Heidemann y Ray Fosse. Heidemann jugó exactamente cero innings con el uniforme de los Atléticos, mientras Fosse se encontró en medio de las celebraciones que ocurren cuando tu equipo gana la Serie Mundial, lo cual alcanzaron los Atléticos en cada una de las dos primeras temporadas que estuvo con el equipo. Sus días con los Atléticos estuvieron entre muchos de los temas que tocamos. 67M: Aprecio tu tiempo primero que todo. Antes de cualquier pregunta de beisbol, ¿qué piensas de la campaña Comcast Xfinity Couch? RF: Sé algo de seguro. Este es un sofá muy confortable, y hemos transmitido antes a nivel del terreno. Nos sentamos en asientos normales pero pienso que podemos convencer a Comcast de transmitir unos juegos a nivel del terreno. 67M: Jugaste con los Atléticos en los años ’70, mucho antes de la inmensa cobertura de lo medias que ves hoy. Algunas veces esos Atléticos son más recordados por asuntos extraterreno que por lo que ocurría en el campo. ¿Estas de acuerdo con eso, y si es así, es justo recordar a un equipo que ganó tres Series Mundiales seguidas de esta manera? RF: Teníamos dos periodistas que viajaban con nosotros, distinto de hoy donde hay mucha gente de los medios que viajan con los equipos. Nosotros creábamos nuestros problemas si se quiere tomar así. Pensábamos que si empezábamos a pelear jugaríamos mejor. Recuerdo que estábamos en Baltimore igualados 1-1 con los Orioles en una serie de campeonato a cinco juegos e íbamos en el bus hacia el estadio para el tercer juego. Blue Moon Odom empezó a meterse con Bando, entonces bando hizo lo propio con alguien más, y yo dije ‘Ah caramba, los Orioles están en problemas porque los muchachos se están calentando’. Seguro que les ganamos y fuimos a jugar la Serie Mundial ante los Mets. Pero recuerdo, desafortunadamente para mí, en 1974, que terminé una pelea entre Reggie Jackson y Billy North en el clubhouse en Detroit. Terminé la pelea y me gané seis vértebras del cuello lesionadas, terminé perdiendo algún tiempo. Algo de nuestra incapacidad para llevarnos bien era creada por la prensa, y a menudo era inflada de manera exagerada.
67M: Hablando del ’74, obviamente cuando la gente oye Ray Fosse, ellos piensan en el Juego de las Estrellas, lo cual es una pena. Yo te recuerdo más por esa postemporada. Conseguiste un par de batazos importantes, un jonrón contra los Orioles y otro contra los Dodgers en el juego definitivo. Luego de salir lesionado de la pelea entre Jackson y North, debes haber sentido una reivindicación al regresar y aportar una contribución clave. RF: Perdí 6 semanas. Me pusieron en terapia pensando que podría evitar la cirugía. Terminé haciéndome la cirugía con el Dr. Charles Wilson, un tipo brillante del San Francisco UC Medical Center. Seis semanas después que fui operado por el Dr. Charles Wilson, ¡estaba jugando de nuevo! Había una pregunta porque regresé al final de la temporada, si iba a estar en el roster de postemporada. Ellos no sabían como iba a ser mi recuperación y si podría regresar y jugar lo suficientemente apropiado. Yo estaba al tanto, de que si no jugaba bien, podría no estar en el roster. De la forma como se dieron las cosas, estuve, y fue muy interesante que antes del juego donde bateé el jonrón ante Grant Jackson, en el segundo juego de los playoffs aquí en el Coliseo, el manager Alvin Dark nos dijo a Gene Tenace y a mí, ‘No sé quien va a ser el catcher’. Era la práctica de infield antes del juego y él dijo, ‘No sé quién va a catchear pero ambos hagan la práctica de infield por si acaso, y por supuesto ya se sabe quién estuvo llamando ese juego en su momento… 67M: Mr. Finley. RF: El jefe, Terminé bateando un jonrón ante Grant Jackson. Y tuvimos una pequeña conferencia de prensa en el estadio luego del juego y Charlie viene y dice, ‘¡Ese es mi muchacho!’ y yo digo, ‘¿Por qué no fui el cátcher regular desde el principio?’ Batear un jonrón ante Don Sutton en el quinto juego de la Serie Mundial…Antes del quinto (y final) juego, nunca olvidaré que Charlie Pride estuvo aquí para cantar el himno nacional. Y Charlie Pride estuvo en el clubhouse antes del juego, y el finado Frank Ciensczyk (gerente de instrumental) vino y dijo, “Bien vamos a tener una reunión. Salgan todos”. Y Charlie entró. Charlie Pride se levantó para salir. Charlie dijo, “Te puedes quedar”. Bien, ¿por qué Charlie Pride se puede quedar y los demás son echados? Él se sentó adelante y en el medio en la reunión que tenía Charlie. Nunca olvidaré que Charlie Finny dijo ‘Muchachos estamos arriba 3 a 1. Cuando ganemos esta noche vamos a tener un desfile en el centro como campeones mundiales por tercer año seguido”. Y nunca olvidaré la mirada en la cara de Charlie Pride. Miró a Finley como diciendo ‘¿Quién es este tipo para hablar así?” Y lo que ocurrió fue que derrotamos a los Dodgers esa noche y tuvimos el desfile. Él debió haber pensado que estaba visitando a Dios en el clubhouse. Pero batear un jonrón ante Don Sutton… luego de la lesión y de la inactividad, y no saber si podía jugar esa temporada, regresar y dar ese jonrón fue gratificante. 67M: ¿Piensas que veremos otro equipo como aquellos Atléticos, o la libre agencia lo hace imposible? RF: Costaría mucho dinero. Mira a los Yanquis. Ellos gastan 200 millones consistentemente, consiguen los mejores jugadores, hacen dinero y lo gastan. Ellos quieren ganar campeonatos mundiales y esa ha sido su filosofía y pienso que cada equipo que ha tratado de hacer eso, le ha costado una fortuna. Pero si se piensa en los equipos de los Atléticos que ganaron 3 Series Mundiales seguidas, una vez que esos peloteros se fueron a otros equipos nunca tuvieron el mismo éxito que tuvieron en Oakland. Algunos tuvieron buenos años individuales pero no como equipo.
67M: ¿Fue Dick Williams, quién falleció recientemente, el mejor manager para el cual jugaste? RF: Jugué para unos cuantos buenos managers, jugué para Alvin Dark (luego que Williams se fuera al terminar la temporada de 1973) y algunos tipos en Cleveland pero no hay duda de que Williams fue el tipo, considerando lo que tuvo que hacer para trabajar con Charlie. Charlie trataba de controlar el equipo, y nosotros como peloteros sentíamos que cualquier cosa que dijera Charlie, Dick nos respaldaría y dejaría de lado cualquier comentario negativo que Charlie pudiera hacer de nosotros. Él era un gran hombre a quién todos respetábamos, para quién queríamos jugar duro y obviamente lo hacíamos porque él tuvo la oportunidad de ganar tres campeonatos divisionales seguidos. Él era un manager leal con los peloteros, y no es que no lo fuera con Charley Finley, pero cada pelotero sabía que si había un manager de los peloteros era Williams porque nos apoyaba todo el tiempo. 67M: Le recibiste a los Tres Grandes originales: Catfish (Hunter), Vida (Blue), Kenny (Holtzman). Describe sus estilos, y ¿quién era tu favorito, si alguno lo era, para recibirle? RF: Catfish fue el primero a quien le recibí cuando llegué desde Cleveland. Le recibí el primer juego que lanzó en el entrenamiento primaveral. 