domingo, 31 de agosto de 2025

La barriada y el equipo.

Uno de los cuentos más descabellados que le escuché a mis hermanos hacia finales de la década de 1960 fue que el barrio Los Magallanes de Catia en Caracas había recibido ese nombre debido a que el equipo de beisbol Magallanes se había fundado allí a comienzos de siglo. En ese momento ni se me ocurría preguntarles si estaban seguros de esa historia, me parecía una muestra más del desbordado fanatismo que mostraban en determinados momentos por el equipo. Viéndolo a la distancia, recuerdo que les tenía mucho miedo a mis hermanos cuando su intensidad por el equipo llegaba a esos niveles. Luego, cuando muchos años después, tuve oportunidad de escuchar y leer por varias fuentes que efectivamente el barrio había recibido el nombre en homenaje al equipo, reconocí en mi interior que mis hermanos estaban en lo cierto, aún les debo una disculpa por eso.
Alfonso L. Tusa C. Septiembre 15,2017.

Ferris Fain 1953 Topps. Esquina de las Barajitas.

Craig Muder.
Hasta que el gran Sean Foreman cambió el mundo con baseball-reference.com, los números del juego nos llegaban vía papel y tinta en libros que eran del tamaño de un perro pequeño. Página tras página de números aparecían en orden enciclopédico __números que expresaban la historia del juego un dígito a la vez. Pero ocasionalmente, las filas de gris eran interrumpidas por negrillas. Números oscuros que saltaban de la página y gritaban: “LEAGUE LEADER”. Fue a través de esos números negros que descubría a Ferris Fain. Nacido el 29 de marzo de 1921, en San Antonio, el padre de Fain, Oscar era un boxeador a medio tiempo que montó un caballo llamado Duval y terminó segundo en el Kentucky Derby de 1912. Los padres de Fain se divorciaron cuando él era adolescente, y su madre se mudó con él y su hermano hasta Oakland. En la escuela secundaria, Fain desarrolló una reputación de gran prospecto y jugaba para los Seals de San Francisco de la Pacific Coast League antes de graduarse en la secundaria. Fain fue el primera base regular de los Seals entre 1940 y 1942. Sirvió en los Army Air Corps desde 1943 hasta 1945, incluyendo una gira en Hickam Field en Hawaii donde jugó en el equipo de la base con los futuros inquilinos del Salón de la Fama Joe DiMaggio, Joe Gordon y Red Ruffing. De regreso con los Seals en 1046 despues de la segunda guerra mundial, Fain bateó .301 con 11 jonrones, 112 carreras empujadas y 139 boletos en 180 juegos. Después de esa temporada, los Atléticos de Filadelfia lo seleccionaron en el draft de regla 5. El día inaugural en 1947, Fain inició en primera base para los Atléticos y bateaba de tercero en la alineación, bateó de 4-1 con un boleto en el triunfo de Filadelfia 6-1 sobre los Yankees. A partir de allí, Fain desarrolló un a temporada que incluyó .291 de promedio de bateo, 71 carreras empujadas, 95 boletos y un porcentaje de embasado de .414. En la temporada inaugural del premio Novato del Año en la votación de la Baseball Writers’ Association of America __con solo un galardón para ambas ligas__ Fain terminó cuarto detrás de Jackie Robimson, Larry Jansen y Spec Shea. La presencia de Fain ayudó a los Atléticos a mejorar por 31 juegos su marca de 1946 y así terminar por encima de .500 por primera vez desde 1933. En las próximas tres temporadas __mientras batallaba con una obstinada rodilla derecha que le perseguiría durante toda su carrera__ Fain consistentemente negoció más de 100 boletos por año, bateó alrededor de .280 y empujó alrededor de 80 carreras. También se hizo muy conocido por su excelsa defensa, al liderar la liga en asistencias cuatro veces mientras __como resultado de su juego agresivo__ también lideraba en errores a los primeras bases de la Liga Americana cinco veces.
En 1951 __la primera temporada en la historia de los Atléticos sin el manager Connie Mack, quien se había apeado al terminar la campaña de 1950__ Fain fue nombrado capitán del equipo y empezó el juego de estrellas en la primera base de la Liga Americana. Una fractura en un pie le costó cinco semanas de tiempo de juego, pero en 117 juegos Fain bateó .344 para liderar la liga. Su porcentaje de embasado de .452 le hubiera permitido encabezar la Liga Americana en más de cinco de las 10 temporadas de los años 1950s. Las otras cinco temporadas, las comandó Ted Williams __el hombre cuyo porcentaje de embasado de .464 venció a Fain en 1951. En 1952, fain bateó .327 para adjudicarse su segundo título de bateo mientras también lideraba la Liga Americana en dobles (43) y porcentaje de embasado (.438). Pero luego de batallar con varios asuntos personales buena parte de la temporada, Fain fue cambiado a los Medias Blancas de Chicago después de la temporada de 1952 a cambio de Joe DeMaestri, Ed McGhee y Eddie Robinson. Su barajita Topps de 1953 fue su última con el uniforme de los Atléticos. Las lesiones y los incidentes fuera del campo limitaron a Fain a128 juegos en 1953. Solo bateó .256, pero tuvo un porcentaje de embasado de .405 basado en sus 108 boletos. Fain parecía encaminado a un año de regreso en 1954, al batear .302 con 51 carreras empujadas en 65 juegos antes de chocar con el cátcher de los Medias Rojas, Sammy White, lo cual volvió a lesionar su rodilla derecha y terminó su temporada. Los Medias Blancas cambiaron a Fain a los Tigres de Detroit el 6 de diciembre de 1954, en una negociación que incluía a otro primera base de fuerte ofensiva: Walt Dropo. Pero Fain tuvo dificultades con dolores en la rodilla y fue despedido el 6 de julio de 1955, luego de batear .264 con dos jonrones y 23 carreras empujadas en 58 juegos. Los Indios firmaron a Fain una semana después para ocupar el lugar de Vic Wertz __quien estaba afectado por una forma de polio no paralítica__ pero fue dejado en libertad al terminar la temporada donde bateó para un combinado .260 con dos jonrones y 31 carreras empujadas.
Negoció 94 boletos, y su porcentaje de embasado de .455 habría liderado la Liga Americana si hubiese tenido los turnos al bate suficientes para calificar. Después de pasar la temporada de 1956 como coach-jugador de los Solons de Sacramento en la Pacific Coast League, Fain se retiró. Tuvo varios encontronazos con la ley en sus años finales __principalmente por cultivar marijuana__ y falleció el 18 de octubre de 2001. Lo que quedó fueron sus números: un promedio de bateo vitalicio de .290, 904 boletos, 1139 imparables __ y un porcentaje de embasado de .424 que lo ubica décimo tercero en la lista de todos los tiempos. De los 12 peloteros por delante de Fain en esa lista, 10 son inquilinos del Salón de la Fama. Es una historia que merece algo de impresión en negrillas.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 03 de junio de 2023.
Nota del traductor: La defensiva de Fain era tan intensa y agresiva que en situación de toque de sacrificio adelantaba tanto que tomaba los toques sobre la línea de tercera base y hacía outs forzados escalofriantes en segunda base, una técnica solo recreada por Keith Hernández, otro gran defensor del primer saco.

sábado, 30 de agosto de 2025

Sosa y lejía.

Cada vez que te preguntabas y te interrogaban ¿por qué química?, ¿porque escogiste esa carrera para estudiar? Te internabas en un laberinto reflexivo y vertiginoso. Mucho más allá de la curiosidad momentánea de observar un tubo de ensayos burbujear bajo la llama de un mechero de kerosene. De los trabalenguas semánticos de las palabras vulgares para denominar tal o cual sustancia. De estudiar algo relacionado con el petróleo ese recurso mineral punzante que puede disparar o enterrar la vida de un país de acuerdo a lo que haya en la mente de quienes dirijan. Tenías otras explicaciones que preferías dilucidar, discutir a solas, en las madrugadas, los atardeceres, cada vez que cometía errores garrafales. A ratos veías imágenes de médicos forenses revisando cuerpos magullados. Por momentos revisabas conexiones y como la química influye en la biología del cuerpo humano. A veces rememorabas aquel proyecto fabuloso de electroquímica pergeñado junto a un compañero de bachillerato. A veces veías pelotas de beisbol con el cuero arrugado y las costuras rojas desteñidas de tanto jugar bajo la lluvia. El hidróxido de sodio implicaba reacción exotérmica, corrosión, ojos desorbitados, alerta desmedida. Las virutas blancas empiezan a cargarse de humedad si te descuidabas. A veces, sobre la marcha, tenía que ir a buscar los guantes de nitrilo y la mascarilla de vapores inorgánicos. Sabías que aquella distracción se debía al juego de softbol que tenían luego del laboratorio de química inorgánica. Aún luego de varios puntos menos y las reprimendas más amargas del profesor, nunca tuviste una represalia, un alejamiento, un resquemor con el beisbol. Cada vez que alguien le decía lejía al hipoclorito de sodio el profesor reclamaba que prefería que utilizaran el nombre químico de la sustancia, estaban estudiando química. Alguien preguntó si un químico podía trabajar en un laboratorio de medicina forense. El profesor se alejaba del mesón, de los montajes de las reacciones. Sabías que no era tan sencillo conseguir trabajo como químico puro en medicatura forense.
Ese atardecer mientras te enfundabas en la franela del equipo de segundo año de Química Aplicada, notaste tres manchas, tres vesículas tan o más dolorosas que una quemadura por fuego. Tres virutas de sosa habían caído en la región anterior de tu pulgar izquierdo. Intentaste olvidar, ignorar el dolor en la piel, pusiste algún ungüento de alcanfor y caléndula, pero el dolor seguía ardiendo bajo la curita. En medio de la premura por empezar la práctica habías olvidaste los guantes. Cada vez que intentabas razonar con muchas de las personas que pretenden manipular sustancias tóxicas como el cloro o la sosa (NaOH) recordabas las laceraciones, las punzadas del cloro atacando la epidermis o la sosa cauterizando regiones más profundas de la piel. También veías imágenes oscuras de películas de terror donde el asesino quemaba con lejía la cara de las victimas o amenazaba con sumergirles las manos en solución burbujeante de sosa. Querías saber más de la reactividad de ambas sustancias. Te preguntabas e indagabas con los profesores sobre las particularidades de la lejía, como podía convertirse en una sustancia tan complicada, como evitar su peligrosidad. Así ibas también conectando con las incidencias forénsicas, las consecuencias de su uso perverso para agredir víctimas. En aquel juego cada disparo que hacían a primera base, apuñalaba tu pulgar izquierdo. Querías lanzar el mascotín y salir corriendo hacia un baño para meter la mano bajo el chorro de agua. Regresabas por instantes al laboratorio y mirabas el envase de hidróxido de sodio abierto, las virutas cargándose de humedad, una pelota amorfa blancuzca que ya no serviría como reactante en los experimentos. Al terminar el inning corriste al edificio de plantas piloto y por casualidad encontraste la puerta del laboratorio abierta, el envase de sosa seguía allí semi abierto. Escuchaste un carraspeo desde la oficina que conectaba con el otro laboratorio. El auxiliar te reclamó por haber dejado abierto el recipiente de la sosa.
Muchísimos años después, cuando estás hasta pensionado en una caricatura del país que una vez fue, donde desfalleces y hasta observas muy de cerca la calavera de la dama de la guadaña, descifras varias señales cruciales, esenciales, diversos códigos fundamentales entre la química y la medicina forense, entre los mecanismos de reacción y la explicación del inicio del deceso, entre la reflexión y el desespero. Corres de vuelta al campo de juego, tu equipo pierde por tres carreras y sin saber como, bateas un elevadito inesperado que precipita detrás de primera base y muy lejos de las zancadas del jardinero derecho. Corres y aceleras sin aflojar ni una milésima de segundo, cuando notas que el tiro del jardinero izquierdo sobra el estirón del primera base aprietas aún más tu carrera y aún con un incendio en tus pulmones consigues deslizarte a salvo en segunda base, ahora representas la carrera del empate con dos outs en el último inning. Como nunca te tragaste el disgusto de que pusieran a in emergente a correr por ti. El beisbol, como la química, la familia, la vida, es un trabajo de equipo. Varios artículos de la página de sucesos, muchos papeles de revistas científicas, ingentes páginas de libros de reacciones químicas y seguridad en el laboratorio, muchas películas de bomberos o con ciertos trazos de química, empezaron a delinear un lienzo que demarcaba con mucha más precisión y nitidez porqué jamás te arrepentirías de haber escogido química como la especialidad de tus estudios. Develar y comprender como la toxicidad de la lejía podía atacar la piel y órganos vitales hasta segar vidas o descubrir como la corrosividad de la sosa podía quemar toda la existencia de una familia te hizo redactar, armar una reseña, un ensayo, un cuento fabuloso de cómo la química puede desmontar o desnudar las emboscadas más arteras de la perversidad. Siempre en medio de las investigaciones más complicadas de asesinatos, crímenes o canalladas, hay un espacio donde la química es simplemente ineludible aunque la voz cantante la lleve un médico forense, una bioquímico o el manager de un equipo de beisbol.
Alfonso L. Tusa C. Junio 06, 2026. ©

viernes, 29 de agosto de 2025

MLB efectuará el juego de Field of Dreams (Campo de los Sueños) en 2026, con el encuentro entre Filis de Filadelfia y Mellizos de Minnesota en agosto

Previamente se realizaron dos juegos de temporada regular de MLB en el campo de Dyersville. Iowa.
Ian Casselberry. Escrito colaborador. Yahoo Sports. Agosto 24, 2025.
Major League Baseball regresará a Dyersville el próximo año para el tercer juego de Field of Dreams en el lugar que se hizo famoso por la película de 1989 protagonizada por Kevin Costner. Los Filis de Filadelfia enfrentarán a Mellizos de Minnesota en el atractivo evento a efectuarse en agosto. Reporta Bob Nightengale de USA Today. Minnesota será el equipo de casa. La fecha precisa del juego será revelada cuando se revelé el calendario de la temporada 2026 de MLB, este martes 26. Los dos juegos previos se realizaron el segundo jueves de agosto. MLB efectuará un juego de temporada regular en el lugar de Field of Dreams por primera vez en cuatro años. El evento inaugural de 2021 enfrentó a los Yankees de Nueva York versus Medias Blancas de Chicago. Tim Anderson largó jonrón para dejar en el terreno a los Yankees y darle la victoria a los Medias Blancas 9-8. El año siguiente, los Cachorros de Chicago y Cardenales de San Luis jugaron en Dyersville, y los oseznos ganaron 4-2. Ese evento puede no haber tenido la pompa de la presencia de Costner presentando el juego, los peloteros emergiendo del maizal para tomar sus posiciones en el terreno no se sintió tan especial esta segunda vez, y el juego no fue tan dramático. Sin embargo Ken Griffey Jr., y Ken Griffey Sr. Jugaron a lanzarse la pelota en el campo antes del juego, invocando el espíritu de la película. MLB no efectuó juego alguno en el sitio de Field of Dreams los dos últimos años mientras el lugar era vendido a nuevos dueños y un complejo permanente con campos para béisbol y softbol aficionado. Durante las dos temporadas pasadas los eventos de agosto fueron efectuados en Rickwood Field en Birmingham, Alabama (para rendir tributo a las Ligas Negras) y en Bristol Motor Speedway en Tennessee.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Agosto 29, 2025.