15 bateadores, 15 outs, ni siquiera sudé. Hablé con Phil Garner, él decía que usaba lo que Catfish hacía como pitcher para ayudarse como manager. Pienso que hubo un año cuando Catfish permitió 33 jonrones, pero 30 fueron solitarios. Él no concedía boletos, ni lanzaba la pelota por el medio del plato. Catfish podía bordar los lanzamientos alrededor de la zona de strike, y Vida me quemaba la mano. Él podía lanzar duro, tenía una buena curva, un cambio de velocidad no tan bueno, pero podía literalmente pasar a los bateadores a punta de rectas. Pienso en él como un cerrador, venía y decía, ‘Te voy a lanzar una recta, trata de batearla’. Y ellos no podían hacerlo. Era un tipo de poder. Y luego estaba Kenny Holtzman, el zurdo de recursos. Phil Garner me contó una gran historia, cuando él jugaba segunda base, Kenny le decía, ‘Phil, si estás en segunda y la pelota siempre sigue hsta el right field, me voy a molestar contigo’. Kenny rara vez le lanzaba adentro a los derechos por lo que deseaba que su primera y segunda base se ubicaran apropiadamente para atrapar esas Pelotas porque los derechos no iban a tratar de halar la pelota. Si eran inteligentes dirigirían la esférica en esa dirección y él decía ‘¡Estén ahí!’ y Garner siempre estaba ahí. Pero si tuviera que escoger a uno de los tres, ese sería Catfish por su reputación. En la época cuando jugué, los juegos eran rápidos, no había muchos comerciales y los jugadores no desperdiciaban tanto tiempo. Estaba detrás del plato y el árbitro miraba hacía el montículo y decía ‘¿Con que Catfish Hunter?’ ‘En hora y media esta noche habremos terminado’. Y de seguro, así es como funcionaba su reputación. Le digo a los pitchers jóvenes de hoy, que algunas sentencias cerradas se hacen a la amera de los Yanquis o a la de los Medias Rojas, les digo que uno de estos días cuando sean buenos y su reputación esté ahí t los reconozcan, que van a conseguir esos mismos pitcheos a su favor. 67M: Junto a lo que acabas de decir ¿Qué clase de consejo le darías a cualquier aspirante a catcher? RF: Lanzar. Lanzar. Lanzar. Lanzar! Pienso que la única cosa que los catchers tiene que ser capaces de hacer es tener un brazo fuerte, obviamente precisión para lanzar a las bases, especialmente a segunda base, rapidez de pies y trabajar en eso. Para tener piernas fuertes, tienes que tener una complexión fuerte. El difunto Del Rice me decía a cada rato en Cleveland ‘Tu trabajo es recibir la pelota y manejar al cuerpo de lanzadores. Cualquier cosa que hagas a la ofensiva es un bono’. Pero como el bateo se hizo más prominente, especialmente en la Liga Americana con el bateador designado, todos esperaban que cada jugador de posición bateara. La receptoría se convirtió en una posición más ofensiva, y sus deberes detrás del plato han quedado a un lado. Como bloquear pelotas contra el suelo. Un terrible ejercicio que se debe practicar, pero algo que se debe hacer. Lanzar, trabajar la rapidez de pies, y recibir la pelota apropiadamente. Muchas veces los cátchers mueven la pelota, toman la mascota y apuntan hacia abajo al suelo. Se necesita mantener la mascota arriba en los pitcheos bajos para subir la pelota en vez de bajarla. Y como resultado, cuando se recibe de la manera correcta, el trabajo con los pies es el apropiado y se puede tener una posición adecuada para sacar out a los corredores en las bases. Es bastante trabajo, pero si se tiene una complexión fuerte, piernas fuertes y brazo fuerte, el resto va a estar ahí.
67M: ¿Quién hace todo eso muy bien hoy? RF: Sorpresivamente, el catcher de reserva de los Atléticos Landon Powell. Su movimiento de pies es algo que siempre ha tenido. Trabajó en eso desde niño porque su padre lo enseñó, él continuó trabajando trabajando en eso aunque es grande, lo miras y piensas ‘Él no va a ser tan rápido’, pero tiene rapidez de pies, rapidez para soltar la pelota. 67M: ¿Algunas vez pensaste en ser entrenador? RF: Si hubiera empezado justo después de retirarme como jugador activo, si, pero tenía una familia. Hablé con Tony Muser, quién dirigía a los Ports de Stockton, estaba ganando 12000 dólares al año y me dije no puedo hacer eso. Por ese tiempo debí tener 33 o 34 años. Habría tenido que depender de llegar a las Grandes Ligas tan pronto como fuera posible y eso significa mucha presión porque hay pocos puestos de trabajo a ese nivel. 67M: Además, tienes uno de los mejores asientos de la casa para ver los juegos de los Atléticos. ¿Cómo empezó todo eso y por cuanto tiempo planeas hacer eso? RF: ¿Está hablando del sofá Xfinity de aquí o de mi asiento en la cabina de transmisión? 67M: (risas) La cabina. RF: No me gusta decir mi edad porque me siento como de 22 años cuando se trata de beisbol y transmitir juegos. Tengo mucho entusiasmo por el juego que siempre he querido, me siento muy afortunado de ser capaz de transmitir juegos y agradezco a Comcast Sportsnet California. Disfruto esto, y para ser honesto, disfruto ver a estos peloteros jugar beisbol porque veo las jugadas y pienso, si puedes venir al estadio y ver algo que nunca has visto, estás diciendo algo. Este es mi vigésimo sexto año transmitiendo juegos, y aún puedo venir al estadio y decir que he visto algo que no había visto antes. Ese es el gran juego de beisbol, nada está en un guión y la gente dice ‘Caramba, te volviste un ocho con esa jugada’, y les digo que es mi reacción a lo que ocurre en el terreno. No hay nada escrito o intercomunicador para decirme lo que debo decir. Hay una gran diferencia, me emociono, y algunas veces me equivoco, pero la moraleja es que disfruto el beisbol. Para contestar tu pregunta, no tengo deseos de renunciar. Estoy en una edad donde mi esposa dice que la gente está jubilada. Le digo ‘Lo siento cariño. Estoy trabajando en algo donde aún me siento joven’. 67M: No es realmente un trabajo ¿cierto? RF: Es muy divertido venir al estadio todos los días. 67M: Gracias por tu tiempo, Ray. RF: Me divertí mucho. Envía el sofá a la cabina.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Junio 15, 2015.

viernes, 15 de agosto de 2025

Bill Lee Recuerda a los Medias Rojas de Boston de 1975. (II).

Herb Crehan. 23-05-2015
Lee lanzó magistralmente por ocho innings, limitó a los Rojos a cuatro imparables y una sola carrera en el cuarto inning. Se preparaba para ir al montículo en el noveno inning con ventaja de 2-1, cuando los árbitros detuvieron el juego por lluvia. “Yo estaba lanzando muy bien y pienso que hubiera dominado el noveno sin el retraso por la lluvia”, declara Lee. “Cuando finalmente subí al montículo después de la suspensión, Johnny Bench despachó doblete a la banda contraria y vino a relevar Dick Drago para mantener la ventaja. Los Rojos anotaron dos carreras para ganara 3-2 y perdimos un juego que debimos haber ganado”. Los Medias Rojas regresaron a Boston perdiendo tres juegos a dos con Bill Lee programado para lanzar el sexto juego. Entonces llovió, y llovió mucho más. Despues de tres días de lluvias, el manager Darrell Johnson anunció que Luis Tiant abriría el sexto juego y Bill Lee lanzaría el séptimo si era necesario. “Yo estaba disgustado”, recuerda Bill. “Sabía que podía dominar a los Rojos en el sexto juego en Fenway. Pero lo más importante era que yo sabía que Luis necesitaba otro día de descanso”. Luis Tiant pitcheó valientemente en el sexto juego pero fue relevado en el octavo inning con los Medias Rojas abajo 6-3. Luego que Bernie Carbo despachara su dramático vuelacercas de tres carreras en ese octavo inning, Bill Lee se encaminó a la sala de masajes para prepararse para el séptimo juego. “Estaba recostado en la mesa de masajes cuando Fisk bateó su jonrón pero me dirigí muy rápido hacia el dugout”, sonríe él. Bill Lee blanqueó a los Rojos a través de cinco innings y llegó al sexto con ventaja de 3-0. Con corredor en primera y un out, Johnny Bench bateó un rodado perfecto para dobleplay hacia el campocorto Rick Burleson, pero el tiro del segunda base Denny Doyle aterrizó en el dugout de los Medias Rojas para dejar vivo el inning. Bill Lee le lanzó una curva al siguiente bateador y Tany Pérez la conectó hacia la oscuridad de la noche para sobrevolar la pared del jardín izquierdo. “Nunca debí hacer ese pitcheo”, reconoce Lee. “Todavía estaba lamentándome por el dobleplay que no se hizo”. Lee pitcheó hasta el séptimo inning, salió del juego con los Medias Rojas adelante 3-2. Pero los Rojos igualaron el juego en el séptimo, y un sencillo de Joe Morgan en la apertura del noveno inning le dio a los Rojos una victoria 4-3 y el campeonato mundial. “No ganar el séptimo juego y perder la Serie Mundial fue de lejos mi mayor disgusto en el beisbol”, dice Bill Lee.