jueves, 28 de agosto de 2025

Pluto y el Caballo de Hierro

Los reflejos del sol maracayero brillaban en las piedras del asfalto, luego de varias vueltas de manzana llegué a una esquina de jardín frondoso. En la puerta se oía una voz amortiguada. Roberto, te busca un señor. La voz ronca y el rostro bronceado impregnaron el porche. ¿Estás escribiendo un libro de El Látigo? Los periodistas siempre decían que entre él y yo estaba el mejor pitcher venezolano de la liga profesional a mediados de los años sesenta. Siempre me andaba diciendo que me iba a dar un jonrón. Pero yo siempre lo pasaba con la recta. En la temporada 1967-68 nos enfrentamos dos veces. Un juego lo ganó él y el otro yo. La pizarra de ambos juegos: 1-0. Isaías era mi amigo. En la final de la temporada 1966-67 La Guaira nos tomó de refuerzos. En el juego decisivo, le estábamos ganando por paliza al Caracas y Adolfo Phillips se robó el plato. Casi lo decapito, porque le hice swing al lanzamiento y él entró de pié. El pitcher del Caracas, Diego Seguí, me dio un pelotazo en el codo y salí del juego. Después vino la reacción del Caracas y el resto es historia. Más adelante aquel año, mientras jugábamos en ligas menores de Estados Unidos, me tocó enfrentarme a Seguí y le metí un bolazo la nuca . Lo fui a visitar al hospital y me dijo: "Oye Venezuela en lo que salga de aquí te doy tu merecido". Muñoz respondió. "Oye Cuba, tú me diste un bolazo allá, ahora yo te lo devuelvo acá. Estamos en paz". Esa voz resonó dentro de la cabina del carro esta mañana cuando John Carrillo informaba del deceso de Roberto Muñoz este domingo 23 de septiembre de 2012, a causa de un ataque cardíaco. A mitad de conversación pasó un conocido por la acera. ¡Ese Pluto! Solo recuerdo que Nelson Castellanos fue el primero que me llamó Pluto ¿Por qué? No lo sé. Quizás porque daba la impresión que estaba en la luna, solo de apariencia, muchas veces sorprendió a corredores en distintas bases. Quizás porque escarbaba mucho debajo de la caja de lanzar y daba vueltas en el montículo antes de lanzar.
Una vez después de un juego de ligas menores me fui con Isaías a cenar alrededor de la medianoche en un restaurant. Cuando fui al baño me encontré una escena tenebrosa. Varias blancos golpeaban a un negro. Me quedaron viendo y se marcharon. El hombre se pasó la mano por las hematomas. “Thank you man! Thank you man” En su infancia disfrutaba mucho mirando los pájaros en las mañanas y se quedaba mirando hacia El Ávila desde su barrio en Sarría. Su madre siempre lo sacaba de sus ensoñaciones para que fuese a comprarle comestibles a la bodega. Con sus amigos formaron un equipo de béisbol. Unos andinos que tenían unos autobuses se interesaron por el equipo y apostaban dinero cada vez que jugaban. En una ocasión se presentó un juego contra un equipo de Boleíta y ellos arreglaron una apuesta de 30 bolívares. Roberto les dijo que él iba si le garantizaban que después iban a subir a El Ávila para ver los pájaros y otros animales que le habían dicho vivían allá. Los andinos primero recelaron pero cuando Roberto dijo que no iba para Boleíta, accedieron a llevarlo a El Ávila. Roberto preparó su mascota y empezó a quetchear el juego. Pelo e rata era el short y Luis el pitcher. Al final del juego los rivales tenían hombres en primera y segunda. El de segunda empezó a abrir demasiado. Roberto mandó un peñonazo a Pelo e rata y la bola le pegó en la sien al corredor. Lo tuvieron que llevar de urgencia al hospital. Pasaron varios días que la mamá de Roberto no lo dejaba salir porque decían que el lesionado había jurado vengarse. Desde entonces varios le recomendaron que se convirtiera en pitcher, sólo cuando firmó al profesional hizo la transición. Los técnicos de los Atléticos de Kansas City y los Industriales del Valencia le dijeron que tenían que aprovechar el potencial de su brazo. Pronto se verían los resultados. En 1964, con las Abejas de Burlington, dejó marca de 11-8, 3.35 de efectividad en 153 innings. En 1965, con los Broncs de Lewiston, su marca fue de 13-4, 3.97 en 136 episodios. En 1967, con los Mounties de Vancouver, 12-4, 2.58, 150 innings. Ese año subió a la Gran Carpa. Ganó 1 y perdió 1, 3.57 en 40.1 innings.
En 1970 regresó a las Grandes Ligas para jugar con los Atléticos de Oakland (0-0, 2.92, 12.1 innings), Padres de San Diego (0-0, 6.61, 16.1 innings), Cachorros de Chicago (3-2, 5.82, 43.1 innings). En Venezuela destacó con el Valencia (entre 1965 y 1968 dejó marca de 28-20 con efectividad de menos de 2.50 en más de 350 innings). En 1968 la franquicia se convirtió a Llaneros de Acarigua y a mitad de campaña fue cambiado a los Navegantes del Magallanes, allí junto a Ronnie Tompkins se convirtió en uno de los baluartes del pitcheo que permitió la remontada que metió al equipo en la clasificación (4-2, 2 salvados, 57.2 innings, 2.81). Al año siguiente salió de Magallanes por diferencias con el manager Patato Pascual. Siempre me pareció que Magallanes debió recibir algo a cambio por un pitcher tan valioso como Muñoz. Sin embargo fue dejado en libertad. De inmediato firmó con los Tigres de Aragua y allí empezó su transición a pitcher de relevó (2-2, 4 salvados, 1.88, 43 innings). En la 71-72 fue campeón con los Tigres (5-6, 11 salvados, 2.09, 129 inning), en esa temporada empezaron a llamarlo el Caballo de Hierro porque venía a relevar casi todos los días. También fue campeón con los felinos en la temporada 74-75.La estatura del lanzador que fue Roberto Muñoz está reflejada en sus estadísticas en la LVBP: 368 juegos (6to.), 39 juegos completos (8vo.), 267 juegos relevados (7mo.), 64 juegos ganados (9no.), 59 juegos salvados (5to.), 1228.2 innings lanzados (5to.), 734 ponches (5to.), 426 boletos (5to.)
Hasta siempre Roberto
Alfonso L. Tusa C. Septiembre 24, 2012. ©

Antiguo beisbolista fallece al salvar a una familia de ahogarse en Carolina del Sur.