Los años finales. Pocas cosas le salieron bien a los Medias Rojas o a Bill Lee en 1976. Los campeones defensores de la Liga Americana nunca encontraron su mejor juego y terminaron en tercer lugar, catorce juegos y medio detrás de los Yanquis de Nueva York. El manager Darrell Johnson fue cesanteado después del receso del juego de estrellas, y el dueño por largo tiempo de los Medias Rojas, Tom Yawkey falleció el 9 de julio. Bill Lee se lesionó su hombro en una pelea con los Yanquis de Nueva York el 20 de mayo de ese año. La pelea se produjo luego de un choque en el plato cuando Carlton Fisk bloqueó exitosamente el plato contra el jardinero de los Yanquis, Lou Piniella. En el tumulto que siguió, Graig Nettles levantó en peso a Lee y lo lanzó al suelo. Bill terminó en el hospital con el hombro severamente lastimado. Bill Lee terminó la temporada con marca de 5-7, apareció solo en 24 juegos. La temporada de 1977 fue algo mejor para Bill. Mejoró a 9-5, pero solo lanzó 128 innings en 27 juegos. Los Medias Rojas y Bill Lee tuvieron una gran arrancada en 1978. Para mediados de junio los Medias Rojas le sacaban ventaja de doble dígito a los Yanquis que ocupaban el segundo lugar, y Lee mostraba marca de 7-3. Las cosas dieron un giro negativo el 16 de junio cuando Lee supo que su gran amigo Bernie Carbo había sido vendido a los Indios. “Estaba dando una clase de cocina en Faneuil Hall cuando supe que habían vendido a Bernie. Pense que era una decisión terrible. Me dirigí hacia el clubhouse de Fenway Park, vacié mi casillero, y anuncié mi retiro”. El retiro de Lee fue breve. Cuando el gerente general de los Medias Rojas le dijo que sería multado con 500 $ por faltar a un juego, Lee respondió, “Llévala a 1500. Me voy a tomar el fin de semana libre”. Lee tenía marca de 10-3 el 15 de Julio, pero el manager Don Zimmer había perdido la confianza en el zurdo, por lo cual fue utilizados en labores secundarias por el resto de la temporada. Bill Lee vio la descorazonadora derrota del playoff ante los Yanquis desde el bull pen de los Medias Rojas. El 7 de diciembre los Medias Rojas cambiaron a Bill Lee hacia los Expos de Montreal por el jugador del cuadro Stan Papi. Al preguntarle como se sintió cuando supo del cambio, Lee responde “Lloré como un bebé. Y luego dormí como un bebé. Lo que quiero decir es que dormía dos horas, me despertaba y lloraba, dormía dos horas más y me despertaba y lloraba más”.
El cambio de escenario pareció favorecer a Lee en 1979. Ganó 16 juegos, y su efectividad de 3.04 clasificó como octava en la Liga Nacional. “Me gustó mucho Montreal y Canadá en general”, enfatiza Lee. “Y volví a batear. El bateador designado es una de las peores cosas que la haya ocurrido al beisbol. Tenemos una clase baja de atletas entre los pitchers de hoy, debido a que batear no importa”. Lee pasó las temporadas de 1980 y 1981 con los Expos, pero en 1982 su temporada llegó a un final prematuro. Luego que los Expos cesantearon al segunda base Rodney Scott, Bill protestó y el gerente general John McHale lo llamó para darle su libertad incondicional. “Le dije a McHale que los Expos nunca ganarían la Serie Mundial. Y el me dijo que no volvería a jugar en las grandes ligas”. Ambos acertaron. Bill Lee hoy. ¿Podría Bill Lee darle un par de innings a los Medias Rojas en la postemporada de 2016 si fuese necesario? “Caramba, podría pitchear mañana”, responde él. “Jugué el otro día y bateé tres imparables, empujé cuatro carreras, y lancé hasta el octavo inning”. Lee, quien cumplirá 70 años el próximo diciembre, agrega, “Lancé 347 innings el año pasado. Estoy en muy buena forma”. Para el momento de nuestra entrevista Bill había regresado de un viaje a Cuba donde dirigió a un equipo de jóvenes canadienses en un torneo. “La pasamos muy bien”, dice él. “Todos en Cuba aman el beisbol”. Bill Lee y su esposa Dianah viven la mayor parte del año en su hogar de Craftsbury VT, pero pasan el invierno en el area de Fort Myers. Bill tiene cuatro hijos mayores de matrimonios anteriores, Michael, Andrew, Kaitlan y Anna. Y es el orgulloso abuelo de cinco nietos y una nieta. ¿Tiene Bill Lee un mensaje para los aficionados de los Medias Rojas? “Dígales que mantengan la fe. Los Medias Rojas de 2016 van a pasar de peores a mejores a peores, a de peores a mejores. ¡Eso es una marca que sería difícil de romper!” dice enfáticamente.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo 16,2018.

jueves, 14 de agosto de 2025

Bill Lee Recuerda a los Medias Rojas de Boston de 1975. (I)

Herb Crehan. 23-05-2015
Cuarenta años despues el antíguo pitcher estrella Bill Lee, insiste en que los Medias Rojas de Boston debieron haber ganado la Serie Mundial de 1975 contra los Rojos de Cincinnati. “Fuimos mejor equipo que los Rojos, anotamos más carreras que ellos (30-29), y jugamos mejor que ellos”, dice Bill. “De hecho”, continúa él, “debimos haber ganado esa serie en seis juegos. ¿Puedes imaginarte la celebración si el jonrón de Fisk en el sexto juego hubiese sido para ganar la Serie Mundial?” Lee, quien fue inducido al Salón de la Fama de los Medias Rojas en 2008, agrega, “Ese equipo de los Medias Rojas de 1975 fue el mejor equipo en el que jugué. El equipo de 1975 tenía tanta profundidad que debimos haberlo ganado todo”, dijo Lee durante un entrevista en febrero desde su casa de invierno cerca de Fort Myers, Fla. Bill Lee ganó 17 juegos para los Medias Rojas de 1975, la tercera temporada seguida donde había alcanzado ese nivel. Y lanzó bien en el segundo y el séptimo juegos de la Serie Mundial, en ambos salió con los Medias Rojas ganando. Durante sus diez temporadas con el equipo, lanzó en más juegos (321) que cualquier otro zurdo de los Medias Rojas, y sus 94 triunfos en su carrera lo ubican tercero entre los zurdos. El Sueño de California. William Francis Lee III nació el 28 de diciembre de 1946, en Burbank, CA. Se graduó en Terra Linda High School, en Rafael, CA, donde jugó beisbol y baloncesto, en 1964. “Cuando yo era un bebé, me llenaban la cuna con piezas cuadradas y redondas. Yo botaba todas las cuadradas y me quedaba con las redondas”, dijo Lee. “Esa fue la primera señal de que mi vida giraría alrededor de un objeto redondo”. Lee dice que le debe su carrera como pitcher a su tía Annabel Lee, quien lanzara en la All-American Girls Professional Baseball League desde 1944 hasta 1950. “Ella era la única otra zurda en la familia así que aprendí a lanzar con ella. Me enseñó como lanzar mi gran curva y me enseñó como lanzar por encima del brazo”.