Chase Childers, 38, mostró un coraje extraordinario al salvar a nadadores en peligro, dice la familia.
Ramón Antonio Vargas. Sábado 19 de Julio de 2025.
Una familia de Dallas, Georgia, está afligida por su patriarca __un antíguo beisbolista convertido en agente de policía__ fallecido al salvar a cinco personas de morir ahogadas mientras vacacionaban recientemente, informaron las autoridades y una página en su honor en línea. Chase Childers, 38, “mostró un coraje y altruismo extraordinarios…al pagar el sacrificio más alto con su vida”, en frente de su esposa Nataley y sus tres hijos”, dijo una página de GoFundMe lanzada para apoyar a su familia. “Su valentía, amabilidad y amor serán recordados siempre”. Childers __un antiguo miembro del equipo Orioles de Baltimore de Major League Baseabll__ había salido con Nataley y sus hijos desde su hogar en Georgia hasta Pawleys Island, Carolina del Sur, de vacaciones, como reportó la estación radiofónica de noticias WCBD desde la cercana Charleston. Él notó a otra familia de alrededor de cinco miembros en peligro mientras nadaban en medio de corrientes de resaca cerca de la isla este 13 de julio, y entró en acción al saltar al agua junto a otra persona para ayudar a sacarlos, informó la policía de Pawleys Island en una declaración. La familia y el hombre que acompañaba a Childers regresaron a la costa. Pero Childers no emergió, lo cual hizo que la policía, los bomberos y los guardacostas de Estados Unidos iniciaran labors en su búsqueda. Los cuerpos de rescate encontaron a Cilders sin vida,recuperaron su cuerpo unos 90 minutos más tarde, dijo la policía de Pawleys Island. Una declaración de la página GoFundMe para la familia de Childers dijo que él dio “todo lo que tenía para salvar a la familia atrapada en la corriente de resaca”, la cual es un frente de aguas muy rápidas que fluyen hacia mar adentro. Los oficiales sugieren a los nadadores atrapados en corrientes de Resaca a nadir calmadamente en paralelo a la costa. “Trágicamente” dijo la página GoFundMe de Childers, “él fue incapaz de mantenerse a nivel del agua”. Childers había crecido al noreste de Atlanta, ganó un Campeonato estadal de beisbol en 2003, de acuerdo al periódico de la ciudad Journal-Constitution. Luego para el equipo de beisbol de Georgia State University, firmó para jugar beisbol professional con los Orioles y estuvo dos temporadas en las ligas menores con equipos de Florida y West Virginia.
Luego que finalizara su carrera como beisbolista, Childers trabajo como agente policial en el condado de Cobb, Georgia, port res años empezando en 2011, report el Atlanta Journal Constitution. El commando policial del condado de Cobb reconoció a Childers con un premio por salvar vidas en 2012. Y la página de GoFundMe iniciada para la familia Childers luego del fallecimiento de él notó que este había sido honrado “por salvar varias vidas”. El jefe de policía de Pawleys Island, Michael Fanning, le dijo a WCBD que él creía que “el primer instinto de respuesta” de Childers simplemente recreaba el día cuando {el falleció tratando de salvar a una familia en dificultades. La p{agina de GoFundMe para la familia Childers ha recaudado más de 200.000$. Allí se le define como “querido hijo, dedicado hermano, atesorado amigo, y padre excepcional de sus tres hijos maravillosos, y el esposo de su hermosa esposa…quien había sido su alma gemela y major amiga desde que eran adolescents”. “Las palabras son dificles de hallar en momentos como este…cuando su esposa y tres hijos intentan avanzar en la vida sin Chase”, agregó la página. “Words are hard to find at this moment as … his wife and three children attempt to navigate life without Chase,” the page added.
Associated Press contribuyó reportando
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Agosto, 28, 2025.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Pabilo y bolondrona.

Miraba con recelo aquellas pelotas o malas imitaciones de las esféricas de Spalding de costuras rojas y ese cuero que mutaba de la espuma, al ocre, al malva de los arbustos y al marrón del cartón piedra de la primera base. Pancho templaba la visera hasta casi desprenderla de su gorra. No lo agradaba para nada jugar con esas pelotas de pabilo que apretaban una metra bolondrona en su centro. Le parecían piedras disfrazadas con cinta adhesiva. Poco a poco las pelotas de Spalding se perdieron en el tremedal de los arbustos circundantes o en la cajuela de una camioneta pick-up que viajaba casi 100 kilómetros por hora. Una noche Pancho lamentaba que no podrían jugar. No había pelotas Spalding. Siempre guardaba las bolondronas de los paquetes de metras. Nunca aprendió a manejarlas. Las sentía extrañas en los dedos. Se levantó a las seis de la mañana y encontró un rollo de pabilo que sus hermanos usaban para liar las veradas de sus papagayos. Tomó la bolondrona más lustrosa e imaginó el sonido del impacto con el bate. Tenía que apretar bien cada giro del pabilo, había que ajustar cada cruce cada curva inesperada de manera que cubriese cualquier espacio vació que dejara la maniobra, la ansiedad por imitar al milímetro la pelota de Spalding. En cierta ocasión una de las pelotas de Spalding perdió el cuero ante la intensidad de un batazo, Pancho desenredó el hilo aplastado y manchado de lodo, parecía ese hilo que usaban las mujeres para tejer, tenía peluzas. Luego de cada diez centímetros el hilo se quebraba, pero en trechos también parecía como si lo hubiesen aglutinado con pegamento. Por eso Pancho registró la gaveta del escritorio de Protágoras, hasta que muy en el fondo, en el rincón cubierto de cajitas de aquella goma morada que usaban para borrar antes que apareciera el tipex, encontró un frasco de etiqueta verde y azul.
Era un pegamento de solvente orgánico, Pancho tuvo que voltear hacia otro lado cuando abrió la tapa, parecía una mezcla de kerosene, thinner y formol. Tuvo que buscar un pañuelo de los más gruesos de Protágoras y se lo amarró en la cara al estilo de los bandidos para aplicar una capa del pegamento sobre la primera aplicación de pabilo. Sospechaba que ese pegamento haría más pesada la pelota y sus amigos se burlarían de él todo el día hasta que consiguiese otra pelota. Por varios minutos Pancho abandonó el amasijo de pabilo embadurnado con aquel pegamento de olores punzantes, lo dejo en el alfeizar de la ventana de su cuarto y salió a buscar aire al patio. Al fondo, justo a escasos dos metros del paredón de bloques de concreto, Pancho notó varios tordos picoteando unos manchones blancuzcos sobre los arbustos. Al aproximarse, los pájaros aletearon despavoridos. Se trataba de los trapos de cocina de Lucrecia. Decidió disponer de uno de aquellos trapos. Cuando aplicó el primer pedazo de tira sobre la esfera de pabilo impregnada de pegamento, Pancho casi lo arranca. Le gustó la manera instantánea como la tela se adhirió al amasijo. Completó la capa de tiras y luego aplicó una superficie de pabilo tan tensa y profusa como le permitieron los dedos de su mano izquierda y el índice y el pulgar de la derecha. Dudó varias veces si agregar otra capa de pabilo, ya la pelota tenía el tamaño de una esfera de béisbol. Tampoco quiso cubrirla con cinta adhesiva, no le gustaban los zumbidos de cigarrón que esas pelotas emitían cuando ya el plástico estaba viejo y desgarrado. Aplicó más pegamento y puso la pelota a secar en la platabanda, justo encima de su habitación. En la mañana se levantó cercad de las seis y llegó justo a tiempo de espantar a un gato blanquinegro que estaba a punto de empezar a jugar con ella. Para su sorpresa no le había quedado textura pegajosa, la sustancia resinosa había cristalizado como la resina de los árboles de aceite de palo. El primer batazo hizo que la bolondrona sonara cual dinamita y a medida que la pelota describía la parábola contra el aire y el cielo Pancho corría desesperado tropezando con todos los arbustos del matorral.
Alfonso L. Tusa C. Agosto 27, 2025. ©

martes, 26 de agosto de 2025

Episodios Olímpicos: Rafer Johnson, El Ganador de un Decatlón Memorable, ha fallecido.