“Yo lanzaba exactamente como ella. Hay un cierto código genético, eso es todo. Me enfoqué en ser beisbolista por ella. Y ella lanzaba más duro que yo cuando yo estaba en la secundaria”. Su próxima gran influencia fue el legendario entrenador de beisbol de USC, Lefty Dedeaux, quien entrenó a los Trojans por 45 temporadas. Lee, quien tuvo marca de 39-8 durante sus cuatro temporadas en USC, recuerda, “Jugar cuatro años para Lefty Dedeaux fue como tener cuatro años de experiencia en ligas menores”. Bill no fue seleccionado hasta la ronda 22 del draft amateur de 1968. “Quería jugar para los Dodgers. Ellos se habían mudado a Los Angeles cuando yo era un niño, y era un gran fanático. Pero Al Campanis (entonces el director de scouts) me dijo que yo nunca lanzaría en las grandes ligas. Estaba equivocado. Pienso que los scouts no hacen un buen trabajo para identificar a los peloteros de desarrollo lento”. Bill Lee fue seleccionado por los Medias Rojas de Boston en la vigésimo segunda ronda del draft de MLB en junio de 1968, detrás de otros 500 prospectos amateur. Un año después, luego de breves paradas en tres equipos de ligas menores de los Medias Rojas, estaba pitcheando en las grandes ligas con los Medias Rojas. Desde 1969 hasta 1972, Bill Lee pitcheó 125 juegos para los Medias Rojas, principalmente como relevista. Cuando le dieron la oportunidad de abrir juegos en 1973, tuvo marca de 17-11 con una impresionante efectividad de 2.75. Cuando continuó con otras 17 victorias en 1974, se convirtió en baluarte del cuerpo de lanzadores. De acuerdo a la leyenda, Bill Lee era llamado “Spaceman” debido a sus visiones no tradicionales del beisbol y la vida en general. “No es así”, dice Bill. “Había relevado a Luis Tiant en el primer inning de un juego en Baltimore contra los Orioles y lancé 8.1 innings en blanco. Eso fue justo después que el Apolo 15 había llegado a la luna, el 30 de julio de 1971, y los reporteros estaban amontonados mientras yo les daba mis puntos de vista sobre el programa espacial”, dice Bill. “John Kennedy (el utility del cuadro de los Medias Rojas) no podía llegar hasta su casillero en medio del tumulto, y dijo, ‘Parece que tenemos nuestro propio hombre del espacio (spaceman)’. Eso pegó”. La Inauguración de 1975. Cuando el entrenamiento primaveral terminó a principios de abril de 1975, los Medias Rojas eran considerados por consenso serios candidatos al tercer lugar de la división Este de la Liga Americana detrás de los Orioles y Yanquis. ¿Qué pensaba Bill Lee de las posibilidades de los Medias Rojas en la inminente temporada?
“Todavía estaba molesto por la manera como había terminado la temporada de 1974”, dice él, refiriéndose al tercer lugar en el cual terminaron los Medias Rojas en 1974, luego de liderar con ventaja de siete juegos hacia finales de agosto. “Teníamos el talento para ganar en 1974, y todavía estaba disgustado de que no lo hubiésemos logrado”. ¿Y como se sentía Bill Lee personalmente respecto a la venidera temporada? “Me sentía de maravillas. Había logrado todo lo que quería en el entrenamiento primaveral. Mis callos aparecieron justo al inicio del calendario”, recuerda él, “y tuve muy buen control en los juegos de exhibición”. Los Medias Rojas y Bill Lee tuvieron un comienzo lento en abril. El equipo terminó el mes en último lugar con marca de 7-9 y Lee fue una decepción con marca de 1-3. Pero mayo fue una historia diferente. Los Medias Rojas tuvieron marca de 16-9 en mayo y subieron hasta el primer lugar, mientras Bill Lee tenía balance de 6-1. “Luego del lento comienzo, varios veteranos como Yaz, Luis, y yo dimos un paso adelante y mostramos algo de liderazgo”, dice Lee. “Despues de eso las cosas empezaron a cambiar”. El equipo continuó jugando