Su actuación triunfal en los Juegos Olímpicos de 1960 fue su retirada de las competencias de pista y campo. Se convirtió en embajador de buena voluntad de los Estados Unidos y un colaborador cercano de la familia Kennedy.
Richard Goldstein. The New York Times. 02 de diciembre de 2020.
Rafer Johnson, quien portara la bandera estadounidense en el estadio Olímpico de Roma en agosto de 1960 como el primer capitán negro del equipo olímpico de Estados Unidos y ganase la medalla de oro en un memorable duelo, que le ganó la aclamación del mundo como el atleta más completo, falleció este miércoles 02 de diciembre en su hogar de la sección de Sherman Oaks de Los Angeles. Michael Roth, vocero y amigo de la familia, confirmó el deceso. Johnson nunca volvió a competir después del triunfo en el decatlón. Se convirtió en embajador de buena voluntad de Estados Unidos y colaborador cercano de la familia Kennedy, al asumir el liderazgo de los Special Olympics, patrocinados por Eunice Kennedy Shriver, y uniéndose a las giras de Robert F. Kennedy durante la campaña presidencial de 1968. Fue recordado especialmente por ayudar a combatir al asesino del senador en el suelo en Los Angeles en 1968. El perfil nacional de Johnson fue moldeado en los Juegos Olímpicos de 1960, unos de los más celebrados en la historia de los juegos, un momento cuando un grupo de atletas afro-americanos irrumpió de manera triunfal en la escena mundial. Muhammad Ali, conocido entonces como Cassius Clay, capturó el oro olímpico en la división de los pesos semi-completos. Wilma Rudolph barrió en las pruebas de velocidad de cien y doscientos metros planos y se combinó con sus compañeras de Tennessee State para ganar el oro en el relevo de 4x100 metros. Oscar Robertson ayudó a llevar al equipo estadounidense de baloncesto a la medalla dorada. Johnson había sido escogido para hablar en respaldo de los American Olympians en una sesión pública en la alcaldía de Nueva York. “Invocó los nombres de las docenas de compañeros de equipo que estuvieron a su lado”, escribió David Maraniss en “Rome 1960: The Olympics That Changed the World” (2008). “Tuvo una actitud firme para la ocasión, y los oficiales lo notaron. Su actuación de Nueva York, junto a su estatura como el favorito a la medalla de oro en el decatlón, convenció a los oficiales de que Johnson debería ser el capitán de Estados Unidos en Roma y el primer atleta negro en llevar la bandera estadounidense en una ceremonia de inauguración olímpica. “No podía haber una figura más valiosa en la guerra propagandística con la Unión Soviética, que no perdiera la oportunidad de denunciar las inequidades raciales de Estados Unidos”. La estrecha victoria de Johnson en el decatlón sobre C.K. Yang de Taiwan y la UCLA, un buen amigo, generó un emotivo momento.
Johnson, un graduado de UCLA, y bien dotado individuo corpulento, era el favorito para la prueba de dos días del decatlón, una prueba de diez eventos para evaluar la versatilidad, fuerza, velocidad y resistencia que incluía carreras rápidas, vallas, salto con garrocha, salto alto y salto largo, jabalina y lanzamiento de disco, además de la carrera de 1.500 metros. Él había ganado la medalla de plata en el decatlón de los juegos olímpicos de Melbourne 1956, al terminar detrás de Milt Campbell de Estados Unidos, quien luego se hizo futbolista americano profesional. Había superado a Vasily Kuznetsov de la Unión Soviética en un encuentro en el Lenin Stadium de Moscú en 1958, inspirando a los espectadores a dejar de lado los temas de la guerra fría y a celebrar su logro. Y se apuntó un record mundial al conseguir 8.683 puntos en las eliminatorias de Oregon para los Juegos Olímpicos de 1960. Pero se encontró con una rígida oposición en Roma de Yang de 27 años de edad, quien representaba a Formosa, la designación olímpica de los atletas taiwaneses para ese momento. Ambos fueron entrenados por Elvin Drake, conocido como Ducky, el entrenador de pista y campo de UCLA. El duelo del decatlón se decidió en el último evento, los 1.500 metros, en el cual Yang era muy fuerte. Johnson, que lideraba la puntuación, no tenía que ganar el evento para llevarse la medalla aurea, pero necesitaba llegar a menos de 10 segundos de Yang. “Planeé ajustarme a él como un practicante de lucha libre”, le dijo Johnson a The Los Angeles Times en 1990. “Tenía otra ventaja, que pienso que C.K. desconocía en ese momento. Ese era mi último decatlón. Estaba preparado para correr lo más rápido que pudiera en esa última carrera de mi vida”. Yang, quien falleció en 2007, recordó, “Sabía que él nunca me dejaría escapar a menos que colapsara”. Johnson terminó 1.2 segundos detrás de Yang, más que suficiente para quedarse con el oro, con Yang apoderándose de la plata y Kuznetsov del bronce. Johnson después recibió el Sullivan Award de 1960 como el principal atleta amateur de Estados Unidos. Luego de eso, pasó a otros capítulos de su vida. Conoció a Robert Kennedy en una ceremonia de premiación poco después de los juegos de Roma y se hizo parte de la campaña del senador para la nominación presidencial demócrata de 1968. Él estaba escoltando a una embarazada Ethel Kennedy a través de una multitud de seguidores en el Ambassador Hotel de Los Angeles el 5 de junio de 1968, momentos después que el esposo de ella había obtenido la victoria en las elecciones primarias demócratas en California, cuando Kennedy recibió un disparo fatal de Sirhan Sirhan, un inmigrante palestino que estaba molesto con Kennedy por su apoyo a Israel. Johnson y su compañero del equipo de apoyo de Kennedy, Roosevelt Grier, la antigua estrella defensiva de los Giants y los Rams de Los Angeles, se juntaron con otros, incluyendo al autor George Plimpton, para inmovilizar a Sirhan. “Mi mano se aferró al arma”, recordó Johnson en su memoria, “The Best That I Can Be” (1998, con Philip Goldberg). “La mano de Rosey cayó sobre la mía. Con otros doce empujando y levantando, forzamos a Sirhan sobre una mesa de vapor, y luego lo llevamos al piso. Le doblé los dedos a Sirhan para quitarle el arma”.
Rafer Lewis Johnson nació el 18 de agosto de 1934 en Hillsboro, Texas, al sur de Dallas, en el hogar de Lewis y Alma (Gibson) Johnson. Cuando tenía alrededor de 18 meses, sus padres se mudaron a una vecindad afroamericana en Dallas, donde vivieron en medio de la pobreza y la segregación. La familia se fue a California cuando Rafer era un joven y eventualmente se estableció en Kingsburg, en el valle agrícola de San Joaquín. El pueblo tenía muchas personas con descendencia sueca, y el recordaba que ellos le dieron la bienvenida a su familia. Pero la vida aún era dura. Su padre trabajaba en una enlatadora de alimentos, entre otros trabajos, por un año la familia vivió en un vagón de tren. Pero de acuerdo a Johnson, las cosas les fueron mucho mejor de lo que habían sido en Texas. “No me importa si no vuelvo a ver Texas”, le dijo una vez a ESPN. “Si mi familia se hubiese quedado en Texas, no solo no habría representado a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos, tampoco habría ido a la universidad”. Johnson destacó en futbol americano, baloncesto y beisbol además de pista y campo en la escuela secundaria, pero se enfocó en el decatlón, se inspiró al ver en acción al medallista de oro olímpico Bob Mathias en Tulare, Calif. Ingresó en UCLA en 1954 y jugó en el equipo de baloncesto del renombrado entrenador John Wooden mientras entrenaba para los decatlones. También se convirtió en presidente del centro de estudiantes. Su triunfo olímpico le permitió visitar muchos países a principios de los años 1960s como embajador de buena voluntad del departamento de Estado. Participó en programas de televisión y películas de Hollywood, incluyendo “Wild in the Country” (1961) con Elvis Presley y Tuesday Weld. También fue comentarista deportivo radiofónico en Los Angeles. En 1968, Eunice Kennedy Shriver, fuerza conductora en la creación de las Olimpiadas especiales para personas con discapacidades intelectuales y físicas, llevó a Johnson a la organización. Este se convirtió en fundador del capítulo del Sur de California y luego fue nombrado su director. También hizo trabajo promocional para Hershey, Reebok y otras compañías. Johnson se casó con Elizabeth Thorsen en 1971. Ella le sobrevive, junto a su hermano Jimmy Johnson, un antiguo cornerback de los 49ers de San Francisco y miembro del Salón de la Fama del futbol americano profesional; dos hijos, Josh Johnson y Jennifer Johnson Jordan, quien fue miembro del equipo estadounidense de voleibol femenino de playa en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 y ahora es entrenadora de voleibol en UCLA; y cuatro nietos.
El momento final de Johnson en la escena olímpica ocurrió cuando escaló los 99 escalones en el Coliseo de Los Angeles para encender el pebetero de los Juegos de 1984. “En un sentido, fui olímpico de nuevo, al preparar mi cuerpo para hacer algo excepcional”, escribió en su memoria. “¿Estaba preocupado por si podría llegar al tope de los escalones? Si. ¿Estaba pensando si podría subir o caer? Si. ¿Tuve alguna duda de que lo lograría? No”.
Alex Traub colaboró reportando.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 13 de diciembre de 2020.

Robert Marcano, el Salón de la Fama del Beisbol Venezolano y un jonrón infartante.

Hace poco anunciaron los elegidos del Salón de la Fama venezolano, Clase 2018. Además de la esperada escogencia de Omar Vizquel, apareció un nombre inesperado, no porque no tuviera méritos, sino porque el citado Salón tiene tantas deudas pendientes con otros tantos peloteros de suficientes pergaminos, que leer el nombre de Robert Marcano como nuevo inquilino sorprende gratamente. Quizás muchos aficionados del juego, principalmente de las nuevas generaciones, ignoren quien fue Marcano. Entre otras razones porque relativamente jugó poco en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Fue uno de los primeros o el primer venezolano que jugó en la liga de beisbol japonesa, donde fue a jugar desde muy joven luego de que los Angelinos de California negociaran su contrato a un equipo nipón cuando aun jugaba en la sucursal AAA. Marcano tuvo una destacada actuación en la liga japonesa, solo al final de su carrera vino a jugar con cierta regularidad con los Tiburones de La Guaira. Hay un episodio breve, indeleble, fantasmal, impactante en la carrera de Marcano en la LVBP, es probable que haya sido olvidado, sin embargo de seguro permanece en la memoria de los seguidores más apasionados del beisbol. Más adelante regresaremos para ilustrar dicho episodio. Ahora es pertinente imaginar el momento de la firma de Marcano al profesional. Tomando en cuenta las características del personaje, no cuesta mucho inferir que Pedro Padrón Panza, en sus funciones de gerente general, scout, consejero, asesor y dueño de los Tiburones de La Guaira, en uno de sus tantos viajes por el interior del país, recaló en la localidad de El Clavo, en la zona oriental del estado Miranda. Allí observó con interés el desempeño de un mozalbete que cubría la tercera almohadilla. Sin embargo, lo que más impresionó a Padrón fue el potencial que mostró al esgrimir el madero, por cuanto es bien sabido la carga ofensiva que se le exige a un tercera base para ganarse la regularidad en cualquier beisbol. Firmó para jugar en el beisbol organizado con la organizaci{on de los Indios de Cleveland, luego pasaría a los Angelinos de California. Marcano fue un jugador casi esporádico con los Tiburones de La Guaira, apenas si participó en más de 40 juegos en tres (1971-72, 1973-74 y 1974-75) de sus 12 temporadas con los Tiburones, todas antes de emigrar al beisbol japonés. La mejor fue la de 1973-74, cuando apareció en 52 desafíos, consumió 199 VB, anotó 28 carreras, empujó 17, 61 imparables, 12 dobles, 5 triples, 2 jonrones, 14 boletos, 30 ponches, 4 bases robadas, su promedio de bateo fue .307. En 13 temporadas y 378 juegos bateó para .251, con 308 imparables, 49 dobles, 14 triples, 16 jonrones, 133 carreras empujadas y 143 anotadas. A medida que pasaron los años desde su establecimiento en el beisbol japonés, cada vez se enfundó menos en el uniforme de La Guaira Su última temporada en LVBP, coincidió con el penúltimo título alcanzado por los Tiburones en la temporada 1984-85, al vencer a los Tigres de Aragua por barrida en la serie final. Entonces apenas jugó en 15 encuentros, prácticamente un jugador de reserva o bateador emergente ocasional, en medio de la ebullición de aquella pléyade de peloteros llamada “La Guerrilla”.
Participó como segunda base en la serie final de la temporada 1976-77 que La Guaira perdió en seis juegos ante Magallanes. Entonces bateó para .182 con 4 sencillos y un doble. Cuando La Guaira parecía destinado a ser un eterno perdedor de la semifinal, luego de perder tres veces seguidas en esa instancia (1979-80, 1980-81 y 1981-82) logró acceder a la final 1982-83 para vencer a los Leones del Caracas en seis encuentros. En esa serie, Marcano actuó en cuatro juegos como antesalista y bateó para .250, 3 sencillos, doble, jonrón, 2 carreras anotadas, 3 empujadas, 1 boleto. Su actuación en semifinales fue mucho más extensa, desde 1971 hasta 1985 apareció al menos en diez series, sin incluir la de la temporada 1973-74 cuando se suspendió la temporada luego de la ronda regular por una huelga de peloteros. Ese año también fue el mejor tercera base defensivo de LVBP, donde también actuaron antesalistas como Dámaso Blanco, Doug DeCinces, César Gutiérrez. Su mejor actuación en una semifinal ocurrió en la temporada 1977-78, La Guaira enfrentó a las Águilas del Zulia y perdió en seis encuentros. Marcano bateó para .286, con 2 jonrones, 2 carreras empujadas y 4 anotadas. Durante un juego de la serie semifinal entre los Tigres de Aragua y los Tiburones de La Guaira en enero de 1975, el narrador de Venezolana de Televisión se atragantó al leer la noticia. El equipo de Salt Lake City, sucursal AAA de los Angelinos de California había negociado al tercera base Robert Marcano a un equipo japonés. Marcano venía de dos temporadas con 14 y 12 jonrones y 91 y 71 carreras empujadas ¿Por qué el gerente general de los Angelinos había decidido realizar aquel cambio? ¿Tenían tanta profundidad en el equipo grande para esa posición? ¿O en AA o en Clase A? ¿O simplemente no veían en Marcano a un pelotero que se estableciera en las mayores? Quizás se pudiese encontrar alguna explicación en los 25 errores cometidos en tercera base en la temporada de 1973, por lo cual jugó la mayor parte de los juegos en los jardines en 1974.
Marcano viajó a Japón, se convirtió en el primer venezolano que participaba en el beisbol japonés y empezó a jugar con los Bravos de Hankyu, paulatinamente se adaptó a la cultura japonesa y a la manera como los nipones juegan el beisbol. Pronto empezó a destacar como segunda base y su madero se hizo respetar hasta el punto de ser clave en la conquista de los tres primeros títulos de la divisa en la Serie de Japón, también ganaron cuatro veces el título de la Liga del Pacífico. Ganó cuatro veces el guante de oro, otras cuatro veces fue elegido como el segunda base del equipo ideal de la temporada regular. En 1978 fue el primer pelotero latinoamericano en ganar un liderato de carreras empujadas con 94. Jugó 11 temporadas, 8 con Bravos de Hankyu y tres con Golondrinas de Yakult. Participó en 1.313 juegos, con promedio de .287 y 232 jonrones. De acuerdo a Wayne Graczyk, un veterano columnista del diario Japan Times que ha estado cubriendo la acción de la NPB desde que Marcano debutó en la liga, el nativo de El Clavo está entre los mejores 25 extranjeros que han jugado en Japón y entre los tres mejores camareros junto a Bobby Rose y John Sipin. El episodio breve y fantasmal está relacionado con el tercer juego de la serie semifinal entre los Leones del Caracas y los Tiburones de La Guaira de la temporada 1970-71. Aquel 23 de enero, los guairistas habían ganado los primeros dos juegos de una serie pautada a cinco desafíos. En el cierre del noveno episodio los Leones vencían a los Tiburones 10-9. Parecía que habría cuarto juego. Sin embargo los escualos embasaron dos corredores y el manager Graciano Ravelo trajo de emergente a Robert Marcano por el pitcher Hector Urbano. A continuación el novato de los Tiburones descifró un envío quebrado de Luis Tiant y desapareció la pelota en las gradas del jardín izquierdo para dejar en el terreno al Caracas y de paso clasificar para la serie final. Uno de los momentos más cardíacos de la Liga Venezolana de Beisbol profesional. Casi diez meses después, el 14 de noviembre de 1971, Tiant subía de nuevo al montículo del estadio de la UCV, esta vez enfundado en el uniforme de La Guaira, entonces consumó su dulce venganza al lanzar un juego sin hits ni carreras ante su antiguo equipo, los venció 3-0. En la tercera base jugaba Robert Marcano, en esta ocasión también voló la cerca, esta vez para respaldar la joya de pitcheo de Tiant. Robert Marcano Cherubini nació en El Clavo, estado Miranda, Venezuela, el 7 de junio de 1951. Luego de retirarse como jugador activo en Japón, se desempeñó como buscador de talento y traductor con los Gigantes de Yomiuri, donde fue traductor de su coterráneo Luis Mercedes Sanchez. Los Tiburones de La Guaira retiraron su número 15 en tributo a sus méritos deportivos. Falleció un 13 de noviembre de 1990 en Baruta, estado Miranda.
Alfonso L. Tusa C. 27 de agosto de 2018. ©

Willie Horton y Al Kaline.