bien en junio, donde el punto cumbre fue el juego de tres jonrones de Fred Lynn contra los Tigres de Detroit el 18 de junio. “Fred Lynn tuvo una buena temporada en 1975, como el mejor grande liga que haya visto”, dice Lee. “Nunca pareció un novato. Por supuesto, mucho de eso se debió a la influencia de Rod Dedeaux”, dice él, en referencia a los tres años de Lynn en USC. “Y los aficionados olvidan que la actuación de Jim Rice se equiparó a la de Fred hasta que se rompió la muñeca hacia finales de septiembre. Todos hablan del bateo de Lynn y Rice pero ambos jugaron una gran defensa. Las atrapadas de Lynn eran sobresalientes, pero recuerdo a Jim Rice saltar sobre la cerca en Minnesota para robarse un jonrón”. Liderando el pelotón. En el receso del Juego de Estrellas, los Medias Rojas tenían un aventaja de cuatro juegos en el este de la Liga Americana y Bill Lee había ganado diez juegos. ¿Qué le parecía la oportunidad de los Medias Rojas en ese momento? “Pensaba que ganaríamos el este”, dice él. “Ese equipo tenía mucha profundidad. Teníamos a Bernie Carbo, Rick Miller, y Juan Beníquez, tres tipos que podían haber sido regulares, en el banco. Y agregamos a Rogelio Moret a la rotación y él estuvo de maravilla”.
Un día que resalta para Bill Lee es el de un doble juego contra los Yanquis en Nueva York el 27 de julio. “Lancé el primer juego y los blanqueé”, recuerda él. “Fred Lynn hizo una gran atrapada y ganamos 1-0. Luego Moret los blanqueó para ganar el segundo juego, los Yanquis despidieron a su manager”. “A veces me encuentro con aficionados quienes me dicen que les gustan los Yanquis. Les digo que a mi también. Los vencí 12 veces y disfruté cada juego ante ellos”, Bill ríe. El 24 de agosto, Bill Lee lanzó su décimo sexto juego completo de la temporada, al vencer a los Medias Blancas de Chicago 6-1, para mejorar su marca a 17-7. Entre el 1 de mayo y el 24 de agosto, tuvo marca de 16-4, con 13 juegos completos. Él está de acuerdo en que ese fue el mejor momento de su carrera en MLB. “Me funcionaban todos mis pitcheos y tenía un gran control. Con mi repertorio, tenía que colocar mis envíos a la perfección”, enfatiza él. “Mi recta solo llegaba hasta las 90 millas por hora, por lo que dependía del cambio de velocidad, mezclar los lanzamientos, y colocarlos en el lugar preciso”. Lee pitcheó un juego completo en una dura derrota 3-2 ante los Indios de Cleveland el 9 de septiembre, después de eso fue utilizado de manera esporádica. “Lo que ocurrió fue que los pitchers empezamos a tomar práctica de bateo en septiembre para estar listos para la Serie Mundial y tuve un sobre estiramiento en mi codo”. Los Medias Rojas aseguraron el este de la Liga Americana el 26 de septiembre, y barrieron a los favoritos Atléticos de Oakland en la serie de campeonato con gran pitcheo de Luis Tiant y Rick Wise, más el liderazgo del veterano Carl Yastrzemski. “No pitcheé”, dice Lee, “ellos no me necesitaron y el tiempo de reposo me ayudó”. Una Serie Mundial inolvidable. La Serie Mundial de 1975 entre los Medias Rojas de Boston y los Rojos de Cincinnati es considerada una de las grandes series de todos los tiempos, Bill Lee está de acuerdo. “Vi un documental que asemejaba la serie a una ópera italiana. Hubo de todo. Pero aún digo que debimos haberla ganado”. Despues que Luis Tiant silenció a los Rojos en un blanqueo 6-0 en el primer juego, Bill Lee subió al montículo de Fenway Park como abridor del segundo juego. “Los Rojos se reían en su dugout cuando vieron la lentitud de los envíos que hice en el calentamiento, pero cuando se dieron cuenta de que no podían batearlos, dejaron de reir”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo 16,2018.

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