Muchos de los seguidores del béisbol y los Tigres de Detroit por lo general hablan de Mickey Lolich y Denny McLain, de Bill Freehan y Dick McAuliffe, de Norman Cash y Fred Stanley. Aunque se sabe cuan claves eran Willie Horton y Al Kaline en aquel equipo que ganó la Serie Mundial de 1968 ante los poderosos Cardenales de San Luis, por alguna razón en muchos análisis ellos aparecen en puestos intermedios a la hora de enumerar los héroes de aquel equipo. Ellos parecían conformes con aquellos reportes. Sin embargo al revisar las reseñas de los juegos, los audios y los videos, tanto Horton como Kaline siempre hablaban con su bate, guante o determinación en los momentos más exigentes de cada juego. Desde el manager Mayo Smith hasta el cuidador del clubhouse sabían que la injerencia de Kaline y Horton en ese equipo trascendía lo deportivo. Una prueba de eso proviene del juego del sábado 30 de mayo de 1970 escenificado en Milwaukee County Stadium. Los Tigres de Detroit visitaban a Cerveceros de Milwaukee en el segundo de una serie de tres juegos. Lew Krausse abrió por los Cerveceros y Les Cain por los Tigres. En el cierre del primer inning con las bases llenas, luego que Milwaukee había recortado la ventaja de los Tigres a 2-1, el dominicano Roberto Peña despachó un estacazo entre el jardín derecho y el central que persiguieron Al Kaline y Jim Northrup, en la cinética y de la jugada los jardineros chocaron y cayeron en la grava anaranjada de la zona de seguridad. Kaline llegó a tener la pelota en su guante pero el impacto del choque la sacó de allí. Kaline yacía en el suelo inconsciente y su rostro empezaba a tornarse azul, con la fuerza del impacto las mandíbulas se le habían encajado y se temía por su vida. Desde el jardín izquierdo corrió Horton y sin pensarlo ni ver a nadie separó las mandíbulas de Kaline y le sacó la lengua de la garganta. Luego explicaría que conocía esas técnicas de auxilio desde su época de boxeador. Poco a poco Kaline recuperó el color de su rostro, aunque no pudo continuar jugando y fue sacado en camilla. Al terminar el juego Horton fue a visitar a su compañero de equipo al hospital y allí los médicos le informaron que le había salvado la vida a un hombre. Él respondió que eso nunca se le olvidaría porque en medio de la desesperación y la intensidad del momento Kaline había mordido profundamente a Horton en la muñeca derecha, con una sonrisa en las mejillas declaró que aquel era el mejor autógrafo que podía guardar de su compañero de equipo. Ese incidente quedaría grabado en un libro distinto al de las estadísticas, las páginas donde reposan los episodios paralelos al juego que son tan determinantes en el desempeño de un equipo, como las atrapadas, los tiros y los batazos ganadores.
Alfonso L. Tusa C. Agosto 26, 2025. ©

lunes, 25 de agosto de 2025

Arepas y arancini.

A medida que te internabas en el laboratorio, hallabas otra conexión con aquella desconocida y enigmática ocupación de tu padre que al principio desdeñabas. Calentar el agua gradualmente para una destilación por arrastre de vapor te hacía apreciar las destrezas que debía manejar un cocinero. Agregar el ácido sulfúrico concentrado por las paredes del recipiente en vez de añadir el agua sobre este, te ilustraba con mucha nitidez sobre el tacto y el cuidado de alguien dedicado al arte gastronómico. Hubo varias prácticas cuando por momentos hacías el intento de correr una película paralela a la experiencia química, empezabas espolvoreando bicarbonato de sodio sobre una atmósfera de gases amoniacales y clorhídricos cuando era inminente la intoxicación de los trabajadores de una panadería, terminabas amasando la mezcla de harina de maíz con ralladura de cambur verde o perfilando la esfericidad de aquellas bolas de arroz rellenas de carne molida que tu papá llamaba arancini. Luego de alcanzar tu grado de técnico químico, muchas veces te has sorprendido con esa especie de imagen romántica, fugaz, invisible, de profundizar en aquellas recetas en letra grande de bolígrafo en tinta añil que tu papá guardaba en la última gaveta de su escritorio. Nunca pudiste conseguir sacarle ninguna conversación a tu padre sobre aquellas recetas que por lo general llegaban en abultados sobres. Sabías que tu abuela, la Nonna, le escribía regularmente. Aguardabas a unos de aquellos viajes hacia Caripe o San Antonio de Maturín que tu papá efectuaba los sábados, cuando por alguna razón no podías acompañarlo, ni siquiera la colección de revistas Sport Gráfico con las reseñas de los juegos más disputados de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional o los reportajes más detallados y reveladores de peloteros de grandes ligas, te podían consolar. Entonces recordabas aquellos sobres abultados, con estampillas italianas, que ocupaban casi más de la mitad de la última gaveta del escritorio. Siempre te agradó la magia de los cambios de estado, la gama de olores que emitían los distintos ingredientes al soltar tres hojas de albahaca sobre una cazuela con jugo de tomate cerca del punto de ebullición. Las prácticas de laboratorio empezaron a descubrir muchos espacios difusos que fuiste rellenando con cada una de las técnicas de manipulación de instrumental de vidrio, o la graduación de las mantas de calentamiento. Por más que tratabas de disimular las preguntas sobre los trucos que la Nonna dejaba en el aire en aquellas cartas, tu padre nunca mordía el anzuelo y abría con furia la última gaveta pero todos los sobres estaban perfectamente ordenados, intactos. Por momentos regresabas, avanzabas, o tomabas un respiro a un costado para encontrar la plasticidad justa de las proporciones de agua, harina de maíz, papelón y granos de anís para modelar las arepitas dulces con todas esas tonalidades, caoba, canela, roble que siempre has rebuscado para ubicarlas al tope, junto a las arancini en la carta de ese restaurant. Mientras adelantabas tus prácticas de química orgánica visualizabas azeotropos de albahaca y tomate que condensaban en los recursos de última hora para conseguir sacarle alguna explicación a tu padre, alguna luz de los secretos de aquellas cartas. En cada una de aquellas gotas verdosas y carmesí recurrías a lo inesperado de preguntar si él sabía que Joe DiMaggio además de jugar beisbol también era muy bueno en boccia, una especie de bolas criollas, el juego predilecto de tu padre después del futbol y el dominó aunque nunca lo viste tomar una de aquellas pelotas, mucho menos para jugar bolas criollas. En medio de tus ensimismamientos buscando las fugas en el montaje de destilación, acechando posibles aceleramientos inesperados de la reacción química, a veces lograbas descifrar, elucubrar, casi adivinar en medio de las peroratas de tu padre, porque las hojas de albahaca tenía que ser del cogollo, porque se debían agregar casi desde el inició de la cocción de la salsa.
Cuando apretabas los puños a un costado del balón en revulsión a punto de lanzar toda la mezcla de ácidos fuertes y sales orgánicas, apenas si recuperabas el aliento y la paciencia de aguardar que disminuyera el nivel de las explosiones luego de haber disminuido la lectura del regulador de la manta de calentamiento. Solo cuando sentías los puños aflojarse en la plasticidad de la mezcla de harina de maíz con ralladuras de cambur verde, recuperabas la serenidad que te permitía estabilizar cada centímetro del balón y la cabeza de destilación. El espacio diario de buscar, habilitar la posibilidad de asistir a un curso de gastronomía, seguía apareciendo en tus reflexiones diarias. Tal vez no ibas a inscribirte formalmente, pero si asistes a diario a las lecciones de elegir las mejores técnicas, de madrugar para conseguir los mejores vegetales y sorprender a los vendedores de pescado con la escogencia de los mejores ejemplares de acuerdo al aspecto de sus ojos y agallas. Has intentado conformar al menos un menú cargado de eclecticismo donde el primer plato incluya los contrastes de textura del maíz intercalado entre virutas de cambur más pintón que maduro y los gradientes de sabor desde la arepa hasta los fragmentos de cebolla y tomate impregnados de clara y yema revueltos, embutidos con pimienta y algún resquicio de diente de ajo. Cuando logras encontrar la proporción exacta de arroz y carne molida para modelar las arancini, reverbera aquella conversación donde tu padre rememoraba una entrevista que había leído en El Nacional o El Universal de Carl Furillo, jardinero derecho de los Dodgers de Brooklyn. Podías sentir el disgusto de tu padre con la gerencia de los Dodgers por haber tratado de manera tan desconsiderada a uno de los peloteros que se había entregado a la causa de aquellos Dodgers como cualquiera de los Muchachos del verano. Siempre regresas a ese equipo de mediados de los 1950s, cada vez que quieres buscar a tu padre. Quieres saber que puedes usar como sustituto de los piñones en la preparación de la salsa para las arancini, sabes que tu padre es el único que puede asomar un sustituto válido. Sabes que más que cualquier curso formal de chef de cocina que puedas tomar, la esencia de tus conocimientos y la legitimidad de tus secretos en una cocina solo tendrán fuerza en la medida que busques a tu padre y puedas descifrar las cartas de la gaveta del fondo de aquel escritorio.
Alfonso L. Tusa C. Junio 15, 2025. ©

Paul Splitorff, el antíguo pitcher zurdo de los Reales de Kansas City fallece a los 64 años.

Doug Tucker, AP
Kansas City, Mo. Paul Splitorff, el pitcher más ganador en la historia de los Reales de Kansas City y un respetado narrador de los juegos del equipo, falleció este miércoles 25 de mayo de 2011, 10 días después que su familia informó que batallaba contra el cáncer oral y melanoma. Los Reales dijeron que Splitorff murió en su hogar del suburbio de Kansas City, Blue Springs, Mo., de complicaciones con cáncer de piel. Los aficionados notaron por primera vez que su voz se había vuelto pastosa en el juego inaugural de 2009. Había mantenido estrictamente en privado sus asuntos de salud, hasta que el columnista Greg Hall reportó su drama en la página web “KC Confidential”. “No quería que nadie sintiera pena por él”, dijo el comentarista de los Reales Ryan Lefebvre. Escogido por el equipo de expansión Reales de Kansas City en la vuelta 25 del draft de 1968, Splitorff pasó toda su carrera de 15 años en Kansas City. Un zurdo grande, rubio, que usaba anteojos, con una patada alta en su wind up, a menudo parecía acertar la mascota del catcher aunque tuviera problemas para ver las señas. Esto a veces desconcertaba a los bateadores quienes se preguntaban si deberían prepararse para lanzarse al piso si la pelota venía en dirección a sus cabezas. Se retiró durante la temporada de 1984 con una marca para el equipo de 166 victorias. “Cuando has conocido a alguien por tanto tiempo y ha sido una parte importante de tu vida, nunca es fácil decir adios”, dijo a la AP., Frank White, el segunda base de los Reales 8 veces ganador del guante de oro. “Nuestros hijos iban a las mismas escuelas y crecieron juntos. Tengo muchos recuerdos de Paul”. El inquilino del salón de la fama George Brett calificó la muerte de Splitorff como una tremenda pérdida para la comunidad y el equipo. “Él ayudó a poner a los Reales de Kansas City en el mapa, fue una gran pelotero por muchos años”, dijo Brett a la estación de radio KMBZ. “No era un tipo que hacía mucho ruido en el clubhouse. Se concentraba en su trabajo con tranquilidad y dejaba que alguien más se llevara los titulares”.
Después de debutar en Grandes Ligas el 23 de septiembre de 1970, Splitorff se convirtió en uno de los integrantes principales de la rotación. Su mejor año fue 1973 cuando dejó marca de 20-11, el primer ganador de 20 de los Reales. Splitorff no era un lanzador de fuerza pero dominaba varios pitcheos y siempre se preparaba cuidadosamente para cada apertura. “Era un pitcher muy hábil”, dijo Denny Matthews, el locutor de las transmisiones radiales de los Reales e inquilino del Salón de la Fama quién narró cada juego de Grandes Ligas lanzado por Splitorff y se convirtió en su amigo íntimo. En 15 temporadas, Splitorff tuvo marca de 166-143 con 3.81 de efectividad. Tambien tiene el record de más aperturas de los Reales (392) y de innings lanzados (2554.2) Él fue particularmente efectivo en aquellas batallas memorables de los Reales con los Yanquis en los años ’70 y ’80. Contra una alineación de los Yanquis cargada de bateadores zurdos, tuvo marca de 2-0 con efectividad de 2.79. También era objeto de bromas de parte de sus compañeros por haber permitido el jonrón más largo bateado en la historia del Kauffman Stadium. Un batazo conectado por el toletero de los Medias Blancas de Chicago, Dick Allen. Llegó casi a la cima de la montaña detrás del jardín izquierdo. “Algunas personas dicen que Bo Jackson bateó uno más largo”, dijo White con una sonrisa. “El de Bo fue más alto, pero el de Dick Allen llegó hasta la parte de atrás de la montaña. Paul también se reía de eso”. Splitorff carecía del talento natural de muchos de los mejores pitchers en la historia de los Reales, tales como Steve Busby y los ganadores del Cy Young, Dave Cone y Brett Saberhagen. Pero el hecho de que se retirara con el mayor número de victorias vestido con el uniforme de Kansas City que cualquiera de los otros, es un testamento de la ética de trabajo labrada en hierro que caracterizó sus carreras como pelotero y comentarista. “Paul no tenía esa slider eléctrica o una curva devastadora”, dijo White. “Pero siempre se mantenía estable y siempre estudiaba, siempre trabajaba duro para dar lo mejor. Por eso fue tan exitoso dentro y fuera del campo”. Aún antes de retirarse, Splitorff se preparaba para su carrera como comentarista, transmitía los juegos de secundaria de futbol americano y baloncesto para una estación local de radio. Fue una estrella en béisbol y baloncesto en Morningside College en Iowa, tambien fue un respetado narrador del baloncesto universitario.
Al momento de su muerte, estaba en su temporada 24 como analista de televisión para Fox Sports Kansas City a pesar de los problemas para hablar que se manifestaron hace dos años. White lo suplantó a tiempo completo después del juego inaugural de 2009. “Me enseñó a prepararme para los juegos. Me mostró que revistas leer, como estar listo”, dijo White. “Hicimos dos juegos juntos. En ese par de transmisiones, disfrutamos mucho. Nunca olvidaré esas dos transmisiones. Fueron muy significativas”. Aunque hacía la antesala y los comentarios finales del juego, Splitorff no fue capaz de recuperar la voz clara y distinguida con la que lo conocieron los aficionados por más de dos décadas. Pero nunca dejó de tratar. “No hubo un juego en que trabajara con él donde sintiera que él estuviera dando un menor esfuerzo hoy que el que había dado ayer, sea en investigación o hablando a un pelotero de un coach al cual él no conocía mucho”, dijo Lefebvre. “No hubo nunca un día donde dejara de ser Paul Splitorff”. Splitorff dijo una emotiva eulogía para Dick Howser cuando el antíguo manager de los Reales falleció de un tumor cerebral en 1987. Ahora, para una legión de amigos y aficionados, su último comentario puede parecer especialmente afectuoso. “Él ha completado su viaje”, dijo el pitcher más ganador de los Reales. “Nuestro manager está seguro en el hogar”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. Mayo 25, 2011.

Baseball Dudes https://baseballdudes.com/

Peloteros: • Corran dentro y fuera del terreno. • Limpien lo que ensucien tú y tus compañeros. Que ese dugout quede impecable. • Sus impl...